Construir una casa en Campoo: la casa de Ríos en Naveda

Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera

   Campoo ha contado con una amplia nómina de estudiosos de la arquitectura civil (Manuel Cossío, Calderón Escalada, G. Cossío, Gerardo Hernández, Manuel García Alonso, etc.) Es importante resaltar la necesidad de integrar la significación de la arquitectura civil de las Edades Media y Moderna de Campoo en el conjunto de la arquitectura civil de Cantabria. Muchas de las casonas construidas en Campoo lo fueron por maestros canteros, carpinteros y herreros procedentes de Trasmiera o de las Asturias de Santillana, lo cual sitúa a la arquitectura de esta comarca en un circuito artístico muy amplio puesto que estos mismos maestros trabajaron también en la meseta castellana y en toda la Cornisa Cantábrica.
 
De modo similar, quienes encargaron las principales casonas eran personajes vinculados a la Corte, América u otros territorios de la Corona española, de modo que sus intereses y peripecias vitales se entroncan con la historia general de España.

   A través de un único ejemplo concreto de casona observaremos en detalle el conjunto de ideas y de medios materiales y humanos que dieron lugar en general a las casonas: Un análisis detallado de la casona de Ríos en Naveda constituye una aproximación al día a día de la construcción de una casona-tipo en Campoo, lo que permite extraer conclusiones generales para entender el fenómeno de la casona en Campoo más allá de una descripción general.
 

LA CASONA DE RÍOS EN NAVEDA
   La Casona de la familia Ríos en Naveda (Campoo) fue mandada construir por un "indiano", un segundón de una de las más ilustres familias de la comarca que se ve obligado a seguir una carrera profesional en América. Esto le permitió obtener los capitales suficientes para renovar la antigua casa familiar y construir posteriormente otra en Reinosa (llamada "Casa de la Niña de Oro"), reconstruida ésta posteriormente en el siglo XIX, Es éste un ejemplo de cómo los indianos están sustituyendo a los "Parientes Mayores" en el dominio de las familias nobles de la región y por tanto son quienes encargan las casonas aunque no vivan nunca en ellas. Más o menos en la época en que se construyó la casa de Naveda, Guillermo Bowles escribía:

   “Así Vizcaya, como las otras dos Provincias, y las montañas de Burgos, están llenas de aquellas casas que llaman Solares, dignas de mucha consideración por su antigüedad y circunstancias. Regularmente son unos edificios con sus torres cuadradas, sencillas y fuertes aunque en muchos ya no existen las torres, porque se demolieron en tiempo de los bandos de aquel país, y en otros se han renovado los edificios para mayor comodidad de la habitación. A los dueños de estos Solares llaman «Parientes mayores»..." (1).

   Pero la autoridad de los "Parientes Mayores" estaba siendo progresivamente mermada. A este respecto escribe Tomás Mantecón: "En la Baja Edad Media , y durante la mayor parte del siglo XVI el más anciano de una parentela infanzona era considerado pariente mayor y representante de la misma, «de donde dependían todos los hidalgos del linaje». Desde fines del siglo XVI el pariente mayor coincidía con el titular del mayorazgo, aunque éste no ,fuera el más anciano de la parentela... Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XVIII ese pariente mayor gozaba de menor autoridad dentro del grupo de la que en etapas anteriores había tenido, El aporte económico de miembros marginados por el sistema hereditario pero, de algún modo, beneficiados previamente por las estrategias de reproducción social del grupo se hacía indispensable para que el mayorazgo permitiera garantizar al conjunto los servicios que la parentela le atribuía" (2).

   Don Luis de los Ríos Velasco nació en Naveda en 1730, estudiando Leves y Cánones en las Universidades de Valladolid y Alcalá de Henares. Fue Fiscal en las Audiencias de Santo Domingo y Santa Fe de Bogotá. Regresó a Cádiz dispuesto a tomar la plaza de Alcalde del Crimen de la Audiencia de La Coruña y fue Oidor de la Chancillería de Valladolid, y en este puesto falleció en 1786 (3). La casona de Naveda fue mandada construir por don Luis de los Ríos durante su estancia en Cádiz entre 1777 y 1780, un encargo a distancia a través de sus familiares, lo que ha generado una jugosa documentación de cartas semanales desde Cádiz, que presentan en detalle y de manera personal todo el proceso constructivo (4). Esto nos lleva más allá de la documentación escriturada ante notario de contratos, fianzas, tasaciones, etc. Y aporta una visión más inmediata de la construcción de las casonas (5).
 

Fachada oeste y sur de la casona de Ríos en Naveda

 

LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASONA

   Lo habitual en la Edad Moderna es que las casonas partan de una edificación ya existente que es reformada o ampliada. Esto es lo que sucedía con la casa de Ríos en Naveda: En el mes de mayo de 1777 se detectaron problemas en la estructura de la cocina cíe la casa y eso va a desencadenar un largo proceso de reformas que en la práctica llevará a la construcción de una nueva casona. Estando ausente Luis de los Ríos, la obra será supervisada por su hermano Antonio y por su primo Luis de Collantes.

   La casa de Ríos que existía antes de estas reformas constaba en el piso bajo de dos cuartos de habitación, más un portal y escalera. Por encima, en el piso principal había una sala principal que ocupaba todo el frente de la casa y por detrás había una habitación, la cocina y la escalera. La casa tenía, con estas dos plantas, una altura de 28 pies y era casi de planta cuadrada, de 43 pies de largo por 45 de profundidad. Se hallaba inserta en un corral o patio rodeado por una cerca, contra la cual se disponían el colgadizo, la hornera, el palomar y el postigo que daba paso a la huerta.

   El primer proyecto de reforma data de mayo de 1777 y consistía fundamentalmente en añadir un piso más, para conseguir el esquema planta baja-principal-segunda planta. Esto implicaba que además de deshacer el tejado había que modificar y ampliar la escalera ocupando la bodega en el piso bajo, y la antecocina y parte de la cocina en el piso principal. Esto era lógico, pues la escalera debía ampliarse para, con una vuelta más, poder subir al piso segundo. Entonces la cocina nueva ocuparía parte de la vieja y un cuarto inmediato, probablemente el del suroeste. Se construiría así una gran cocina, con hogar central. En el piso segundo, que se añadiría, se harían tres cuartos. dedicados a albergara las amas, criadas y niños. En el cuarto del suroeste de este último piso se abriría una solana de madera hacia el sur. De manera general se modificarían los techos de todas las habitaciones. especialmente el de la sala principal, que se construiría con el sistema de bovedillas. Y además. entre el tejado y el último piso debía hacerse un espacio amplio para poder arreglar las goteras sin que éstas incidieran en el piso superior, creándose así una especie de desván, lo que contribuirá a elevar aún más la altura de la casa.

    La causa de este plan de reformas de la casa se encuentra en el aumento de la familia, pues no sólo viven padres. hijos y criados, sino también otros familiares. como los primos. Esto exige el aumento del tamaño de la casa en altura. Si bien la causa inmediata es. como hemos citado. el problema de la cocina, donde había fallos estructurales. algo habitual dado el carácter sensible de una habitación donde se asienta el "fuego" de la casa.

   El segundo proyecto de ampliación de la casa data también de mayo de 1777 y a él se refiere probablemente un plano conservado. Además de añadir el segundo piso, se trata ahora de hacer una ampliación de la planta, añadiendo al edificio 18 ó 20 pies hacia el sur. Con la ampliación se crea en el piso principal un "cuarto principal" en el sureste, que podría llevar solana, y la cocina se traslada al ángulo suroeste. Con esta ampliación además la sala principal gana una alcoba; la escalera queda más desahogada, con un recibidor; y la cocina dispone de antecocina. En definitiva, todo queda en el piso principal con más amplitud. Si el aumento de altura para añadir el piso segundo había llevado a una ampliación de tamaño (y no sólo de altura) de la escalera que constreñiría las habitaciones del piso principal -donde se desarrollaba la vida de los señores de la casa- , la respuesta fue la ampliación en planta de toda la casa para conseguir desahogar el piso principal.

   Las alturas propuestas entonces por don Luis de los Ríos para la casa son las siguientes (medidas en pies): Piso bajo, 9,5; Principal, 12; Segundo piso, 11. Los techos suman además 1,5 pies. Todo ello da una altura para la casa de 34 pies. Pero como se quiere añadir el desván o tercera planta, de 6 ó 7 pies, esto daría una altura total de 40 ó 41 pies, lo que comparado con los 28 pies de la casa antigua supone una modificación radical.

   Tiempo después se continuaron añadiendo algunas precisiones sobre la base de este plan. El 14 de abril de 1778 se precisaban las aberturas al exterior de los pisos principal y segundo, es decir en la nueva obra. Pero la necesidad funcional de descentrar las ventanas de los cuartos nuevos en el piso bajo provocó ya una polémica entre la funcionalidad y la estética del edificio. Se especificó también que la solana tendría 4 pies de anchura y a ella se accedería tanto desde el nuevo cuarto principal como desde la cocina, por sendas puertas. Desde el cuarto principal quedaba prevista también la construcción de un corredor hasta el palomar, atravesando toda la corralada (para lo que se dejaron listos los arranques en la sillería, pero que nunca se hizo).

   Con estas ideas se comenzó la obra de la casa el18 de mayo de 1778, abriéndose cimientos, pero esto no significó el fin de los planes, puesto que, con la obra en marcha, siguieron planificándose numerosos cambios.

   El 19 de mayo de 1778 Luis de los Ríos envió desde Cádiz un plan de la obra hasta el piso principal, probablemente sin saber que ya se había comenzado la obra. De ello se conserva un plano en el Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Las modificaciones contenidas en este nuevo plan eran las siguientes: En la planta baja, las bovedillas de los techos en los nuevos cuartos construidos hacia el sur, que estaban previstas con viguetas en dirección norte-sur, para sostener la solana del piso superior prolongándose estas viguetas hacia fuera, se cambian en dirección este-oeste, pues la solana se pasa al segundo piso; y las ventanas de estos cuartos nuevos se vuelven a centrar, guardando simetría; en el piso principal, la solana se sustituye por un balcón, para lo que bastaba con situar mechinales que lo sostuvieran; también en el principal se cambió la disposición de las puertas para evitar que la sala principal se convirtiera en lugar de paso entre el cuarto principal nuevo y la escalera, preservándose así la especial distinción de la sala principal; además se centrarían también todas las ventanas; y en cuanto al piso segundo, acogería la solana, situada junto a la cocina, siendo imposible extenderla a toda la fachada sur pues por debajo las bovedillas del techo del cuarto principal correrían en dirección este-oeste, no pudiendo por tanto sacarse hacia el sur para sostener la solana; con esta disposición de la solana se producía una asimetría, pero se consideraba que al no ser la fachada principal esto era admisible.

   Al mes siguiente, el 2 de junio de 1778, Luis de los Ríos enviaba otro nuevo plan, que modificaba los anteriores, y al cual pertenece probablemente un fragmento de plano conservado. En este nuevo plan se decidía de nuevo poner la solana en todo el frente sur, para lo cual el cuarto principal del piso principal llevaría techo raso. En los cuartos del piso bajo las viguetas de los techos irían en dirección norte-sur por ser la distancia menor. La solana, se decía, serviría para más desahogo de la casa, simetría exterior y resguardo de la lluvia.

   Continuando con las modificaciones, el día 9 de junio de 1778 Ríos enviaba tres planos (conservados) para elegir entre ellos el más conveniente. Proponía ampliar la sala principal de 38 a 40 pies de largo, suprimir la antecocina y otras pequeñas modificaciones.

   Sin embargo entonces se produce un hecho que cambiará el rumbo de la obra: el maestro de la obra Carlos Gandarillas dictamina que las paredes viejas no podrían resistir la nueva altura de la casa, por lo que deberían hacerse de nuevo.

   El día 12 del mismo mes de junio Ríos envía desde Cádiz otros dos planos (conservados), pertenecientes a las fachadas Este (la principal) y Sur (la obra nueva). En ellos se determina que se derribará la fachada Este y se hará de nuevo, incluyendo la portada. Comienza entonces una preocupación por las fachadas. Poco después, el día 16 Ríos propone colocar cordones de piedra entre cada piso de la fachada Este y también en la Sur. También en ambas fachadas, o al menos en la principal, se pondría una cornisa de sillería. Con ambas propuestas la casa adquiriría una estructura de fachada al modo clasicista, separando cada piso por medio de fajas y rematando el conjunto con cornisa de piedra. También se manifestó entonces la preocupación por el escudo de armas, que se propuso situar bien debajo de la solana, en la fachada sur, o en el tercer piso de la fachada principal sustituyendo a una ventana (se situó finalmente en esta fachada principal). El día 23 Luis de los Ríos acepta un informe de Gandarillas acerca de la endeblez de los muros de la casa para sostener la nueva altura y ordena rehacer todas las fachadas, especificando la disposición de los "cordones'', cornisa, y cubierta a cuatro aguas. Poco después, el día 26 Ríos acepta un informe de los canteros de modo que la casa se alzaría hasta los 48 pies cíe altura, aceptando que el piso bajo, que había previsto de 9 pies y medio de altura, tuviera 13 pies, pero su orden llegó tarde, de modo que las ventanas de este piso quedarían ya muy bajas respecto a la altura de este piso. Considerando la necesidad de la simetría, sugería situar el portal en medio de la casa, lo que reiteró en diversas ocasiones. Ríos continuó estableciendo modificaciones y enviando planos a Naveda frenéticamente. En el propio mes de junio Ríos envió tres planos para situar la cocina con el fin de que los canteros eligieran el más conveniente.

   En julio de 1778 Luis de los Ríos se lamentaba de no haber planificado toda la obra de reforma de la casa de una vez desde el principio, viendo que ahora habría que rehacer todas las fachadas y techos, prácticamente todo. Incluso está tentado de deshacer todo lo hecho hasta ese momento y echa la culpa de todo al maestro cantero Pedro Tarriba. En cambio solicita el parecer de otro maestro, Gandarillas, e inicia un replanteo general, mediante una Instrucción, en la que acepta que es preciso demoler todas las paredes de la casa por no poder resistir la ampliación en altura. Y dada la situación opta por una ampliación aún más monumental, pues la fachada norte propone desplazarla 12 ó 13 pies, de modo que el frente de la casa alcanzaría 74 ó 75 pies, con lo que se añadiría un nuevo cuarto principal en el piso principal, en el lado contrario al ya planificado, dejando la sala principal en el medio. Otra nueva Instrucción en el mismo mes de julio amplía aún más la planta, puesto que Ríos propone ampliar 15 pies más hacia el Este, y 4,5 hacia el Norte, de modo que el frente de la casa tuviera 67 pies y el fondo 60. La puerta principal quedaría en el centro de la tachada. remarcando la simetría. Todos los pisos llevarían cordones de sillería en las fachadas Este y Sur; y en la fachada Este habría además cornisas voladas de sillería para poner balcones en las ventanas y la cornisa de remate sería también de sillería, mientras que la cornisa sur sería de madera. Se establece también el grosor de los muros Norte y Sur, de tres pies y un cuarto cada uno, por ser los que soportarían la mayor parte del peso del tejado, liberando en parte a las fachadas Este (la principal) y Oeste. En su deseo de hacer una gran obra Luis de los Ríos proyecta también entonces cubrir todo el perímetro del patio o corralada, continuando las edificaciones del palomar, hornera, colgadizo, etc.

   Los maestros canteros hicieron entonces algunas observaciones a las propuestas de don Luis de los Ríos, pero éste comenzó a no aceptar sus sugerencias, iniciándose un desencuentro progresivo con ellos. El maestro Tarriba hizo un plano de la planta baja y otro de la principal, pero Ríos los juzgó inaprovechables y mostró su desesperación por no ser entendido por los canteros. Así, volvió a modificar su idea de la planta de la casa, que según este nuevo plan conservaría el muro Norte antiguo, mientras que el muro Este se movería sólo 12 pies, dando lugar a una casa de 62 pies de fachada por 57 de fondo; y además propuso medidas precisas para la sala principal (18 pies de anchura, o 17,5 como mínimo) y para las ventanas (anchura de 3,5 pies).

   En el mes de agosto Luis de los Ríos mostraba ya cansancio y decepción por lo que consideraba su trabajo inútil, pues observaba desde la distancia que en Naveda no se seguían sus directrices. Estaba ya informado de que el muro de la fachada principal alcanzaba ya los 8 pies de altura, por 10 que ya no era posible sacarla los 12 pies hacia el patio que pretendía. Culpa de ello al maestro Tarriba, por no haberle señalado al principio que era necesario demoler todos los muros exteriores. También el otro maestro de la obra, Gandarillas, se había opuesto a esta ampliación de la casa hacia el patio. pues ello costaría 20.000 reales. Luis de los Ríos se da cuenta entonces de que la casa será incómoda, al no hacerse la ampliación. y va no quedará. en su opinión, perfecta. Pero en definitiva queda establecido el plan de la casa que definitivamente se construirá.

   Todavía en el mes de septiembre de 1778 aparece la idea de prolongar la casa hacia el Oeste -ya que no se podía mover la fachada principal ya muy avanzada en su construcción- pero avisado el propietario de que con ello el coste total de la casa alcanzaría los 60.000 reales. Luis de los Ríos intentó a partir de entonces disminuir los gastos de la obra. Para empezar descartó la ampliación de la casa hacia el Oeste, pues hubiera costado 14.000 reales más. Y suprimió otros elementos de piedra. Por ejemplo, determinó que la cornisa y los cordones sólo fueran de sillería en la fachada principal (aunque su orden llegó tarde, pues los cordones ya se habían hecho también en la fachada Sur); se abandonó la idea de sacar cornisas en los balcones. En algunas habitaciones ordenó suprimir los proyectados techos de bovedillas.

Fachada sur de la casona Ríos de Naveda   Un nuevo plano enviado por Gandarillas a Luis de los Ríos es criticado por éste: No le gusta su disposición de la fachada; y señala que el piso principal, ya construido, no tiene la misma altura que el bajo, contra lo que había sido su opinión; y tampoco le gusta la disposición interior de la casa establecida por Gandarillas y exige que la cocina se sitúe al norte, que sea amplia y con antecocina, aunque eso suponga prescindir de una habitación. Acepta en cambio que para la fachada principal en el segundo piso no haya más que un balcón central con puertaventana (haciendo juego con la puerta principal) y dos ventanas laterales (disposición sobre la que insistirá después). Ríos terminó reconociendo en el mes de noviembre que las fachadas se habían hecho según sus planes, guardando simetría, aunque las ventanas bajas no tenían las dimensiones que él quería, y también la puerta principal de la casa le parece baja, señalando que teniendo cinco pies de ancho debería tener diez de alto. Terminó aceptando también que la cornisa de sillería se extendiera también a la fachada Sur, como proponía Gandarillas, dada la corta diferencia de precio con la cornisa de madera.

Al año siguiente, con la reanudación de las obras de la casa en la primavera de 1779 continuaron las dudas sobre algunos detalles. como la cornisa (de madera o de sillería, asentada ésta a mediados de julio) y Ríos determina que la solana sea de madera, para evitar costes, como eran, según decía, la mayoría de las solanas de la comarca. Se ocupó también de la portalada del recinto de la corralada, y todavía exigió que se le enviase un plano detallado de la puertaventa del último piso, plano que aprobó con modificaciones en marzo de 1780. Sólo unos meses después, el 5 de noviembre de ese año se comenzó a habitar la casa. Las dudas y vacilaciones, los sucesivos cambios de planes, se extendieron pues casi hasta el último momento, improvisando sobre la marcha. Esto queda muy lejos de la idea de un plan inicial único y una obra que se limita a seguir el plan, resultando un proceso dinámico de creación.
 

LA DIALÉCTICA FUNCIONALIDAD-ESTÉTICA

   El primer plan de reforma de la casa es puramente funcional, con el fin de ampliar el número de habitaciones para hacer frente al aumento de la familia.

   Un primer conflicto se produce entre la disposición de las ventanas en función de las necesidades interiores (debido al amueblamiento) y la organización estética de las fachadas exteriores. En este último sentido se expresó que las fachadas debían presentar uniformidad, con ventanas de igual tamaño, disponiéndolas en vertical unas sobre otras (lo que por otra parte recomendaban los tratados de arquitectura). También se buscó la "armonía" (en sus propias palabras) de todo el conjunto cuando se expresó que la posible ampliación de la casa hacia el Sur se hiciera teniendo en cuenta que la nueva fachada estuviera en línea recta con el palomar, buscando la "armonía" de todo el conjunto, es decir, regularizándolo. Luis de los Ríos señaló que la altura de la casa debía estar en proporción con la longitud de la fachada, de modo que al ampliarse ésta, también debía aumentarse la altura, y viceversa, debiendo existir pues una proporción. Buscando la forma de torre para la casa, es decir un aspecto cúbico de gran altura que además se prolongaba en planta a costa del patio, mantuvo esta idea "aunque se dirá que causa alguna fealdad a dicho Patio, peor sería que la padeciese la Casa".

   De hecho, la busca de consideraciones estéticas acabó ciñéndose casi exclusivamente a la fachada principal, y así el19 de mayo de 1778, para otra de las fachadas, la Sur, Luis de los Ríos expresó que "se ha de preferir la comodidad a la total uniformidad exterior cuando lo uno y lo otro no puede concurrir a un propio tiempo". Y también a propósito de esta fachada en la que se había planteado desplazar las ventanas del centro de las habitaciones, para poder situar camas, Ríos lamentó que "siendo lástima que por guardar tanto la simetría interior no queden las Piezas con el mejor uso que es lo que debe mirarse más principalmente".

   Pero en cuanto a la fachada principal de la casa, Ríos aboga por situar el portal en el medio, porque así tendría "una simetría exterior perfecta" además de dar mejor servicio a la casa. Del mismo modo abogó por situar en el último piso una puertaventana central en correspondencia con la portada. Las propias proporciones de esta que Ríos propugna dan idea de su búsqueda de la proporción, pues quería que tuviera el doble de altura que de anchura. Su preocupación se extendió también a las proporciones cíe la sala principal de la casa: "He visto el Plano de Gandarillas... y si las dimensiones de ventanas de la Fachada principal está como en él se figura, de nada han servido mis prevenciones y Planos, porque en la Sala no habrá la simetría interior y exterior que yo deseava".

Aunque en la etapa final de las obras Luis de los Ríos quiso economizar, siempre abogó por la obra bien hecha, "sin que queden imperfecciones que esas nunca serán de mi Aprobación". Al final se dio por satisfecho del resultado de la casa, manifestando lo siguiente:

   "Por el Plano del estado de la obra, y sus dimensiones, veo que las ventanas y puertas ventanas guardan una perfecta simetría, y que todo se ha hecho con arreglo a mis Planes, e instrucciones, aunque las ventanas vajas no tienen el ancho y alto que previne... ...la Puerta principal es algo vaja, lo que también causa, fealdad, pues teniendo 5 pies de ancho debía tener 10 de alto, con lo que estaría más hermosa y se habría guardado la regla del arte".

   Luis de los Ríos tenía presentes algunas casas que tomaba como modelo. Entre ellas cita algunas de Campoo, especialmente las recién construidas en Reinosa, como las de Zorrilla, Joaquín de Quevedo, Diego Collantes, Villegas y la del también "indiano" Villegas. Además tiene en consideración las casas del Valle de Polaciones, entre ellas la de don Isidoro de la Torre. Y resulta llamativo que citara también las casas de Madrid y las de Cádiz, donde según él los segundos pisos no eran tan altos como los pisos principales. El hecho de tomar como modelos otras casonas de las cercanías de aquélla que se pretendía construir era un hecho habitual bien documentado en la construcción de casonas, lo que traía como consecuencia una uniformidad relativa dentro de áreas geográficas determinadas.
 

LA RELACIÓN ENTRE EL CLIENTE Y LOS MAESTROS DE OBRA

   El cliente, Luis de los Ríos, desea encontrar un interlocutor con el que pueda entenderse en un diálogo sobre la casa. A este respecto, para construir su casa en Reinosa, manifestó su deseo de que ésta la hiciera el maestro que había hecho la casa de Don Joaquín de Quevedo, "porque me aseguran que ese lo entiende Y es hombre de toda razón". Es decir, que además de ser buen arquitecto, de entender de arquitectura, es un hombre razonable, con el que puede tratar. Aunque Ríos señala que no pretende que los canteros sigan sumisamente sus instrucciones, "mediante a que yo no quiero se liguen a mi modo de pensar si pareciese otra cosa mexor"; pero en realidad, éstos acatan sus órdenes sin oposición.

   Luis de los Ríos duda sobre el sistema de contratación de la obra, valorando las ventajas e inconvenientes de otorgarla por una cantidad fija total o a jornal, contratando al maestro por días trabajados. En ningún momento se plantea sacar la obra a concurso, como hacían algunos clientes privados al igual que en las obras públicas y religiosas. Al fin considera no contratarla a jornal: "No tengo incombeniente en que se ajuste la obra por un tanto; pero para ello es necesario tener mucha con fianza y satisfacción del Maestro, y que sea hombre de Vergüenza y conciencia; porque de lo contrario además de que suelen engañaren los ajustes, la obra podrá acaso ir más a la ligera, y con menos solidez y Perfección, que quando va a jornal". A pesar de las ventajas que observa en la contratación a jornal, es consciente de que utilizando esta contratación "para que le saquen como corresponde es precio que se esté siempre sobre ellos porque de lo contrario suelen irse poco a poco".

   Si bien la familia contrató como maestro de la obra a Tarriba (probablemente el contrato ya se había formalizado antes del 2 de agosto de 1777), Luis de los Ríos se decanta por otro maestro, Gandarillas, a quien poco a poco va otorgando más responsabilidades en la obra en detrimento del primero. Gandarillas había hecho la casa de Joaquín de Quevedo en Reinosa y Luis de los Ríos quería encargarle también la que pensaba hacer en esa misma población, salvo que la familia se hubiera adelantado contratando a otro, cosa que sucedió. Ríos prefería a Gandarillas porque "me aseguran que ese lo entiende y es hombre de toda razón". A Gandarillas le encarga examinar los planos que Ríos envía desde Cádiz. "a fin de que enterado de todo corrija lo que le parezca". La participación de Gandarillas en la obra de Naveda, no siendo el maestro de la obra (pues lo era Tarriba) aparece como algo difícil de conseguir, pero confía en atraerle porque en cambio le encargará la obra de su casa en Reinosa: "Yo me persuado no dexará de ir porque yo de hacer mi obra de Reynosa por su mano, y esa consideración le servirá de Móvil para no escusarse, aunque regularmente huyen de eso, quando ellos no son los Maestros de la Obra". Es dirigiendo las obras como los canteros ganan dinero, no en lo relacionado con el diseño, escasamente remunerado. De hecho Luis de los Ríos se lamentaría de que Gandarillas no hubiera sido el maestro de la obra de la casa de Naveda: “Mucho me alegraré que vaya Gandarillas a reconocerla obra y dar algunas disposiciones y si hubiera sido él el Maestro,, como yo havia pensado estaría yo bien descuidado porque sé que lo entiende y será lastima que se gaste el Dinero y que la obra quede acaso con imperfecciones por falta de inteligencia”. Gandarillas inspeccionó la obra el 9 de junio de 1878.

   Las críticas de Ríos a Tarriba llegan a ser hirientes. Arremete contra él lamentándose de "que ese Maestro no hubiese hablado claro desde los principios. ,o no entendiéndolo. hizo mal en meterse en lo que no era capaz de desempeñar". Y mas tarde: “a Tarriba le tengo por corto sastre. Y su limitación es causa de que la obra se haga dos vezes, costando mucho mas dinero, y causando a Vms. (se refiere a su familia la molestia de incomodarlas; pero por moderación y por no darle que sentir digo en la Instrucción que el pago y Disposición sea a cargo de los dos". Llega a decir que "el Maestro Tarriba no tiene idea de probecho", llamándole “ignorante”, irónicamente "gran Maestro" . Le echa la culpa de los problemas acaecidos durante la construcción: "De todo hecho. Y hecharé siempre la culpa a ese Maestro, que no respiró sus labios para decir era necesaria la demolición de paredes exteriores hasta que la cosa estava de modo que para enderezarla era necesario nuevo gasto, que por fin yo habría hecho porque la casa quedase perfecta, y sobre que no volveré a hablar más palabra hágase lo que se quisiese porque ya estoy cansado de discurrir con tanta inutilidad mía". Ríos termina por criticar a ambos maestros, y a los maestros canteros en general, "que recetan sobre Bolsillo ageno". El resultado es que aquello que más valoraba en un maestro, la capacidad de entenderse con el cliente, desaparece: "yo me mato por esplicarlo claro, y cada vez parece que se me entiende menos" y "todos mis cuidados y trabajos en hacer Planos para el mayor acierto han sido inútiles".

   Además del maestro de la obra intervinieron muchos otros trabajadores. En el comienzo de la obra, en mayo-junio de 1778, trabajaban 13 canteros, con inclusión de los "rabucos" (muchachos). Trabajaban a jornal, unos labrando la piedra y otros asentándola. Ríos anotó que era necesario estar siempre encima de ellos "porque de lo contrario suelen irse poco a poco". Criticará a lo largo de la obra que los canteros hayan trabajado poco, dando lugar a una lentitud de los trabajos. Los canteros siguieron trabajando también durante parte del invierno. El 13 de noviembre de 1778 Ríos pedía que trabajaran todo el mes de noviembre, "pues los días que no pueden emplearse era sentarporel mal tiempo se ocupan en picarpiedra". Los canteros fueron despedidos el l l de diciembre de 1778 puesto que ya no tenían piedra que picar, estando ya sacada la necesaria en la cantera. El 6 de abril del año siguiente Ríos ordenó que los canteros volvieran al trabajo para construir el segundo piso de la casa.

   Los carpinteros procedentes de Reinosa ganaban 6 reales diarios, "sobre lo que no hay sino paciencia pues eso lo ofrece el tiempo y las muchas obras", pero se planteó contratar otros fuera de esta población, del propio valle, y pagarles sólo 5. Ríos decía que "ellos como desean duren las obras, no suelen detenerse en que se gaste mucho". En general, las obras de construcción se detenían en el invierno, y en noviembre de 1778 Ríos señalaba que como los días eran muy cortos, los carpinteros estarían trabajando poco, pero entonces no se arriesgó a despedirles, con el fin de asegurarse su presencia en el invierno siguiente (mientras que los canteros fueron despedidos en el invierno). Durante el invierno los carpinteros se dedicarían a hacer puertas y ventanas. Sabemos que a finales de febrero o principios de marzo del año siguiente los carpinteros volvieron al trabajo, por lo que no estamos seguros si finalmente dejaron de trabajar en enero y febrero. El tejado se comenzó a situar hacia el 25 de julio de 1779, comenzándose la construcción de su carpintería.    Los carpinteros continuaron trabajando tiempo después de finalizada la labor de los canteros, de modo que en 1780 ya no trabajan éstos, y los carpinteros tillan la casa, y labran y asientan la escalera, puertas, ventanas y contraventanas. En general, durante la semana permanecían en Naveda y marchaban a sus casas el sábado para volver el lunes. El yesero tenía su intervención al final de la obra, con 52 carros de yeso. No llegó a tiempo tras terminar los carpinteros de hacer la carpintería de la casa (víspera del Corpus de 1780) y por ello el yeso no tenía tiempo de secarse y orearse para poderse habitar la casa en el invierno. El enyesador hacía los tabiques de las habitaciones y después les cubría con una mano de yeso. Los tejeros fabricaban ladrillo (por ejemplo para la chimenea) y fabricarían y pondrían las tejas. La rejería de las ventanas de la casa se pensó en contratarla con un herrero de Villacantid, apellidado Calderón, o bien con la ferrería de Luis de Collantes. Al final se optó por el primero, Calderón, de quien se decía que trabajaba muy lento, pero "él dexa la obra muy igual, y limpia a martillo y así a excepción de mui pocas cosas, creo no sea necesaria la lima porque es un gastadero de dinero sin sustancia". A este herrero había que proporcionarle el hierro, pues él no lo fabricaba.
 
 
MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN

Fachada principal de la casa de  Don Luis de los Ríos en Naveda (1777-1780)   Antes de comenzarse la construcción de la casona de Naveda, era necesario aprovisionarse de materiales, que había que extraer de la naturaleza. Para ello, un maestro de cantería haría la regulación de la sillería necesaria de sacar en las canteras, "pues la mampostería no es necesaria hasta el tiempo crítico"; y también calcularía la cal y el yeso necesarios. La piedra debía sacarse en el verano o en el otoño, pues cuando la obra se empezara en abril o mayo la nieve impediría sacarla de la cantera o transportarse.

   Por su parte, un carpintero regularía la madera necesaria, procurando comprar la madera sin serrar, lo cual se haría en la propia obra, lo que saldría más barato. También se consideraba que podría pedirse prestada madera seca, que luego se devolvería (con otra madera cortada entonces). La corta de la madera debía superar trámites burocráticos, al existir un estricto control por parte de la Marina, por lo que había que pedir Licencia al Ministro de Marina.

   Pretendiendo comenzar la construcción de la casa en la primavera de 1778, un año antes, en mayo de 1777 se plantea ya que "se ha de hacer el Acopio de materiales como cal, hieso, piedra sílleria, madera, tablazón y ripia en este verano". El día dos de agosto un cantero y un carpintero hicieron una relación de los materiales necesarios. Dado que se estaban proyectando muchas obras por entonces en Reinosa, se estimó que los materiales se encarecerían.

   De inmediato se comenzó a hacer acopio de materiales. Para ello se dispuso de tres pares de bueyes. En el mes de agosto se llevan a la obra 10 carros de cal y se transporta también arena hasta el lugar de la obra: y en octubre ya hay 16 carros y medio de cal. Cada carro de cal se pagaba a 30 reales. El hecho de que lo primero que se transporte sea la cal es la necesidad de que ésta esté bien "sentada". Junto con la arena y tierra formaría el mortero de construcción.

   En el propio mes de agosto se obtiene la licencia para el corte de la madera a falta del requisito de la presentación ante los Concejos y Justicias. Se calculaba al principio que sería necesario cortar 130 árboles. Pero un año después, en mayo de 1778 se consideró necesario pedir licencia para cortar más, y en julio de ese año se informó de la licencia para cortar 110 árboles. Finalmente se obtuvo licencia para cortar en total 300 árboles. A modo de ejemplo, de un solo árbol procedente de Entrambasaguas se calculó que se sacarían 300 tablas de 10 pies cada una, pero en realidad sólo se sacaron 160 tablas, por lo que se pidió otro árbol. El Concejo de Naveda ofreció dar las maderas que no pudieran ser obtenidas en otros concejos. Se buscó traer tablas de Bustasur (al cura de este pueblo se le pidieron 200 tablas secas) y de Proaño, estas últimas en calidad de préstamo. Las tablas puestas en Reinosa se vendían a 18 cuartos. La madera se cortaría en la primera luna menguante. A finales de octubre estaban ya cortados 37 árboles, faltando aún los de Villar, Entrambasaguas y Naveda. El 31 de octubre quedaron cortadas todas las maderas de Naveda, que al mes siguiente transportaron los vecinos del pueblo, y el28 se condujeron las de Celada y Barrio. En noviembre se conducía la madera de Villacantid y ya había llegado la de Soto, Hormas y Proaño; la de Villar estaba ya labrada y la de Entrambasaguas estaba solicitada. En abril de 1778 se compraron 800 tablas, y después otras 300, en Villanueva de Islares (¿) a 20 cuartos cada una, serradas hacía tres o cuatro años.

   Entre la madera cortada, se consideraba que la de Sabres era adecuada para cabrios y viguetas. Las puertas y ventanas se proyectaron de nogal y castaño, más caro que el roble. Según Luis de los Ríos, "el Nogal discurro sea bien caro porque ay no le hay, ni creo que en esas inmediaciones además de que no es demasiado común; el castaño será más fácil de encontrar por su abundancia aunque tampoco en este Pays''. Pero la puerta de la calle, las ventanas del piso bajo y otras puertas y ventanas menos importantes podrían ser de roble, "y io no creo que las he visto en ese Pays de otro genero". A la vista de los precios de la madera, se acabó aceptando emplear la madera de nogal (a 3 reales el codo (6), puesta en Reinosa) y de castaño (a 2 reales y cuarto), que aunque más cara que el roble se consideraban mejores. El coste de cada ventana sería de 160 reales en nogal y castaño, igual que si fueran de roble. En definitiva, después de muchas dudas, de nogal y castaño sólo se hicieron las puertas y ventanas más principales, mientras que las demás se hicieron de roble, a pesar de que Ríos fue advertido de que éstas resultarían muy pesadas y de que casi alcanzaban el mismo precio.

   En el mes de septiembre de 1777 comenzó a llegar la piedra de sillería, en concreto 22 carros de esquinales. En total se necesitaban 70 carros de esquinales, aunque parte de estas piezas se reutilizaron de la casa antigua. Esta sillería se labraría a escoda.

   En la fase final de la obra aparecen otros materiales de la albañilería: el yeso, de Villacantid; la toba, de la que trajeron cuatro carros para la chimenea; el ladrillo, fabricado por los tejeros; y el vidrio para las ventanas.
 

EL COSTE ECONÓMICO

   Durante los tres años de construcción de la casa, Luis de los Ríos envió dinero hasta la cantidad total de 34.410 reales empleados para la obra. El acopio de materiales inicial significó 3.000 reales en el primer año. en 1777. Al reanudarse la obra en mavo de 1778 Luis de los Ríos envió otros 5.100 reales en dos partidas: después en agosto otros 3.900 reales; en septiembre, 5.000: y en noviembre 4.000 reales. En 1780 llegaron otros 4.710 reales para la obra en tres partidas.

   En plena euforia de proyectos de ampliación de la casa en 1778, Luis de los Ríos fue informado por los canteros que rehacer los muros exteriores de la casa añadiría al coste previsto otros 100 doblones y aumentar la planta de la casa hacia el patio costaría otros 20.000 reales. aunque él pensaba que toda la obra de la casa no alcanzaría esta cantidad. Los canteros sin embargo calcularon la cantidad total de la obra, con las previstas ampliaciones, en 60.000 reales. cantidad que Ríos juzgó "exorbitante y que después intentó reducir sensiblemente, consiguiendo rebajar la cantidad total hasta casi la mitad de esta cifra.

   Los envíos de dinero siguieron llegando a Naveda hasta casi el final de los trabajos. De los 60.000 reales del proyecto máximo se redujo el coste final a poco más de 34.000, es decir casi la mitad, manifestando una contención en el gasto que contrastaría con la voluntad de gastar ostentosamente de otras casonas muy decoradas y de tamaños descomunales, como el palacio de Soñanes en Villacarriedo.
 
 
EL SIGNIFICADO DE LA CASA

   Luis de los Ríos pretendió construir además de esta casa en Naveda otra en Reinosa. Para la construcción de esta última expresó sus pretensiones: "que sea más que regular, y sírva de estimulo a mi Posteridad, si la tubiese, para mirar con amor e ínclinacion al Pays, y tener donde aloxarme con comodidad los veranos que pueda ir a él; pero mi constitución y carrera no me,franquearán esa satisfacción con la frequencia que yo quisiera, y apetezco; pero sirva quando menos de testimonio de ser buen Patricio".

   En resumen, los motivos expresados por Luis de los Ríos son: Dejar ejemplo de emulación para la posteridad; amor a la propia tierra: tener cómodo alojamiento; y ser testimonio de su nobleza.

   Estas consideraciones hay que contraponerlas a su crítica de la situación social de Reinosa. Luis de los Ríos se lamenta de que Reinosa estuviera gobernada "por gente forastera, y alguna otra de poca consideración", y por ello "no parece saben guardar lo que se merecen los Hombres de Honor, y, de unas circunstancias como las mías". Estas palabras reflejan la contraposición entre un mundo estamental propio de la Edad Moderna y una nueva realidad social que anuncia la Edad Contemporánea. Los "Hombres de Honor" van dejando paso a los comerciantes y a las gentes del pueblo llano, gentes "forasteras" no ligadas a la propia tierra, a los solares, y gentes que no guardan ya un respeto por las antiguas distinciones sociales. Remesa, situada en el camino potenciado por la Monarquía en la segunda mitad del siglo XVIII, ve cómo junto con la riqueza que el camino proporciona se tambalean los fundamentos del antiguo orden social.

   Las casonas por tanto representan a los "Hombres de Honor" de la Edad Moderna. José Antonio Maravall, que ha estudiado a fondo el tema del Honor de la España del siglo XVII (7), ha señalado la incomprensión tradicional de la historiografía por este fenómeno al "presentar el caso como una particular y característica manifestación de hinchazón de vanidad en la sociedad española". Se trata en realidad -sigue diciendo Maravall- de una manifestación de la "sociedad estamental", aunque "muchos historiadores han seguido hablando, como de un carácter diferencial español, del afán de ennoblecimiento". Maravall rechaza este punto de vista que nos presenta una pintoresca y ampulosa vanagloria de la nobleza española sin más fin que ella misma. En realidad, los "Hombres de Honor" configuraban la sociedad estamental que se irá transformando en "élite de poder", y sus casas forman parte de esta misma estructura, vivificada en el siglo XVIII por los Indianos. Pero el conficto con la nueva sociedad está claramente manifiesto en la Reinosa de finales del siglo XVIII.
 

NOTAS

(1) Bowles, G.: Introducción a la Historia Natural y a la Geografla Física de España. Madrid, 1775. Ed. fac. Madrid, 1982. (2) Mantecón, T.: "Economía donativa en el norte de España.La Cantabria Moderna", De peñas al mar. Sociedad e instituciones en la Cantabria Moderna (Tomás Mantecón, ed.), Santander, 1999, pp.188-189.
(3) Sobre Luis de los Ríos véase Díaz, M.: "Las estrategias familiares de los Ríos y Velasco en el siglo XVIII", De peñas al mar. Sociedad e instituciones en la Cantabria Moderna (Tomás Mantecón, ed.), Santander, 1999, pp. 135-160.
(4) A.H.P.C. Secc. C.E.M., leg. 22.
(5) Sobre las casonas de Cantabria y en particular de Campoo véase Aramburu-Zabala, M. Á.: Casonas. Casa, Torres y Palacios en Cantabria. 2 vols. Santander, 2001.
(6) El codo medía en Naveda, y suponemos que en general en Campoo, 4 pies cuadrados. Ríos hace observar que en Cádiz era el doble, 8 pies cuadrados. Como término de comparación, en las Asturias de Santillana en 1757 el coste del codo de tabla era de 26 maravedís, 6 el pie de cuartón y 5la vara de barrote. La vara consta de 3 pies, cada pie de 12 pulgadas, cada pulgada de 12 líneas y cada línea de 12 puntos.
(7) Maravall, J.A.: Poder, honor y élites en el siglo XVII. Madrid, 1979.

Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera
Universidad de Cantabria