La recuperación y puesta en valor del conjunto de menhires de Valdeolea

Ramón Montes Barquín

ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE VALDEOLEA (ADEVAL)

ANTECEDENTES

   El proyecto de recuperación y puesta en valor del conjunto de menhires de Valdeolea tiene su origen en la inquietud de la Asociación para la defensa de Valdeolea (ADEVAL) de promover la conservación y el conocimiento social del importante Patrimonio Cultural de uno de los valles más desconocidos de la Comunidad de Cantabria.


   En el año 1998, esta asociación contacta con ARCA (Asociación para la defensa de los recursos naturales de Cantabria) y con la A.C.D.P.S. (Asociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio Subterráneo) para, conjuntamente, desarrollar un proyecto denominado "Modelo de gestión del patrimonio Cultural y Natural asociado del municipio de Valdeolea (Cantabria). El Patrimonio Cultural como motor de desarrollo alternativo". Este proyecto fue subvencionado e impulsado por la entonces Consejería de Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria.


   Uno de las propuestas de este proyecto era la creación de una ruta que recorriese todos los menhires conocidos en el municipio, en aquel momento seis ejemplares. Durante la elaboración del proyecto, miembros de ARCA descubrían dos nuevos elementos en el paraje de la Matorra de los Castillos, junto a Casasola, por lo que el diseño de la ruta recogió, finalmente, los ocho menhires hasta ahora conocidos en el término municipal.


   En el año 2000, la Asociación para la defensa de Valdeolea solicita la puesta en marcha del proyectó a las autoridades regionales competentes. Contando con la colaboración institucional del Ayuntamiento con el entonces alcalde Luis E. Prieto Villazán a la cabeza- se iniciaron los trabajos en el mes de julio, siendo cofinanciados entre la Consejería de Cultura y Deporte y el propio Ayuntamiento. Además, la colaboración del Municipio de Valdeolea se materializó en apoyo logístico, poniendo a su excelente Servicio de Obras a disposición de los técnicos arqueólogos que dirigían los trabajos. Debemos agradecer desde estas páginas a los empleados de este servicio su profesionalidad y buen hacer durante los distintos trabajos que se realizaron.

 

OBJETIVOS DEL PROYECTO

Labores de limpieza y saneamiento biológico de los menhires   El proyecto perseguía una serie de objetivos encaminados a la protección y conservación del conjunto de menhires del municipio de Valdeolea y a su puesta en valor como un activo cultural de primera línea, a escala municipal y regional.


   Con ello se pretendía, a la vez que se ponían los medios para que estos elementos megalíticos no siguieran degradándose, la creación de una primera oferta consolidada de turismo cultural en Valdeolea, la cual deberá completarse en el futuro con la puesta en marcha de otros proyectos similares en las diversas manifestaciones arqueológicas e histórico artísticas que alberga el municipio.


   Por una parte se conseguía, por lo tanto, la rehabilitación de los elementos arqueológicos, con importantes problemas de conservación debidos al olvido y a la acción de los agentes medioambientales y antrópicos (los menhires se encontraban afectados por líquenes, caídos en algunos casos, parcialmente fragmentados o erosionados en otros, y en general, afectados por las condiciones atmosféricas y la desidia).


   Pero además, y en paralelo, se obtenía una preparación didáctica de cada uno de estos elementos para que, de esa forma, su interés histórico y cultural fuese comprendido y apreciado por el visitante.
   De esta manera, tratamos de garantizar que, lo que hasta el presente eran simples hitos o referencias locales en el paisaje de Valdeolea, se convirtieran en importantes referentes de su Patrimonio Cultural, ofertables al conjunto de la sociedad.


   Los objetivos de la rehabilitación y la conservación se unían, de manera paralela, al de la puesta en valor del conjunto, en una estrategia definida que se basa en el axioma de que, para que un bien del Patrimonio se conserve, es preciso ponerlo en uso y darlo a conocer a la sociedad para que ésta lo valore en su justa medida y pueda, por tanto, protegerlo.

 

LOS MENHIRES DE VALDEOLEA. INVENTARIO Y VALORACIÓN ARQUEOLÓGICA

   Como exponíamos, ocho son los ortostatos pétreos identificables como menhires conocidos hasta la actualidad en el término municipal de Valdeolea. (En el cuadro de la página siguiente sintetizamos sus principales referencias, caracteres y peculiaridades).


   Varios presentan grabados incisos y pequeños agujeros aparentemente realizados con instrumentos metálicos. Así, es frecuente la aparición de cruces (menhires de Piedrahita, El Cabezudo, La Matorra I y II), seguramente de época altomedieval y que habrían servido para "cristianizar" estos elementos que para las primeras comunidades cristianas eran vestigios de un paganismo secular. En ocasiones las cruces se asocian a puntos (Piedrahita y El Cabezudo), se trata de acuerdos -de época Medieval o Moderna- de división de tierras entre juntas vecinales, que quedaban sellados con una inscripción (que representaba la repartición del terreno) sobre el menhir desde el cual se oteaba el territorio para ser dividido.    Por último, el menhir de La Puentecilla presenta una serie de grabados incisos más bien finos, de origen y significado desconocidos, pero de aspecto antiguo. Sobre su interpretación se han apuntado algunas ideas, en general bastante disparatadas, cuando no fruto de mentes con mucha imaginación, sin que sea posible, en el estado actual del conocimiento arqueológico, descifrar con cierta coherencia estos grabados.


   A la vista de todos estos datos hay que reseñar, en primer lugar, que nos encontramos ante la mayor concentración de evidencias megalíticas de esta naturaleza conocida en el norte de la Península Ibérica. Este hecho, sumado a la particularidad de que los menhires de Valdeolea se alienan, prácticamente en línea recta, a lo largo del territorio, orientándose su caras principales en todos los casos hacia el Sudeste, introducen una serie de incógnitas sobre su significado y utilidad.
   Los menhires son monumentos del Neolítico final y primeras etapas del Calcolítico, fases en las que se desarrolló el fenómeno que conocemos como Megalitismo. Habitualmente aparecen en cordales montañosos (principalmente en collados), y generalmente asociados a otras manifestaciones megalíticas (como túmulos, dólmenes y cromlech). Si bien no es frecuente en nuestra región la aparición de concentraciones, en ocasiones pueden aparecer varios juntos, cómo también ocurre con los menhires del Collado de Sejos (Polaciones).

 

Menhir "Piedrahita"Nombre(s): Pidrahita; El Cañón
Paraje de situación: Piedrahita
Pueblo: Mataporquera
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Calizas del Jurásico
Distancia mínima de acarreo: 2 km
Altura total: 3,68 m
Altura visible: 2,55 m
Anchura: 1,10 m
Espesor: 0,45 m
Peso estimado: 3 Tn
Orientación: 138° SE

 

 

Menhir "El Peñuco"Nombre(s): El Peñuco; menhir de Bercedo
Paraje de situación: Mandafril
Pueblo: Bercedo
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Calizas del Jurásico
Distancia mínima de acarreo: 1,5 km
Altura total: 4 m
Altura visible: 2,75 m
Anchura: 1,05 m
Espesor: 0,46 m
Peso estimado: 4 Tn
Orientación: 180° SE

 

 

 

Nombre(s): El Cabezudo
Paraje de situación: El Olmo
Pueblo: Las Quintanillas
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Calizas del Jurásico
Distancia mínima de acarreo: 1,2 km
Altura total: 4,85 m
Altura visible: 3,85 m
Anchura: 1,20 m
Espesor: 0,40 m
Peso estimado: 5 Tn
Orientación: 150° SE

 

Menhir "La Llaneda"Nombre(s): La Llaneda
Paraje de situación: La Llaneda
Pueblo: La Cuadra
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Calizas del Jurásico
Distancia mínima de acarreo: 1 km
Altura total: 3,78 m
Altura visible: 3,78 m
Anchura: 1,10 m
Espesor: 0,32 m
Peso estimado: 4 Tn
Orientación: desconocida

 

Nombre(s): La Puentecilla
Paraje de situación: La Puentecilla
Pueblo: La Cuadra
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Calizas del Jurásico
Distancia mínima de acarreo: 1 km
Altura total: 2,35 m
Altura visible: 1,80 m
Anchura: 0,90 m
Espesor: 0,29 m
Peso estimado: 1,2 Tn
Orientación: 130° SE


Menhir "La Matorra I"Nombre(s): La Matorra I
Paraje de situación: Matorra de los Castrillos
Pueblo: Casasola
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Arenisca del Triásico
Distancia mínima de acarreo: 0 km
Altura total: desconocida
Altura visible: 1,60 m
Anchura: 0,50 m
Espesor: 0,50 m
Peso estimado: 2 Tn
Orientación: 140° SE

Nombre(s): La Matorra II
Paraje de situación: Matorra de los Castrillos
Pueblo: Casasola
Tipo de piedra: Arenisca del Triásico
Litología base: Arenisca del Triásico
Distancia mínima de acarreo: 0 km
Altura total: 2,20 m
Altura visible: 1,80 m
Anchura: 0,95 m
Espesor: 0,40
Peso estimado: 2 Tn
Orientación: 140° SE

Nombre(s): Peñahincada; Piedra de Sansón
Paraje de situación: Los Juancales
Pueblo: Entre Reinosilla y Espinosa
Tipo de piedra: Conglomerado areniscoso
Litología base: Aluviones cuaternarios
Distancia mínima de acarreo: 0,9 km
Altura total: 3 m
Altura visible: 2,20 m
Anchura: 0,70 m
Espesor: 0,55 m
Peso estimado: 3 Tn
Orientación: 125° SE

   En el caso de Valdeolea, hay varias cosas excepcionales.
    • La alta densidad de estas estructuras.
   • Que se localicen en pequeños altozanos en el fondo del valle y no en zonas elevadas de montaña.
   • El hecho de que, pese a haber sido labrados en arenisca, aparezcan en zonas de substrato calizo, habiéndose documentado distancia mínimas de acarreo superiores al kilómetro (no olvidemos que estamos ante ortostatos de entre 2 y más de 5 Tn de peso).
   • Por último, su extraña alineación Sudeste Noroeste, bastante paralela a la derrota solar durante el solsticio de verano. La asociación a otros elementos megalíticos está constatada, puesto que en el barrio de La Cuadra se sabe que existían, al menos, dos grandes túmulos con cámaras pétreas de carácter funerario.


   Sobre la significación y posible funcionalidad de los menhires se ha especulado mucho, sin que la Arqueología haya dado una respuesta concluyente. En el caso que nos ocupa, dos parecen las tesis más plausibles. La primera relacionaría esta alineación megalítica con un culto solar neolítico, en el que los menhires jalonarían el recorrido del sol en un determinado (y por la razones que fueran, especial) momento del año, como el solsticio de verano. La segunda, más materialista, propondría que, en realidad, los menhires no serían más que delimitaciones territoriales de las primeras comunidades agrícolas asentadas, a finales del Neolítico, en Valdeolea.


   En cualquier caso, y centrándonos en su importancia y significación, a escala regional, hay que exponer que este conjunto supone uno de los focos más importantes para el conocimiento y estudio del fenómeno megalítico cantábrico, constituyendo un destino obligado para los especialistas y personas interesadas en los formas de vida y creencias del período Neolítico en nuestra región.

TRABAJOS REALIZADOS

Izado del menhir "El Cabezudo"   Los trabajos se desarrollaron bajo la dirección técnica del doctor R. Montes Barquín. En ellos participaron miembros de la Asociación para la Defensa de Valdeolea, coordinados por Roberto Alvárez (en calidad de voluntarios), un equipo de restauración dirigido por la técnico Maria Isabel García Mingo y, como anteriormente comentábamos, el Servicio de Obras del Ayuntamiento de Valdeolea, especialmente en las labores de rehincado de los menhires y en las obras de acondicionamiento de los entornos y accesos de cada elemento.


   Las tareas se desarrollaron desde finales del mes de Julio hasta finales de Octubre del año 2000, aunque de forma intermitente en función de la disponibilidad de los voluntarios colaboradores y del personal municipal.


   Los trabajos desarrollados -de manera genérica- en todos los ortostatos fueron los siguientes:
   1. Localización y revisión de todos los menhires con el fin de analizar su estado de conservación y valorar los posibles tratamientos a aplicar en cada caso.
   2. Documentación arqueométrica de cada ortostato, con la realización de una ficha técnica que incluía todos los datos relevantes de cada elemento (topónimos, localización, orientación, dimensiones, tipo de materia pétrea, distancia al punto de captación de la roca, grabados, leyendas, etc.), y documentación planimétrica y fotográfica.
   3. Tratamiento con liquenicida específico Net-Toit (cloruro de benzalconio), diluido al 12 %o en agua. Este tratamiento se aplicó a todos los menhires, ya que todos ellos se encontraban cubiertos -casi en su totalidad- de una serie de líquenes que afectaban a la conservación de su superficie pétrea externa.
   4. Retirada de los líquenes, una vez aplicado el producto liquenicida, y limpieza (mediante cepillado superficial) de los ortostatos.
   5. Limpieza del entorno de todos los menhires, y de sus accesos.
   Además de estos trabajos genéricos, y particularizando, podemos revisar las labores desarrolladas específicamente en cada uno de los elementos:

   Menhir Piedrahita ("el cañón"): Este elemento se encontraba semicaído (por lo que recordaba la forma de un cañón apuntando al valle), y presentaba, además de costras de líquenes, varias rozaduras y desconchados producto del paso junto al mismo de palas excavadoras, las cuales habían trabajado en la zona en la apertura de una pista y en la plantación de pinos, arañando el menhir al menos en dos ocasiones.
   Los trabajos se centraron en la limpieza del elemento, y en la restauración de los arañazos y desconchados, atenuando su impacto visual. El rehincado fue posible gracias a la pericia de los operarios del ayuntamiento. Utilizando cinchas de material textil de alta resistencia, fue posible levantar el menhir hasta obtener su posición vertical original. Fue calzado con piedra caliza local y tierra compactada.
   Hay que indicar que este realzamiento supuso cierta polémica a nivel local, por cuanto los vecinos lo recordaban desde hacía decenios en posición inclinada. No obstante, su topónimo es clarificador, "Piedrahita", y su posición antes de la intervención tan sólo entrañaba peligro, tanto para el propio ortostato
(que inequívocamente acabaría por caerse completamente), como para los visitantes que acostumbraban a andar por encima de su cara superior.

   Menhir El Peñuco: Se encontraba caído y parcialmente cubierto de vegetación y líquenes. Además, la parte distal presentaba una pequeña rotura reciente, con la pérdida de un fragmento de la punta que no pudo ser localizada en las inmediaciones, pese a ser buscada con denuedo.
   Se abrió una zapata junto a su base, de 1,25 metros de profundidad y adaptada a las medidas de la zona proximal y fue rehincado con la ayuda de maquinaria pesada municipal, a partir de una sujeción con cinchas textiles. Para asentar y calzar la base se utilizaron los mismos sedimentos que salieron de la zapata, es decir piedra y tierra del mismo substrato. Se empleaba, de esta manera, la tecnología de anclaje original, sin tener que recurrir a cimentaciones con tecnología y materiales modernos que, sin duda, desvirtuarían el monumento. Este criterio fue empleado en todos los casos, excepto en El Cabezudo por la razones que, a continuación, se exponen.

   Menhir El Cabezudo: Este ortostato, que se encontraba roto en dos grandes fragmentos (prácticamente por la mitad) y caído unos metros por la ladera, exigió de una intervención compleja. Fue el único cuya base se aseguró mediante hormigón para asegurar su estabilidad, dado el gran peso del elemento (cifrado en unas 5 Tn) y la necesidad de asegurar su total equilibrio, ya que se encontraba previamente fracturado.
   La base fue forrada con una protección de material plástico para impermeabilizarla del hormigón. Una vez que fraguó la pieza inferior se pegó la pieza superior. Para ello se insertaron tres vástagos metálicos inoxidables de alta dureza en la pieza inferior, en los que posteriormente se insertó la superior. Un pegamento específico para piedra arenisca selló la junta y fraguó la cicatriz de la rotura. La pericia de los operarios municipales y de los restauradores que dirigía María Isabel García permitió la recuperación completa del mayor menhir del norte de España, 5 metros de altura, sin duda alguna todo un logro técnico y cultural.

Mapa con la localización de los menhires   Menhir de La Llaneda: Sin duda, fue el elemento que mayores complicaciones ofreció en su proceso de rehabilitación.


   Este menhir se encontraba tirado en el borde un campo de labor (La Llaneda), campo en donde al parecer había aparecido durante la roturación de la tierra, siendo apartado a un lateral del mismo para facilitar la actividad agrícola. Además de encontrarse cubierto de líquenes, había sufrido algunos desconches en fechas recientes debido, tanto a la acción de los elementos vegetales, como a la acción de la reja del arado que lo había arañado retiradamente, especialmente en sus laterales, al margen de haber recibido varios disparos.


   Dado que no se encontraba en su ubicación original (que debía de ser el centro de la tierra de labor), se estimó oportuno desplazarlo hasta el cruce de pistas ubicado a escasos .200 metros al sur, al objeto de izarlo en una estructura metálica que permitiera mostrar un menhir completo (incluida la parte que habitualmente se encuentra soterrada), instalando junto al mismo la cartelería didáctica precisa sobre los menhires de Valdeolea.


   Se pretendía, por tanto, un uso didáctico de este menhir que sobrepasara el mero hincado y balizado del mismo. La operación de transporte fue realizada sin problemas, sin embargo, el proceso de alzado y fijación en la estructura metálica diseñada específicamente al efecto resultó francamente compleja y aparatosa (el ortostato posee un peso en torno a las 4 Tn). Así, durante el delicado proceso de estabilización en la estructura metálica que lo soporta se produjeron algunos roces superficiales en el lateral derecho del menhir, en donde el ortostato presentaba ya varios desconchones anteriores, producto del roce del arado. Además, se produjo la rotura de un pequeño saliente de la piedra, de 10 cm2 y 2 cm de espesor (una "lasca"), en la cara principal. En un intento de solucionar el pequeño desperfecto de la cara superficial, se procedió a limar el corte producido, lo cual produjo el rebaje actualmente visible, de 10 cm de desarrollo (en una mole de 4,85 m. de altura y más de 4 Tn. de peso).


   Este accidente empañó nuestra actuación general, pero, no obstante, y ante lo limitado del desperfecto, a nuestro juicio insignificante en relación a la complejidad técnica y a los logros obtenidos, no sólo ya en la recuperación de este menhir, sino de todo el conjunto, estimamos el hecho como anecdótico y suficientemente paliado con las medidas de restauración aplicadas posteriormente. Podíamos haber enterrado la base del menhir, como en el resto de casos, pero las alteraciones eran tan insignificantes que optamos por mostrar el menhir completo, como estaba previsto.


   No obstante, queremos exponer aquí, y sin que consideremos preciso más justificaciones, que pese a que nadie se preocupó en el pasado por el valor arqueológico de los menhires, o por sus lamentables condiciones de abandono y olvido (algunos llegaron a ser picados para obtener sillares de arenisca), recientemente, y a raíz de la recuperación de estos elementos, y más concretamente de la rehabilitación del menhir de La Llaneda, han surgido algunas voces (en general poco autorizadas) que han pretendido cuestionar y empañar el trabajo desarrollado, serio, altruista y comprometido con la recuperación y puesta en uso del Patrimonio Cultural de Valdeolea. Consideramos que tratar de politizar este proyecto o de menoscabar el prestigio personal y/o profesional de personas implicadas en el mismo, por motivaciones personales inconfesables, apoyándose en un pequeño accidente sin mayor importancia, sólo puede calificarse como de patético, sin que ello merezca mucha más consideración.

   Menhir de La Puentecilla: Sin duda alguna era el menhir que peor estado de conservación presentaba y el que más había sufrido el olvido al que tradicionalmente se había visto sometidos los menhires de Valdeolea. Paradójicamente, era el más visible y uno de los más conocidos.


   El menhir había sido fracturado en época relativamente reciente para obtener del mismo sillares de arenisca. Así, no se conoce con precisión cuál era su morfología y tamaño originales, restando del mismo tan solo dos fragmentos (ya labrados como dintel y sillar, respectivamente). Afortunadamente, el mayor de los fragmentos aún conservaba unos curiosos grabados, de cronología y significación incierta, pero en cualquier caso antiguos, que incluso habían sido publicados en el pasado (aunque la conservación del elemento no hubiera preocupado demasiado a los mismos que habían dado a conocer estas manifestaciones artísticas).


   Dado el lamentable estado de conservación se procedió a lo único que se podía hacer, pegar ambos fragmentos (sus aristas laterales encajaban perfectamente), proceder a su saneamiento biológico, y rehincarlo en su lugar de ubicación original, el cual se conservaba abierto, puesto que el menhir fue abatido in situ para ser convertido en material de construcción y su base aún se encontraba dentro de la zapata de calce original. Tras ser levantado, fue calzado con piedra y tierra de la propia zapata restaurado en la medida que fue posible (limpieza y pegado y sellado de los dos fragmentos). Su forma actual, obviamente, recuerda poco a un menhir, pero no por ello podíamos olvidar la importancia y significación del mismo.

   Menhires de La Matorra I y II: Fueron localizados por miembros de la asociación ecologista ARCA, en 1998. Si bien se ubican junto a la carretera regional S-204, el hecho de encontrarse completamente cubiertos de vegetación arbustiva y que su tamaño no fuese muy espectacular (2,20 m.), había provocado que pasasen completamente inadvertidos hasta el momento.


   Se trata de dos menhires de dimensiones modestas que se levantan a escasos 10 metros uno del otro, si bien La Matorra II se encontraba caído y precisó de una intervención de rehincado de similar factura a las desarrolladas en los menhires de El Peñuco y La Puentecilla. La limpieza de la vegetación arbustiva de su entorno, que entrañó un esfuerzo considerable por parte de los operarios municipales, permitió despejar su zona de localización y el acceso para su contemplación.

   Menhir Peñahincada ("La piedra de Sansón"): Era, junto al menhir de Piedrahita, el más conocido popularmente, y el único que conservaba una leyenda sobre su origen y antigüedad. Así, vecinos de Espinosa y Mata de Hoz (pueblos entre los cuales se localiza, en el centro de una amplia vega fluvial del río Camesa), contaban que esta piedra (que se conservaba hincada, aunque ligeramente inclinada) había sido lanzada por Sansón desde las Peñas ubicada al Sur del mismo, precisamente desde el lugar en donde afloran los conglomerados areniscosos en los que fue labrada.


   Su recuperación fue sencilla. Al margen de la limpieza superficial, se abrió su zapata de hincamiento por el lado opuesto al de su inclinación, hasta alcanzar su base (documentándose así la totalidad de su longitud y morfología), para proceder a recuperar la inclinación, que el paso del tiempo y el fallo de su cimentación, habían producido y volver a ubicarlo verticalmente. La limpieza del entorno completó la intervención.


   La última fase del proyecto consistió en el diseño y realización de los paneles didácticos que acompañan actualmente a cada uno de los menhires, además de otros paneles generales que se ubican en los distintos accesos al municipio de Valdeolea y que Informan de la existencia de la ruta y de cuál es su desarrollo a lo largo de la geografía municipal. Estos paneles proporcionan los datos fundamentales de cada elemento, tanto de localización, como de proporciones, descripción, etc., y fueron producidos por la empresa ALBAST señalización integral, por encargo del Ayuntamiento de Valdeolea. La elaboración y difusión de 1.000 trípticos, completó la ejecución del proyecto.

Comparativa de los menhires de Valdeolea

 

RESULTADOS OBTENIDOS Y VALORACION SOCIO CULTURAL DEL PROYECTO

   El proyecto de rehabilitación y puesta en valor del conjunto de menhires del municipio de Valdeolea ha supuesto, sin duda, la recuperación de un patrimonio arqueológico olvidado y en franco proceso de degradación y pérdida que, afortunadamente, ha sido frenado, y en gran parte subsanado.


   El hecho de que las piezas megalíticas hubieran perdido su función básica de hito en el territorio, y que además fueran de piedra arenisca (piedra muy valorada para la realización de sillares), había provocado un proceso de degradación (en algunos casos preocupante), que sumado a las afecciones propias de la acción meteorológica y biológica, provocaban una situación un tanto alarmante, con procesos de pérdida de material areniscoso en las superficies, afecciones por formación de colonias de líquenes, e incluso fracturaciones intencionadas debidas a la acción de personas que sólo veían en ellos material de construcción.


   La recuperación efectuada ha permitido devolver el carácter de hitos en el paisaje a estas estructuras pétreas, además de efectuar una puesta al día de sus condiciones de conservación. Por otro lado, se ha potenciado el conocimiento y respeto de estos elementos entre la población del municipio, cuestión de enorme importancia, y se ha conformado un destino cultural de interés para el visitante.


   La puesta en valor como destino socio-cultural, efectuada mediante el diseño e instalación de paneles didácticos asociados y la conformación de una ruta cultural estable que recorre los 8 menhires de Valdeolea, supone la revalorización de estos elementos como foco de interés social, cuestión de interés en el marco del desarrollo sostenible del sector rural del término municipal.


   Tenemos, por lo tanto, una ruta cultural de claro atractivo social y turístico que ha permitido la recuperación y rehabilitación de los 8 menhires conocidos en Valdeolea, por un lado, y la posibilidad de iniciar una política de puesta en valor de este municipio, por otro, al amparo de su importante y poco valorado Patrimonio Cultural.


   Los beneficios sociales y culturales de iniciativas como la desarrollada son, sin necesidad de extendernos mucho más, evidentes, constituyendo un punto de interés en el municipio de Valdeolea que añadir a la extensa oferta de atractivos naturales y culturales del término municipal, atractivos que pueden -y deben- servir de base a un nuevo desarrollo sostenible y sostenido de este desconocido y bello municipio de la Comunidad Autónoma de Cantabria.