Arqueología de la Guerra Civil: el Frente Norte

Miguel Ángel Fraile López

Con el presente estudio mostraré la situación precisa del llamado Frente Norte, constituido a raíz del levantamiento militar contra el gobierno de la República de 1936. Me limito a un sector central del mismo, acorde con las pretensiones geográficas de Cuadernos de Campoo, coincidente con el sur de la Comunidad autónoma de Cantabria. La reacción defensiva contra los sublevados de fuera, una vez que no triunfaron los de dentro, consistió en un laboreo de trincheras con que se clavaron al terreno allí donde lo veían ventajoso, o donde las circunstancias lo permitieron. Localizar una a una ha sido nuestra labor, así de un bando como del otro.


Pozazal - Carabeos

 
Consideremos el valor en alza que todo suceso cobra con el paso del tiempo. Animado por esa perspectiva de acercar al lector estos hechos cada vez menos recientes, algún día requeridos por una minoría de curiosos que ni siquiera han nacido aún, me decidí a recorrer y catalogar el escenario bélico en una búsqueda cuyo resultado se agrandaba sobre la marcha más de lo imaginado, y así se prolongó por espacio de varios años cada vez más absorbentes. Hemos dejado perder con indiferencia un riquísimo anecdotario sobre "cosas menudas" que le dan vida y sabor a los sucesos; con ese goteo silencioso de muertes de protagonistas contadores de historias, hemos dejado morir la historia en sus detalles; la historia de cada trinchera.

La variable geografía por la que transitaba aquella línea de fuego y de sobresalto, nos ofrece una subdivisión en cinco sectores muy caracterizados, lo que nos permite advertir un panorama de distintas intensidades. Se produce una gran saliente meridional causado por la posesión del valle de Valderredible, preciso margen para una holgada defensa de la capital campurriana y de su fábrica de armas.

Puerto del EscudoSECTOR DE SONCILLO: Comienza en el collado de Matanela, Otero Mayor (cota 1205), no existiendo posiciones anteriores por todo el cordal hasta el puerto de Las Estacas. Viene por La Cruz sobre la raya Burgos-Santander, Castrejón y el puerto del Escudo. Entre La Magdalena y el Escudo, un gran trabajo de kilómetro y medio coronando la loma, y a nivel inferior por delante, una primera línea que sobresale en cuña, batiendo espléndidamente la llanura de Corconte.

Bajaba la trinchera del otro flanco abrazando la cota 1035, y conserva los altos que se asoman a Valdeporres, en cumbres como Las Canteras, Somaido y La Paradia, adelantándose hasta La Mina y acaparando el macizo hasta atalayarse sobre el angosto de Las Torrientes, por donde tiene acceso el ferrocarril de La Robla. Proseguía encaramándose a la peña estirada de Monte Mojo, que ya se enfrenta al imbatible cerro de La Maza, posición muy fuerte por su elevación y sus cantiles inaccesibles, en poder de los sublevados. Ante ésta, las líneas de Quintanaentello presentan un nuevo despliegue de trincheras largas al norte del pueblo, pero ninguna como la que encinta a media ladera del macizo oeste, de casi dos kilómetros sinuosos e ininterrumpidos hasta Virtus. En este último, una curiosa excavación en la peña arenisca destinada a refugio, con fecha de julio de 1937, y otros similares que se quedaron inacabados. Posición adelantada sobre la suave cota 858, junto a la carretera Cilleruelo-Soncillo, y después va por la cota 941 del macizo de Raspaneras y lo bordea en parte con posiciones intermitentes. El desaparecido Torres de Arriba y la cota 976 eran de los nacionales, hasta la doble fortificación de Cielma. Tanto esta última como La Maza, defendían a Soncillo por los flancos impidiendo su envolvimiento, defendiéndose de los republicanos de Tureña. Es el final del sector, retrocediendo levemente por las crestas de Carrales. Soncillo tiene trincheras sobre la misma colina en que se asienta, y sobre el molino de La Gándara.

Mataporquera - CanduelaSECTOR DE BRICIA: Comienza en Carrales, cuyo puerto estaba fuertemente batido de posiciones sucesivas; desde él, se hizo línea hacia el sur por el borde de toda la meseta hasta asomarse al Ebro sobre Villaescusa, con el objeto de flanquear la avanzada de Valderredible. Así encontramos una larga trinchera excavada en roca al este de Renedo, y sobre todo en el alto del Castro (cota 1188), fortísimo bastión natural que se asoma vigilante hasta grandes lejanías, enfrentado a la gran fortaleza de los nacionales de Marul, en Bricia. Los republicanos dominaban Cilleruelo, en su colina se atrincheraron, y tenían avanzada una línea al sureste sobre el alto de Hoyos (cota 930). Desde ella, coincidiendo muy próximos con la linde provincial, bajaba una cobertura de tres barracones-búnquer hechos a piedra y cemento, que recuerdan a los blocaos del Marruecos colonial. Los nacionales terminaron apoderándose de todo el descampado de Bricia, excepto el castro de Renedo, y así encontramos después a los "rojos" replegados muy abajo, en Rucandio, Lomas y Villamediana. Poseyeron éstos no obstante, el espigón adelantado de La Era, desde el cual bombardeaban insistentemente la iglesia de Barrio.

LorillaSECTOR DE LA LORA: Se extiende desde el Ebro en San Martín de Elines, hasta el Monte Bernorio, cerca de Aguilar, especialmente intenso entre Sargentes y Lorilla. Al nordeste de Sargentes, los republicanos se enfrentaban a una gran fortificación solitaria que los rebeldes tenían en Las Cuatro Llanas, distribuyéndose aquellos desde las inmediaciones del pueblo en una línea de puntos atrincherados de trecho en trecho sobre una muy larga y suave eminencia alomada que les permitía asomarse con gran dominio sobre Sargentes, Valdeajos y Barrio Panizares. Los sublevados defendían la colina de Valdeajos con una larga trinchera, y aún se protegían de flanco tomada la altura de Fuente Cueto. Por Lorilla, el ejército republicano retrocedía hasta el pueblo y se situaban al borde mismo de la planicie, con menor número de posiciones que finalizaban como remate en Lora Alta (cota 1158). La elevación del macizo de Valcavado, su inhóspito paraje de imposible retirada por el despeñadero de retaguardia, hizo que no presente huellas de actividad por ningún bando, después del cual, en Castillejo y al pie del Bernorio, vuelven a manifestarse. Es un paisaje típico todo él de combate raso, de trincheras excavadas en la dura caliza cuarteada, nadie las advierte hasta que no se está sobre ellas. Destacan los baluartes de hormigón de Coluñuelos y Lorilla, soterrados y repletos de mirillas abocinadas, que rematan el gran trabajo que se tomaron contra la artillería.

Hubo al parecer un retroceso total de los republicanos hasta el mismo borde del páramo, donde se clavaron como último recurso, y esta línea es la que sirvió más tarde a los nacionales cuando finalmente también aquí les vencieron. Con esto, el avance de Sagardia fue escaso (entre uno y dos kilómetros), pero cualitativamente supuso un golpe de gran peso estratégico, porque se asomaba así a una enorme y bien defendida línea dominante desde la que batían a placer la entrecortada geografía de Valderredible. Tuvieron los republicanos que hacer nuevos atrincheramientos, allá abajo, esta vez sobre las colinas crespadas que se suceden por delante del Ebro. Hay una alta concentración desde Sobrepenilla hasta Castrillo de Valdelomar, enfrentadas a Lorilla y Peña Corbera, que habían pasado a ocupar los sublevados.

SECTOR DE BARRUELO: Se inicia en Quintanilla de las Torres y Cabria, desde donde se intensifican las huellas de ambos bandos, por la cercanía de Aguilar de Campoo como núcleo importante, y por el tránsito de la carretera general y el ferrocarril. Los republicanos retroceden, sus posiciones acordes con la divisoria provincial, aunque llegaron a establecerse en Menaza enclavados en tres puntos ante el Rubagón, fortificando así el flanco oeste del saliente de Valderredible. Por Canduela, Cuena y Valberzoso, coronando las cotas Lastrona. La Cruz, Corralón. Siete Cruces, Torrobredo y Las Peñas de Rojadillo. Mención destacada para las largas líneas que van, en tres tramos, entre Canduela y Mataporquera, sobre el Camesa y la vía del tren.

Los nacionales, por su parte, se asomaban muy por delante de Cabria, en una compleja trama y con gran campo de tiro. Posiciones en Grijera y Nestar, y entre Villavega y Cillamayor (El Cinto y Peña Palomera). De aquí se encaraman por toda la sierra de Barruelo con trincheras y casetones (Terena, Cocoto, El Pical y Cotejón), envolviendo a Brañosera dentro de si, y rematando en el cueto Morales (cota 1663), provisto de un gran barracón.

SECTOR ALPINO: Comienza en el monte Endino (1548 m.), y se compone de un recinto sobre una peña, y trinchera descendente con despliegue al costado. Domina el paso de Somahoz, puerta sensible como una peligrosa brecha con que se abre la sierra. Cerrándolo abajo, además, una larga y profunda trinchera rectilínea.

De aquí se levanta la serranía de Híjar, totalmente alpina e inhóspita, rayando los 2.000 m. y superándolos más adelante. Posiciones de trinchera en Cuesta Labra, Peña Rubia, Alto Gorrobao, Sestil y Valdecebollas, para caer después al collado Saldelafuente. Asomados a Santa María de Redondo, tan sólo alguna pequeña caseta vigilante se eslabona camino de Cueto Mañín, siguiendo la divisoria, y en su eminencia, breves líneas defendiendo la ya fortísima ubicación, lo que nos hace considerar un tramo del frente muy apagado. De innecesario seguir más allá por los precipicios, reaparece la actividad por delante de Piedras Luengas (Peña Abismo), y siguiendo el coronamiento del puerto por el oeste, al menos tres cotas ceñidas de trinchera para cerrar el paso a la Liébana.
Habría que añadir otros dos sectores: uno interno, desdibujado y de fuga, cuando todo se venía abajo; otro costero, el cual rebasa los límites geográficos de este estudio, pero del que son una muestra los pequeños baluartes encaramados sobre la sierra de Mortera. Destaca la gran fortificación de Pozazal, que se prolonga hasta San Andrés de los Carabeos de forma casi ininterrumpida en más de kilómetro y medio, excavada en caliza y derramando puestos aislados sobre el canto descendente. Prevenía que, acaso perdido Valderredible, la carretera que sube a Pozazal quedara batida desde esta imponente altura, y a la vez la general que viene de Aguilar. Sobre los Carabeos, en Somaloma. apenas tres diminutas trincheras hacían el flanco.

Más inmediatas a Reinosa, hay trincheras sobre cotas de Cervatos, Matamorosa, Izara, Soto, y sobre el nacimiento del Besaya, en Aradillos. Al interior de la cordillera, sobre Lantueno (Gañimones) y Pesquera (cotas 650 y 714). Mucho más lejos, la desbandada aún quiso cerrar el cordal de Aradillos en La Guarda, sobre Barcena Mayor, y en la ermita del Moral. Como sabemos, el ataque de los nacionales después de su victoria sangrienta de Brunete, partió simultáneamente de Barruelo y Soncillo. El primero el más montañoso (Valdecebollas y Somahoz); el segundo, el más llano (Cilleruelo y Cabañas de Virtus).
QuintanaentelloEl complejo defensivo más sobresaliente es el del puerto del Escudo, comprendido como conjunto, seguido de Quintanaentello y Pozazal; además los de Mataporquera-Canduela y Renedo de Bricia, Alto de Marul, monte Bernorio y Las Cuatro Llanas. Existen por contra trincheras muy pequeñas en diversos sectores con vistas a una defensa individual y complementaria. El estado de conservación es generalmente bueno, aunque muy a menudo se hallan ocultas por la vegetación espinosa o arbolada. Las excavadas en roca son eternas, aunque en algunos puntos han sido rellenadas para permitir el paso del ganado, cuando no es éste el que con sus pisadas las deshace. Hay casos de agricultura, canteras y repoblaciones forestales que las han afectado, pero las más castigadas son las del sector alpino, muy erosionadas por la nieve. Se observan huellas de bombardeo y metralla, donde la maleza no las oculta, y los barracones-búnquer han perdido el techo y parte de las mirillas se desmochan como tristes almenas.

La táctica defensiva de aquellas obras se intuye muy bien estudiada de antemano, preventiva contra la artillería y los asaltos. Siempre excavadas en alto, y con indudables patrones en común, cada complejo se adapta no obstante a la particularidad del terreno y a su entorno, a veces trazándose a quiebros y otras completamente rectas, siguiendo variedad de opciones. Perpendiculares a las directrices frontales, se desprenden a veces trincheras de retirada-acceso a salvo de las bombas y las balas, y otras por contra, de breves avances; éstas con el fin de mejorar el tiro allí donde la ladera del monte se hace panzuda, y deja zonas ciegas en la base donde podría agazaparse el enemigo al acecho. Casetas semisótanos, largos barracones, ensanches para enclavar artillería y ametralladoras, hormigón armado y piedra suelta, refugios antiaéreos subterráneos...; y en ocasiones, en el tiempo de calma grabados en la roca o cemento, destinados a nosotros, un nombre, una cifra, una fecha. He catalogado un total de 223 posiciones de ambos bandos, mucho más numerosas las de los republicanos, eslabones de una gran cadena que pide una exposición más minuciosa antes de que se pierda, tentador y apasionante, como recuerdo a esas dos Españas que no pudieron ni quisieron entenderse.


He subido de nuevo a La Lora en noviembre. No se les ve en la distancia, pero les presiento en su eterno silencio de muerte. Sin embargo, ¡de pronto oigo disparos!. Tranquilo, me digo; es la temporada de caza.