El yacimiento de El Torrejón de las Henestrosas

Ramón Bohigas Roldán

ANTECEDENTES
   Quisiera iniciar esta disertación recordando las causas por las que se inició la excavación en el yacimiento de El Torrejón obedecen a una doble gama de razones.

   En primer término habríamos de reseñar los propios antecedentes de investigación arqueológica en el yacimiento.

   Éstos eran conocidos desde los años 40 en que el entonces párroco de Las Henestrosas de Las Quintanillas, D. Teótimo Gallo, recabó la presencia en la localidad del P. Jesús Carballo, a la sazón director del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Santander, motivada por el descubrimiento de varias estelas y términos augustales en el entorno de la iglesia parroquial de Santa María de las Henestrosas, donde aún se conservan parte de ellas.
 
En esta ocasión, en compañía de Joaquín González Echegaray, se produjo un reconocimiento del término de la localidad en que se localizó este yacimiento, que fue inicialmente publicado como castro "celta" (CARBALLO, J., 1952, p. 306). Con ocasión de la Memoria de Licenciatura de quien suscribe (BOHIGAS ROLDÁN, R., 1978) la cronología, supuestamente prerromana del yacimiento, fue corregida, atribuyéndole la datación medieval que las posteriores excavaciones habrían de confirmar.

   El segundo tipo de motivaciones que condujeron al inicio de la excavación guardan relación con el estado de las investigaciones en arqueología medieval en la década de los ochenta. Con anterioridad a esos años se habían dado los primeros pasos por el equipo arqueológico organizado en torno al Museo de Prehistoria de Santander, dirigido desde 1962/1963 por el Dr. García Guinea, que habían posibilitado definir los primeros fósiles-conductores de cronología altomedieval, que fueron las llamadas "cerámicas de Repoblación". Posteriormente integrantes del mismo equipo iniciaron nuevas líneas de investigación tendentes a profundizar el conocimiento de la arqueología medieval de Cantabria, iniciándose la excavación sistemática de varios tipos de yacimientos. En esta línea se insertó la excavación del Castillo de Camargo (Cantabria), donde se formó el equipo arqueológico que habría de asumir la excavación en el yacimiento de El Torrejón. En 1983 controversias sobre la titularidad del terreno donde se asienta el yacimiento fortificado camargués aconsejaron paralizar el trabajo de campo en él y buscar un nuevo tipo de yacimiento fortificado de cronología medieval en donde continuar profundizando las investigaciones sobre la arqueología medieval en Cantabria.

   Después de varias visitas a distintos yacimientos en diversos puntos de la región y de contactos con las respectivas Juntas Vecinales o Ayuntamientos titulares de los terrenos, se optó por El Torrejón de Las Henestrosas, habida cuenta de la importante diferencia morfológica con respecto al ya conocido Castillo de Camargo, como por la excelente acogida que tuvo el proyecto por parte de quien entonces era presidente la junta Vecinal de Las Henestrosas de las Quintanillas, D. Bernardino Hoyos.

El Torreón de las Henestrosas (Valdeolea). Plano general

 
EL YACIMIENTO Y SUS CARACTERÍSTICAS

   Las peculiaridades morfológicas se pueden resumir en los siguientes puntos:

   1°.- Situación sobre un pequeño cerro, poco elevado sobre el fondo del valle de Valdeolea, cuya porción meridional se controla desde el emplazamiento.

   2°.- Regularidad de la planta del yacimiento, casi perfectamente cuadrada frente a la mayor irregularidad, más condicionada por las topográficas preexistentes, de los castros altomedievales.

   3°.- Una articulación de las defensas compleja, basada en las obras artificiales (muros de la fortificación más la cerca exterior perimetral), que se suman al profundo foso tallado en la roca viva y reforzado exteriormente por un vallado o contrafoso construido con el propio escombro extraído de su excavación.

   El espacio defendido por este circuito defensivo cerraba una superficie de unos 1.250 m², de los que se excavaron en cinco campañas unos 400 m², que representan aproximadamente 1/3 de la superficie total del yacimiento.

   La metodología de excavación se ajustó a un sistema de área abierta u "open area", con una adaptación del sistema Wheeler para el registro vertical y horizontal de los hallazgos.

La superficie excavada abarcó la totalidad del frente sudeste del conjunto edificado, que alcanzaba en 1989 la totalidad de la fachada principal del recinto, que se pudo identificar con una casa-fortaleza nobiliaria de la Plena Edad Media.
 
LOS ELEMENTOS ARQUTECTONICOS Y DEFENSIVOS

   La excavación llevada a cabo en esos años puso de relieve la existencia de las siguientes estructuras arquitectónicas:

   A) Contrafoso o vallado externo, construido mediante el apilamiento del escombro sacado de la excavación del foso en la roca caliza del substrato geológico. No se ha excavado, pero se eleva hasta una altura ligeramente superior a los 3 mts. sobre el fondo del foso y unos 2 mts. respecto al terreno externo a la fortaleza.

   B) Foso, excavado, como se ha indicado antes, en roca viva. Su anchura ronda en torno a los tres metros y en él se abrieron las áreas o cuadros de excavación denominados F-1 y A-4. En el primero de ellos se llegaron a registrar cotas negativas de 3'20 mts., mientras en el A-4 se llegó a una profundidad de 2'50 mts. Es también este último cuadro el que ha registrado una mayor abundancia relativa de materiales arqueológicos desechados y arrojados al foso tras su amortización.

   C) Cerca exterior, que debía recorrer todo el perímetro de la plataforma cuadrada delimitada sobre el foso. Sólo se localizó, reducida a las dos hiladas de base de los cimientos, entre los cuadros E-1 y F-1.

   D) Muros de la casa torre, de la que se conservan los cimientos de unos muros de 1'20 mts. de espesor, que se han localizado en los cuadros Z-3/Z-1 hasta E-3/E-1. Se mantenían en pie, soterrados, alzados no superiores a los 50 cms., que abarcaban como máximo 2 o 3 hiladas. En otras zonas su trazado es detectable mediante la zanja de cimentación, como sucede en los cuadros D-5 y B-5. Forma un rectángulo que, en lo excavado hasta el presente, tiene unas dimensiones de 19'7 por 9'2 m. (181'24 m²). También dentro de la porción excavada se adivinan divisiones internas del espacio arquitectónico del edificio, delimitadas a través de muros medianeros más estrechos (0'75 mts. de espesor) como los detectados en los cuadros B-3 y B-5, este último reducido por el saqueo de materiales de construcción a la impronta de los sillares de cimentación.

   E) Vano de acceso, abierto en el paramento de la fachada SE de la casa torre y detectable por medio de su umbral de 2'40 mts. de anchura. Por el exterior le flanquea un semicubo macizo de 1'6 mts. de diámetro, adosado al muro de fachada y de carácter más ornamental que propiamente defensivo.

   El alzado del edificio apenas puede ser intuido en base a los restos arquitectónicos conservados. Únicamente los restos de tablazón carbonizados hallados en los cuadros D-3, C-3 y D-5 han evidenciado la existencia de un primer piso de madera hecho de tablazón de roble, según se clasificó en el Instituto del Carbón del C.S.I.C. con sede en la ciudad de Oviedo.

   F) Torre adosada al esquinal SE de la casa noble, de planta rectangular de 12'2 por 9'6 mts. en su planta externa. Interiormente tiene una superficie útil de 66 m² de planta (7'2 por 9'6). Está muy alterada por los saqueos de piedra que han afectado a la mitad meridional de esta estructura, en la parte precisamente más próxima al caserío de Las Henestrosas. Su delimitación ha sido posible, parcialmente, gracias a las zanjas de cimentación de los muros en que se repiten las evidencias radicales de saqueo a que hemos aludido en otros puntos de este texto.

   La estratigrafía del depósito arqueológico era sencilla, presentando la siguiente sucesión de capas:

   1°.- Capa de tierra muy suelta, formada por arena de construcción, mortero y piedras muy menudas.

   2°.- Capa de tejas curvas, extendida de manera uniforme por la superficie edificada del yacimiento.

   3°.- Capa de maderas quemadas que, parcialmente, evidenciaban una disposición restituible en plano. Esta capa se englobaba dentro de una considerable capa de tierras de color ceniciento. Ambas evidencias estratigráficas evidenciaban, desde una perspectiva de la evolución de la cultura material, el final de la vida arquitectónicamente útil del edificio mediante un incendio.

   4°.- Suelo de ocupación o de pavimentos.

A estas referencias he de añadir otro comentario referente a las condiciones de conservación de la estructura arquitectónica del edificio, el fenómeno que les afecta consiste en la existencia -a nivel de la superficie- de zanjas coincidentes con el trazado de los muros, que alcanzan hasta las hiladas superiores de las propias paredes, allí donde éstas se han conservado. En otros casos la excavación del fondo de estas zanjas ha revelado la zanja de cimentación de un muro desmantelado hasta su propia hilada de fundación.

   Son estas zanjas el producto del sistemático saqueo a que se ha visto sometida históricamente la estructura arquitectónica de El Torrejón de las Henestrosas, para el aprovechamiento de la sillería y piedra de calidad, que ha alcanzado en puntos concretos a la total integridad de los muros. La propia cercanía de su emplazamiento a la localidad de Las Henestrosas parece ser la más sencilla explicación a que recurrir para acercarnos a sus causas. La misma simplicidad de las condiciones físicas de acceso y, quizás, la condición vacante del dominio jurídico sobre las ruinas contribuyen a poner en evidencia la ausencia de dificultades dignas de tal nombre para la realización de este saqueo de material constructivo después de producido el incendio que marcó el final de la vida útil de la casa fuerte.

   Las estructuras arquitectónicas emergentes que habían sido excavadas hasta 1987 fueron consolidadas en 1989 mediante su recrecimiento en una o dos hiladas de sillares y mampuestos procedentes del propio yacimiento. Para su diferenciación se empleó en las hiladas de recrecimiento un cemento con el producto humífugo de marca "Sikalitte", que proporciona a estas pastas un color rojizo característico. La parte superior de las hiladas restituidas fue recubierta mediante tapines de cesped provenientes de la propia excavación que conveniente regados arraigaron sobre los morteros de restitución, protegiendo la integridad de los muros, tanto en su fracción arqueológica como en la restituida. Son también nota significativa que ofrece actualmente el yacimiento.

   La datación de esta construcción puede situarse a finales del siglo XI gracias a una datación de C-14 efectuada sobre una muestra de madera carbonizada proveniente de la estructura interna del edificio o de la ripia del tejado, datada en el laboratorio de la Universidad de Granada (UGRA 184) que dio una edad C-14 de 860 +/- 130 B. P., que representa una edad en términos de era cristiana de 1.090 +/- 130.
 
LOS MATERIALES HALLADOS EN LA EXCAVACIÓN

   Corresponden básicamente a los momentos finales de ocupación de la casa fuerte y es posible distinguir entre ellos los siguientes:

   • Monedas, que son las siguientes piezas: Vellón de Sancho IV de Castilla (1284-1295), vellón de Sancho IV de Castilla (1284-1295), Cornado de vellón de Alfonso XI (1312-1350), Vellón de Alfonso XI de Castilla (1312-1350) (Cuadro B-5), Vellón de Alfonso XI de Castilla (1312-1350), Novén de Alfonso XI de Castilla (1312-1350) y Vellón de Enrique II acuñado en Burgos durante la guerra civil con su hermano Pedro I de Castilla. De todas ellas, las de cronología más reciente, las de Alfonso XI y el posible vellón del todavía pretendiente Enrique de Trastámara se pueden considerar como hitos a partir de los cuales datar el violento final de la ocupación del yacimiento.

   • Puntas de dardo de cabeza bipiramidal maciza, destinadas a su colocación sobre un astil de madera. Este tipo de proyectiles posiblemente fuese lanzado mediante ballesta.

   • Hojas de cuchillo, de las que han aparecido dos hojas y una punta.

   • Apliques de hierro, destinados a su colocación sobre la estructura de madera del edificio o las hojas de puertas interiores, como sucede con las tachuelas.

   • Puntas, clavos, escarpias y ganchos destinados, tanto a su colocación sobre la estructura leñosa de la torre, como en las propias paredes pétreas de la misma. Por su tamaño destacar un posible clavo ornamental, quizás colocado en el portón de entrada.

   • Herraduras, destinadas a su colocación sobre equinos, posiblemente caballos y, quizás, asnos.

   • Apliques de bronce de carácter ornamental, destinados a su colocación sobre mobiliario. Hay una roseta, un ala de águila explayada y un tercer aplique destinado a colocarse sobre la pata de un mueble o bastón, todo en bronce dorado.

   • Objeto de adorno personal como los prismas de azabache, con extremos piramidales destinados a su engarce.

   • Objetos de la vida cotidiana, como agujas de hueso y punzones.

   • Objetos relacionados con la diversión, como el único dado hallado en la excavación, además trucado para aumentar la frecuencia de salida del seis. En este mismo capítulo habríamos de incluir, aunque estén hechas a partir de fragmentos de teja, las fichas de juego circulares.

   • Cerámicas, que constituyen la parte más abundante del material recuperado. En este capítulo hay una parte predominante que son los vasos de producción comarcal, provenientes -al menos en parte- del alfar de Olleros de Paredes Rubias, localidad palentina del Alfoz de esta misma denominación situada dentro de Valderredible.

   Se trata de producciones cerámicas en barro crudo, elaboradas mediante el empleo del torno de pie y que mantienen en uso, en la Baja Edad Media, técnicas decorativas que se remontan hasta época altomedieval. Éstas son las incisiones en forma de ondas paralelas horizontales, el estriado horizontal logrado mediante el uso del torno y la pintura roja de óxidos de hierro, así como las incisiones puntilladas sobre las asas.

   Aun cuando las técnicas decorativas son de la más recia raigambre campurriana, son novedosos algunos de sus motivos y combinaciones. Las incisiones de ondas horizontales son la versión más habitual de este técnica decorativa, que suele darse aislada en formas abiertas de tipo cuenco como en los hombros de formas cerradas, como las jarras, pucheros o botellas.

   El estriado a torno es la segunda técnica decorativa, dispuesta habitualmente en forma de bandas horizontales en el sector más ancho del cuerpo de vasos cerámicos cerrados, como la jarra.

   La pintura a base de óxidos de hierro es una técnica frecuente, que se usa en varios motivos: trazos verticales paralelos en la cara exterior de los bordes "apestañados" de los cuencos, ondas en los cuellos de las formas cerradas y bandas verticales de trazos paralelos, también verticales u oblicuos, en los hombros de las panzas de las formas cerradas. En este tipo de formas habríamos de mencionar su asociación con el estriado horizontal que aparece en el centro de la panza. A todo ello habríamos de sumar los trazos pintados sobre las asas de cinta.

   Las incisiones puntilladas son, finalmente, un tipo decorativo muy habitual en las asas de las cerámicas medievales no esmaltadas de Cantabria y Castilla.

   Las formas se pueden agrupar en tres grandes tipos: cuencos o formas abiertas, formas cerradas cuyos ejemplares más habituales son las jarras y, finalmente, el tercer tipo de forma cerrada es la botella, representada por su gollete.

   Además de la cerámica no esmaltada, que nos ha ocupado, está presente también una ínfima porción de cerámica esmaltada "de reflejo metálico" que se han considerado importadas desde la Corona de Aragón y corresponderían a las producciones más antiguas de Manises (Valencia). Constituyen por su exotismo y precisa datación una segunda referencia para apoyar la datación de la destrucción de este yacimiento después de 1330, en que se inician.
 
CONCLUSIONES
   Todo lo comentado hasta aquí remite, fundamentalmente en base a los paralelos de la cerámica importada de Manises (Valencia) y a la propia cronología de las monedas, a un horizonte cronológico posterior a 1330. Entre ellas las monedas de Alfonso XI y el vellón acuñado por Enrique II en Burgos como rey de Castilla desde 1366, así como el propio final violento por incendio de la vida de la fortaleza, nos evocan el ambiente de la guerra civil largamente mantenida entre Pedro I de Castilla y su hermanastro y sucesor en 1369, Enrique II de Trastámara.

   Para ubicar el contexto concreto en que situar este episodio detectado a través de la Arqueología se llevó a cabo un rastreo documental en las fuentes históricas como en las historiográficas referidas a este momento, del que ya anticipamos algunas notas en estas mismas páginas (BOHIGAS, R. y GARCÍA ALONSO, M., 1999). A ellas remitimos para conocer los avatares del señor de Las Henestrosas.

   El Becerro de Behetrías fue elaborado en 1351 a raíz de la petición presentada al nuevo rey Pedro I, por las Cortes celebradas en 1350 con el fin de actualizar los derechos señoriales de behetría en medio de la maraña de consecuencias ocasionadas por la difusión de la Peste Negra en los años 1348, 1349 y 1350.

   El dominio del señor de las Henestrosas de Las Quintanillas, Gonzalo González de Lucio, abarcaba un relevante dominio en la merindad de Campoo. En ella era el poseedor de las behetrías de Celada Marlantes, Camesa, Lanchares, La Costana, La Mata de Olea, La Loma, Mataporquera, Reinosilla, Espinosa, La Población de Suso, Villasuso, Llano, Bimón, Quintanamanil, Quintanilla de Valdearroyo, La Aguilera, Las Rozas, Villanueva de Valdearroyo, Renedo, Medianedo, Arroyo, Los Riconchos, Aroco, Arcera, San Andrés de Valdelomar, San Martín de Valdelomar, Castrillo de Valdelomar y Quintanilla de Enmedio.

   A él habríamos de añadir otras localidades en las merindades de Castrojeriz y Villadiego. En la primera era poseedor de las behetrías de Villegas, Villamorón, Hinestrosa y Pedrosa del Páramo, mientras en el término gobernado desde Villadiego le pertenecían Solanas, Berzosa, Fuencaliente, Quintanas, La Rival Corralejo, Villa Escobedo, Cobiellas, Llanillo de Lucio, Paúl de Lucio, Renedo de Lucio y Pedrosa de Lucio.

   Remito al artículo antes indicado al interesado en conocer más detalles de los avatares protagonizados por Gonzalo González de Lucio. Sólo recordaré en esta ocasión su estrecho vínculo y ascenso político a la sombra del rey Pedro I y su posterior traición al monarca, como el contexto que permite brindar una interpretación razonable para explicar la destrucción de la casa torre.

   Nuestra hipótesis es que el final violento de El Torrejón de Las Henestrosas ha de vincularse con la turbulenta conducta del señor de la localidad en el conflicto armado y con su traición al rey Pedro de Castilla. Suponer que la destrucción fuese ordenada por el propio monarca es algo que no sabemos, pero no resulta descartable como castigo al felón.

   Todas estas ideas ha habido ocasión de irlas plasmando en diversos encuentros científicos (BOHIGAS, R., GARCÍA, M., SARABIA, P., SOBREMAZAS, A., FERNÁNDEZ, I. y HOSPITAL, C., 1985; GARCÍA ALONSO, M., SARABIA ROGINA, P. y BOHIGAS ROLDÁN, R., 1987). Recientemente ha sido reestudiada la cerámica del yacimiento por D. Manuel García Alonso, coautor en este número de Cuadernos de Campoo y codirector de la excavación (GARCÍA ALONSO, M., 1999).

   En la actualidad este mismo texto es un avance de la memoria en preparación, que esperamos pronto coronada. Ése será quizás el momento en que se pueda plantear la solicitud de incoación BIC del yacimiento y el remate del trabajo arqueológico a través de la excavación integral y su musealización.
 

BIBLIOGRAFÍA

BOHIGAS ROLDÁN, R., 1978, Los yacimientos de la Edad del Hierro en Cantabria, Memoria de Licenciatura mecanografiada, dirigida por el Dr. Balil Illana, Universidad de Valladolid, Valladolid, pp. 192.
BOHIGAS, R., GARCÍA, M., SARABIA, P., SOBREMAZAS, A., FERNÁNDEZ, I., SAINZ, A. y HOSPITAL, C., 1986, "La Fortaleza en mota de El Torrejón (Las Henestrosas, Cantabria)", Actas del I C.A.M.E. Huesca 1985, Diputación General de Aragón, t. V, Zaragoza, pp. 123-142.
BOHIGAS, R. y GARCÍA ALONSO, M., 1999, "Gonzalo González de Lucio, señor del Torrejón de Las Henestrosas", Cuadernos de Campoo, 15, pp. 15-18.
CARBALLO, J., 1952, "Castros y túmulos celtas de Cantabria", II C.A.N. Zaragoza 1951, Zaragoza, pp. 303-306.
GARCÍA ALONSO, M., SARABIA ROGINA, P. y BOHIGAS ROLDÁN, R., 1987, "La cerámica de El Torrejón de las Henestrosas, Valdeolea (Cantabria)", Actas del II C.A.M.E., Madrid, 1987, Comunidad de Madrid, t. III, Madrid, pp. 445-458.
GARCÍA ALONSO, M., 1999, "La cerámica de El Torrejón de Las Henestrosas de Valdeolea. Revisión y nuevas aportaciones", Sautuola VI. Estudios en homenaje al prof. Dr. García Guinea, Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola, Santander, pp. 521-540