Huellas Visigodas en el Sur de Cantabria

Daniel Guerra de Viana

INTRODUCCIÓN
Tras la definitiva caída del Imperio Romano, todas las provincias dominadas por Roma sufren un desbarajuste administrativo y político, que va a provocar con el paso de los siglos, la creación de los actuales estados. La crisis del siglo III d. C., significará para Roma y su "mundo" el advenimiento de una decadencia cultural y socio-política, que difícilmente podían imaginar todos los ciudadanos romanos.
Marfil del arca de reliquias de San Millán (siglo XII)Tras esta gran crisis se sucederá sin solución de continuidad una ruina del mundo latino que va a estar potenciada por la incursión en territorio romano de pueblos germanos, que creyéndose herederos de la Roma Imperial, arrebatarán el control de todas las provincias europeas a sus legítimos emperadores. Con la destitución del último emperador romano en el siglo V d. C., Rómulo Augústulo, por el rey Odoacro, el mundo civilizado y culto creado por Roma dejará de existir. Teodorico el Grande, rey Ostrogodo, a mediados del siglo V d. C. creará en tierras italianas el primer reino diferente al romano.
Ante esta situación de movimientos de pueblos germanos por toda Europa, los moradores romanos de cada provincia, tendrán que aceptar el nuevo poder menos romanizado y menos preparado que el de Roma. Los siglos que van desde la definitiva caída de Roma, siglo V d. C., hasta el inicio de la Alta Edad Media, siglo VIII d. C., serán oscuros y llenos de lagunas, sobre todo y como veremos en el presente artículo en nuestra región y en la comarca de Campoo, una de las más culturizadas del norte, gracias o a pesar, de las Guerras Cántabras del siglo I a. C.
 
SITUACIÓN GEOGRÁFICA E HISTÓRICA ANTES DE LA INVASIÓN GERMANA
Cantabria, la provincia menos romanizada de toda Hispania, juntamente con Asturias y el País Vasco, ocupaba una vasta zona, superior a lo que es hoy la Comunidad Autónoma. La Cantabria romana se extendía hacia el sur por tierras de Palencia y Burgos, también ocupaba una pequeña franja del este de Asturias, una parte de León y La Rioja. Sus pobladores, los cántabros, eran famosos en el mundo romano gracias a su ferocidad y su forma bárbara de vivir. Las escritores clásicos, Estrabón, Plinio, Mela, etc, hablan de este pueblo en sus escritos, describiéndolos como una raza salvaje, sin normas y con unos hábitos totalmente incivilizados. Estos cántabros que se resistieron a la conquista romana, les veremos aparecer en épocas posteriores sin cambios aparentes a su tradicional vida. Después de la conquista, la romanización que se llevó a cabo en estas tierras no penetró lo suficiente en las mentes indígenas, lo que motivo un cierto aislamiento con el poder central durante siglos. La referencia más importante de la presencia de Roma en Campoo la tenemos en Juliobriga y Camesa-Rebolledo, estos dos yacimientos serán la piedra angular del proceso de culturización de las tribus castreñas por la potente maquinaria cultural romana. A la caída de Roma y con la posterior inmigración de pueblos germanos a la península (Suevos, Alanos y Vándalos), la cornisa cantábrica se verá cada vez más alejada de los problemas que ocurrían en la capital de su provincia. Este alejamiento permitirá a los cántabro-romanos, volver a sus antiguos fueros. Juliobriga, foco más importante de cultura, será incendiada, tal vez por ese primer movimiento de pueblos germanos, lo que provocará que los habitantes de la zona emigren hacia otros lugares más seguros, durante este periodo siglos IV y V d. C. comienzan a proliferar las Villas rústicas (fundi) en la alta meseta castellana, como forma de vida alternativa a la vida en la urbs. Muchos de los habitantes de la zona, cántabros de étnia, volvieron a refugiarse en sus antiguos castros, los lugares más seguros ante estas incursiones de invasores. Los castros más importantes de esta época de transición hacia la Alta Edad Media , nos los encontramos al sur de Campoo, concretamente en el norte de Palencia, Cildá y Mave y el norte de Burgos el castro más importante de la zona, Amaya. Estos cántabros huirían hacia estos refugios naturales, volviendo así a su origen. En Campoo no tenemos referencias claras para esta época de poblamiento en los castros de la comarca, aunque si aparecen restos posteriores, es decir de cronología medieval.
 
LA INVASIÓN VISIGODA
La vida durante los primeros siglos después de la caída de Roma (ss. III-IV) y del asentamiento del reino visigodo de Toledo (ss.V-VII), debió ser muy parecida a la que tuvieron antes de la conquista romana, aunque ahora estarán bastante más romanizados. Los habitantes cántabro-romanos, mantendrían una vida casi se subsistencia, viviendo de los cereales y de la ganadería y según las fuentes visigodas, volverían a saquear a los pobladores de las comarcas ricas de la meseta.
Broche de la cueva de Suano (según J. Carballo)En el siglo V d.C. los visigodos se instalan en Hispania creando un reino en Toledo que perdurará hasta principios del siglo VIII. Ante esta situación de amalgama de pueblos, la región cantábrica se mantuvo totalmente desconectada del poder impuesto por el pueblo godo, y en ella podemos distinguir dos grupos diferencias: los romanos que más o menos seguían sus tradiciones y los habitantes de la zona, es decir, astures, cántabros y vascos que mantendrían sus propias constumbres más las romanas. Estos dos grupos se unirían entre ellos dando como resultado a los cántabro-romanos, astur-romano, o generalizando hispanorromano. Frente a estos, una gran mayoría, se calcula una población de 10 millones, nos encontramos con los nuevos dominadores, los visigodos, que aproximadamente podrían llegar a ser unos 200.000, la gran mayoría campesinos. Este grupo germano sometió a un país desmantelado y desguarnecido sin muchas dificultades, ya que los visigodos venían a Hispania como seguidores de Roma y además como federados de ella.
Cantabria ante la falta de poder, declarará su independencia, pero ¿frente a quién?. El dominio efectivo de la península por parte de los visigodos no se produce hasta el siglo V, y en esa época las tropas romanas se instalan en Juliobriga, por dos factores principalmente; el primero para controlar a los levantiscos moradores de estas tierras; el segundo para evitar las incursiones de los pueblos centroeuropeos. En la ciudad cántabro-romana de Retortillo parece que se instala la cohorte I de Celtíberos en el siglo V (González Echegaray, J., 1979: pág, 152), pero esto no parece suficiente para que sea totalmente arrasada por una invasión de germanos, posiblemente los Hérulos de los que habla Hidacio en sus crónicas. Después de esta razzia, Cantabria, (y cuando hablamos de Cantabria nos referimos a la zona meridional de la provincia (Campoo) y del norte de Palencia y Burgos, que sería parte de esta gran comarca natural más romanizada que el resto de la comunidad), dejaría de existir por un intervalo de tiempo de casi siglo y medio en las crónicas de la época. ¿Qué vida llevarían nuestros antepasados?, ¿qué hábitos tendrían?, cabe suponer que en esta oscura historia de Cantabria, los habitantes de la zona siguiesen su vida normal, refugiados en sus antiguos emplazamientos, o bien huidos hacia otras zonas más seguras viviendo con una economía familiar y de subsistencia. Esta vida se llevaría a cabo en las villas, verdaderas ciudades en miniatura, como lo demuestra la villa de La Olmeda en Saldaña (Palencia) o la villa de Camesa (Mataporquera), a la que haremos posteriormente referencia, ya que su estratigrafía nos muestra un panorama muy amplio de lo que debió ser la vida de Campoo entre los siglos I al VII d. C.
Los visigodos, una vez establecidos en España, cuya capital Toledo, dirigirá los designios del país, se verán envueltos en continuas luchas para mantener el poder central heredado de Roma. Como dijimos anteriormente, la población predominante de este pueblo eran ganaderos y campesinos de estratos sociales muy bajos, frente a estos, y alrededor del 10 % de la población total visigoda, serían nobles y militares. La primera clase social descrita, se asentó preferentemente en las alta meseta castellana, si duda por que allí se veían más protegidos y tendrían más tierras que explotar que en el sur de España, dominado intensamente por los latifundistas hispanorromanos. Esta gran masa de campesinos tendría que convivir con la población autóctona, y los rocen entre ambas étnias debió existir continuamente tal y como hacen referencias las crónicas de S. Braulio de Zaragoza y otros escritores del momento ( Orlandis, J.,1975: pág, 30-31). El poder visigodo frente a las incursiones de cántabros y astures sobre la población germana instalarán fortificaciones que controlen y cuiden a sus ciudadanos, esto creará una conexión mayor del norte de la meseta con el poder de Toledo y permitirá crear nuevos asentamientos populares a partir del siglo V d. C. (Orlandis, J., 1975: pág, 32).
El ocaso de la romanidad supondrá un resurgimiento del papel indígena, y la pregunta que habría que hacerse es ¿ qué grado de romanización tendría Cantabria?, ¿ cómo declinó la cultura existente, por ejemplo en Juliobriga?. El paso del tiempo y la poca importancia que tuvieron estas regiones para cualquier poder, bien sea el romano en época de Augusto o el visigodo en cualquiera de sus reyes, son los que hacen posible que Cantabria y Campoo, en concreto, sigan su vida, estas constantes históricas se repetirán a lo largo de los siglos, así como las luchas por someter a estos pueblos (González Echegaray, J., 1979: pág, 150).
Otro problema que se nos plantea es la religión que en estos siglos tenían los cántabros. Cuando todo el imperio era ya cristiano, las comarcas más alejadas de los influjos culturales y religiosos de la metrópoli, seguían con su propia religión, tal es el caso de Cantabria y Campoo, comarca donde más aras dedicadas a los dioses paganos se encuentran. El problema no sólo reside en ese factor, sino que se agrava al tener tres religiones en el país. Por un lado tenemos la religión oficial del imperio, que aún dejando de existir Roma, estaba muy arraigado el cristianismo católico en todas las provincias intensamente culturizadas. Por otro lado tenemos la religión pagana de los pueblos más atrasados, que seguía perviviendo sin hacer caso a los edictos eclesiásticos del momento. Y por último tenemos la religión de los visigodos, que en el momento de la invasión a España seguían la herejía del obispo Arrio, es decir eran cristianos arrianos que se enfrentaban continuamente con la población católica. Esta convivencia de religiones no facilitaba el entendimiento entre los diferentes grupos, es más, había códigos especiales para cada grupo. En esta tesitura Campoo se encontraría entre el grupo pagano, ya que no hay referencias claras de una posible cristianización antes del siglo VI o VII d. C. En este punto cabe destacar la obra misionera que llevó a cabo el cenobio fundado por San Millán de la Cogolla en tierras del alto Ebro, pasando antes por el Monte Igedo, verdadero terror de los monjes eremitas.

Cucharilla de la cueva de Suano (según J. Carballo)

 

SAN MILLÁN, LEOVIGILDO Y CANTABRIA.
Cantabria, que habíamos visto que estaba desamparada de todo poder, volverá a aparecer en las fuentes visigodos gracias a un hecho controvertido y de difícil interpretación, es la conquista del rey Leovigildo (568-586). Este monarca fue uno de los más beligerantes de todos los reyes visigodos, aunque en general todos tuvieron importantes momentos de belicosidad. Leovigildo y las campañas que inicio en todo el norte de España, respondían a un único objetivo, someter y unificar el país como antes Roma lo había hecho. Sobre los pocos restos de esta época que poseemos nos cabe pensar en la autenticidad narrativa de las fuentes de época visigoda, aunque éstas, suelen ser controvertidas y respondan siempre a un fin, que es dar importancia al protagonista principal.
Tres son las fuentes principales que nos narran la conquista de Cantabria por Leovigildo, y de las tres, la más extensa y la más interesante es la que escribió Braulio de Zaragoza, sobre la vida se San Millán de la Cogolla, a finales del siglo VI, principios del VII. Las otras dos fuentes, son de Juan de Biclara (el Biclarense) y San Isidoro, ambas del siglo VI d. C.
Desde que los visigodos entraron a España, hasta la invasión de Leovigildo, Cantabria y Campoo en concreto, debieron llevar una vida de relativa calma, volviendo en muchos casos a una relativa independencia y también a una forma de vida que rayaba el barbarismo, como veremos más adelante. San Millán, monje que fundó un cenobio en el siglo VI en La Rioja, será el encargado de evangelizar las montañas campurrianas, en este valle encontraría buen caldo de cultivo, ya que era el más poblado de la actual comunidad. Los cántabros seguían ritos paganos, estaban apartados de la religión cristiana, y algún rico terrateniente, podría ser católico, aunque cuando se instauró en todo el Imperio Romano el catolicismo como religión oficial, Cantabria seguía con sus ritos paganos. Caundo S. Millán y sus monjes atraviesan el monte Igedo y penetran en Campoo, se encontrarán con un pueblo que vive de la ganadería y que practica una agricultura bastante pobre, en los tiempos de mayor penuria, los cántabros atacarían y saquearían las ricas tierras del Duero, donde los grandes latifundistas tenían villas fastuosas y para defenderse pequeños ejércitos. San Millán, parece que tuvo cierto contacto con la clases altas cántabras, y en los escritos de Braulio se desprende que también curó e hizo milagros entre la población cántabra. Estos contactos entre el santo riojano y Cantabria, le harán que tenga una visión sobre un hecho terrible, el rey Leovigildo, atacará, saqueará y matará a los Cántabros. El senatus cántabro una vez reunido por mediación de Millán, en Amaya, capital, al parecer de la "Cantabria más culta" escucha las palabras del eremita, pero se desoye lo que dice el santo y no se toman precauciones. En la primavera de 574, las tropas de Leovigildo sitian y conquistan los enclaves fuertes de Cantabria, Amaya y Cildá. Para los visigodos esto era Cantabria, las tierras mas al norte de Reinosa, no las consideraban peligrosas, ya que en ellas los romanos no habían dejado su huella, y sí, como hemos anteriormente, en la zona sur. La discusión sobre este hecho se centra en si ocupó toda Cantabria en sentido amplio de la palabra, o sólo la comarca sur (García Guinea, M. A.,1979: pág, 42-43). Pero el hecho más importante es que Leovigildo llega y somete a los Cántabros. Parece ser que lo que quería el rey godo era mantener una cierta unidad de la península y también crear una barrera defensiva para frenar las posibles incursiones de los montañeses sobre las tierras del norte del Duero, lugar donde se habían asentado preferentemente la gran masa de campesinos visigodos (Orlandis,J, 1975: pág, 31-32). Este limes visigodo se centraría de oeste a este y de este a oeste, recorriendo todo el sur de la cordillera cantábrica, y los lugares más importantes serían ciudades: Calahorra, Saldaña, León, Astorga, Palencia y Pisoraca (Herrera), donde hay un poblamiento efectivo visigodo, su necrópolis es la más densa y la mejor estudiada del norte de España. Después de las ciudades existirían varias fortalezas o castras como Amaya y Cildá (Ruiz, A., 1985: pág 9, comunicación inédita), donde el asentamiento visigodo no fue masivo, en estos yacimientos ha aparecido abundante material de época visigoda, que aunque no fuera de ellos, responde ya a una incipiente visigotización de estos cántabros del sur. Y por último para reforzar los pasos de montaña y para vigilar las antiguas calzadas los visigodos crean pequeñas fortificaciones, que estarían en relación con algún lugar importante, bien una ciudad o una gran fortificación, como ejemplo de este último enclave podríamos encuadrar, tal vez, los restos del CASTILLETE en Reinosa, al que haremos más referencia, por ser un yacimiento de vital importancia para comprender el periodo en nuestra comarca.

Ruinas de Amaya

Después de la dominación de Cantabria por los visigodos, éstos intentaran crear una estructura administrativa y política de su nueva posesión. En Saldaña se instala una ceca que emite monedas en varios momentos desde 572 a 610 (reinados de Leovigildo a Witerico) y posteriormente desde 631 a 649 en Mave (reinados de Sisenando hasta Chindasvinto) (García Guinea, M.A, 1979: pág, 42-43), esta acuñación de monedas responde a la necesidad que tenían los visigodos de controlar administrativamente las zonas conflictivas, las primeras monedas de Saldaña, serían para incorporar la zona centro norte de la provincia de Palencia, al dominio efectivo de Toledo (restos de Saldaña, Herrera y Avellanosa del Páramo en Burgos). La segunda ceca, la de Mave, la gran planicie que controla Cildá, se crearía a los pocos años de las segundas revueltas que Cantabria protagonizó contra el poder visigodo. Bajo el reinado de Sisebuto (612-621), los cántabros amurallados en Amaya y Cildá, se revelan contra el poder imperante; el rey reprime violentamente esta revuelta, ¿sería acaso por una fuerte presión fiscalizadora?, ¿estaría motivada por nuevas incursiones de cántabros en tierras de la alta meseta?, lo que está más seguro es que durante los reinados siguientes, desde Sisebuto hasta Chindasvinto, Cantabria no vuelve a aparecer en las fuentes, parece probable que estuviera incorporada al reino toledano, es esta época el reino visigodo era católico, (la conversión de Recaredo se produce en 587), a finales del siglo VI y principios del VII empieza a introducirse en todo el sur de Cantabria, muy levemente, las primeras comunidades cristianas, son los monjes eremitas que fundan pequeños cenobios, o que simplemente se instalan en las tierras de Campoo para huir de las urbes y hacer vida ascética. El cristianismo no parece que tuviera, en un principio, gran fuerza en nuestra comarca, pero posteriormente, ya en el siglo VII y principios del VIII, la religión católica se instalaría con un gran peso (ermitas rupestres de Valderredible, iglesias de tradición mozárabe y pequeñas ermitas prerrománicas como la de Camesa-Rebolledo).
Después de las campañas contra los cántabros, Cantabria, como término geográfico se diluye en las crónicas, y sólo aparecerá el nombre de astures y vascones, sin duda grupos semisalvajes del interior. También se cita a otro grupo los Ruccones o roccones, hasta el momento no se ha podido identificar este clan, pero se citan posteriormente a los astures y anteriormente a los vascones, ¿serán los cántabros de las rocas, o sea de las montañas? (Menéndez Pidal, coord., 1940: pág, 40). Con las campañas de estos reyes, se volverá a hacer mención a Cantabria, pero no como pueblo levantisco, sino que aparecerá como sede momentánea de los ejércitos del rey Wamba (seguramente sería Amaya), al atacar éste a los vascones, que se había vuelto a sublevar, publica expeditio, era el año 673, esto parece indicar que Cantabria, los yacimientos de Amaya, Cildá, tal vez Rebolledo-Camesa, Juliobriga y Reinosa, estaban bastante controlados por los visigodos, aunque no de una manera efectiva, sí de una forma nominal. Este sería el panorama que se manifiesta en Cantabria y Campoo entre los siglos VI al VII, época de mayor dominio visigodo en la zona. Ante de esos siglos los cántabros permanecerían en un estado de independencia total, al menos según los restos arqueológicos y las fuentes escritas. Cantabria pasaría al gobierno visigodo como una provincia más, siglo V-VI, y pasando el tiempo, ya en el siglo VII, entre 658 y 683, sería un Ducado, que tendrá mucha importancia durante la Reconquista, aunque hay una gran controversia sobre este Ducado y los posibles Dux de la región (García Guinea, 1979: 42; González Echegaray, 1979: pág, 157-158), un cronista franco llamado Fredegario, recoge en su crónica del siglo VII la existencia de este ducado y cita a un duque llamado Francio. Los últimos años del reino de Toledo transcurren con disensiones internas entre los nobles y los reyes, desde el reinado de Wamba hasta el de Rodrigo, 672-711, los visigodos volverán a tener luchas contra los vascones, será en una de estas luchas, cuando Rodrigo será avisado que un contingente árabe ha penetrado en Andalucía.
 
RESTOS ARQUEOLÓGICOS EN CAMPOO.
Broches de cinturón. ReinosaEn este apartado nos centraremos en los datos concretos que tenemos de la presencia visigoda en nuestra comarca, dejaremos a un lado una descripción minuciosa de las importantes ruinas de Cildá y Amaya, que son las que más vestigios presentan, por estar situadas lejos nuestra actual comarca, no así antes que serían los castros más meridionales de la Cantabria antigua. Sobre los restos en las provincias limítrofes, Palencia y Burgos, podemos decir someramente, que en Cildá se reconstruyó la muralla tardorromana en el siglo V d. C. y que el poblamiento que allí hubo continua durante toda el periodo visigodo y perdura hasta época altomedieval. El recinto fue nuevamente reforzado en el siglo VI, después de la conquista de Leovigildo (Ruiz, A., 1995: pág, 2.comunicación inédita). También apareció en la muralla una espada visigoda así como otros materiales, sobre todo cerámica y broches de cinturón. En Mave, en la cueva de la Horadada, apareció un jarrito litúrgico que parecía corresponder a un ajuar funerario. En Aguilar de Campoo apareció en el Monasterio de Sta. María La Real, un broche de cinturón; también cerca de Aguilar, en Villarén, existe una iglesia rupestre de clara cronología visigoda, ya que aparece una inscripción fechada en el siglo VI (González Echegaray, J. 1993: pág, 189). En Cervera de Pisuerga se halló una fíbula de arco, que tiene una cronología bastante antigua, siglo VI. Mención aparte estaría la necrópolis de Herrera, la más importante de todas. En la provincia de Burgos destaca Amaya, capital y diócesis durante el siglo VI -VII, en la Peña han aparecido restos de murallas y edificaciones, también se consiguió un sello o anillo signatario y un broche de cinturón.
En nuestra comarca, tenemos noticias de hallazgos visigodos desde 1935. Los más antiguos restos nos los encontramos en la caverna de SUANO, estudiada por Jesús Carballo (Carballo, J.,1935: pág.238 y ss), aunque este autor al principio dudada sobre ellos, o los daba una cronología más antigua, una revisión de éstos han podido demostrar que son objetos de época tardorromana y visigoda. Los materiales eran: Un broche de cinturón con decoración al parecer animálistica, de influencias orientales, una cucharita de bronce de casi 15 cm, una cacilla de bronce de 5 cm de boca y 3 de alto con círculos concéntricos en su base, y otra placa lisa de cobre y el mango de una patena y muchos fragmentos de cerámica tanto tardorromana como visigoda. La cronología de esta ocupación según, todos los indicios, estaría comprendida entre el siglo V y el VII d. C.(Bohigas, R. y Ruiz, A., 1989: pág 32-36). Suano también presenta restos de una estructura de habitación interior, con un muro de separación y un pavimento muy rústico que aislaba a sus moradores de las corrientes del riachuelo. Suano se poblaría en esta época, coincidiendo en el tiempo, como veremos después, con el yacimiento de Camesa-Rebolledo. Nada se sabe de estos moradores, algunos autores les ponen en relación con misioneros o eremitas (González Echegaray, J. 1993: pág 188), que intentaban cristianizar Cantabria. Del hábitat tardorromano (en la base del yacimiento se encontraron monedas de Constantino), podemos decir que igual eran habitantes que huyeron de Juliobriga después del incendio, al menos personas importantes, que tuvieron que refugiarse. De época visigoda se podría decir lo mismo, o bien aceptamos la hipótesis de González Echegaray, y la cronología más moderna del yacimiento siglo VII, como inicio de una cristianización más profunda de la zona, o tendríamos que relacionar esos objetos con otros moradores que gracias a intercambios comerciales utilizarían objetos visigodos y después de un tiempo de permanencia en la cueva se instalarían en otro lugar. La cuerva de los Hornucos de Suano, es un yacimiento que no vuelve a habitarse en épocas posteriores, al no ser, y esta sería la tercera hipótesis, que los restos fueran del siglo VIII provenientes de gentes huidas de las aceifas musulmanas, que se resguardarían en esta zona, lo que es igual forzar la situación después de haber sido datados los materiales de esta cueva (Bohigas, R. y Ruiz, A., 1989: pág 32-36).
En la ciudad romana de JULIOBRIGA (RETORTILLO), apareció en las primeras excavaciones una necrópolis medieval, en cuya base se encontraron restos que podían adscribirse a época visigoda. Juliobriga tiene una pervivencia de dos siglos, y empieza a decaer al iniciarse el siglo III d. C., sufre una serie de incendios, el más fuerte, el que deja prácticamente sin vida la ciudad se produce a principios del siglo V d. C. En la necrópolis se hallaron varios objetos hispanovisigodos, entre ellos una placa de broche de cinturón y una estela que es datada en el siglo VII o VIII, cuya interpretación ha sido muy discutida. Juliobriga tendría que tener como lugar más romanizado alguna relación con el poder visigodo, y sobre todo con los restos de época goda de Camesa y Reinosa.
Enterramiento en Camesa-RebolledoEn Valdeolea, cerca de Mataporquera, se encuentra la villa romana de CAMESA-REBOLLEDO, esta villa tiene sus inicios en el siglo I d. C. y parece que es abandonada en el siglo III d. C. Lo más interesante es que después vuelve a ser reutilizada durante épocas diferentes. Cuando se vuelve a tener presencia de hábitat es en el siglo V-VI. Las teorías son diversas, ya que la villa no es reutilizada, sino que se construye encima de ella. Han aparecido diversos objetos, entre ellos cerámica y una necrópolis, cuya inhumación más antigua se puede datar en el año 585, diez años después de que Amaya fuera conquistada por Leovigildo (García Guinea y Van den Eyden, 1991: pág, 17). Las tumbas más antiguas son de fosa y murete de piedra, y podrían datarse en torno a los siglos VI-VII. Lo más interesante es que no han aparecido restos de factura visigoda (sólo cerámica) y parece que es un poblamiento de tardorromanos con un substrato indígena. Camesa tiene permanece durante los siglos siguientes de la reconquista, ss. VIII-XI. En esta época se realiza una pequeña ermita prerrománica, que podría ponerse en relación con una comunidad cristiana más avanzada, tal vez inmigrantes hispanovisigodos que huyen del poder musulmán y se instalan en estos parajes y comienza una "aculturación" más efectiva que en épocas pasadas. Desde la última fecha dada (585), las personas que habitaron Camesa tuvieron que tener una mayor relación con la monarquía visigoda, ya que estuvo poblada más de un siglo y los contactos comerciales parecen inevitables.
Objeto visigodo. ReinosaEl último de las hallazgos que vamos a estudiar es el del CASTILLETE de Reinosa. Los restos aparecieron en 1957, cuando se hacían obras para la cimentación de un edificio en el nº 16 de la calle de la Pelilla (Pérez y Cos, 1985: pág, 311 y ss.). Si los datos son correctos y según sus descubridores los restos estaban en conexión con una serie de inhumaciones en fosa simple, formando parte del ajuar, estaríamos ante la necrópolis de época visigoda más septentrional de España, desplazando así a la de Herrera. El Castillete está enclavado en una zona de promontorio, siendo uno de los puntos más altos de Reinosa (cota 853), dominando toda la zona conocida como el Polvorín. El pequeño recinto, sería un castellum o sea, un lugar fortificado que controlaría el paso por el valle de Reinosa hacia la costa y hacia la meseta (como vimos anteriormente, esta fortificación estaría en conexión con Cildá, Amaya, etc.). Los restos que aparecieron tiene un gran interés para el estudio del visigotismo en la zona. Lo más importante fue la aparición de un broche de cinturón de bronce de perfil liriforme, que se pueden relacionar como mucho aparecidos en España, y tienen influencias bizantinas. Este broche tiene una decoración bastante esmerada de motivos vegetales, el extremo opuesto del broche tiene como un medallón también decorado. Este tipo de broche se utilizaría en el siglo VII o principios del VIII, con lo cual nuestro yacimiento se podría fechar en estos siglos, con los últimos reyes godos y en relación con la ceca de Mave, que sería la que controlaría toda esta zona, cuya capital de provincia o ducado parece que sigue siendo Amaya.
Aparecieron varias placas y broches de cinturón en total 5, también otros objetos como agujas de los broches y un par de hebillas de bronce, una fíbula y un objeto circular con la leyenda grabada "VITA MARIE", que parece indicar una cierto grado de cristianización. Otro de los broches de cinturón que destaca por su singularidad es el que se asemeja a la cabeza de un caballo, este broche iría decorado con esmaltes, y al igual que el anterior mide 8,4 cm de largo por 3,2 cm de ancho. Este tipo de placas se pueden datar en torno al siglo VI-VII.
El yacimiento del Castillete, es pues un elemento de referencia indudable para comprender cual ha sido el transcurso de la historia en esta zona. En definitiva se podría fechar a finales del siglo VII y comienzos del VIII, y su situación estratégica le haría ser una pequeña fortificación de los últimos reyes godos que querían controlar a los pueblos semisalvajes del interior de la región o bien podría ser un pequeño núcleo defensivo de hispanovisigodos que se instalarían a aquí después de las invasiones musulmanas. Este emplazamiento estaría vinculado a Juliobriga, si aceptamos la cronología de estela antes mencionada y del broche allí aparecido. Del Castillete no se sabe nada más por no haber sido excavado correctamente, pero de tener, como dijeron sus descubridores, una necrópolis sería el primer dato de un poblamiento más estable al aire libre, ya que en cueva teníamos el poblamiento de Suano.
Conclusión
Los restos del Castillete hacen posible saber que el poblamiento más antiguo del actual casco urbano de Reinosa se remonta al siglo VII-VIII, y es posible que haya habido después una pervivencia de hábitat en Reinosa, sobre todo como lugar defensivo para el paso a la meseta o viceversa hacia el mar, controlando así la antigua calzada Romana que unía Pisoraca (Herrera de Pisuerga) con Suances o Santander.
Es probable que después de la caída del reino de Toledo y de la invasión musulmana, muchos influyentes hispanovisigodos se trasladarán a estas tierras y a las cercanas de Asturias buscando un refugio seguro para su forma de vida, en este proceso de reconquista y repoblación que comenzaría en el siglo VIII y IX, se estaban asentando las bases para el nacimiento del primer reino cristiano del norte. Los repobladores en el siglo IX, comenzarían su odisea hacia tierras del Duero, como por ejemplo los Foramontanos que repueblan toda la zona de Brañosera, pasando por el valle de Campoo, en eta época también es repoblada Amaya, que anteriormente había sido conquistada en 712-714 por Tariq. En estos siglos iniciales de la Alta Edad Media, comienza a repoblarse toda la zona sur de Cantabria, como se ha ido demostrando por la existencia de muchas necrópolis fechadas en los siglos VIII-XI (Espinilla, Camesa, Juliobriga, La Venta, y todas las iglesias rupestres y necrópolis de Valderredible), este proceso repoblador conducirá a Cantabria a ser un punto muy importante en el incipiente reino de Castilla, al ser cántabros, astures y vascones los que inicien la vida en la meseta entre el Tajo y el Duero. No obstante la meseta no estaba desértica, sino que había pequeños núcleos de población indígena o hispanovisigoda que se había quedado aislada de resto como parece indicar el yacimiento de Villajimena en Palencia, que sobre una necrópolis visigoda se a asienta otra altomedieval.
Así pues estamos viendo como la pervivencia de elementos visigodos en épocas donde éstos no existían resulta palpable, ya que es ahora cuando la cultura visigoda impregna más en el substrato de esta comarca, al emigrar a estas tierras hispanovisigodos más romanizados, que iniciarán así la nueva etapa en la historia de España
Antes, durante los siglos VI-VII, hemos visto como los restos encontrados en los diferentes lugares citados, nos dan una presencia efectiva de hispanovisigodos o al menos de muchos de sus objetos cotidianos, broches, fíbulas, objetos litúrgicos, etc, que nos indican que hay un cierto grado de conocimiento de esta forma de vida, incluso las citas y las referencias que sobre Cantabria se tienen también nos indican que "importábamos" a la monarquía goda. De la penetración de cristianismo ya hemos indicado la posible conexión de Suano con monjes misioneros, al estilo de San Millán.
Este es el somero panorama de estos momentos, el tiempo y más excavaciones nos desvelarán más ideas sobre esta época.

BIBLIOGRAFÍA
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