FONTIBRE Y LA PRENSA REINOSANA, LOS ANTECEDENTES
El desarrollo de la prensa en Reinosa a finales del siglo XIX está ligada a dos factores determinantes y relacionados; uno de ellos es el aumento de la población y el otro la tipología social, dividida en sectores específicos: obreros (aunque en esta época su importancia no es grande), pequeños comerciantes y artesanos, funcionarios y profesionales liberales, ya que desde siempre, Reinosa fue una zona de servicios que atendía las necesidades de la comarca.
La pequeña villa en 1884 presentaba un censo de 1.500 personas, de las cuales muchas habían venido de zonas cercanas para trabajar en las pequeñas industrias que se comenzaban a instalar en el pueblo, atraídas por las condiciones económicas y la posibilidad de acceder a un empleo estable, en este contexto la prensa local surge como un instrumento de cohesión que facilita la integración de los nuevos habitantes y favorece las relaciones comerciales al informar, mediante la publicidad insertada en sus páginas, de las posibilidades de compra en la ciudad; por otra parte existía a finales del siglo XIX, una élite culta que influenciada por la modernidad y el progreso que se estaba produciendo rápidamente en España, imitaba los modelos más recientes en sus publicaciones y buscaba nuevos modos de transmitir las noticias y de implicar a los vecinos en sus proyectos.
El primer periódico de Reinosa fue fundado por Demetrio Duque y Merino, escritor muy interesado por la actualidad y con importantes contactos en el mundo, tanto literario y político como en el periodístico, que tratará de "saciar" sus ambiciones di vulgativas con la edición del periódico El Ebro (1884-1890), incorporando al papel los nuevos postulados que ya se comenzaban a utilizar en la prensa nacional. En los 333 números de esta publicación aparecieron las firmas más relevantes del panorama cultural de aquella villa finisecular, destacando entre ellas la de Ramón Sánchez Díaz, que pasado el tiempo tendrá una relevancia especial en nuestra ciudad al ser el creador en 1954 del centro cultural que lleva su nombre y que nació como consecuencia de la donación a la Diputación Provincial de Santander de su "Casuca Ascensión".
En Reinosa, entre la desaparición de "El Ebro" en 1890 y la aparición de Fontibre en 1956, se sucedieron 15 publicaciones periódicas que demuestran el amplio interés de los campurrianos hacia la prensa: Campoo (1894-1898): 213 números; La Montaña (1904-1906): 89 números; La Tierruca (1906-1907): 35 números; Cantabria (1907-1908): 43 números; Nueva Cantabria (1908-1909): 22 números; Heraldo de Campoo (1912-1915): 197 números; El Ebro II época (1913-1918): 240 números; El Pueblo de Campoo (1918-1919): 95 números; El Porvenir (1918-1919); Campoo II época (1920-1923): 171 números; El Inquilino (1923-1924) 76 números; Cantabria II época (1923-1925): 79 ejemplares; La Voz de Campoo (1930-1932): 92 números; El Ebro (semanario republicano) y El Defensor de Campoo (1935-1936) de los que salieron a la luz muy pocos números.
A la vista de los diarios y semanarios editados en Reinosa, podemos comprobar cómo hay una continuidad de la prensa local, rota sólo por algún año de "sequía" editorial, casi irrelevante.
Uno de los motivos de esta extraordinaria sucesión de diarios habría que buscarlo en la instalación de la Naval en 1918, cuya consecuencia inmediata fue un gran aumento de la población que transformará el carácter de la pequeña villa rural convirtiéndola en una ciudad viva en la que sus habitantes demandan información sobre su nuevo lugar de residencia y donde los más preparados encuentran eco para sus inquietudes culturales, sucediéndose en torno a estos periódicos, pequeños núcleos de intelectuales que destacarán entre los años 1910-1936, como son Emilio Fernández Argüeso, Luis Mazorra, Adolfo de la Peña, el ya citado Ramón Sánchez Díaz, por entonces un escritor conocido en toda España, o un joven Santiago Arenal Martínez, que será uno de los fundadores de Fontibre.
El paréntesis abierto por la Guerra Civil, deja Reinosa sin periódicos, si exceptuamos la Hoja Parroquial II época (1933-1967) que editó 856 números. Muchos de los partícipes en la aventura periodística de las décadas anteriores a la guerra, tuvieron que exiliarse, como es el caso de Sánchez Díaz o Santiago Arenal, y otros o eran ya muy viejos o habían fallecido como Luis Mazorra, Adolfo de la Peña o Emilio Gutiérrez Argüeso, que fueron los personajes más dinámicos del primer tercio del siglo XX.
REINOSA Y FONTIBRE (1956-1963)
En 1954 y tras arduas negociaciones con la administración provincial y local se llevó a efecto la donación para la ciudad de Reinosa del legado de Ramón Sánchez Díaz, que consistía en su biblioteca personal, su casa y una suma de dinero para becas. Con este proyecto cultural la vida intelectual en la ciudad despierta del letargo en el que estuvo sumida durante más de 20 años. Una nueva generación de personas vinculadas al mundo de la cultura, nacidas entre los años 20 y 30, e influenciadas por las figuras de Santiago Arenal y Ramón Sánchez Díaz, verdaderos artífices del renacer de la vida cultural reinosana, serán los encargados, con su esfuerzo y tesón, de crear las bases necesarias para establecer en la capital campurriana un centro dinámico que albergarse no sólo una biblioteca, sino una verdadera entidad multidisciplinar, en el que se realizaban talleres, exposiciones, conferencias, recitales, concursos, etc. y desde donde se trabajaba para acercar a los vecinos las manifestaciones artísticas, literarias y educativas necesarias para una formación acorde con el desarrollo de la ciudad y de los pueblos cercanos.
En Santander en estos momentos se crea el Centro Coordinador de Bibliotecas, idea surgida de uno de los máximos representantes de la intelectualidad cántabra entre las décadas de 1950 y 1960, Ignacio Aguilera, quien sentará las bases de la política bibliotecaria española en la posguerra y que será el encargado de dirigir y dar contenido a la nueva Casa de Cultura "Sánchez Díaz".
Aguilera será quien tutele a esa nueva hornada de jóvenes inquietos y con ansias de conocimiento, involucrándoles en el funcionamiento de la institución y en sus actividades, junto con Santiago Arenal, que por expreso deseo de la familia de Sánchez Díaz, supervisará y colaborará en la buena marcha de la Casa de Cultura en sus primeros años de vida.
Reinosa tenía 10.200 habitantes hacia 1960 y se reproducen las mismas circunstancias que hicieron posible la aparición de El Ebro en 1884: prosperidad económica y una población joven. La Naval en esta década sigue siendo un elemento catalizador que cohesiona la población al ofrecer seguridad y trabajo a los jóvenes, que no sienten la necesidad de emigrar en busca de ofertas laborales en otros lugares, la fábrica de Reinosa absorbe fácilmente a las personas que buscan su primer empleo, y su plantilla se incrementa progresivamente produciéndose una vitalidad económica que da lugar a un sinfín de comercios y pequeñas industrias subsidiarias que generan estabilidad y expectativas sociales, que a su vez influyen en la creación de una importante demanda formativa y de ocio no satisfecha. En estas circunstancias y después de superar los avatares de la posguerra, Reinosa está en condiciones de acoger un nuevo renacer cultural que se manifestará en la revista Fontibre.
En septiembre de 1956, dos años después de la inauguración de la Casa de Cultura, se publica el primer número de la revista, que en sus siete irregulares años de vida sumará un total de 47 números. La revista era mensual en sus comienzos pero al transcurrir los años pierde esa regularidad y ya a finales de la década y hasta su desaparición en 1963, su periodicidad es muy irregular, editando, por ejemplo, en 1959,6 ejemplares que hacían un total de 9 números (eran números dobles), a partir de 1960, Fontibre tardaba mucho más en publicarse, en los tres años últimos sólo salieron 9 revistas. La tirada inicial era de 2.000 ejemplares, cantidad nada desdeñable si tenemos en cuenta su ámbito de distribución circunscrito a la comarca.
Fontibre se crea como órgano de expresión de la Casa de Cultura, y será su vehículo de propaganda, tal y como indica Ignacio Aguilera en el editorial del primer número, haciendo hincapié en la pretensión de que llegue a toda la comarca como un vehículo de extensión cultural que trasmita a todos los habitantes del valle un ambiente propicio y receptivo para el cultivo de los valores espirituales y el desarrollo de las capacidades intelectuales, según sus propias palabras "Un crecimiento cultural ha de significar un cultivo (etimológicamente eso es cultura), y nuestra revista ha de contribuir también a eso". Con este objetivo arranca la última aventura periodística de Reinosa y Campoo.
Ante el reto de sacar a la calle la revista, Ignacio Aguilera y Santiago Arenal mantienen una asidua correspondencia con Ramón Sánchez Díaz (el escritor nunca volvió a Reinosa después de la Guerra Civil) para informarle en su retiro madrileño de los pormenores de la creación de la Junta de Trabajo de la Casa de Cultura y de sus actividades que Fontibre, como órgano de expresión de esta institución, se encargaría de divulgar.
Sánchez Díaz se muestra satisfecho y honrado con esta iniciativa, ya que él fue un asiduo colaborador de los periódicos reinosanos y nacionales desde principios del siglo XX, y cuya vocación literaria estuvo condicionada, como él mismo indica, por la necesidad de expresar sus ideas acerca de los problemas de su tiempo en infinidad de artículos que impidieron su dedicación a otros aspectos de la literatura como hubiera sido su sueño.
En los primeros números de Fontibre se dedica un amplio espacio a dar a conocer la figura del escritor ya que su autor, Santiago Arenal (su gran amigo), comprobó durante la inauguración de la Casa de Cultura que muchos reinosanos desconocían, algunos debido a su juventud y otros por haberse establecido en la población después de la guerra, quién era Sánchez Díaz, qué había hecho o por qué nuestra Casa de Cultura llevaba su nombre.
Fontibre fue en aquellos tiempos un ejemplo a seguir y desde el principio, gracias a la implicación de la familia Sánchez Díaz y de Ignacio Aguilera que contaban con importantes apoyos en el mundo intelectual de la España de entonces, fue posible traer a sus páginas importantes colaboraciones que elevaron su calidad, de manera que no se convirtió en una pequeña revista local sino que compaginó esa voluntad de acercar a los campurrianos su historia y costumbres, con el afán intelectual y divulgativo que caracterizaba a sus creadores.
Las gestiones realizadas por ellos hicieron posible que la Dirección General de Archivos y Bibliotecas y la Comisaría de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Nacional facilitasen a la revista artículos de encargo, que generalmente estaban destinados a revistas culturales de repercusión nacional, de los más prestigiosos intelectuales españoles del momento como Antonio García y Bellido, Enrique Lafuente Ferrari, Enrique Franco, Francisco Sánchez Castañer, Ignacio Puig, José Antonio Gaya Ñuño, Federico Carlos Sainz de Robles, José Ángel Valente, Gonzalo Torrente Ballester, Francisco Ynduraín, Miguel Cruz Hernández, José Cepeda Adán, Lorenzo Gomis, Antonio Rumeu de Armas, E. Gómez Ayau, personajes que hoy en día reconocemos porque han marcado con sus teorías y conocimientos una amplia etapa de la vida española.
La revista recibió desde su nacimiento el aplauso y el apoyo económico de la Diputación Provincial de Santander y del Ayuntamiento de Reinosa, aunque como siempre, ese apoyo económico fue mucho más escaso que los halagos cosechados, y en ocasiones sus artífices tuvieron verdaderas dificultades para sacar adelante el proyecto y continuar su labor.
El nombramiento de Ignacio Aguilera como director del Centro Coordinador de Bibliotecas de Santander y director de la Biblioteca Menéndez Pelayo va a ser determinante para que la Casa de Cultura de Reinosa cuente con un amplísimo programa de actividades ya que aprovechando la programación de actos destinados a la capital de la provincia y su amistad con muchas de las personalidades que participaban en ellos, fue desviando hacia nuestra ciudad a muchos escritores, conferenciantes y artistas que sin su empeño nunca hubiesen recalado aquí.
La Casa de Cultura organizó y difundió a través del Fontibre, talleres (pintura, fotografía y cine), cursillos (arqueología, literatura, etnografía), exposiciones de pintura y conferencias contando con personajes de la talla de Gerardo Diego, José María de Cossío, José Hierro, Ricardo Gullón, Pío Muriedas, Antonio Fernández Cid, Antonio García Bellido, etc.
También desde sus páginas se convocaron concursos literarios y artísticos que fueron el precedente inmediato de los Justas Literarias, que se organizaron por primera vez en 1957, o del concurso de pintura "Casimiro Sainz".
Si a finales del siglo XIX y principios del XX surgieron una serie de personas que amenizaron la vida de la villa, a mediados del siglo XX, y aglutinados por la revista Fontibre y la Casa de Cultura, se produce, como dijimos anteriormente, y como pretendían Ignacio Aguilera y Ramón Sánchez Díaz, un florecimiento de los intereses culturales que hace posible el relevo generacional.
En la revista participaron narradores que han dejado su impronta en todos aquellos campurrianos que se preocuparon y se preocupan de conocer la historia de su tierra, como José Calderón Escalada y Ramón Rodríguez-Cantón, autores de "Campoo: panorama histórico y etnográfico de un valle" y "Reinosa y la Merindad de Campoo" respectivamente, dos de los libros que más han contribuido a fomentar el interés y el conocimiento de nuestro patrimonio, entendiendo como tal la conservación de leyendas, costumbres, arte y por supuesto acontecimientos históricos que fueron recogiendo y anotando cuidadosamente en las páginas de sus libros para que permanezcan en nuestra memoria, pero fue en la revista Fontibre donde iniciaron el camino publicando numerosos artículos en los que desvelaban a sus lectores nuestro pasado y nuestras tradiciones.
LAS SECCIONES DE FONTIBRE
La revista estaba compuesta por diferentes secciones, algunas de ellas fijas y otras que no se publicaban en todos los números aunque sí guardaban una cierta regularidad, además de muchas colaboraciones ocasionales de expertos en algún tema concreto o bien artículos que eran encargados por la dirección o facilitados por sus autores de manera espontánea.
En general su estructura no variaba demasiado de unos números a otros, y todas las secciones tenían su correspondiente cabecera que facilitaba a los lectores su identificación. El diseño de la revista era moderno, con numerosas fotografías y dibujos, entre los que destacan los de Salvador Iglesias, Saturio Diez Cayón o José Matarrubia, y que hacían más atractivas sus páginas, aunque lógicamente el texto era la parte fundamental de su contenido como era habitual en aquellos años en contraposición con el predominio de la imagen en las revistas actuales.
Con respecto a los temas que se trataban, cabe resaltar que la mayor parte de sus artículos y reseñas se centraban en las noticias y sucesos referidos a la comarca, unos de corte histórico y otros con contenidos recientes además de los espacios destinados a divulgar la obra literaria de los principales escritores campurrianos y facilitar a muchos jóvenes aficionados un lugar donde presentar sus textos inéditos.
Si hacemos un recorrido por las principales secciones de Fontibre reconoceremos en sus autores a muchas personas que han contribuido durante años a forjar nuestra identidad colectiva.
- Letras de ayer y de hoy
Este espacio ocupaba generalmente la última página de Fontibre y aquí se publicaron relatos de los más conocidos escritores de Campoo, Duque y Merino, José Calderón Escalada, Luis Mazorra, Ángel de los Ríos, todos ellos pertenecientes a una tiempo ya pasado unidos a otros cuentos de nuevos escritores que por aquel entonces comenzaban a despuntar, como Saturio Diez Cayón, Paulino Tezanos, Manuel Ángel Palacio (Chiqui Palacio), Salvador Montes, etc.
-La Entrevista Mensual
Esta sección de José María López Tirilonte consistía en una entrevista que trataba de descubrir el lado más humano de personas muy populares en la ciudad que representaban a todos los estamentos sociales y que por su actividad eran conocidos y respetados por todos. Sin embargo lo más interesante de la sección, por su calidad artística, eran las caricaturas que siempre acompañaban al texto, y que reflejaban perfectamente la personalidad de los entrevistados; figuras como el alcalde, el párroco, médicos, zapateros, comerciantes, representantes de las distintas asociaciones musicales, artísticas, etc. permanecen retratados en las páginas de Fontibre para que ahora nosotros descubramos a todos aquellos que significaron algo en los tiempos de nuestros padres o abuelos.
-Campurrianos ilustres
Reseñas biográficas de personajes de Campoo que tuvieron un papel importante en la historia como es el caso del virrey Revillagigedo, el marqués de Reinosa, Rodrigo de Reinosa, José de los Ríos, Antonio Ruiz de Salces, entre otros.
-La página de la merindad
Era otro de los apartados que cumplía el cometido de informar de las noticias y hechos históricos de los diferentes pueblos campurrianos.
-El mirador del cañón
Aquí se reseñaban aspectos referidos al urbanismo de Reinosa, se repasaba la vida cotidiana y los problemas que tenía el municipio, se criticaban ciertas actitudes y se comentaban las actuaciones políticas.
-El artículo indeterminado
Firmado por José Ángel Lucio (ganador del primer concurso de cuentos que organizó Fontibre) asiduo colaborador de la revista que trataba temas muy variados, siempre escritos desde una perspectiva literaria.
-Pasado y presente en la vida local
Área destinada a recordar el pasado seleccionando efemérides de los años 20 y 30 y comparándolas con los sucesos de la actualidad, firmada por Pepe Campoo y Ángel Gómez López.
-Montañismo
Sección encargada al secretario del Club Alpino "Pico Tres Mares", Nicolás de Blas y a José Matarrubia Ríos, donde se comentaban excursiones, rutas y datos referentes a la actividad de los muchos montañeros que entonces recorrían nuestros picos.
Otras secciones destacadas eran Balonazos, firmada por Anther (Antonio Hernández), dedicada al deporte y Flechazos, con comentarios, críticas y anécdotas sobre la actualidad.
- Serie de artículos y otras colaboraciones
El Duende de Campoo, a quien corresponden muchos artículos y cuentos en los 47 números publicados, realizó una serie titulada Las costumbres de Campoo reflejadas en las ordenanzas en las que con una prosa sencilla da noticia de cómo los campurrianos organizaron, para su aprovechamiento en común, el espacio en que les había tocado vivir y como esta organización ha influido en su comportamiento y sus tradiciones.
Manuel Llano Rebanal escribía Del Reinosa de ayer al Reinosa de hoy, un recorrido por la evolución urbanística e histórica de la ciudad.
Saturio Diez Cayón (que escribía bajo el seudónimo de Andante), con el título Por los Caminos de Campoo componía poéticos textos dedicados a ensalzar las bellezas del valle.
La publicación se completaba con las contribuciones de personalidades de las letras, historiadores, científicos, etc. que se distribuían desde la Comisaría de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Nacional a las revistas culturales que entonces se editaban en España, como ya hemos referido anteriormente, y las colaboraciones espontáneas, entre las que mencionaremos las de José Saiz Merino "Olivares", Donaciano García, José Antonio Lucio, Paulino Santiago Tezanos, Antonio Saiz Arce, R. Ruiz Rabre o Enrique García Guinea, entre otros muchos y los diversos artículos redactados por el consejo de redacción cuyo redactor jefe era Ramón Cantón, quien hacía posible que la revista tuviera ocupadas las 12 páginas de las que constaba y que en infinidad de ocasiones escribía de forma anónima en distintas secciones, además de los numerosos artículos firmados, generalmente de tema histórico.
La información relativa a la Biblioteca tenía su propio espacio y en él se daba cuenta de los libros adquiridos, del número de lectores y de las novedades que se producían en ella, además de reseñarse todos los acontecimientos y actividades que tenían lugar en la Casa de Cultura.
La revista desapareció en 1963, aunque muchos de los escritores que la hicieron posible continuaron su vocación literaria en las páginas de la prensa regional, como Ramón Rodríguez-Cantón, Saturio Diez Cayón, o Chiqui Palacio, que ejercieron durante muchos años las corresponsalías de El Diario Montañés, Alerta y La Hoja del Lunes.
Desde esa fecha, ha habido pocos intentos por proseguir con la tradición periodística reinosana, salvando los intentos de Arturo Queimadelos y la revista Cantabria Sur, de corta duración; La Majada, de la Asociación Cultural de Fresno del Río; o más recientemente La Cantábrica, editada por Óscar Ariz de la que se editaron seis números; y la actual Cuadernos de Campoo, publicación como Fontibre, de la Casa de Cultura y el Ayuntamiento de Reinosa, y que con sus doce años de vida y 46 números se ha convertido en una de las revistas más estables de nuestra comarca y las más longeva de todos los periódicos y revistas publicados en Campoo.
BIBLIOGRAFÍA
- Pastor Martínez, T.; La imprenta y la prensa en Reinosa, en Cuadernos de Campoo, n° 6, diciembre de 1996.
- Guerra de Viana, D.; La publicidad en Reinosa en el siglo XIX, en Cuadernos de Campoo, n° 18, diciembre de 1999.
- Marchena Ruiz, E.; Los primeros años de la Casa de Cultura "Sánchez Díaz" 1954-1960, en Cuadernos de Campoo, n° 38, diciembre de 2004.
- Fontibre, 1956-1963.
- Correspondencia personal de Ramón Sánchez Díaz (1954- 1960).
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