Principal Cuaderno Nº 1 Índices

Reinosa hace 100 años

Encarnación-Niceas Martínez Ruiz


INTRODUCCIÓN

El año 1895 se inauguró en Reinosa y su comarca con un gran temporal de nieve que batió la villa durante los meses de enero y febrero; en palabras de Ramón Sánchez Díaz era "tan grande la friura, ha bajado tanto el barómetro, que se han helado los ríos, las capas de nieves y las epidermis". Vamos a intentar reflejar en las páginas siguientes el panorama general que en los años finales del siglo XIX se encontraban los habitantes de la villa. Reinosa, en 1895 bajo la alcaldía de D. Adolfo Peña Alonso, ejercía como cabecera de la comarca y capital del partido judicial, dibujándose como el principal núcleo del interior de la provincia de Santander, si exceptuamos Torrelavega. Sin olvidar su importante actividad ganadera, la villa campurriana veía crecer su papel de centro comercial e industrial.

Fuente de la Aurora

EL ESPACIO DE UNA ÉPOCA

Nuevas infraestructuras

El Camino Real actuaba como eje articulador de la trama urbana, a través de las calles Pelílla, Mayor y del Puente; la carretera a Cabezón de la Sal se habia abierto en 1889. Ambos se cruzaban en el centro de Reinosa cerca del hito señalado por el Cañón. Eran caminos adoquinados, que se adentraban en un medio físico más hostil y boscoso, donde ya había indicios de deforestación debido, entre otras causas, a la fuerte actividad desarrollada por las ferrerías cercanas (Santiurde, Pesquera, Horna, Bustasur) en el siglo anterior. Decisiva iba a resultar la instalación del ferrocarril del Norte, finalizado el tramo que unía definitivamente Alar del Rey con Santander en 1866; se creó un nuevo límite urbanístico señalado por las vías del 'camino de hierro". Junto a la estación se situaron pronto fondas, como la de Álvarez, que acogían a los sufridos viajeros (más de 5 horas a Santander o casi 16 previstas a Madrid). En 1893 comenzó a circular el ferrocarril de La Robla marginando a Reinosa de su recorrido, más atento a los intereses de la industria extractiva de las Rozas.

 

La trama urbana

Como podemos deducir todavía hoy, en Reinosa la distribución de los edificios era básicamente lineal entre el Camino Real y el río Ebro, salvo el núcleo central alrededor del ayuntamiento que podemos considerar como casco viejo. En total, había en la villa unas cuatrocientas casas donde vivían los 2.872 habitantes de hecho que tenía Reinosa según el censo de 1887 (en 1902 asciende a 2.979 habs.).

El espacio en el que se movían los reinosanos de finales del XIX estaba dividido, según las ordenanzas de 1875 vigentes todavía a comienzos de siglo, en dos distritos. Para facilitar la comprensión  de  los nombres de las calles hemos acotado entre paréntesis la actual  denominación de las mismas, manteniendo el poder evocador de los antiguos nombres que dan una idea del tipismo y de la concepción política de la época. Aunque puede parecer árido el recorrido, merece la pena hacerse una idea del entorno urbano en que se configuraba entonces Reinosa.

Vista del Ebro desde el Puente de Carlos IIIEl primer distrito comprendía la zona noreste de la villa y abarcaba las calles del Puente, Estudios, Casetas (plaza de las) , Abrigo, Soledad, Salto, Progreso (junto a la actual plaza de la Constitución), Espolón (plaza de Diez Vicario), Duque de la Torre (Rodrigo de Reinosa), Ballarna (Peñas Arriba), Peligros, Ronda, Remedios y Prim (Ramón y Cajal), Hernán Cortés (Cristóbal Colón),Colón (Ángel de los Ríos), Damas y Topete (que conforman la calle del marqués de Cilleruelo) y Heras; las calles Esperanza y Estación (luego Castelar, hoy Casimiro Sainz) están ya configuradas en 1908. El segundo distrito incluía las calles Mayor, San Sebastián, Velarde, Presa (Ramón Sánchez Díaz), Desengaño (Concha Espina), Huertas (Juan José Ruano), Corraliza, Ebro, Ciego (Deltebre), Pelilla (la actual avda. Cantabria), San Roque, Fuentes, Sol, Carretas, y las dos casas de las Heras (ortografia de la época) de don Juan Manuel Argüeso y don Carlos Morante además se añaden las calles Alta, Peso, Barcenilla y Menéndez Pelayo.

El lugar de Cupido deja poco a poco de ser un descampado y se integra en las actividades de ocio, como lugar de paseo y esparcimiento; allí se celebró por ejemplo con motivo de las ferias de San Mateo una animada exhibición de bicicletas. Progresivamente se iban introduciendo elementos de modernidad en hábitos y apariencias. Los primeros chalets de la calle de la Estación no se construirán hasta 1.99, por iniciativa de Luis Rouglan Oyharcabal. Los paseos de San Francisco y de Vista Alegre, en las  afueras,  eran otros lugares de recreo al aire libre para aquellos paseantes que quisieran alejarse algo mas.

Amplias zonas de la villa estaban sin edificar como el Quintanal o Pozmeo. Como suburbios  relativamente alejados podían considerarse los sitios (de Sorribero o los Tinglados -donde se localizó una fábrica de curtidos-. Según las ordenanzas, quedaban establecidos como lugares de estercolero "lo más apartado del campo de Las Fuentes, junto al páramo de Fresno, en lo alto de la Nevera, en el Campo Fatigas y en las Carreras".

 

Las casas

En cuanto al aspecto que presentaba el caserío, predominaban los edificios de tipo rural. Más de la mitad de las casas existentes constaban de un único piso cerca de la cuarta parte tenían dos y sólo en una minoría se alzaban tres alturas. No es raro encontrar en las descripciones del Registro de la Propiedad de la época descripciones  como  la  siguiente:  "Casa  o  finca urbana.. compuesta de vivienda en alto, colgadizo, cuadra, socarrena, huerta y demás accesorios", relativa a un inmueble, "penúltimo de la acera izquierda de la calle Mayor hacia el Puente", que contaba también con una hornera.

Las edificaciones presentaban, por lo general, un frente estrecho mientras que el solar-huerta que se extendía a sus espaldas alcanzaba una considerable longitud, teniendo como freno físico el río o las vías del ferrocarril. La madera era el material constructivo predominante, con el que las ordenanzas advertían la debida precaución para evitar incendios a causa de braseros o cenizas. Son casas a las que no llegaba el agua corriente, por lo que las mujeres se tenían que agenciar para limpiar, acarrear agua de las fuentes ir a lavar al río o a los lavaderos existentes "dos cubiertos sobre el Ebro y otro cubierto también sobre el de Las Fuentes", siempre manteniendo el turno para evitar las disputas.

Un frente de edificios nobles, muchos de ellos con su correspondiente escudo, recorría la franja central de la villa, comprendida entre la plaza y la calle del Puente. Revelaban la presencia de una nutrida comunidad de nobleza que tienen en Reinosa numerosas propiedades. Algunos inmuebles (como las casas de la calle del Puente, nº 11 y 20) responden a títulos de nueva creación, como el marquesado de Reinosa concedido a Fernando Calderón Collantes en 1878; la mayoría son casonas edificadas en el s. XVIII, que reúnen una nómina nobiliaria entre los que se encontraban los duques de Bornos y Murillo, marqueses de Velasco, Villatorre, Santa María (desaparecido edificio situado detrás de la iglesia parroquial), Santa Cruz de Aguirre, o el de marqués de Cilleruelo relacionado por vínculos de parentesco con los marqueses de Camarasa, condes de Moriana, los Mioño y Condes de Estrada, entre otros.

Estas casonas, apreciables en las perspectivas de las fotografías más antiguas conservadas, hemos de recordarlas en su mayoría con una altura menos que en la actualidad, y con balcones de hierro forjado, ya que las galerías acristaladas de madera que hoy cubren sus fachadas son producto de la adaptación y aprovechamiento generalizado a comienzos del siglo XX. Asimismo se aprecia como aparecían las correspondientes portaladas de acceso al patio posterior y corral donde se guardaban los carros. En la calle del Puente existían fraguas para atender a carros y ganados, fondas como la de Lorilla, o la "Fonda Universal" en que se había convertido en 1894 "La Casona" o "Casa de la Niña de Oro" según señalaba el cronista local Ángel de los Ríos, por entonces sin buhardillas, también estaba la parada de diligencias del trayecto Santander-Valladolid antes de la construcción del ferrocarril y más tarde sede de "La Reinosana", línea de transportes de viajeros a Espinilla y Las Rozas (en el nº 10). Cerca de la iglesia y detrás del ayuntamiento, sobrevivían los restos de las antiguas murallas.

Tenemos que recordar, igualmente, que hubo otros edificios que fueron desapareciendo con el tiempo. A esas alturas del XIX, ya no quedaba rastro de las ermitas de San Justo, Santiago y Santa Cruz. La casa familiar de los Cossio era por entonces una casona tradicional de sillería de dos alturas, con dos arcos carpaneles abiertos en la planta baja sobre los que se situaba un balcón corrido de hierro forjado y el escudo.

 

PANORAMA DE LA VIDA ECONÓMICA

Feria de San MateoLa ocupación ganadera

En la vida económica de la ciudad el sector primario tenía un peso fundamental. Muy dependiente de los rigores climáticos, la agricultura (básicamente huertas con algo de legumbre y patatas, prados dedicados a maíz, algo de trigo precario o a forraje, incluso algún lino) cedía posiciones en favor de la ganadería. No en vano Reinosa acogía dos ferias renombradas: Santiago y San Mateo, con ganado vacuno, caballar, lanar, porcino, mular y asnal (Coll y Puig, 1875, p.680). Todavía existían por entonces vacas autóctonas de raza campurriana, además de las tudancas, aunque en algunos puntos de la provincia los pasiegos iban introduciendo razas importadas para mejorar la producción de leche.

Las ordenanzas prestan mucha atención (nada menos que cinco capítulos) a las obligaciones debidas al pastoreo de todo tipo de ganado, las vecerías, etc. Los vecinos de Reinosa tenían derecho a pastar en terrenos comunales de Morancas, Nestares y en la sierra común de Matamorosa y Bolmir. Podían aprovechar las leñas muertas del monte de Celada Marlantes y Carabeos. La cabaña de ganado vacuno tenía que subir al puerto el día de San Marcos (25 de Abril) hasta San Mateo. Para atender las necesidades derivadas del ganado, no faltaban herradores y veterinarios, como D. Remigio Mantilla y D. Antonio Zaldívar.

 

La actividad mercantil

Está claro que la apertura del Camino Real en el siglo XVIII (olvidado el proyecto de unión con el canal de Castilla) contribuyó decisivamente a estimular la vida económica de Reinosa, estableciendo una especialización en el comercio de materias primas con una clara vinculación con la exportación colonial a través del puerto de Santander. El medio de transporte por antonomasia, y símbolo de toda una época que comienza a ver su declive con el empuje del ferrocarril, fue el carro; se configuró así la carretería como profesión, compatible con los trabajos agrarios más estacionales, en la que los numerosos vecinos que a ella se dedicaban viajaban regularmente para abastecer la demanda de vino blanco de las Navas y de cereal. Incluso hay un apartado de las ordenanzas, a la manera de código de circulación, sobre el tráfico de carros.

Especialmente paradigmático fue el tránsito de trigo castellano, paulatinamente transformado en harina a lo largo de los molinos situados en los ríos, destinada finalmente a Las Antillas. Esta protoindustria, que conoció gran vigor en el s. XIX, continua firmemente asentada en la Reinosa de fin de siglo, donde abundan los almacenes y fábricas de harinas y salvados. Aparte de la treintena de molinos situados en el área campurriana, encontramos en la villa los de "San Esteban", de los hermanos Obeso, "La Central", de los sres. Huidobro, "La Húngara", La Corraliza, La Barcenilla y otros dos más en Las Fuentes de la Pelílla, uno de ellos propiedad de la familia Macho. No obstante, la próxima pérdida colonial y la creciente actividad exportadora de otras regiones peninsulares propiciarán el retroceso de esta actividad.

En la villa abundaba el pequeño comercio, en el que los vecinos y visitantes podían comprar en su tradicional visita al mercado semanal de los lunes. Desde 1882, se disponía de una plaza de abastos cerrada, más acorde con los nuevos preceptos de higiene y bajo la supervisión de los veedores o funcionarios locales que controlaban las medidas y la calidad de los productos.

Atrás quedan nombres de un tipo de tienda finisecular como las abacerías, donde se despachaba específicamente vino, aceite, vinagre, aguardiente y carne; aparte, claro, los ultramarinos, almacenes de harinas, la venta de vinos al por menor, pescaderías, carnicerías, panaderías, ferreterías, carpintería, tiendas de loza. Un numeroso comercio de tejido al por mayor y menor suministraba las telas para la elaboración casera de los trajes o, tal vez, para encargar su hechura por ejemplo al sastre que se anunciaba en la calle San Sebastián.

 

El sector industrial

Fábrica de VidrioParte de las fortunas creadas aprovechando la efervescencia mercantil y el negocio de las explotaciones mineras, que proliferaron de manera notoria (carbón en Las Rozas, cobre en Soto con inversiones inglesas, magnesita en Fontoria son las más significativas) fueron invertidas por parte de la burguesía local que buscaba oportunidades en la industria. En lo que respecta al sector secundario, Reinosa fue en esta época pionera nacional en la instalación de dos sectores industriales: el queso y el vidrio, como señala Ortega Valcárcel.

Este es el caso del reinosano don Telesforo Fernández Castañeda, que comenzó comerciando con las traviesas de hierro del tendido del ferrocarril. Pudo, aparte de hacer carrera política, levantar un edificio de gran envergadura en la calle Mayor (nº 13) manteniendo la línea de soportales que caracteriza el centro de Reinosa. El 25 de Noviembre de 1871 se inauguró la fábrica de vidrio hueco "Santa Clara", de la que aún sobrevive el pabellón de viviendas junto al Ebro, sobre un antiguo edificio "con su molino de corteza contiguo" dedicado a fábrica de curtidos. La zona se conoce como Vidrieras. La fábrica, cerraba el triángulo de factorías situado en Arroyo y Las Rozas, de cuyas minas de lignito se alimentaba. Tenía "un horno de fundición para ocho crisoles ... y un horno de temple llamado farrasa. (Fabricaba) vasos, jarras, botellas, objetos de tocador, jarrones y mil otras cosas necesarias o de lujo, ya en su color natural, en blanco imitando porcelana y de colores..." (V. Río Sanz, J.A. T.II, p.678 ss.). No obstante, la competencia de los productos importados y la carestía del transporte no hicieron viable su continuidad, aunque pervivieran durante un tiempo. Con estas industrias comenzaron a llegar a Reinosa operarios extranjeros, fundamentalmente franceses, que eran quienes conocian las técnicas de fabricación.

Además, aparecían (según el listado que nos ofrece la Guía-consultor e indicador de Santander y su provincia) otro tipo de industrias dedicadas a los curtidos (en la calle Ballarna y en la Pelilla), al jabón o a la extracción de yeso.

Mención especial merecen las industrias alimentarias. Ya hemos hablado de la extraordinaria importancia que tuvo el proceso de molturación de la harina en la economía local. En 1895 estaba bastante extendida la fabricación de chocolate, dependiente también del abastecimiento colonial del cacao; "La Fama Reinosana",  fundada  en 1851, era una de las marcas locales existentes. Hasta cinco molinos de chocolate hay en 1895, el más conocido de los cuales era el que D. Ignacio Errazti tenía en las Fuentes. Hablando de dulce tenemos que mencionar las confiterías donde se elaboraban los hojaldres y pantortillas. Ya en 1850 fundó D. Nicanor García su obrador de la calle Mayor; era típica la imagen junto a los posibles clientes que llegaban en el ferrocarril.

Teníamos dos fábricas de cervezas en la calle Mayor. Hacia 1875 hubo otra de destilación de aguardientes y ginebra, propiedad del Sr. Gutiérrez Casafont; junto a ella, hubo otra en 1884 denominada "La Ibérica", que los Sres. Fernández Castañeda y Ruiz Huidobro destinaron a la destilación y rectificación de alcoholes. Parece que en cuanto a bebidas estaban bien surtidos. Sin embargo hay que resaltar el papel que en la fabricación de quesos tiene Reinosa, con factorías como "La Campurriana", que también elaboraba mantecas. Esta actividad, que tenía antecedentes en el pueblo de Pesquera, se consolidó con la iniciativa de Claudio Napoleón Boffard al fundar en 1880 "La Reinosana", distribuidora del "Queso el Ebro" del tipo "Port Salut" europeo que podemos asimilar a la variedad actualmente conocida como de nata. En 1894 la empresa, que tenía su sede en la Pelilla, cerca del matadero, se expande hacia Torrelavega; la marca todavía perdura en manos de una empresa nacional.

 

COMPOSICIÓN, PROBLEMAS Y SERVICIOS DE LA SOCIEDAD LOCAL

Niños en una atracción en la calleEl componente social reinosano resultaba pues variado: un nutrido grupo de nobleza, pequeños propietarios y agricultores, comerciantes junto a una burguesía de negocios, profesionales (muchos de ellos relacionados con el derecho -abogados, notarios, escribanos, juez...-, médicos, farmacéuticos...) y una creciente capa obrera.

La comunidad local comenzaba a disponer de diversas fórmulas de protección social. En un medio mucho más duro que en nuestros días, con nevadas que afectaban de una manera mucho más directa y cruda el día a día de los vecinos se crearon mecanismos de ayuda. La gran nevada de comienzos de año incidió de manera grave en el abastecimiento y suministro de efectos básicos e industriales. La población obrera que trabajaba en Reinosa se vio muy afectada, al cerrarse temporalmente las industrias; ello incidió en el nacimiento en 1895 de la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos. Entre otros medios de asistencia social dispuestos por el ayuntamiento figuraban el médico y cirujano municipales, que "tienen obligación de asistir gratuitamente a todo el vecindario". Para comprar los correspondientes preparados, estaban las farmacias de los licenciados Alonso y Díaz.

El edificio desamortizado del hospital de San Francisco era utilizado como asilo, con una capacidad de hasta cien camas ese año ve la inauguración de una nueva capilla. Poco antes, en 1893, las hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl se habían instalado en el antiguo edificio de la Alhóndiga, usado igualmente en funciones de asilo.

El municipio disponía de dos escuelas gratuitas: para niños, inaugurada en 1888 -el grupo escolar Ángel de los Ríos- y niñas, junto a la fuente La Aurora, dependiente del patronato que creara el indiano D. Manuel Antonio Quevedo. El ayuntamiento disponía dos maestros en cada una de ellas y tenía obligación de proporcionar material escolar. Había además diversas escuelas particulares para niños (en las Heras y la calle Esperanza) y niñas. En el colegio de San Sebastián, en Vidrieras, se estudiaba la segunda enseñanza, dependiente del instituto de Santander.

En esta España de la Regencia, 1895 es el año en que comienza el movimiento independentista en Cuba y Filipinas. Quizá algunos de los mozos llamados a quintas fueran (voluntarios o forzosos) a hacer frente a la sublevación que Martí encabezó en Cuba. Seguramente la emigración, hacia el sur peninsular o tierras americanas entre otros destinos, rondara la cabeza de algunos de esos jóvenes.

UNA JORNADA DE LA VIDA  COTIDIANA

En la villa, la vida se desperezaba con la luz del alba Los vecinos se encargaban de limpiar las calles y aceras; los de los pisos altos tenían tarea doble en los portales. En las calles, la animación aparecía por doquier; resulta poco probable que las ordenanzas lograsen controlar la instalación de los tinglados en las puertas de las tiendas mostrando la mercancía, a las señoras que aireaban o reparaban sus colchones en la calle, a los muchachos que practicaban su puntería con las bolas de nieve.

Procesión por la Calle MayorSi había algún difunto, el entierro debía realizarse en el nuevo cementerio; ya no se podía, aunque parece haber cierta resistencia a aceptar esta norma, usar para este fin la iglesia parroquial. En días de fiesta, las celebraciones religiosas eran obligadas y de gran raigambre. Las fiestas patronales y los Carnavales serían, sin duda, momentos propicios para expresar la alegría.

La semana se inicia con el día del mercado, fijado desde 1765 en lunes. El asueto y la hora de tertulia de la buena sociedad tiene su ámbito de reunión en cafés como el Apolo, en el Círculo de Recreo o en el Casino, donde podían leer y comentar las noticias del semanario "Campoo". Más populares resultaban los lugares de juego, que las ordenanzas pretenden perseguir sin demasiada fortuna suponemos, las peleas de gallos y otras actividades. Mientras los cafés, billares y casinos cerraban a las 11 de la noche durante los meses de Mayo a Noviembre y a las 10 en invierno, la hora de cierre de las tabernas, aguardenterías y establecimientos de bebidas quedaba establecida una hora antes. Seguramente la diferencia de ambos ambientes reflejara netos elementos de fractura social. La asistencia al teatro con su estructura de palcos "a la italiana", inaugurado en las fiestas de San Mateo de 1893, sería otra cita obligada de la temporada dentro de las actividades sociales.

El incipiente turismo podía alojarse, entre otros, en la céntrica casa de huéspedes Valenciaga; sin embargo, el desarrollo de la casa de veraneo en propiedad es una actividad que cobró cuerpo en Reinosa principalmente con la llegada del siglo XX, exceptuando las grandes familias que regresaban a veranear desde sus lugares de trabajo en la Corte.

Al caer la noche, los vecinos debían encargarse de encender los faroles de sus casas. A las nueve en invierno, las diez en verano, se cerraban las puertas de las casas. Sino habían entrado todos, era necesario dejar un farol afuera; lo mismo ocurría en las fondas y casas de huéspedes. La noche quedaba bajo la vigilancia de los serenos.

Esta visión histórica no pretende ser una bucólica evocación del pasado. Se ha querido ofrecer un panorama de conjunto, que no siempre puede abarcar todos los aspectos y anécdotas que seguro muchos reinosanos conocen. Esperemos que sirva para incitar e interesar a todos en el conocimiento del pasado de su ciudad.


BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

Altuna, Paco. 1994. Del Reinosa y Campoo de Ayer. Reinosa: Ayuntamiento

Coll y Puig, Antonio María. 1875, 1896. Guía consultor e indicador de Santander y su provincia. Santander: Imprenta L. Blanchard

Ordenanzas municipales de la villa de Reinosa aprobadas en sesión de 1874. Santander: Imprenta de R.C. Arce, 1908

Ortega Valcarcel, José. 1986. Cantabria 1886-1986. Formación y desarrollo de una economía moderna. Santander: Estudio 

Pérez Sánchez, José Luis et al. 1995.  Catálogo monumental de Reinosa. Reinosa: Ayuntamiento

Río Sanz, José Antonio del. 1875. Efemérides de la provincia de Santander. Santander: Imprenta Salvador Atienza

Reinosa: Imágenes del pasado. Reinosa: Ayuntamiento 1992

Registro de la propiedad de Reinosa

Rodríguez Cantón, Ramón. 1992.  Reinosa y la merindad de Campoo. Santander: Estudio




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2003, Jose L Lopez