El sistema agropecuario de Campoo no se modernizó hasta los años 60 con la generalización de la vaca lechera (holandesa) y el éxodo rural. Hasta esa época las formas de vida permanecieron casi inalterables desde tiempos inmemoriales con cambios sólo inducidos por la industrialización de la comarca en los años 20 y 30. La economía rural a mediados del siglo XX todavía se basaba en una agricultura y ganadería de subsistencia, producto de una propiedad insuficiente, excesivamente parcelada y dispersa, con la mayor parte del territorio ocupada por superficies forestales ganaderas de aprovechamiento comunal. La propiedad privada se destinaba a praderío y en cantidad equivalente a tierras de cultivo (cereales de invierno y leguminosas).
En 1950 el patrimonio familiar medio rondaba en torno a las tres hectáreas, de las que 1,27 correspondían a tierras de labor y 1,74 eran de prados (ver cuadro adjunto). Las superficies de cereales adquirían mayores dimensiones en los municipios del Sur (Valderredible. Valdeolea y Valdeprado), con características muy similares o iguales a las de la Meseta castellana.
Idénticas dedicaciones (patata, ganadería bovina y ovina trashumante) y cantidades se detectan en la Montaña Palentina con 2,82 hectáreas
(1) como superficie media de la explotación.
En el orden ganadero, predominaba el vacuno de razas autóctonas (tudanca, campurriana, "
la pernía") y eran escasos los ejemplares de
"lecheras" (holandesa)
(2), mixtas (denominadas "
ratinas")
(3) y frisonas de carne. Era una ganadería extensiva de escaso rendimiento destinada al autoabastecimiento de leche y derivados (manteca), al transporte trajinero y doméstico y la venta de las crías. El ganado lanar, cabrio y de cerda procuraban el autoabastecimiento de carne en fechas señaladas del año.
Los rendimientos de los cereales y leguminosas eran bajos: 10 y entre 7,5-10 quintales métricos por Ha., respectivamente. El de los prados era de 15 quintales métricos. Mayor era el de la patata con 48 quintales métricos por Ha. En las tierras todavía se mantenía el barbecho.
La precariedad de las condiciones de vida hacía indispensables las ayudas mutuas y la cooperación entre los vecinos. Así en Valderredible existía la costumbre de "El Adra", por la cual se asociaban siete vecinos para consumir un cordero sacrificado que se dividía en siete partes de forma que cada vecino por turno estaba obligado a hacer lo mismo con una res de su propiedad. En la matanza del cerdo la cooperación se saldaba con un presente de la misma matanza y una fiesta. No exigía el reparto porque se podía conservar en embutido o salazón durante todo el año. Estas fórmulas garantizaban el consumo durante todo el año lo más racionalmente posible de acuerdo con las escasas posibilidades.
La ganadería, por tanto, presentaba ese mismo carácter de subsistencia con un conjunto variado de especies: vacuno, ovino, porcino, caballar, etc., que confirman la escasa especialización y el papel que cumplía el ganado menor en la alimentación de sus dueños.
El patrimonio ganadero medio en 1949 se cifraba para Campoo de Suso, Enmedio y Campoo de Yuso en 6,13 cabezas de vacuno, 0,32 de caballar, 0,15 de asnal, 5,32 de lanar, 1,38 de cabrío, 0,48 de porcino, lo que supone un total de 6,6 cabezas de ganado mayor y 7,18 de ganado menor
(4). En Santiurde de Reinosa en 1950 el 52,73% de los vecinos no llegaba a la media. En Valderredible el número de reses de vacuno era aún más reducido. Aquí el patrimonio familiar medio era de 2, 68 de vacuno, 7,6 de lanar, 6 de cabrío y 1 de porcino. Si tenemos en cuenta que para alcanzar una rentabilidad mínima con el ganado tudanco se precisan de 40 a 50 reses, podemos deducir la condición de miseria en que vivía la población campesina.
Los modelos de explotación agropecuarias variaban en consonancia con la mayor o menor cercanía a las regiones castellanas. Aunque en todos los municipios predominaban los que tenían por lo menos una yunta de vacas de labor, en Valderredible, junto a la pareja de labor había uno o dos novillos para la recría y compraventa. Se adquirían en las ferias de Cervera o Reinosa, se les mantenía durante un año o dos y se vendían aptos para el trabajo en las provincias de Burgos y Palencia o en el mercado interprovincial. Si la pareja era de bueyes, se añadía una vaca para el consumo doméstico de leche que no alcanzaba para todas las épocas del año y se vendían en los mismos mercados a los dos años de ser adquiridos. En este caso la raza predominante era la campurriana mezclada con la lebaniega y en la alimentación de invierno se empleaban subproductos de la agricultura como la paja de cereales (trigo, centeno, veza, etc.) y leguminosas (yeros, guisantes).
En los municipios centrales y norteños la raza predominante es la tudanca cuyas crías se vendían a los tres meses, una vez destetadas, para el engorde posterior por ganaderos de la costa. Las vacas se mantenían en los pastos comunales hasta que se agotaba su ciclo reproductivo y es entonces cuando se vendían como ganado de abasto. Algunos municipios como Campoo de Yuso, Suso y San Miguel de Aguayo tenían una importante cabaña caballar y mular muy apreciada por los campesinos de Castilla, La Mancha y otras regiones como animales de tiro. La ganadería, por consiguiente, se caracterizaba por el empleo de razas autóctonas que exigían escasos cuidados y estaban subalimentadas. A ello contribuían los largos y rigurosos inviernos con frecuentes nevadas.
Uno y otro modelo obedecían a la necesidad de aprovechar los escasos recursos disponibles y optimizarlos al máximo. Si la hacienda se reducía a las yuntas de labor se explica la necesidad de complementar o fundamentar los ingresos con el trajineo de productos destinados a los mercados locales o interregionales y a las propias necesidades domésticas.
En algunos pueblos persistía, a pesar del ferrocarril, el antiguo oficio de la carretería. Bien para el acarreo del carbón y arena a la fábrica de vidrio de Arija como ocurría en Las Rozas, bien para transportes varios como ocurría en Lantueno donde pervivía este sistema desde la apertura en el XVIII del camino de Reinosa y la consiguiente instalación de fábricas de harinas al lado de los ríos, algunas de las cuales subsistían en Reinosa, Santiurde y Pesquera (cuenca alta del Besaya).
El desplazamiento de los carreteros de Lantueno se realizaba con el descanso en sus labores agrícola ganaderas. Se iniciaba en junio con el transporte de la "garanJa "(aperos de labranza como rastrillos, horcas, bieldos, etc.) y su venta en ferias y mercados de Castilla.
De regreso, para "El Carmen" (16 de julio) traían trigo, frijoles, cebollas, garbanzos, queso de Villalón y vino. Después de la recolección de la hierba y de la trilla del trigo en septiembrevendían los cestos y carpanchos para la vendimia y en otoño e invierno recogían las patatas del mercado de los lunes de Reinosa para venderlas en Torrelavega y otros lugares de La Montaña. De regreso completaban el ciclo trayendo alubias y maíz.
Los intercambios se conseguían también con valles adyacentes como el de Cabuérniga con frutas, castañas y nueces a cambio de patatas. Tenían lugar en otoño y recibían el nombre de trueque. Era muy frecuente también en los pueblos del Norte burgalés debido a la insuficiencia de tierras.
La venta de vacas y/o de crías se realizaba en las ferias de los lunes en Reinosa y en las de San Mateo y Santiago. Constituían una paga extraordinaria, una válvula de escape que permitía al lugareño salir de apuros económicos: pagar al tendero del pueblo lo dejado "a cuenta", hacer frente a los gastos de una boda, etc.
Por otra parte en Reinosa se celebraban mercados todos los lunes. Los productos más ofertados eran útiles y aperos de labranza, patatas, aves y huevos, ganado de cerda (denominados "chones"), frutos de huerta: berzas, cebollas, lechugas; y cereales: trigo, cebada y derivados como salvado y paja. Se celebraban además de las ferias de Santiago y San Mateo los primeros yterceros lunes de cada mes. Existía también mercado de granos y ganado en Polientes, de ganado mayor y menor en Ruerrero. Villamoñico y Villanueva La Nía, Cuena, Caserío de Casasola y Mataporquera. Las localidades burgalesas de SonciIlo (ocho ferias anuales de tudanco en otoño, invierno y primavera); Basconcillos del Tozo (una de vacuno y dos de porcino en primavera s otoño) y Arija (cuatro ferias anuales de vacuno en primavera. otoño y verano), y en las palentinas de Aguilar de Campoo (5 y 6 de febrero, 19 y 20 de mayo, 25 y 26 de abril, 18 al 20 y del 20 al 30 de septiembre, el 10 de octubre y el 11, 12 y 30 de octubre, además del mercado de los martes), Barruelo con las ferias del 14-15 de julio y el mercado de los sábados, completaban la trama. Otras cercañas eran las de Alar del Rey y Herrera de Pisuerga.
Campoo de Suso y Valderredible en Cantabria; Sargentes de la Lora, Basconcillos del Tozo y el Valle de Valdelucio en Burgos; Aguilar de Campoo en Palencia estaban, además, especializados en la producción de patata. Se vendían en los mercados de los núcleos más habitados de la provincia -Reinosa y Torrelavega, sobre todo- y se llevaban por ferrocarril a otros lugares como Madrid y Levante donde era muy apreciada por los agricultores levantinos desde los años de la I Guerra Mundial como patata de siembra.
Debido a la abundancia de recursos forestales algunos pueblos obtenían recursos adicionales con el trabajo de la madera. Esto ocurría en el municipio de Santiurde de Reinosa, en el que cada localidad realizaba (y aún lo hace) un tipo de labores: en Rioseco hacían "albarcas" en Somballe "cestos" y en Santiurde los "carpanchos". Los talleres de carros y garauja (aperos de labranza) radicaban en Reinosa. En San Miguel de Aguayo se hacían los denominados "palillos", es decir. las piezas de madera sin ensamblar para vender en la capital campurriana.
En pueblos de Campoo de Suso como Suano, en el Norte burgalés (Zamanzas), se dedicaban al oficio de canteros. En algunos lugares de Burgos todavía se continuaba haciendo carbón vegetal, una actividad que se revitalizará en la posguerra debido al invento de los gasógenos en los años 40. En Valderredible, por el diferente ritmo del cultivo de la patata, salían como "agosteros"(segadores de hierba, trigo) por Castilla y La Montaña. En Enmedio se desplazaban para trabajar temporalmente en las minas y en algunos lugares de Valdeprado y en Suso permanecían los restos de una fabricación casera de prendas de lino, antaño importantes, mediante batanes. Las mujeres participaban en este tipo de trabajos temporales, sobre todo de las zonas más pobres, como ocurría en el Concejo de Los Riconchos (Valdeprado) donde se empleaban como "excavadoras" para arrancar las malas hierbas del trigo.
En todos ellos se aprovechaban para dedicar el tiempo a estos menesteres los pastos de los puertos en verano con el ganado al cuidado de un pastor y "las derrotas"(o suelta libre del ganado en los terrenos comunales y prados y mieses particulares) desde San Miguel (29 de septiembre), después de la recolección del trigo hasta la sementera en abril o mayo. Así pues, parte de las gentes estaban marcadas por la emigración temporal, por la movilidad espacial, como vía complementaria de ingresos. El ritmo de las labores agropecuarias permitía la emigración espacial y su escasa rentabilidad obligaba. Había otras ocupaciones adjuntas como formar parte de las brigadas para limpiar las calles y carreteras de nieve ( "expalar"), trabajar como jornaleros en obras públicas, en construcción de caminos y carreteras o en la saca o corte de madera en el País Vasco, Navarra o La Montaña. Todavía falta otro aditamento de ingresos en la industria de la comarca con mayor carácter de estabilidad que los anteriores, conformando el grupo de los obreros mixtos. La mayoría residían en el municipio de Enmedio, la parte baja de Campoo de Suso, desde Espinilla a Salces, y la de Campoo de Yuso desde Orzales a La Costana, y Lantueno, todos en dirección a los centros fabriles de Reinosa. Hacia la fábrica de vidrio de Arija confluían los obreros mixtos de La Población de Yuso, La Riva y Lanchares y hacia Las minas de Las Rozas los pueblos que conforman el mismo municipio.
La pequeña propiedad era de carácter familiar, es decir, que se bastaba con la fuerza de trabajo propia hasta llegar a los límites de microfundio que convertía a los hijos en meros jornaleros. A la condición de joven se añadía la categoría de jornalero y al joven le quedaban dos opciones: someterse a la autoridad del padre y no convertirse en propietario hasta heredar sus escasas propiedades; o encontrar trabajo en la fábrica para hacerse independiente y liberarse de la tutela paterna. El minifundismo era una consecuencia de la concentración de la propiedad, de las dificultades derivadas de la pobreza y esterilidad del suelo y del aumento demográfico.
Como regla casi general, el propietario de menos de 1 hectárea solía ser jornalero o aparcero y el que tenía entre 5 y 10 hectáreas era arrendatario. Los propietarios constituían el 62% pero no era pequeña la proporción de jornaleros como puede verse en el cuadro adjunto (gráfico 1).
Todavía el Censo Agrario de 1962, cuando el éxodo rural comenzaba a ser importante, confirma lo exiguo de las propiedades, siendo predominantes las propiedades entre 1 y 5 Has (gráfico 2).
En cuanto a los comunales resultaba más beneficiado quien mayor número de cabezas poseía, pero a la vez hacía inviable el conflicto de clase contra clase como ocurría en Andalucía en tanto en cuanto había variedad de situaciones e intereses (propietarios desahogados, propietarios pobres, jornaleros, aparceros, renteros) tanto individuales como sociales y permitía la subsistencia mediante la obtención de recursos forestales, transporte comercial. Los comunales tenían como propietario al pueblo formado por el conjunto de vecinos. Las situaciones más desesperadas por la presión demográfica siempre se podían resolver mediante las roturaciones arbitrarias o reparto de una parte de los comunales a vecinos. Si no existían, como era el caso de los pueblos montañeses de Burgos, la situación se hacía extremadamente precaria cuando crecía la población.
La extensión de los comunales (casi todas las explotaciones mayores de 50 hectáreas) queda reflejada en el gráfico 3, obtenido también del Censo Agrario de 1962.
En definitiva, la propiedad privada no llegaba a un 25% de la extensión total lo que originaba disputas y conflictos interindividuales por cuestiones como la servidumbre de pasos y la irrupción de ganado en terreno ajeno. Cuando los conflictos ocurrían, la comunidad imponía sus propias reglas como las prendadas de ganado y condenaba las agresiones físicas con armas, aislando y marginando al individuo socialmente mediante el mecanismo de la
vergüenza (5) como forma de control social.
Pero, además, la propiedad se dividía en numerosas parcelas. Por ejemplo, en el Norte Palentino la superficie media por parcela en 1940 oscilaba en torno a las 15 áreas y había más de 18 parcelas por explotación. En la excesiva parcelación intervino el sistema de herencia.
La frecuencia de familias numerosas era grande porque la prole constituía una fuerza de trabajo ("traían un pan bajo el brazo"). Las tierras y cualquier otro bien (menos la casa que permanecía indivisible) se dividían en partes iguales entre hijos e hijas después de morir los padres (herencia bilateral equitativa). El hermano que se quedaba con la casa tenía que abonar su tasación correspondiente al resto y parte de los ganados se cedían en vida cuando el hijo se casaba. Este tipo de herencia determinaba nuevas unidades económicas que aunque estuvieran unidas por lazos familiares pasaban a ser competitivas entre ellas y fuente de rivalidades y conflictos (las típicas riñas por herencias). La tasación correspondiente y su división en lotes solían hacerse mediante la figura del albacea, persona de respeto y experimentada en cuentas. Los lotes tomaban diversos nombres. En Valderredible y Valdeprado toman el nombre de igualas. En otras partes se denominan suertes o bijuelas.
Cada uno de los hijos exigía que el reparto de los terrenos fuera de igual calidad y de ahí la parcelación excesiva.
Junto a la propiedad deficiente y los comunales nos encontramos con la gran propiedad privada importante en localidades de Valdeolea, Enmedio y Santiurde de Reinosa y aún mayor en algunos municipios limítrofes de Palencia y Burgos. Así y a modo de ejemplo en el municipio de Villanueva de Henares un propietario llamado Manuel junco Rodríguez Cossío residente en Palencia poseía algo más de 57 hectáreas de cereales divididas en 170 parcelas la mayoría de las cuales no llegaban a la media hectárea, y ello suponía la quinta parte de la superficie cultivada en aquel municipio.
La gran propiedad procedía de las compras realizadas en la Desamortización y de los antiguos señoríos pertenecientes a linajes originarios de la zona como la condesa de San Martín de Hoyos y el marqués de Camarasa. Se habían arrendado a los campesinos, divididas en pequeños lotes en régimen enfitéutico desde los siglos XV y XVI. Era una propiedad de amplio pasado histórico, detentada por miembros de la nobleza o de la burguesía compradora de la Desamortización, residentes en Madrid, Burgos, Palencia, y por ende, absentistas. No es la gran propiedad a la que estamos acostumbrados de fincas de grandes dimensiones en coto redondo. Es una propiedad formada por un conjunto numeroso de pequeñas fincas trabajadas por renteros y repartidas por diversos pueblos.
(6)
La coexistencia arcaica y deficiente de las tres formas de propiedad (pequeña, gran propiedad privada absentista, gran propiedad comunal) determinaban la necesidad de complementar los recursos y la existencia de una ganadería vacuna extensiva en infraexplotaciones de baja rentabilidad.
NOTAS
(1) Vid. Perspectivas de desarrollo económico de la provincia de Palencia, 1962: 40.
(2) Fueron introducidas por ganaderos pasiegos establecidos en Reinosa para abastecer el núcleo urbano y en lugares cercanos a la industria lechera como Pesquera, equidistante de Bárcena de Pie de Concha y Reinosa.
(3) Cruce de " La Pernía" -raza del norte palentino- o del "País" con sementales "Schwyz".
(4) Vid. Calderón Caladerón, Basilio, 1982: 178, y Domínguez Martín, Rafael, 1988: 25.
(5) La vergüenza y el honor son términos que los antropólogos definen como elementos reguladores del comportamiento en las sociedades mediterráneas. Están relacionados con el "qué dirán" o la opinión de los demás. Habituales en el lenguaje coloquial, aplicados a una persona en su acepción negativa ser -un(a) sinvergüenza o no tener vergüenza- significan contravenir las normas sin importarle las represalias sociales. El honor está relacionado con un cierto grado de orgullo personal. En ambos casos (honor y vergüenza) se alude a la reputación que los demás tienen de uno mismo. Vid. Mantecón Movellán T. A., 1997: 70-83.
(6) Junto a esta propiedad de carácter noble hemos de tener en cuenta que aquella procedía de la inversión en desamortización realizada por comerciantes enriquecidos en el comercio colonial, como los Macho Quevedo en Lantueno, una familia de propietarios de harinas que empiezan a vender sus tierras en los años de la Segunda República.
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