INTRODUCCIÓN
Desde hace varias décadas, la proliferación de estudios relacionados con la vida cotidiana, en sus vertientes económica, social y cultural, han dado un nuevo impulso a las investigaciones históricas. Actualmente son muchas las publicaciones que se centran en los diferentes modos de vida de la Antigüedad, así como películas, videojuegos, etc.
El desarrollo de las ciencias históricas y sus auxiliares permite hacer un balance más ajustado de la realidad a estudiar. Cobra importancia el llamado "marco histórico ambiental", en el que no sólo aparece el hombre, sino todos los elementos que le son propios y le modifican en determinadas ocasiones: clima, paisaje, economía local, sociedad, religiosidad, etc.
En el caso del mundo romano, además, tenemos gran cantidad de obras escritas en la época, que haciendo una interpolación en una realidad concreta sirven como método de conocimiento y comparación. No obstante, la realidad en sí misma es más compleja, y sólo se puede llegar a un acercamiento parcial. Los lectores se preguntarán entonces, un sin fin de cuestiones, no sólo sobre este artículo, sino en general sobre la vida que llevaban los moradores romanos de Campoo y de toda Hispania: ¿Cómo pasaban sus horas libres?, ¿a qué hora comenzaba su vida laboral?, ¿qué comerían y cómo?, ¿cómo eran sus casas y que hacían en ellas?, ¿y sus dependencias, muebles, vestidos? Todas estas preguntas y muchas más, seguramente que se las hayan planteado más de una vez cuando visitan una excavación arqueológica:
¿qué son esos montones de piedras? En este artículo pretendemos ofrecer una visión lo más sencilla posible sobre estos aspectos, sobre los pobladores de Julióbriga, de Camesa-Rebolledo (Octaviolca, según Robles) y de la villa romana de Santa María de Hito en Valderredible.
EL MARCO CRONOLÓGICO
La fundación de Julióbriga, según todos los datos arqueológicos e históricos, corresponde a un establecimiento de nueva planta al finalizar las Guerras Cántabras (29 a. C.-19 a.C.) de época augustea, en cuyas excavaciones los restos más antiguos corresponden al siglo I a. C. Su principal finalidad fue servir como instrumento romanizador de toda la zona de Campoo y eje articulador del espacio físico entre Pisoraca (Herrera de Pisuerga) y los asentamientos de la costa, Portus Blendius (Suances), Portas Victoriae luolobrigensis (Santander) y Flaviobriga (Castro Urdiales). Julióbriga es la civitas más importante del sur de Cantabria y la que más extensión tuvo. La población que sustentaba Julióbriga en el momento de su fundación era de carácter civil, y se iría mezclando en dos o tres generaciones con los Cántabros que se adaptaron al modus vivendi romano. Julióbriga era una civitas stipendiaria, esto significa que pagaba impuestos a Roma. Hasta mucho más tarde, durante el mandato de Vespasiano, no obtuvo el derecho de latinidad (ius latii). La ciudad fue creciendo con los siglos, teniendo tal vez el máximo desarrollo en los siglos I-II d. C., (hay que tener en cuenta que sufrió un primer incendio hacia los años 60-80 d. C.., que permitió reestructurar parte de la ciudad y crear nuevas casas). Hacia el siglo III d. C., y después de sufrir otro incendio que destruyó casi por completo la ciudad, Julióbriga se fue abandonado paulatinamente, y no volverá a conocer el esplendor de otras épocas. Será posteriormente ocupada por población visigoda y finalmente en la Baja Edad Media, surgiría el pueblo de Retortillo, en torno a la iglesia de Santa María.
Otro yacimiento con restos romanos en Campoo es Camesa-Rebolledo, con dos tipos de estructuras excavadas muy diferentes entre sí, y con una datación que abarca desde el s. I d.C hasta el s. V d.C, ya en un segundo momento de ocupación. La particularidad de sus instalaciones, que posteriormente describiremos, hacen de este yacimiento un lugar con muchas posibilidades de estudio aún no concretadas.
Por último, haremos una breve mención a la villa tardorromana de Santa María de Hito, yacimiento casi desconocido debido a las pocas publicaciones que lo mencionan, así como la decisión tomada en su momento de sellar los restos excavados, debido a la imposibilidad de dotarle de una estructura visitable y una conservación adecuada.
CLIMA, BOTÁNICA Y FAUNA
Actualmente nos encontramos en el periodo conocido como Cuaternario, que comenzó hace unos 2.400.000 de años, cuando aparecen los primeros homínidos sobre la tierra; y dentro de este extenso periodo (el más pequeño, no obstante, dentro de las divisiones geológicas), en el Holoceno, que se inició hace unos 12.000 años, cuando ya el hombre tal como le conocemos hoy en día, pintaba las cuevas de Altamira o las de Puente Viesga Este periodo se divide a su vez atendiendo a los diferentes cambios climáticos en diversas fases. Desde hace unos 2000 años, nos encontramos en el periodo llamado Sub-atlántico, y aunque dentro de éste han alternado diversos climas, durante casi cuatro mil años la temperatura ha permanecido con pequeñas diferencias como hoy en día. Campoo en el s. I a.C tenía una temperatura más templada que ahora, había más humedad, y por lo tanto la diversidad botánica era mayor, compuesta de grandes masas arbóreas, que según estudios palinológicos, eran de olmos, alisos, abedules, robles, avellanos y castaños (especie ésta casi desconocida hoy en la comarca) y que gracias a la bonanza climática proliferaban en estas tierras. Las grandes llanuras que encontramos a lo largo del valle de Campoo, debemos imaginarlas como una prolongación de los bosques de Saja, con un dominio absoluto de la silva. Los cántabros tenían una economía básica de caza, recolección y pequeñas plantaciones, insuficientes para menguar los bosques. La fauna salvaje existente se basaría en cérvidos, jabalíes, lobos y osos, en cantidad mucho mayor que en estos últimos siglos.
A partir de la ocupación romana de Campoo va cambiando paulatinamente ese paisaje. Se produce una vasta deforestación como respuesta a las necesidades de "civilización" de la zona: el bosque o
silva se fue degradando y fue ocupando su espacio por tierras de cultivo de herbáceas, cereal y llantén
(1) y también por praderías (
ager y prata) para pasto de animales domésticos, équidos, bóvidos ovicaprinos y ganado porcino, cuyos restos han sido hallados en las casas del sur de Julióbriga. La utilización de la madera por parte de los romanos como combustible y para fines artesanales, o bien como fertilizante mediante quemas sistemáticas, fue esquilmando el bosque existente.
LA VIVIENDA: ENTRE EL LUJO Y LOS FOGONES
Julióbriga se fundó con población civil, no como bastión para controlar la pacificación de Campoo, puesto que para ello se asentó en las inmediaciones la Legio IV Macedónica (en Pisoraca=Herrera de Pisuerga), sino como elemento de carácter administrativo. Roma utiliza la "
civitas" como eje fundamental para el control políticoadministrativo, y paradójicamente es su principal forma de introducirse en las costumbres indígenas. Toman, cogen y acomodan todo aquello que les parece útil, romanizan y a la vez reducen. No sabemos la procedencia de estos primeros habitantes romanos en Cantabria, si eran veteranos de guerra, o bien eran hacendados de otras ciudades hispanas o latinas, que querían incrementar su riqueza. De todas formas, los primeros pobladores de Julióbriga se fueron asentando poco a poco, ocupando toda la loma de Retortillo y las amplias vegas que se extienden hacia Villafría, Reinosa y Requejo. Estas vegas formaban el
ager y por ellas tributaban a Roma. Otra parte del territorio de Campoo estaba destinado al abastecimiento de la legión (
prata), y ocupaba un extenso territorio: Valdeolea y Valderredible, donde se han hallado numerosos hitos que marcaban este terreno para la
Legio IIII Macedonica.
La ciudad de Julióbriga, excavada en diferentes momentos (los primeros trabajos comienzan a finales del siglo XIX, y posteriormente, ya en el presente siglo, Hernández Morales, el Padre Carballo, Antonio García y Bellido y las últimas de la Universidad de Cantabria, a partir de la década de los años 80) ha arrojado hasta la fecha numeroso material, tanto cerámico, como metálico y numismático, que ha permitido conocer más los asentamientos romanos de Campoo. A estos hallazgos hay que sumar los bienes inmuebles descubiertos, varias casas en el sector denominado La Llanuca, una parte del Foro (situado en las inmediaciones de la iglesia románica), otras viviendas en el sector sur, como la de Los Morillos, las casas bloque y la casa de los "mosaicos" y en la zona del actual aparcamiento, hoy clausurado, un edifico público y otras viviendas.
Esta ciudad es un caso interesante de adaptación al medio, ya que las domus se van estableciendo siguiendo las curvas de nivel del terreno que hace que se construyan escalonadas y que se modifique la planta inicial que seguía modelos mediterráneos, por un tipo más acorde con el clima de Campoo. Se supone que la extensión de la ciudad sería de unas 20 hectáreas (excavada solamente una). De la población existente no tenemos datos concretos, aunque se sabe por restos epigráficos que varios pobladores de Julióbriga hacia finales del siglo I d. C., y principios del siglo II d. C., ocupaban cargos importantes fuera de su región, como en Tarraco (Tarragona), o en el ejército, en las guerras contra Numidia en el norte de África.
Las viviendas exhumadas nos muestran cómo se estructuraba la población. Hay dos tipos de casas que son características de dos clases sociales: por una lado los edificios de La Llanuca, los Morillos y la casa de los "mosaicos"; que pertenecerían a ricos terratenientes, y por otro lado las Casas Bloque, pertenecientes a artesanos y población más humilde, tal vez pequeños propietarios. A estas dos clases sociales hay que añadir los esclavos que trabajaban para las clases más altas y se ocuparían de las actividades agropecuarias.
Estos colonos fueron los primeros moradores de Julióbriga y sus costumbres serían las mismas que existían en Roma, y aunque residiesen en una pequeña ciudad de provincias actuarían siguiendo patrones ya establecidos en su cultura.
En Julióbriga hemos visto las casas existentes, pero vamos a intentar escudriñar cómo sería una de esas casas y qué tipo de familia la habitaba. La domus más grande y la primera en ser localizada fue denominada La Llanuca. Esta casa presenta una planta de unos 1.193 m², y debió de pertenecer a una familia acomodada, fue construida hacia el siglo I d. C., permaneciendo en uso hasta el 150 d. C. La casa se estructura a través de un patio que al principio estuvo porticado, y que después, una vez comprobados los efectos del clima se cerró para proteger las estancias de la casa de las inclemencias del tiempo. Posee unas 29 estancias, más el patio, lo que nos da una muestra de la imponente construcción de esta domus. La casa se divide como las clásicas edificaciones romanas de cierto lujo, por una parte están las dependencias privadas de los dueños de la casa y por otra, las cocinas, despensas y en algún caso talleres o tiendas (tabernae). Esta casa presenta al sur diferentes habitaciones que podían estar destinadas a la vivienda del portero o la portería, cella ostiaria. Al norte tiene una serie de dependencias, destacando una central que va a dar al patio con unas medidas de unos 42 m², esta sala estaría destinada a lugar de reuniones o de recepción, oecus, o bien a comedor, triclinium. Es la única estancia abierta y que desemboca en el patio. lo que hace suponer que se utilizaría en los momentos de bonanza climática, a ambos lados aparecen otras compartimentaciones: la más grande de ellas fue posiblemente un comedor de primavera; el resto, fueron dormitorios, cubiculum, uno de los cuales poseía una pequeña antecámara. Hacia el oeste de la domus se abren tres huecos, que hacen pensar que sus habitantes tuvieron otro comedor para los meses más duros del invierno, y las otras estancias estarían dedicadas a dormitorios, algunos de ellos con antecámara y salones privados, éstos se solían adornar con pinturas murales, de las que no quedan restos y los suelos estaban recubiertos de mosaicos opus tesellatum (que han aparecido en diversas estancias de esta casa señorial).
En el ala este, existen diversos habitáculos con una función privada, dormitorios y salones de reunión, aquí parece que hubo una escalera que nos llevaría a una segunda planta que ocupaba todo el sector oriental, dada la amplitud de los pasillos que van a dar a los dormitorios situados en esta esquina.
En la zona central de la casa estaba el atrio, y las dependencias contiguas que serían habitaciones para despensa, cocina y letrinas y una pequeña taberna que daba al exterior de la casa que consiste en un espacio porticado que conducía desde aquí hasta el foro formando un pasillo columnado.
Otro
ejemplo de
domus la tenemos hacia el sur, en la zona de la carretera, es la denominada casa de Los Morillos, construcción que se puede datar en torno al 80 d. C., después de haber sufrido un incendio años antes, y seguiría siendo utilizada durante todo el siglo II d. C. Es de patio central columnado, con una planta de unos 648 m², estamos también frente a una casa señorial, no sólo por su tamaño, sino por los elementos arquitectónicos que presenta. Nos encontramos con un espacio amplio, abierto al exterior, que sería la entrada de la casa o
fauces. Frente a ese espacio se abre uno de dimensiones bastante grandes unos 55 m², sobre su utilidad hay diferentes opiniones, parece que se trate de un
tablinium, estancia privada del dueño (lecho conyugal, archivos, etc.), o bien un
oecus, a su lado nos encontramos con una habitación cuyo suelo está pavimentado con cantos (
opus barbaricum), que confieren a la sala un aspecto menos lujoso que los constituidos por las tesellas de los mosaicos. Esta sala tenía como misión albergar el
triclinium o comedor.
El ala norte, debido a la escasez de restos que determinen su funcionalidad, podemos suponer que estuvo destinada a zona residencial y de reposo, con habitaciones de descanso (cubiculum) v salones privados del pater familias, aposentos con antecámaras e incluso una "suite" (salón y dormitorio). En la zona sur de la casa están situadas la despensa (cella penaria) y la cocina (lugar donde se encontraron los morillos), asociadas a una gran cantidad de material cerámico de mesa, cocina y almacenaje. Además, hay una pieza que mantiene su privacidad frente al resto de las dependencias de servicios y que por su situación, alejada de los ruidos del ajetreo diario, pudo tratarse de un comedor privado probablemente de uso más cotidiano que el triclinium destinado a ocasiones más especiales. La letrina estaría situada en esa zona, sobresaliendo de la planta de la casa.
Detrás de esta casa aparecen los restos de otra que se ha denominado la "casa de los mosaicos"; aún sin excavar por completo, que tiene aparte del mosaico, un hypocaustum (calefacción subterránea, parecida a las glorias castellanas).
Frente a la casa de los Morillos nos encontramos con las llamadas casas bloques, que corresponden a clases sociales más humildes: asalariados, o bien a pequeños propietarios y artesanos. Se encuentran en el sector sur de la carretera de acceso a Retortillo, son una serie de construcciones, datadas en torno a finales del siglo I d. C., y con vigencia hasta el siglo III d. C., cuando un incendio asoló la ciudad.
Se pueden distinguir dos viviendas con claridad, que no tienen nada que ver con las anteriores. Su carácter más modesto nos lleva a pensar en la vida de sus habitantes, que debieron ocuparse de la artesanía y de la ganadería como forma de vida, tal y como demuestran los hallazgos muebles encontrados. Éstos son, sobre todo, útiles de madera (tapas, cubos, etc.), de cuero y pequeños hornos de hierro, ya que se han hallado fragmentos de escoria férrica. Su división es sencilla, con cuartos para dormir y cocina, sin grandes lujos, tal y como describe Marcial la casa de una familia pobre, "una mala cama, una mesa coja, un infiernillo, una lámpara, un ánfora para conservar pescado, una marmita, un tazón de madera y un orinal', así podría haber sido, salvando las diferencias entre Roma y Julióbriga, la vivienda de una de estas familias. El resto de edificaciones que aparecen en ese sector están dedicadas a la ganadería y la agricultura, como cuadra (stabulum), estructura alargada cercana a la casa: horreos (horreum) o silos para el grano, que en esta zona están representados por filas de losas sobre las que se erigen postes de madera para alejar el grano de la humedad. Las estructuras no guardan una ordenación lógica, sino que están distribuidas por el espacio de manera anárquica, aprovechando las curvas de nivel más idóneas o la afloración de piedra para la construcción de la vivienda. El trabajo de los ocupantes de estas casas, bien pudo ser realizado para los terratenientes, convirtiéndose en sus clientes, y dependiendo de ellos. En este sector pudo existir actividad mercantil, al modo de tabernae, ofreciendo los productos artesanales que allí se realizaban.
Otro de los espacios importantes de una civitas romana era el foro, lugar donde se encontraban los templos y en definitiva donde se realizaba la vida social de la ciudad. El forum de Julióbriga está situado bajo la iglesia románica de Retortillo, hoy parcialmente descubierto. Desde la Llanuca y hasta esta parte de la ciudad, habría un camino porticado, que marcaba el eje fundamental de la misma, siguiendo un posible plano ortogonal, aunque muy modificado por el terreno. El edificio público ocuparía la zona más predominante de la ciudad, y su estructura no sólo se vería desde cualquier parte de Julióbriga, sino también desde las zonas limítrofes. Los restos visibles son unos plintos y sobre ellos basas de columnas, y bloques de sillares formando una hilada frente a las columnas (sería un recinto con triple pórtico columnado). Tras éstos aparece una estructura elevada cuadrada y bajo ella un pozo de bastante profundidad, las interpretaciones son variadas sobre la función que desempeñaban estos vestigios, pero podría haber sido el podium sobre el que se edificó el templo. En esa zona se descubrió una mano tallada en hueso, que podía representar a la diosa Ceres, ya que en su puño tiene una flor de adormidera y unas espigas de trigo. También en los alrededores del podium se encontraron varios exvotos fálicos, que actuaban como amuleto contra el "mal de ojo" o cualquier otra maldición. Otro dato significativo es que en la zona del cementerio se encontró un ara dedicada a Júpiter.
El yacimiento de Camesa-Rebolledo, hoy sumido en el abandono sin saber muy bien por qué, consta, por un lado, de unas construcciones de habitaciones contiguas que dan a un patio interior cuya función es muy discutida: ¿posible campamento militar romano?, pudieran ser estructuras de barracones de tropa, además se encuentra dentro de los territorios militares de la Legio IV Macedónica, y aparecieron algunas monedas partidas, típicas de ambientes militares; ¿tabernae, relacionadas con algún asentamiento militar?, debido a la ausencia de fortificaciones defensivas, los desplazamientos de tropas militares iban, en ocasiones, acompañados por tiendas comerciales con todo tipo de mercancía. Estas estructuras están fechadas por los materiales asociados (cerámica, ladrillos, tegulas, monedas) en el s. II-III d.C. Por otro lado, muy cerca del yacimiento anterior, tenemos una vivienda de lujo con dos niveles de ocupación. En el S.I-III .d. C. se constatan una serie de instalaciones, posiblemente termales según la típica distribución de éstas: caldarium (baños de agua caliente), sudatorium (sauna), frigidarium (baño de agua fría), apodyterum (vestuarios). Algunas estancias tenían pinturas murales, que hoy no se conservan. La funcionalidad de esta construcción no está clara, aunque algunos autores apuntan hacia una relación con las anteriormente mencionadas estructuras como vivienda del jefe de una guarnición, a semejanza de otros casos de pretorios de Britania. A finales del s. III d.C. el edificio se abandona. En el s. IV d.C existen señales de una reutilización de la mansión, anulando parte de las estancias y usando algunos de sus elementos (parte de un miliario de Trajano). Posteriormente, se construyó sobre la edificación romana una ermita y una necrópolis de cronología visigoda. Los materiales de este yacimiento, a excepción del miliario, son poco significativos: fragmentos de terra sigillata, cerámica común, algunos ladrillos y tegulas, monedas, probablemente esto sea debido a la intervención y expolio en época medieval.
En Valderredible, en el término de Santa María de Hito, se excavó en la década de los 80 una villa tardorromana, de finales del siglo III al V d.C., que según economistas romanos como Varrón o Columela, cumple todos los requisitos que éstos mencionan como característicos de una
villa, se trata de un núcleo perfectamente organizado de economía autárquica, con talleres, granja, silos, etc., todo lo necesario para poder subsistir con lo que daba la tierra y no depender del exterior. Este sistema económico, que proliferó en Roma y se exportó a sus provincias, eran explotaciones de grandes latifundios con mano de obra esclava, y posteriormente asalariada que dio origen al sistema de colonos medieval.
Es una villa de tipo nórdico frente a las más extendidas de tipo mediterráneo, que cumple a la perfección las prescripciones de los agrónomos romanos: cerca de un río, para abastecerse de agua, y cerca de la calzada, para sacar sus productos. Consta de un patio exterior empedrado que funciona como eje de toda la casa con un pasillo que conduce a las habitaciones. La zona sur contiene las habitaciones señoriales: una gran sala (triclinium), con un significativo suelo de opus signinum y comunicada con otras tres salas calefactadas, alguna con restos de pinturas murales; continuando por el corredor decorado también con pintura mural, surgen estancias más corrientes con suelo de mortero y una de ellas con un hogar con tejas en la base. La importancia constructiva de esta casa se pone de manifiesto en los muros de sillería, pavimentos con zócalos, existencia de hypocaustum, gran decoración mural, y excepcionalidad de sus termas. Los materiales encontrados confirman su carácter rural: restos de aparejos agrícolas, cencerros para el ganado, pesa de telar, aparte de otros materiales más comunes, como son una fíbula en omega, cuenta de ámbar, mango de un cuchillo de bronce, fragmentos de cerámica...
LOS OBJETOS COTIDIANOS
Para hablar de los objetos de uso cotidiano, así como de las costumbres en la vida de un romano, no disponemos de suficientes referencias arqueológicas ni documentales en el caso de Campoo en esta época. No obstante, existe una amplia literatura latina que retrata al detalle la vida de los primeros siglos de nuestra era: la sociedad, la educación, la cultura, el ocio, la gastronomía... Por otra parte, el abundante material arqueológico nos completa la información anterior, como es el caso de los Foros de Roma, las ruinas de Ostia, Pompeya y Herculano fundamentalmente. Vamos a hacer un paralelismo entre la información disponible de estos yacimientos, y la que tenemos sobre la zona de estudio, centrándonos en aquellos materiales que han surgido en las diversas excavaciones, aunque en algunos casos en los que no tenemos noticia alguna (por su fragilidad en la conservación) se da por sobreentendido que las comparaciones son válidas, en el caso de piezas de madera, textiles, pieles, etc.
El mobiliario y la decoración de estas casas era bastante más sencillo que hoy en día, predominando, como siempre, la funcionalidad. La opulencia no se manifestaba en un mayor número o tamaño, sino en el valor material y el arte de los mismos. En general, se limitaban a objetos indispensables: armarios, arcas, asientos de diversos tipos (mampostería, taburetes y sillas de madera o bronce), mesas, hornacinas y estancias destinadas a guardar objetos concretos. Pero para un romano, el mueble esencial era el lecho, cuyo fin no era sólo para dormir, sino que era utilizado también para trabajar o comer. Los más humildes usarían unos simples camastros con jergón, los demás tenían tantos y tan variados como su posición les permitía: individuales (lectuli), conyugales (lectus genialis), para el comedor (triclinia); los hay de bronce, madera tallada, con incrustaciones de marfil o de materiales preciosos. El resto del mobiliario consistiría en alfombras, cojines, orientales, vasijas de cristal y vajillas de lujo, candelabros o luoetm, escabeles, etc.
En Julióbriga tenemos algunas evidencias de restos de mobiliario como pueden ser varias piezas metálicas, cuyo estudio nunca se ha publicado, y que el profesor Iglesias menciona en su guía de Julióbriga: piezas de plomo, tiradores, placas de cobre, llaves, pomos de adorno en bronce. Estas piezas de carácter básicamente funcional pueden ser restos de apliques ornamentales de diversos arcones, armarios u otro tipo de mobiliario. No podemos olvidar la existencia de los famosos "morillos", dos morillos de hierro que representan bóvidos cuyos cuernos están rematados por bolas de bronce. Su función está asociada al fuego del hogar, se trata de un hogar bajo, a ras del suelo, quizá para apoyar vasijas encima con algún hierro supletorio; también se ha querido apuntar alguna simbología ritual puesto que es en el hogar donde se rendía culto a los dioses Lares, y a Vesta, diosa del fuego. Estas interpretaciones de función ceremonial son muy discutidas, pero el hallazgo de otros morillos en el sector del foro durante las últimas excavaciones pueden aclarar este aspecto.
No sucede lo mismo con los restos de vajillas de lujo, bastante abundantes no sólo en Julióbriga sino en general en todos los yacimientos romanos de Campoo. Sin mencionar la cerámica común existente, ya sea de cocina, transporte o almacenamiento, puesto que ha sido objeto de un extenso artículo en esta misma publicación, explicaremos de forma rápida los distintos tipos de cerámicas que se han hallado sin detenernos en exceso para explicar formas o tipos, siendo éste un tema amplio para el que necesitaríamos numerosas líneas. Los romanos tenían verdadera pasión por la vajilla de materiales finos, ésta podía ser de múltiples materiales: oro, plata, materiales exóticos como la múrrina importada de Oriente, ónice, cristal...
En el Campoo romano se constata la existencia de abundantes vasijas cerámicas de Terra Sigillata, cerámica de pasta roja muy decantada con una cocción oxidante y engobe rojo, con una amplia gama de formas tanto decoradas como lisas. Las decoraciones presentan motivos vegetales, animales, guirnaldas, círculos, figuras humanas, dispuestas en distintos frisos verticales u horizontales, y ésta determina en muchos casos su procedencia. Su nombre es debido a que en su mayoría presentan un sello o sigillum con la marca del ceramista o taller de fabricación, aspecto muy importante porque marcan cronológicamente un yacimiento. Existen formas lisas aretinas e itálicas (Terra Sigillata Italica o Aretina), otras procedentes de talleres franceses de gran renombre como La Grauffesenque (Terra Sigillata Gálica) lisas y decoradas, y copias de producción nacional cuyos talleres se asentaban principalmente en el Valle del Ebro (Terra Sigillata Hispánica). El estudio detallado del origen de estas piezas nos descubre la relaciones de irüportación y el comercio existente en esta zona, así como las vías de comunicación a través de las cuales nos llegaban.
Por otro lado, podemos mencionar también el hallazgo de algunos fragmentos de piezas de vidrio que corresponden a cuencos, copas, botellas, estando sólo completo un ungüentario de pasta vítrea.
Para alumbrar las casas, los romanos utilizaban antorchas, velas y lámparas de aceite (lucernae). Éstas pueden ser ordinarias de arcilla cocida o de bronce, y sus formas son muy variadas: para posar, para colgarlas, con distintos tamaños; y como éstas emitían poca luz se requerían muchas para iluminar una estancia. En Campoo tenemos diversos ejemplos tanto de lucernas como de candiles, que son lucernas portátiles con la llama protegida para que no se apague por el viento o al trasladarse. Las habitaciones se calentaban por medio de estufas portátiles de bronce o braseros fijos. Existían sistemas de calefacción fijos o de construcción como el hypocaustum, que permitía mediante elevación del suelo de la estancia calentar el firme de la misma, no obstante, se debía de pasar mucho frío.
Existen otro tipo de elementos metálicos que se relacionan intrínsecamente con algunas posibles actividades domésticas o artesanales de los cuales en Campoo tenemos herrajes y bócados de caballo, puntas de lanza usadas en cacerías (venatio), un instrumento de hierro en forma de rastrillo, una pieza similar a una gubia para el trabajo del cuero o la madera, restos de aparejos agrícolas, pesas con cuerpo de plomo y asas de hierro, cencerros para el ganado. También elementos en madera, aparte de aquellos dedicados a la construcción han aparecido en Julióbriga: cubiertas, tapias, canalizaciones, se conocen tapaderas, barricas, cuencos, calderos y asas. Podemos deducir de estos hallazgos que en la ciudad o en la villa cada individuo desempeñaba una tarea ya sea agrícola, artesanal o comercial, habría múltiples talleres y tiendas: tejedores, zapateros, alfareros, albañiles, carpinteros... Es probada la existencia en varios lugares de la ciudad de Julióbriga de escorias y moldes de fundición pertenecientes a talleres artesanales de hierro.
USOS Y COSTUMBRES, CREENCIAS Y SUPERSTICIONES
El grupo familiar está formado por el padre, la madre, los hijos, las hijas, los sirvientes, el mobiliario doméstico y algunas decenas de hombres libres (clientes), que cada mañana desfilaban ante su patrón o protector para hacerle una rápida visita de homenaje (en el oecus). La clientela surgió por la necesidad de apoyo del mayor número de ciudadanos que necesitaban los patricios para ganar las elecciones y ocupar cargos públicos, a cambio de protección y defensa de sus intereses, ejerciendo una gran autoridad moral. La razón de la vida para un romano era poseer casa y tener hijos, en caso contrario es una desgracia, y por ello el hombre que no tenga hijos los buscará y los hará suyos. Cuando nacía un niño era colocado a los pies de su padre, si éste lo levantaba (tollere) y cogía en brazos reconocía su existencia y se comprometía a criarlo y educarlo. En caso contrario lo exponía, es decir, lo abandonaba públicamente para que fuera adoptado por otras familias.
Dentro de una familia las personas son de dos clases: sometidas a la autoridad de otro (esclavos, hijos, esposa) y personas libres de autoridad ajena (paterfamilias). Sólo un hombre puede ser jefe de familia, la mujer aunque puede poseer bienes pertenece a la casa y tiene siempre un dueño, ya sea su padre, su marido o varón cercano de la familia.
En cuanto al vestido son muchas las esculturas en las que aparece el traje masculino más extendido en el mundo romano: la toga, pieza de tela blanca gruesa en invierno y fina en verano. Vestirse la toga era una operación dificil debido a la complejidad de los pliegues, bajo ella se llevaba la túnica, tanto para hombres como mujeres, ceñida por un cinturón; esta prenda se vestía en la casa y en el trabajo y era la única que disponían los esclavos o gente humilde. Las mujeres usaban una túnica larga hasta los pies y una fascia pectoralis para sostener el pecho, sobre esto llevaban la stola, vestido largo en el cuello sujeto en la cintura y la palla, mantón cuadrado. Esta vestimenta se completaba con diversos aderezos y adornos, de los cuales tenemos alguno hallazgos en Campoo: broches o fíbulas con las figuras más variadas, predominando las de omega, para sujetar las diversas prendas que usaban; hebillas, para ceñir las ropas en la cintura pues el ir desceñido era signo de desidia y abandono en el vestir; alfileres, que se usaban como imperdibles de seguridad; brazaletes, pendientes y anillos de diferentes metales preciosos, en algunos casos, con incrustaciones de piedras preciosas o camafeos; cuentas de collar...
El calzado del hombre y el de la mujer no presentaba posiblemente grandes diferencias, excepto en los adornos o en los colores. Existían tres tipos de calzado: sandalias (sandalia), sujetadas con tiras de cuero, zuecos (socci) y zapatos (calcei) con lengüetas y cordones que llegaban hasta el tobillo. Podemos mencionar la conservación excepcional, debido a la fragilidad de este material, en Jullóbriga de unas piezas de calzado formadas por cuatro suelas de cuero superpuestas con agujeros de cosido o de tachuelas.
Las creencias religiosas romanas tenían un sentido más utilitario que moral, y todos los ritos y sacrificios tenían como objeto obtener un beneficio de los dioses y de los espíritus. Se rendía culto a innumerables dioses, continuamente el número de ellos iba aumentando a medida que se sometían nuevos territorios, y se adoptaban divinidades nuevas, siendo éstas cada vez más exóticas. Existía una doble vertiente de cultos: por un lado el culto público, y por otro el culto a las divinidades privadas o domésticas. El culto público estaba ligado al Estado y la política, presidiendo el panteón la Tríada Capitolina compuesta por Júpiter, Juno y Minerva, y en su honor se celebraban fiestas y juegos. Dentro de las casas se veneraban a los lares, espíritus protectores del hogar y del fuego; a los penates, dioses protectores de la despensa; a los manes, espíritus de los antepasados muertos. Tenemos constancia en el Campoo romano de varios descubrimientos relacionados con las creencias: inscripciones religiosas (aras) dedicadas a Júpiter, cuyo culto se encuentra bastante extendido en el Norte de Hispania; otra ara dedicada a la Asamblea de los Dioses (Conventus deorum); un idolillo o figurita en bronce (suelen ser exvotos); y un posible Mercurio en plomo; fragmento de una mano tallada en hueso asociada a la diosa Ceres. En esta comarca no tenemos vestigios de culto a dioses de tradición indígena (salvo el ara dedicada al dios Erudino en el Monte Dobra, pero fuera ya de Campoo), pero no hay que descartar su existencia y posible relación con la religión tradicional romana habituada a fusiones y simbiosis con otras creencias.
Aparte de los numerosos juegos públicos, los romanos practicaban diversos pasatiempos y diversiones: corrían en el campus, lanzaban disco o jabalina, jugaban a la pelota, hacían gimnasia, acudían a las termas que era un lugar especial para su esparcimiento y reuniones..., pero sobre todo eran muy aficionados a los juegos de tabas y dados, en los que apostaban grandes sumas de dinero. En Julióbriga tenemos el ejemplo de un tablero de juego de fichas, así como diversas fichas de juego (trozos de cerámica con forma redondeada, posiblemente aprovechando las piezas rotas o inservibles).
Para finalizar, explicaremos brevemente las costumbres gastronómicas. Las comidas se realizaban cuatro veces al día, siendo la principal la cena, que se hacía en familia al acabar la jornada. Sentían un placer especial por la conversaciones en torno a la mesa de la cena. Los convites tenían una función social importante. Los invitados llegaban a la casa con antelación, donde se les acicalaba y perfumaba, luego el dueño de la casa o anfitrión les enseñaba la vajilla de lujo expuesta y explicaba su procedencia. Las cenas se celebraban en el triclinium, donde se recostaban sobre el codo izquierdo y comían con la mano derecha. La mesa se preparaba con minuciosidad, pero la servilleta se la traía cada comensal. Se terminaba con los brindis a los dioses y en ocasiones, continuaba con una velada nocturna con juegos, música, baile, lecturas, etc. Uno de estos convites queda bien expuesto en el siguiente Epigrama de Marcial:
"No hay nada más miserable ni más glotón que Santra. Cuando invitado corre a una cena de ceremonia que ha perseguido durante tantos días y noches, pide tres veces criadillas de jabalí, cuatro veces lomo y los dos muslos de una liebre y las dos paletillas y no se pone rojo por, ante un tordo, jurar en falso, ni por apoderarse de los pálidos filamentos de las ostras. Ensucia la servilleta guardando en ella bocados de pastel; allí son colocadas también uvas en conserva y unos pocos granos de granada y la piel desagradable de una vulva de cerda vacía y un higo rezumante y una seta flaca. Pero, cuando ya la servilleta a causa de los mil hurtos se rompe, esconde en su tibio seno costillas roídas y una tórtola mutilada a la que ha comido la cabeza. Y no considera vergonzoso recoger con diestra larga las sobras y todo lo que los perros dejaron. Y este botín comestible no es suficiente para su glotonería; llena de vino rebajado con agua un jarro que tiene a sus pies. Cuando, después de subir doscientas escaleras, ha llevado estas provisiones a su casa e inquieto se ha cerrado en su buhardilla echando el cerrojo, ese glotón al día siguiente las vende".
Los restos de huesos hallados en las excavaciones de Juliobriga nos informan del tipo de alimentación que tenían: especies domésticas como bóvidos, équidos, ovejas, cabras y cerdos, y especies salvajes como el jabalí y el ciervo. También tenemos constancia de prácticas pesqueras por las piezas de plomo usadas como contrapeso de redes, probablemente en los ríos más cercanos. Asimismo se consumían diversos granos de cereales, como lo demuestra el uso de molinos giratorios para triturar el cereal. Podemos presumir que la alimentación se aclimata a las existencias de la zona donde los romanos se asientan, pero siguen manteniendo sus gustos culinarios como se puede deducir por el hallazgo de morteros, usados para machacas especias y cocinar salsas, así como de platos de engobe ir. terno rojo pompeyano, utilizados para guisar tortillas (patinae),ambos platos típicos de su gastronomía.
Hemos intentado acercarnos al mundo cotidiano del Campoo romano de una manera general, cuando las investigaciones sobre esta zona avancen, se podrá realizar un acercamiento más concreto y real sobre estos yacimientos ya conocidos, y aquellos que sin duda alguna el futuro deparará. También tendríamos que tener en cuenta el papel, hoy desconocido, que jugó la población autóctona en el desarrollo de estas ciudades o villas hispanorromanas.
NOTAS
(1) Planta herbácea, vivaz, de la familia de las plantagináceas, con hojas radicales, pecioladas, gruesas, anchas, ovaladas, enteras o algo ondeadas por el margen; flores sobre un escapo de dos a tres decímetros de altura, en espiga larga y apretada, pequeñas, verdosas, de corola tubular en la base y partida en cuatro pétalos en cruz; fruto capsular con dos divisiones, y semillas pardas elipsoidales. Es muy común en los sitios húmedos, y el cocimiento de las hojas se usa en medicina.
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