Cristalería Española en Arija. Cien años de historia

Josu Aramberri

 
RESUMEN
 
Hace 100 años la Compañía Saint-Gobain construyó su primera fábrica en España en terrenos de Arija. No era la única industria dedicada al vidrio en la comarca de Campoo pero si quizás la más importante, pues lle­gó a tener más de 1.000 obreros. La fábrica cerró sus puertas en 1953, alegando que parte de sus instalaciones quedaban bajo las aguas del Pantano del Ebro. En una especie de éxodo masivo sus trabajadores se trasladaron a Avilés, Tarragona, Zaragoza, Madrid. Pero Arija y Campoo siguen siendo el referente cercano de muchas familias que se crearon junto a la fábrica de Cristale­ría Española.
 
En menos de 50 años se sucedieron acontecimientos excep­cionales: una huelga que duró casi dos meses en 1916, los feste­jos del XX aniversario en 1926 que precedieron en dos años a la obtención de la municipalidad de Arija en 1928, la guerra civil de 1936, y la construcción del embalse que terminaría por cerrar la fábrica. En este artículo reflejaremos los instantes más signifi­cativos de la instalación industrial, dejando para otro posterior los aspectos culturales y sociales.
 
 Comienzo de las obras en Vilga (1906)
 
LA CONSTRUCCIÓN DE LA FÁBRICA DE ARIJA
 
Cristalería Española y el vidrio en Campoo
 
Cristalería Española, la primera filial industrial de la Saint-Gobain en España, es el resultado de una alian­za con el empresario aragonés Basilio Paraíso Lasus, propietario de la firma española La Veneciana situada en Zara­goza. La Veneciana existía desde 1876, cuando Basilio Paraíso abrió en Zaragoza un taller para la fabricación de espejos, junto con una tienda para su venta. Los contactos con los especialis­tas franceses del sector vidriero para montar en España una fac­toría capaz de satisfacer la demanda de vidrio colado del merca­do nacional dieron lugar a Cristalería Española, con una partici­pación de la sociedad madre francesa del 90%, y de La Venecia­na del 10%.
 
La elección de Arija vino determinada por la existencia de importantes reservas de materias primas excelentes (arena para composición y desbaste, carbón), y una línea férrea recién esta­blecida (el FC de La Robla) que proporcionaba buenas comunicaciones con los centros de comercialización y consumo. También influyó considerablemente la tradición de la industria del vidrio en Campoo, ya que facilitaba la contratación de técnicos especia­lizados en estas labores. Cristalería Española va a ser el primer fabricante de luna pulida en nuestro país, pues antes de su existencia toda provenía del extranjero. Hasta entonces en España el vidrio plano se elaboraba por otros procedimientos.
 
Campoo tenía desde 1844 un importante nú­cleo de empresas dedicado a la fabricación de vi­drio, en las que tuvo un destacado papel el reinosano Telesforo Fernández Castañeda. Telesforo fue senador por la provincia de Santander en 1886, alcalde de Reinosa, y empresario con fábri­cas de vidrio. Todas las industrias de este grupo que seguían ac­tivas en 1917 (Arroyo, Mataporquera, Reinosa) se convirtieron ese mismo año en filiales y participadas de la Saint-Gobain bajo la denominación de Vidrieras Cantábricas Reunidas, S. A.
 
Terrenos para la fábrica
 
Fabián ArenasEn 1904 comienzan las gestiones para la adquisición de unos terrenos destinados a una fábrica de vidrio en el término de Arija. Un belga llamado Julio Lebean Dourlet presenta una solicitud en el Ayuntamiento de San­ta Gadea, al que pertenece Arija, el 1 de Noviembre de 1904. Los terrenos que le interesan al Sr. Lebean están en el páramo de la Virga, y se denominan "Los Campos".
 
La subasta se celebra casi a continuación, el día 19 de No­viembre, y en ella Don Julio Lebean adquiere la finca por 2.400 pesetas. Pero el Ayuntamiento aprueba oficialmente el remate el día 24 de Noviembre otorgándole gratuitamente la finca, tal y como certifica el Secretario del Ayunta­miento con un extracto del libro de actas: "Teniendo en cuenta que ci­tado terreno es de escaso valor y que la industria que el solicitante piensa establecer en ello ha de re­portar muchos beneficios al país y en particular al pueblo de Arija y teniendo en cuenta también que dicho Sr. Lebean construye por su cuenta un lavadero público en el centro del pueblo dicho, dueño del terreno, además de una Estación en el ferrocarril hullero que es muy necesa­ria en este Distrito, es por lo que en atención a los beneficios indicados se le concede gratuitamente el terreno para el objeto indicado acordando tam­bién darle toda clase de facilidades para ponerse en posesión del mismo".
 
El procedimiento administrativo tuvo algunas deficiencias, ya que no se obtuvieron con anterio­ridad las autorizaciones pertinentes para subastar o enajenar la finca en cuestión. Fue necesaria una Real Orden de 19 de Julio de 1905 para ajustarse a la legalidad. La propiedad se transfiere dos veces:
 
- Al abogado francés domiciliado en París, D. Emilio Jarriand Cherrier, el 10 de Noviembre de 1905.
 
- Y al ingeniero Don Arsenio Brachotte Leroy, que acaba de registrar en Bilbao el 28 de Noviembre de 1905 una nueva so­ciedad denominada "Cristalería Española".
 
Por parte del Ayuntamiento de Santa Gadea llevaba todas las gestiones Fabián Arenas, que era regidor de la villa de Arija. Co­mo recuerdan sus nietos, Fabián transportó piedra y materiales de construcción para las nuevas edificaciones que se estaban le­vantando en Vilga en los años 1906 y siguientes. Fabián tenía una cantera de piedra con algunos empleados, pero también ad­quirió edificios que estaban sin uso o en ruinas para reutilizar la piedra. Entre ellos se encontraba la ermita de la Santa Cruz, que aparece citada en la voz Arija del Madoz. Quedan todavía restos de la fábrica románica en una casa que ocupa su emplazamien­to original. También fue en 1928 uno de los promotores de cons­titución del Ayuntamiento de Arija, segregado del Municipio del Alfoz de Santa Gadea.
 
No sabemos a quién representaba el belga Sr. Lebean, pero no cabe duda de que se trataba de un intermediario. En esos años la Compañía Saint-Gobain se enfren­taba a un reto importante: organizar una producción industrial para en­frentarse a una competencia creciente, especialmente de Bélgica. Los belgas ya estaban en España con la Compañía General de Vidrie­ras Españolas S.A. (CGVE), que ha­bía sido constituida en 1900 por em­presarios de esa nacionalidad, y po­seía una fábrica de vidrio plano en Lamiaco (Bilbao) y otra de botellas en Jerez de la Frontera (Cádiz).
 
La construcción de Vilga
 
Una vez resueltos los problemas de adquisición de los terrenos para la fábrica, empieza la etapa de construcción de las instalaciones. Algo que aparen­temente no es sencillo, en una zona alejada de otras poblacio­nes importantes, con un clima frío y casi a 850 metros de altura sobre el nivel del mar.
 
Inauguración de las obras (26-5-06)Ya pasados los fríos del invierno y de la primavera, el sába­do 26 de Mayo de 1906, cuando han transcurrido menos de cin­co meses desde la constitución de "Cristalería Española", se con­memora el inicio de las obras con la colocación de la "primera piedra".
 
Existe un reportaje gráfico que muestra cómo se van levan­tando las naves y urbanizando unos terrenos que hasta enton­ces sólo servían para pastos del ganado. Posiblemente las foto­grafías formaban parte de los informes que se enviaban a la Di­rección de París, y muchas están fechadas. En las panorámicas obtenidas entre 1906 y 1907 se puede observar el rápido avance de las construcciones. Estas ocupaban unos terrenos yermos y sin vegetación, salvo una pequeña mancha de arbolado en las orillas del río Vilga entre Arija y La Población. El desarrollo ur­banístico era casi completo en 1926.
 
La empresa construye un poblado de nueva planta, que jun­to con el complejo fabril incluye otras edificaciones que va le­vantando a lo largo de 20 años: viviendas de distintas categorías.
 
Una caseta de madera, adornada con las banderas española y francesa, y un carro yerto arrastrado por dos bueyes ataviados con una manta formaban parte del escenario de esta ceremonia. A es­te acto acudieron con toda seguridad representantes de la Compa­ñía Saint-Gobain, quizás como una parada intermedia en el cami­no a Madrid, donde cinco días más tarde se celebraba la boda del rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg.
 
Toda la tecnología, y el diseño de las instalaciones procedía de Francia. Entre los responsables técnicos figuraba D. Octavio Villatte, que llegó a España en 1905 para participar como inge­niero en los estudios de construcción de la fábrica de Arija, y pro­cedió a su cierre como Director Gerente en 1953.
 
para sus empleados (Director, Ingeniero jefe, jefes de departa­mento, encargados, empleados, obreros, y finalmente jubila­dos), Capilla, Casa de Correos, Cooperativa Obrera, Escuelas, cuartel de la Guardia Civil, estación de ferrocarril, plaza y kios­co de la música, y campos deportivos para fútbol y tenis.
 
Desde agosto de 1906, con la ayuda de una grúa de vapor, se van erigiendo todas las construcciones industriales:
 
Naves de gran tamaño con la cubierta soportada por moder­nas cerchas metálicas, evitando columnas que dificulten los mo­vimientos de grúas, crisoles y mesas de colada.
 
Hornos y gasógenos en instalaciones semisubterráneas que demandan profundas excavaciones en el subsuelo, y altas chimeneas hacia el cielo. El edificio de la alfarería, con departa­mentos separados y el taller de tierras. Almacenes y talleres es­pecializados, central eléctrica...
 
El movimiento de materiales en el interior del recinto fabril es considerable. Se trata de las ma­terias primas recibidas por ferroca­rril (carbón, caliza, sosa), arena extraída de las propias canteras, alma­cenaje, embalaje y salida de mer­cancías. Desde los primeros tiem­pos se emplearon animales de trac­ción a cargo de un caballista, y un ferrocarril interior que llegó a con­tar con varias máquinas de vapor: Bilbao, Pas, San Lorenzo e Ivonne.
 
 
 
Un plano fechado en febrero de 1916 nos permite identificar edificios y recursos en el interior de la fábrica. Quizás lo más destacable sean los 20 departamentos del edificio de la alfarería don­de se fabricaban los crisoles, los 11 gasógenos, 2 hornos, 26 ar­chas tipo "carcaise" para el recocido de las lunas, y dos mesas en el Duci-Puli de 10 metros de diámetro. Pero también son ele­mentos singulares las máquinas de la central eléctrica (Preud- homme-Prion y Dujardin), el depósito de locomotoras (aunque en el plano no se reflejan las vías férreas interiores), y hasta el almacén de paja que se utilizaba para embalar los productos.
 
El diseño de esta primera fábrica se mantendrá prácticamen­te inalterado hasta el cambio de tecnología realizado en el año 1930 al adoptar el procedimiento Bicheroux. Para finales de 1906 ya estaba terminada la estación, la casa de Rámila, la alfarería, y algunas otras edificaciones. La producción de la fábrica comien­za en 1907.
 
En esta primera etapa las obras de Cristalería Española ocu­pan a numerosos obreros de variadas profesiones, orígenes y edades. En el primer año (abril 1906 a abril 1907), el libro de afi­liaciones muestra que han trabajado en las tareas de construc­ción de la fábrica más de 550 obre­ros, algunos de ellos sólo unos po­cos días.
 
Más del 55% de estos primeros obreros proceden de pueblos de to­da Cantabria, y son contratados principalmente como peones. La franja de edad está entre los 11 años (Román Bustamante, obrero 493, de Soncillo) y los 63 años (Juan Saiz, obrero n. 104, de Arija). Entre los contratados hay algunos espe­cialistas (manchoneros, fundidores, levantadores de vidrio, cortadores, farraseros, gasistas), que proceden de las fábricas y minas del entorno (vidrieras de Las Rozas y de Mataporquera, minas de la región). También encontramos obre­ros de orígenes remotos, como José Valzer de Suiza, o Luis Griner y Abel Rapp de Francia.
 
 
 
LA PRODUCCIÓN DEL VIDRIO PLANO EN ARIJA
Antecedentes: la Compañía Saint-Gobain
 
Antes de instalar su fábrica de Arija, la Compañía Saint Gobain tenía ya una larga tradición relacio­nada con la producción de lunas pulidas. De he­cho sus orígenes están relacionados con la fabricación de lunas pulidas destinadas a espejos, que trataban de mantener como secreto de estado los vidrieros venecianos.
 
La compañía Saint-Gobain comienza sus actividades en el siglo XVII. En 1665 Colbert, Ministro de Luis XIV, crea en la Real Fábrica de Cristales para Espejos (Manufacture Roya­le des Glaces de Miroirs de Venise) en Faubourg Saint-Antoine de París. El Gran Colbert (1619-1683) fue Ministro y Secretario de Esta­do del Rey Luis XIV. Impulsó el estableci­miento de manufacturas e industrias (vidrio y cristal, tapices...) como una medida estratégi­ca para ahorrar a la economía francesa el enorme coste de la adquisición de estos pro­ductos en el extranjero.
 
El vidrio plano o vidrio pulido, destinado inicialmente a la fabricación de espejos, está en el mismo origen de la Saint-Gobain. De una u otra forma ha sido siempre su especialidad prin­cipal, aunque también se haya orientado a otros productos.
 
En aquellos años Francia quie­re hacer una exhibición de su do­minio de las tecnologías y el lugar más adecuado es un gran palacio real que se comienza a construir en Versalles en 1660. La "Galerie des Miroirs", finalizada en 1684, contie­ne 357 espejos en las arcadas (17 ar­cadas con 21 espejos), y son una demostración del nivel alcanzado por los artesanos franceses en la elaboración de las lunas pulidas.
 
El año 1695 la Fábrica se fusiona con una segunda compa­ñía especializada en grandes vidrios, que se había establecido tres años antes en el castillo de Saint-Gobain. La nueva sociedad gestionada por empresarios privados mejora el método de ver­tido de la colada de vidrio sobre mesa, inventado en 1688 por Luis Lucas de Néhou. Esta innovación es una ruptura definitiva con los métodos tradicionales, y permite la producción de vidrio plano de grandes dimensiones (hasta 2 metros de alto y 1 metro de ancho) con procedimientos industriales. A mediados del si­glo XVIII, para evitar el gran consumo de madera de los bosques circundantes, se consigue sustituir la madera por carbón en el calentamiento de los hornos.
 
Los productos de la Compañía son los espejos denominados Miroirs Régence y los vidrios planos para las ventanas. Los ad­quiere la nobleza para sus palacios y carrozas. Sin ningún rival en los mercados, Saint-Gobain confirma a lo largo del XVIII su supremacía en Francia y Europa.
 
Al comienzo del siglo XIX se intensifica la utilización de la sosa artificial en la fabricación de vidrio, y la Compañía Saint-Gobain constru­ye su propia fábrica en Chauny. En ella trabajó un eminente científico, el químico Luis José Gay-Lussac, que perfeccionó el método de las cámaras de plomo para la obtención de ácido sulfúrico (torre de Gay-Lussac). El ácido sulfúri­co es un componente necesario para producir la sosa artificial utilizada en la fabricación del vi­drio. Gay-Lussac fue también Presidente de la Saint-Gobain de 1843 a 1848.
 
A mediados del siglo XIX el mercado de la construcción conoce un desarrollo sin prece­dentes, que genera una fuerte demanda de cristales y vidrios. La arquitectura de la época asocia el vidrio y las estructuras metáli­cas en edificios, estaciones de tren, mercados y grandes almace­nes. En París, Londres, Bruselas, Munich o Milán los edificios em­blemáticos se abren a la luz mez­clando hierro y cristal.
 
Para la Compañía Saint-Gobain el final del siglo XIX y los co­mienzos del siglo XX es el momen­to de atravesar fronteras, con sus primeras instalaciones en el extran­jero: Alemania, Italia, España. El re­to es notable: organizar una pro­ducción industrial, para enfrentar­se a una competencia creciente, es­pecialmente en Bélgica. En España la Compañía Saint-Gobain constituye en 1905 la empresa Crista­lería Española, comenzando la construcción de la fábrica en 1906, y la producción de vidrio en 1907.
 
La fabricación de vidrio plano en Arija
 
Cristalería Española comienza a producir en su fábrica de Arija dos tipos principales de vidrio plano: la luna pulida y el vidrio impreso. Cuando la Compañía Saint-Gobain se establece en España en 1906 los procedimien­tos de fabricación de la luna pulida eran casi los mismos que en el siglo XVIII. El combustible había cambiado de la madera al carbón, y finalmente al gasógeno. Pero existe una gran similitud entre las láminas de la Enciclopedia de Diderot y DAlambert y las fotografías de 1907 o 1926 que empleaban los procedimien­tos tradicionales. Para entender mejor el tipo, de trabajos que se realizaban en la fábrica de Arija, es imprescindible conocer algunos detalles sobre la fabricación del vidrio plano. Ilustraremos estas descripciones con imágenes, muchas de ellas inéditas, de la fábrica de Arija.
 
Los crisoles de cerámica refractaria se preparaban en la alfa­rería, con tierras especiales y restos de crisoles anteriores. Tení­an una cabida de entre 600 y 900 Kg de vidrio. Se dejaban secar lentamente durante varios meses antes de proceder a la cocción. Una vez en producción su duración era limitada: un crisol podía utilizarse unas 30 veces antes de ser desechado por lo que ser­vía para fabricar entre 18 y 27 toneladas de vidrio.
 
La preparación de la mezcla que va a dar lugar al vidrio era una tarea de los encargados de composición. Utilizando varios crisoles en el mismo horno, se elaboraban diversos tipos de vi­drio al mismo tiempo. Una vez en el horno el vidrio tarda en es­tar preparado entre 18 y 24 horas. En ese tiempo va pasando por distintas procesos que requieren una atención continua de los operarios: fundido de la mezcla, colada líquida, y afinado (reti­rar las escorias que flotan sobre la colada). Inicialmente una cua­drilla de fundidores se encargaba de controlar todo este proce­so, desde que se introduce el crisol en el horno hasta que se tie­ne el crisol con el vidrio fundido listo para la colada. En 1916 los obreros fundidores tenían jornadas de 24 horas, sin poder aban­donar su puesto de trabajo en todo ese tiempo.
 
En el procedimiento tradicional el crisol se retira del horno con una grúa, y la colada se vuelca sobre una mesa donde un rodillo de laminación crea una placa de vidrio del grosor desea­do. Esta placa ha de someterse a una serie de tratamientos para mejorar su resistencia a la rotura, mediante un procedimiento que se denomina "recocido". El recocido se llevaba a cabo en unas "archas" fijas de tipo "carcaise", una especie de hornos don­de se aplican los siguientes tratamientos:
 
primero se deja enfriar la luna, algo que puede tardar entre uno y tres días para un grosor de vidrio de 1,5 cm;
 
a continuación se calienta hasta una temperatura de unos 800 °C;
 
- finalmente se deja enfriar lentamente para suprimir las ten­siones superficiales que se hayan creado en el laminado.
 
Después del recocido se obtienen las lunas brutas, que hay que trasladar de forma manual hasta el correspon­diente almacén donde esperarán el siguiente paso del proceso de fabricación. Una de las quejas de los obreros de Arija en la huelga mantenida en 1916 era precisamente sobre esta tarea, delicada y peligrosa al mismo tiempo. Rescatamos algunos de los párra­fos que hacen referencia a las condiciones de tra­bajo:
 
"Los trabajadores que se dedican al transporte de las lunas para trasladarlas a las mesas para su re­finamiento se hallan en un constante peligro, co­mo puede apreciarse. Las lunas, muchas de ellas, tienen próximamente tres metros de largo por 2,70 de ancho, con un grueso de centímetro y medio, y hasta de dos, son transportadas entre ocho hom­bres con un correaje, llevadas de canto, teniendo que guardar un equilibrio especialísimo, que a po­co que se descuiden éstos pueden romperse y le­sionar o matar a los que la conducen por las corta­das que les puede producir la luna. En este trabajo el jornal máximo es de 3,75 pesetas, y no disponen estos obre­ros, en once horas que tienen de trabajo, más que de veinte mi­nutos para comer, muchos días, bien entendido que si alguna de éstas se rompe durante las once horas de jornada, no tienen derecho a una prima que se les da; si sacan o tienen la suerte de que no se les rompa ninguna luna, esta prima varía entre 25, 50 o 75 céntimos, advirtiendo que para cada cuatro o seis obre­ros hay un capataz, y éstos les obligan a no descansar un momento; pues estos capataces, cuantas más lunas saquen los obreros más primas sacan, se rompan o no éstas."
 
Las lunas brutas tienen imperfecciones que es preciso eli­minar mediante desgaste mecánico. Se comienza la abrasión fro­tando la luna con arenas y esmeriles que aplanan totalmente la luna, pasando luego a mordientes muy finos que dejan la su­perficie completamente pulida y transparente. Este proceso era muy insalubre para los operarios, pues el polvo fino del abrasi­vo flotaba en el ambiente y producía silicosis. En la fábrica de Arija se utilizaban mesas de desbaste y pulido de 10 metros de diámetro, denominadas Duci-Puli.
 
El corte de las lunas en bruto a la salida del archa, y el corte fino una vez desbastadas eran otros pasos importantes en la fa­bricación. El personal de "estimación" clasificaba las lunas por calidades antes de pasar al almacén.
 
Hacia 1920 el ingeniero belga Bicheroux inventó un proce­dimiento que eliminaba el vertido del vidrio sobre mesas. Se mantenía el sistema de crisoles, pero éstos se volcaban sobre un depósito que en su parte inferior contaba con dos rodillos refri­gerados con agua. Era un paso intermedio hacia los sistemas ac­tuales de colada continua, pues el recocido se efectuaba en ar­chas continuas, manteniéndose las mesas circulares para el des­baste y pulido.
 
 
 
La fábrica de Arija adoptó el procedimiento Bicheroux en 1930, lo que supuso un importante incremento en su capacidad productiva.
 
Para los vidrios impresos, destinados a la construcción, inicialmente se empleaba el procedimiento "Chance", pasando en 1933 a un horno de cuba con el procedimiento "Boudin" de co­lada continua y un archa de rodillos. La instalación del "Chance" quedó para la producción de vidrios de color.
 
Cuando las instalaciones de Arija cesan su actividad aún mantiene partes originales de la fábrica inicial, como la alfarería y la central eléctrica. Se han ampliado los gasógenos de 11 a 12, pero sigue el mismo número de hornos para lunas. Se conserva el antiguo sistema "Chance" para los vidrios de color, pero han desaparecido la mayor parte de las archas fijas, que ya no son necesarias con el sistema "Bicheroux".
 
En su último período de actividad la fábrica de Arija contaba para la fabricación de lunas con dos hornos de fusión de 16 criso­les, cada crisol con una capacidad de 950 litros. Era capaz de pro­ducir 700 metros cuadrados diarios. En la nave nueva de colada se empleaba el procedimiento Bicheroux con recocido Stracou.
 
Los vidrios impresos blancos se fabricaban en un horno de cuba de 36 metros cúbicos, produciendo hasta 35 toneladas dia­rias, unos 3.200 metros cuadrados al día. En vidrios de color se utilizan los mismos hornos que los de las lunas, con la lamina­ción y el recocido en los antiguos aparatos "Chance", llegando a un máximo de 1.000 m2 al día.
 
De 1940 a 1945 la fábrica de Cristalería Española en Arija te­nía como media anual:
 
-           170.000 m2 de lunas pulidas
-           400.000 m2 de vidrios impresos blancos
-           80.000 m2 de vidrios armados
-           60.000 m2 de vidrios estriados
 
La dirección de la empresa estimaba que la producción de la fábrica de Arija había ahorrado en sus 45 años de existencia un total de 1.500 millones de pese­tas en divisas (valores de 1952).
 
Los trabajadores recuerdan diversas anécdo­tas relacionadas con los trabajos de la fábrica. Donaciano Fernández (obrero 3391), natural de Villota de Elines, provincia de Santander, que en­tró de pinche con 15 años de edad el 8 de abril de 1925, cuenta un par de ellás:
 
En el año 1928 recibimos un pedido de una luna de 6,00 x 3,00 m. con destino a Valencia pa­ra la Virgen de los Desamparados. Recuerdo que la Dirección no sabía si aceptar el pedido o no, optando finalmente por intentar realizarlo. Se prepararon dos crisoles que estuvieron 40 horas de fusión, sin que, afortunadamente, hubiera ro­tura de las archas. Se cortaron dos hojas de 6,30 x 3,30 metros, saliendo una de ellas impecable, sin defectos. Fue grabada a so­plete con chorro de arena: "Fábrica de Arija. Agosto 1928". Du­rante la guerra civil la rompieron y nos pidieron otra igual, pero entonces ya teníamos el nuevo sistema de fabricación "Stracou" y fue más fácil.
 
-Un Maharajá de la India hizo un pedido importante de bal­dosa de 40 mm. de grosor. Al preguntarle para qué lo iba a des­tinar, contestó: "Para el piso, porque quiero que pasen por enci­ma mis elefantes".
 
 
 
 
LA EMPRESA Y SUS TRABAJADORES
 
Obreros y empleados de la fábrica de Arija
 
En torno a la fábrica de vidrio de Arija, que llegó a emplear más de 1.000 obreros, se conformó toda una sociedad con comercios y servicios. En 1916, con más de 700 obreros, el conjunto de los salarios superaba el millón de pesetas al año (en pesetas de esa época). Esto significaba un jornal medio por empleado de entre 3 y 4 pesetas al día, unas 100 pesetas al mes. La nueva fábrica atrajo mano de obra de toda la comarca, y de zonas más alejadas en Palencia, Burgos y la provincia de Santander.
 
Un excepcional documento, el Libro de Afiliaciones de Cris­talería Española en Arija, recoge los datos de edad, proceden­cia, fecha de entrada, y profesión anterior de los más de 3.400 empleados que ingresaron en la empresa entre 1906 y 1930. Co­mienza el 21 de marzo de 1906 con Saturio Benso, un carpinte­ro de 36 años natural de León. Desde el comienzo la fábrica con­trató numerosos trabajadores de Campoo, muchos de ellos ha­bían trabajado antes en las industrias del vidrio de la comarca, o en otras empresas del reinosano Telesforo Fernández Castañe­da (La Luisiana, La Cantábrica, Santa Clara, las minas de Las Ro­zas, la Iberia).
 
Cristalería Española en Arija contaba con una estructura per­fectamente definida, con sus Directores y Jefes de Fábrica, Jefes de Departamento y Encargados de Departamento. Estos últimos eran los responsables directos de determinadas fases concretas del proceso productivo o del proceso administrativo (oficinas generales, laboratorio, química, trabajos, central eléctrica, duci- puli, estimación, corte, alfarería, hornos) y Encargados de De­partamento (oficinas generales, oficina técnica, contabilidad, pagaduría, hornos, gasógenos, extracción, cantera de arena, al­farería, crisoles, composición, colada, vidrios colados, vidrio im­preso, departamento de yeso, duci-puli, estimación, corte fino, almacén, embalaje, máquinas a vapor, central eléctrica, albañilería, cuadrillas, taller mecánico, taller de carpintería, taller eléc­trico, guardas jurados, botiquín, cooperativa obrera, escuela de aprendices, escuelas). Los obreros a su vez estaban organizados en cuadrillas dirigidas por un capataz.
 
La huelga de 1916
 
A los diez años del establecimiento de Cristalería Es­pañola en Arija se produjo un acontecimiento que ha dejado abundante documentación en las heme­rotecas: una huelga general de casi dos meses, en la que llega­ron a apagarse los hornos, y quedar en cuestión la permanencia de la fábrica. Esta huelga contó con una intensa colaboración de la agrupación socialista de Bilbao, y de uno de sus líderes más carismáticos: Facundo Perezagua. La prensa de la época ofrece numerosos artículos y testimonios de este suceso, principal­mente la de Bilbao (El Liberal), Santander (El Cantábrico) y Bur­gos (Diario de Burgos y El Castellano)
 
Por situarnos un poco en aquella época, nos encontramos que a los 10 años de existencia la fábrica tiene ya 700 obreros. Las condiciones de trabajo son bastante duras: empleos preca­rios con jornadas de casi 12 horas por un salario que en muchos casos ronda las 3 pesetas al día (a real la hora). Eran tiempos tur­bulentos en medio de la primera guerra mundial. El gobierno francés había movilizado por este motivo al director de la fábri­ca de Arija, D. Arsenio Brachotte. En España era presidente del gobierno el Conde de Romanones, y su política liberal producía un cierto malestar que se manifestaba en el auge de las sensibi­lidades obreristas, con actos de propaganda sindical que solían recibir el rechazo de la patronal.
 
Esta parte de Campoo, y más en particular la que ocupaba la cuenca del río Vilga, y hoy es la orilla sur del pantano, no era precisamente una zona especialmente agrícola y ganadera. Mu­cho antes de la existencia de la Naval de Reinosa (1919), la acti­vidad industrial era bastante intensa. Ya desde los siglos XVIII y XIX se producen fenómenos de industrialización con las ferrerías y las vidrieras. La construcción del ferrocarril de Isabel II en­tre Alar del Rey y Reinosa llegó a ocupar en 1854 a más de 2.700 obreros.
 
En el siglo XX, cuando José Montero, corresponsal de "El Cantábrico", recorre el Campoo de 1913 para conocer la opinión de sus gentes sobre el Pantano del Ebro, visita además los prin­cipales establecimientos industriales y mineros: las fábricas de la Sociedad Vidriera Reinosana, la Sociedad Arístegui y Castillo que obtiene tierras refractarias en Renedo, la Societé Anonime des Charbonnages de Renedo, Aristegui Hermanos y Compañía, concesionarios de turbas en la Virga, y Cristalería Española en Arija.
 
Quizás en 1916 la combinación de una gran industria, la estrecha relación que el FC de la Ro­bla proporcionaba con Bilbao, y la procedencia de otros núcleos industriales de muchos de los obreros de Cristalería Española, dieron como re­sultado una huelga que finalizó en curiosas circunstancias. Basándonos en los testimonios de la hemeroteca vamos a hacer un relato somero de los hechos más destacados, que por lo noveles­cos pueden dar lugar a un guión de película.
 
En febrero se programan dos mítines en los que figuraba como orador Facundo Perezagua. El del día 20, domingo, lo suspende la autoridad lo­cal. El segundo se celebra el domingo siguiente.
 
Siguen nuevos actos de "propaganda económica" en el mes de marzo. En esta etapa tomará protagonismo Adrián Pereza­gua, que sustituye a su tío en los mítines, acompañado por miembros de la Juventud Socialista de Bilbao. Los mítines orga­nizados por los obreros de Cristalería tienen el concurso de los mineros de Las Rozas.
 
El martes 28 de marzo estalla la huelga, y el motivo parece ser el despido del presidente y vicepresidente de la recién cons­tituida "Unión Obrera". La dirección de la fábrica explicará pos­teriormente que como consecuencia del hundimiento de un hor­no de lunas quedaron suspensos de empleo y sueldo sesenta trabajadores, entre los que se encontraban los anteriores.
 
Los acontecimiento se suceden. Inmediatamente se crea una "Comisión de huelga" formada por José L. Peláez, Adrián Pere­zagua y Evaristo Hierro, que se entrevista el día 30 con el go­bernador civil de Burgos, y al que plantean también otras que­jas relacionadas con el trato que algunos jefes, maestros y capa­taces dan a los obreros. La dirección de la fábrica trata de man­tener los hornos encendidos, pero los trabajadores que tratan de desarrollar esta tarea son acusados de "esquiroles" y se produ­cen algunos altercados graves.
 
El gobernador civil Serrano Carmona había prometido a los obreros hacer una labor de intermediación, pero se había desentendido del conflicto, ocupado en las elecciones de diputados a Cortes que se celebraban el 9 de abril.
 
Finalmente la empresa deja apagar los hornos el 10 de abril y al día siguiente un comunicado del Consejo de Administración de Cristalería Es­pañola anuncia que quedan paralizados los trabajos por tiempo indefinido, pudiéndose consi­derar despedidos todos los trabajadores. Tam­bién amenaza con el cierre definitivo de la plan­ta y el traslado de la producción a Francia.
 
En estas circunstancias la inquietud crece con­siderablemente. Los comerciantes de Arija ven amenazados sus negocios y el pueblo teme desaparecer. Los obreros reciben el apoyo de los socialistas de Bilbao, en cuya Ca­sa del Pueblo se celebra un mitin el día 16 de abril. En la "tribuna libre" de "El Liberal" de Bilbao se acusa a la empresa de estar or­ganizada en trust con su competencia de Las Rozas, Avilés y Se­villa para reducir la producción y mantener los precios altos.
Este mismo periódico publica dos extensos artículos a fina­les del mes de abril: una entrevista con el ingeniero director de la fábrica Maurice Domain, y un largo comunicado de la comi­sión de huelga. Por el tono manifestado en ambos documentos se ve que surgen síntomas de acercamiento. El director ha trata­do de verificar las quejas de los obreros para con sus jefes, y los obreros aplauden que les sea reconocido el derecho de asocia­ción.
 
Pero el ambiente en el pueblo está cada vez más enrarecido. En "El Castellano" de Burgos se publica un escrito remitido des­de Reinosa describiendo escenas de familias abandonando Ari­ja con sus baúles, mendigos vagabundos que piden limosna por los pueblos vecinos...
 
El desenlace final es totalmente inesperado: el 6 de mayo el presidente de la Unión Obrera de Arija, Evaristo Hierro, envía una carta a "El Liberal" de Bilbao con unas declaraciones en las que manifiesta que ha sido engañado por sus compañeros, da la razón al director de la fábrica, y pide perdón a sus compañeros y amigos de trabajo.
 
La fábrica se abre de nuevo el 23 de mayo, comenzando el retorno a la normalidad. Pero un nuevo percance altera los pla­nes de la empresa: el 30 de mayo un incendio destruye la nave de crisoles con todo su contenido. Volver a tener dispuestos los crisoles imprescindibles para el funcionamiento de los hornos llevaría seis o siete meses, y si las fábricas del extranjero no ce­den crisoles la fábrica seguirá paralizada largo tiempo.
 
Superado este episodio, parece que los años siguientes son de una cierta armonía. Cuando fallece en 1921 el director gene­ral Arsenio Brachotte los obreros financian por suscripción po­pular un monumento en su memoria. Se trata de un busto y una estatua de un obrero cristalero que están hoy en Arija y son obra del escultor palentino Victorio Macho.
 
Presumiblemente el ímpetu sindicalista quedaría frenado durante unos cuantos años por el fracaso de la huelga de 1916. Algunos creen ver en una foto del taller de corte (1926) a un gru­po de obreros con los puños en alto, como una señal de que se mantenían las reclamaciones laborales. Pero hasta que llega la república en 1931 no se tiene constancia cierta de que los sindi­catos volviesen a manifestar una intensa actividad. Una muestra de ello es la Casa del Pueblo de Arija, levantada en 1932, poste­riormente incautada para casa de Falange, y después vendida a particulares. En 1986 la UGT recibió una indemnización de 5,3 millones de pesetas por este edificio.
 
 
 
ALGUNAS NOTAS ADICIONALES SOBRE EL VIDRIO EN CAMPOO
 
Varios artículos sobre el vidrio en Campoo publica­dos en esta revista reflejan las actividades de este tipo de industrias, fuertemente asentadas en la co­marca. Pero hemos encontrado algunas más, que pueden servir para complementar las anteriores.
 
La primera referencia documentada es de 1766. En ese año se leyó una comunicación en la Real Sociedad de Londres en­viada por William Bowles, que sitúa al este de Reinosa una ex­celente variedad de piedra esmeril (emery-stone), muy aprecia­da por los pulidores de espejos de la Real Fábrica de San Ilde­fonso. No deja de ser curiosa esta referencia a Real Fábrica de Cristales de la Granja en San Ildefonso, que vuelve a poner de manifiesto la estrecha relación existente en el gremio de los vi­drieros, y cerrar el círculo de curiosas relaciones entre Campoo y la Saint-Gobain. El rey Felipe V fue el primer rey Borbón de España. Nieto de Luis XIV, había nacido en Versalles. Con la fá­brica de San Ildefonso pretende desarrollar en 1727 una iniciati­va similar a la de su abuelo, que dio origen a la Compañía Saint- Gobain 60 años antes, y reducir la importación masiva de obje­tos suntuarios del extranjero mediante el fomento y la protec­ción de la industria nacional.
 
Existe también una tradición oral que encuentra relaciones con el paso de las tropas francesas por Campoo. El 12 de no­viembre de 1808 el mariscal francés Soult entró en Reinosa, abandonada en retirada por el general inglés Blacke, dejando se­senta piezas de cañón, víveres, municiones y numerosa vesti­menta. Desde Reinosa las tropas francesas re­corren la región. No es difícil que entre los sol­dados y oficiales hubiese cristaleros que informasen de las materias primas de la zona. En Arija se cuenta que apareció un trasfuego o trashoguero (respaldo de hogar) de hierro con la imagen de Napoleón en una cantera de arena.
 
La primera fábrica de vidrio merecedora de esta denominación se construyó en Las Rozas en 1844. Se trata de La Luisiana en Las Rozas, levantada por los hermanos Collantes Bustamante. En estas industrias tuvo un papel desta­cado Telesforo Fernández Castañeda y Gutié­rrez (Reinosa, 1830-1896), que fue también al­calde de Reinosa, y senador por la provincia de Santander en 1886. Telesforo comenzó adqui­riendo una representación de 297.600 reales en la fábrica de vidrio "La Luisiana" a D. Fran­cisco Angulo y Regulén en 1870.
 
Posteriormente incluirá en su patrimonio otras dos fábricas:
 
La Gran Fábrica de Cristal hueco y pla­no titulada "Santa Clara", situada en la Calle de los Estudios en Reinosa. Todos los edifi­cios, hornos y almacenes fueron construidos por encargo de D. Telesforo.
 
Una Fábrica de Vidrio plano en Arroyo titulada "La Cantábrica", en una finca con una extensión de seis hectáreas. Telesforo adqui­rió en 1875 los edificios a D. Julio Noboa, y el resto de la finca a D. Santiago Calderón.
 
También era propietario o copropietario de otros negocios, como una fábrica para la destilación y fabricación de espíritus y ginebras situada en Reinosa titulada "Primera de España", y nu­merosas minas en Arroyo (La Juanita, La Felicia, Angelita, Euge­nia, Catalina), Villanueva (Carmelita, Amanda) y Las Rozas (Petrita). Curioso personaje este D. Telesforo, que bien merece un trabajo de investigación.
 
La presencia de la Saint-Gobain en Campoo, con su fábrica de Arija, venía a reforzar aún más la especialización vidriera de la comarca. Pero esta concentración necesitaba una reordena­ción del sector quizás no tan agresiva como una OPA, pero sí in­dispensable para evitar sobreproducciones y guerras comercia­les. Por esta razón, pronto comenzaron las alianzas entre Crista­lería Española y el grupo de empresas que había impulsado Te­lesforo Fernández Castañeda.
 
La Saint-Gobain promovió en 1917 la fusión de la Reinosana y la Montañesa, suscribiendo el 51% del capital de la sociedad resultante, Vidrie­ras Cantábricas Reunidas S.A. (VCR), que fijó su sede en Reinosa. En 1925 fundó la compañía Vi­driera Mecánica del Norte S.A. (VMN), que puso en marcha una fábrica de vidrio estirado en Renedo de Piélagos, en Santander. También invirtió en empresas dedicadas a la extracción de mate­rias primas, como Las Rozas Collieries y Sulfatos Españoles, y más tarde en la Carbonífera de Valdearroyo.
 
 
 
CONCLUSIONES
 
Es curioso el destino de los productos y materias primas de Arija y Campoo. Están humildemente en muchos sitios, sin declarar su procedencia. El vidrio y las lunas pulidas de ayer que vestían escaparates y vi­viendas son transparentes. La arena de hoy está oculta en los fil­tros de las depuradoras de agua y bajo los terrenos deportivos. Y el agua del embalse del Ebro sale por los grifos y riega los cam­pos sin dejar ninguna señal de identidad.
 
 
 
AGRADECIMIENTOS
 
Este artículo es un trabajo derivado de un proyecto de recuperación de la historia local, aplicado en principio a la localidad de Arija y su entorno geo­gráfico y relacional. Los verdaderos protagonistas son los habi­tantes de Arija y sus descendientes, que han proporcionado valiosos documentos, fotografías y testimonios.
 
Con sus contribuciones se está desarrollando un sitio colaborativo en Internet (http://www.arija.org), centrado en un im­portante Archivo Fotográfico que ha recibido aportaciones de muchas localidades: Cantabria, Burgos, Bizkaia, Alava, Tarrago­na, Madrid, Asturias, Zaragoza, Sevilla, Bélgica, Venezuela... El proyecto continúa abierto, por lo que hacemos un llamamiento a quienes tengan cualquier tipo de material que sirva para am­pliar y enriquecer esta obra colectiva.
 

BIBLIOGRAFÍA
 
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