Suano es un pueblo de la Hermandad de Campoo de Suso situado a 929 metros sobre el nivel del mar. A los pies del Monte Mezuz, donde existen restos de edificaciones que pudieron ser templo o lugar sagrado dedicado a algún dios desconocido, que dieron nombre al pueblo -Sub Famun- debajo del templo o lugar sagrado, según nos dice D. José Calderón en su libro "Lenguaje popular de la Merindad de Campoo". En la ladera del Monte Rozadío se encuentra la Cueva de los Hornucos, más conocida como la Cueva de Suano, cerca y a la derecha de la antigua vía romana que lleva al Portillo de Somahoz y que une Cantabria con Castilla, cuya calzada tiene tramos perfectamente visibles y bastante bien conservados en la actualidad.
Por este pueblo que le componen tres barrios -Rana, Coo y Huyo- (hoy Barrio del Pintor) pasa el río Izarilla.
Aquí nació el pintor Manuel Salces Gutiérrez el día 25 de abril de 1861, hijo de Francisco Salces, de Izara y de Manuela Gutiérrez, de Villacantid. Sus abuelos paternos eran de Izara y los maternos de Matamorosa e Izara. Como podemos comprobar, de ascendencia netamente campurriana.
En la iglesia de los Santos justo y Pastor a los dos días de su nacimiento recibió las aguas bautismales, sobre la magnífica pila románica que posee esta iglesia, se le dio por nombre Manuel y por abogado a San Marcos.
Tuvo dos hermanos, Norberto José y Emilia. Sus padres eran labradores.
El niño Manuel asiste a la pobre escuela de su pueblo, atendida por los maestros temporeros que se ajustaban cada año y que normalmente cobraban en especie.
Las clases las recibían en invierno y parte de la primavera, pues cuando llegaban las faenas del campo todos los brazos, incluidos los de los niños, eran necesarios para ayudar en las faenas y en la casa.
Manuel, al igual que sus padres, fue labrador, pero aprendió los oficios de carpintero y cantero. Carpinteros en los pueblos de Campoo eran casi todos los labradores, pues las economías eran bajas y cada cual debía de hacer las labores necesarias de su casa.
A nuestro joven se le daban bien estos oficios, pues tenía gran maña y destreza para ello; el pueblo de Suano siempre ha tenido fama de ser cuna de buenos canteros, y no es de extrañar que pronto aprendiese este oficio, que además servía para aumentar los ingresos de la familia.
Muy pronto manejó con maestría el cincel y la gubia, y en el colgadizo de su casa hacía trabajos en madera, se arreglaban los aperos de labranza, muebles para el hogar, carros para las labores de la hierba e incluso sus propias albardas que adorna con grecas y filigranas hechas a navaja con sumo gusto, fue además muy solidario con sus vecinos.
Al llegar a los veinte años, en 1881, fue -como se decía antes- "a servir al rey" y se incorpora al servicio militar en Burgos, siendo destinado al arma de Artillería, que luego serviría en el mismo Burgos, en Alcalá de Henares y en Sevilla.
En el año 1884, se licencia del Ejército, vuelve a Suano y sigue con sus trabajos de labranza, de cantería y de carpintería.
Conoce en esta época en Reinosa a una guapa joven, Celedonia González Díez, hija también de labradores y de la que se enamora profundamente y el 13 de Febrero de 1886 contrae matrimonio en la Iglesia Parroquial de San Sebastián.
Traslada su residencia a esta Villa y mora en la Calle de Topete n° 3 (hoy San Mateo), al lado de la casa que fue de D. Ángel de los Ríos e igualmente vecino de D. Luis Bonafoux, célebre escritor y periodista, que fue gran admirador de su obra pictórica.
Sigue dedicándose a la agricultura y en los periodos que lo permitían las labores del campo incrementa sus ingresos con trabajos de su oficio de cantero.
El 31 de agosto de 1889, nace su primera hija, Julia Ramona.
Por aquella época a D. Demetrio Duque y Merino, profesor del Colegio de San Sebastián, le enseñan un dibujo copiado de un libro por Salces, quedando gratamente impresionado de la intuición artística del labrador y le recomienda encauzar sus aptitudes con las enseñanzas pertinentes.
El año 1891 el Ayuntamiento de Reinosa patrocina unas clases nocturnas de dibujo lineal, a las cuales asiste nuestro hombre, cuando ya cuenta con treinta años de edad, debiendo superar con sacrificio su asistencia a las mismas después de las duras tareas de su trabajo.
Con su tenacidad e intuición muy pronto van saliendo de sus manos los dibujos precisos y exactos que causaron la admiración de sus profesores, que le recomiendan trasladarse a Santander.
Hace el viaje a la capital para presentarse al arquitecto D. Alfredo de la Escalera, Director de la Escuela de Artes y Oficios, pero Salces, hombre tímido e introvertido, se vuelve de la misma puerta de la casa del Sr. Escalera. Pero nuevamente baja a Santander y se entrevista con D. Alfredo, quien después de ver sus trabajos le recomienda la asistencia a las clases de dibujo, pero al conocer su circunstancia personal y saber que está casado, le proporciona un trabajo como cantero en la construcción del Cuartel de María Cristina en el Paseo del Alta y cuyas obras dirigía.
Salces no lo duda y se traslada en 1892 con su mujer y su hija a Santander, estableciendo su domicilio en la Cuesta de Lope de Vega.
Simultanea sus trabajos de cantero con la asistencia a las clases de dibujo; no pierde el tiempo, progresa constantemente y dan resultado sus esfuerzos, mejora y perfecciona su técnica.
El día 16 de julio de 1893 nace en Reinosa su segunda hija, María del Carmen, que luego también sería pintora y profesora de dibujo.
Una vez terminadas las obras del Cuartel de María Cristina en 1894, regresa a Reinosa, y su mecenas D. Alfredo de la Escalera le regala su primera caja de pinturas y varios pinceles.
Salces está decidido a ser pintor, abandona sus actividades anteriores y se dedica a la pintura con la comprensión y el apoyo de su esposa.
EL 24 de abril de 1895 nace su único hijo, Federico Marcos, que fue un buen pintor y diseñador de vidrieras artísticas.
La naturaleza y los paisajes de la tierra campurriana son su principal fuente de inspiración.
En un principio produce cuadros apaisados de pequeño tamaño que tienen gran aceptación, trabaja con constancia y maneja el pincel con seguridad y soltura, como antes manejó el cincel y la gubia.
En 1896 ya mantiene relaciones comerciales con D. Carlos Mateu, que tiene una Galería de Arte para la venta de cuadros artísticos en Santander y en Madrid, le vende algunos cuadros y este señor le recomienda que escoja tablas mejores, pues así lo piden los compradores de sus cuadros. Le anuncia en su carta que le envía cincuenta pesetas por la venta de un cuadro.
En marzo de 1897, D. Alfredo de la Escalera escribe a su amigo D. Elías Martín, de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado recomendándole a Salces. Este señor contesta a D. Alfredo y le dice que ha visto los paisajes de Salces y que "tiene estudios hechos con una frescura y un carácter de verdad que no deja duda de que allí hay un pintor, pero cree que le falta una buena dirección".
Amigos y admiradores de su obra le animan a presentarse a la Exposición Nacional de Bellas Artes y accediendo a esta petición se presenta a la convocatoria y el 25 de Mayo de 1897 se inaugura la Exposición en el Palacio de la Artes de industrias de Madrid, a la cual presenta un paisaje próximo a Izara, y obtiene una mención honorífica.
D. Fidel Díez de los Ríos, pintor y amigo de Salces, le entrega una carta para su primo D. Juan José Díez Vicario que reside en Madrid, al objeto de ver si consigue que en algún periódico de la Capital, se hable del cuadro que presenta a la Exposición, pues esto siempre es conveniente.
Presenta ala de Bellas Artes que se celebra el 8 de mayo de 1899 el cuadro "Paisaje de Fontibre" y vuelve a obtener "Mención honorífica".
A la Nacional de 1901 presentó 7 obras: "Un paso del bosque", "En mi aldea", "Orillas del Ebro", "Estudio de nieve en Reinosa", "Paisaje de Reinosa" y dos estudios más. Obteniendo por el conjunto de la obra presentada consideración para Tercera Medalla. La infanta Isabel, gran admiradora de su obra, adquirió alguno de los presentados.
No agradaron a Salces los logros obtenidos en la Exposiciones, pero hay que tener en cuenta que en el Siglo XIX en las Exposiciones Nacionales de Pintura, se consideraba al paisaje de menos importancia que la pintura de figura, y por esta sin razón no se concedían primeras medallas al paisaje, trato totalmente injusto corregido años más tarde en que ya fue considerado como cualquier otro género.
Esto mismo le ocurrió a Casimiro Sainz. Y al hilo de Casimiro hemos de asegurar que Salces no recibió ninguna enseñanza del de Matamorosa, como algunos han insinuado, pues cuando Salces empezó a pintar ya Casimiro estaba recluido en el Sanatorio del Doctor Ezquerdo en Carabanchel; únicamente compartieron los mismos paisajes, aunque quizá contemplase y estudiase alguno de sus cuadros.
Casimiro y Salces siguen trayectorias distintas, mientras Casimiro estudia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Salces es autodidacta, sin más formación que su intuición y su constancia en el trabajo, proyectando a sus obras sencillez, sosiego, emoción y encanto.
El 3 de agosto de 1905 se inaugura la Gran Exposición de Artes e Industrias de Santander, en la cual participan alguno de los consagrados como Riancho, López de Hoyos, Duomarco, Cueto, etc. En ella presenta Salces 22 cuadros, obteniendo la Medalla de Oro de la Exposición con el cuadro "Los Pinares". Le dedica la prensa toda clase de elogios a su pintura y transcribimos algo de los que dice "El Cantábrico": "Salces reclama indiscutiblemente el primer lugar de la Exposición. Sus paisajes, no todos del mismo mérito, son lo más digno de ser admirado. Este pintor es un admirable colorista que siente la naturaleza, que sabe extraer la poesía de la montaña, sus nieblas y sus luces, sus rincones sombríos y sus cimas brumadas, la melancolía de los pinares, solemnes y silenciosos como templos a la luz del sol poniente. Es un temperamento vigoroso y franco y no le falta en sus cuadros la finura del pincel que sabe acariciar los detalles...".
De los años 1907 a 1911, pasa Salces los inviernos en Valladolid con su familia, según comenta D. Santiago Corral (el mejor conocedor de la obra del pintor) a quien proporcionó esta información su hija Carmen. No hay duda de que las luces y los cielos castellanos influyeron en Salces haciendo su pintura más luminosa. Pero pasa los veranos en Reinosa y Suano.
Ya en 1912 y consciente de que Madrid es, aparte de la capital de la nación, donde se encuentran los movimientos artísticos, decide trasladarse y fijar su residencia en Madrid, pero sigue volviendo a la tierra campurriana todos los veranos, pues sabe que aquí encuentra los paisajes húmedos y frescos que tanto influyen en su pintura.
En el salón Iturrioz de Madrid se celebraban las exposiciones más prestigiosas de pintura, tanto por los pintores que concurren a las mismas, como por la categoría del local, y allí expone en 1914 Salces una buena colección de obras.
Alcanza un notable éxito de ventas, crítica y público. Adquiriendo la Infanta Isabel algunos de sus cuadros, pues como hemos dicho antes, es una gran admiradora de la obra del pintor, según informa en la crónica aparecida en "El liberal" de Madrid. A partir de estas fechas Salces se decide por los cuadros de mayor tamaño, normalmente apaisados donde destacan los del Valle de Campoo con la suavidad de las praderas, la frescura de sus ríos, los cielos y las nieblas que descienden arrastrándose por la sierra.
Por esta época hace exposiciones en Valladolid y Barcelona y la celebrada en esta ciudad constituye un sensacional éxito pues obtiene doce mil pesetas de las ventas efectuadas, cantidad muy respetable en aquellos años.
A pesar de no haber quedado muy convencido del método usado en las Exposiciones Nacionales para otorgar los premios vuelve a concurrir en 1915 a la exposición que se celebra en el Palacio del Retiro, presentando obra en la misma, pero no obtiene ninguna mención ni premio.
En el año 1916 fallece en Madrid su esposa Celedonia, la mujer que había sido el gran apoyo del pintor de una manera admirable; este hecho sume a Salces en una profunda tristeza, y no acude como todos los años a su veraneo campurriano.
A partir de ese momento sus hijos le sirven de gran consuelo y le atienden con todo cariño y solicitud tratando de hacerle más llevadera su gran pena.
El Ateneo de Santander organizó con el patrocinio del Ayuntamiento de la capital la Gran Exposición Regional del Arte Montañés en los salones del Alcázar, desde el 25 de agosto al 15 de septiembre de 1918, y en la cual participan gran cantidad de artistas montañeses. A esta exposición presentó Salces 30 cuadros, entre los que destacaba su afamada "Turbonada"; inauguró la misma Su Majestad el Rey Alfonso XIII, al que llamaron la atención los paisajes de Salces, y por ello le felicitó personalmente estrechándole la mano. En esta muestra presentó su hijo Federico un magnífico retrato de su padre, que tan conocido es y que reproducimos en este artículo. Nuevo éxito de ventas, crítica y público.
Acude nuevamente en 1922 a la Exposición Nacional de Bellas Artes, que se inaugura en el palacio del Retiro el día 19 de mayo, donde presenta dos cuadros.
Al llegar a este punto, hemos de aclarar que algunos de sus biógrafos al referirse a su participación en las Exposiciones Nacionales afirman que sólo concurrió a las de 1897, 1899 y 1901; pero hemos podido comprobar que también asistió a las de 1915 y 1922, como se ha referido anteriormente, aseveración ésta comprobada en el magnífico tratado de D. José López Jiménez (Bernardino de Pantorba) en su "Historia y Crítica de las Exposiciones Nacionales", en la página 477.
Otro tanto ocurre con las Exposición Internacional de Bellas Artes, organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el Ateneo de Santander, patrocinada por el Ayuntamiento de la capital montañesa bajo la asesoría de D. Marcelino Santamaría, por parte del Círculo y de D. Manuel Fernández Carpio, por el Ateneo Santanderino. A esta exposición no presentó obra Salces, comprobado en el catálogo de la mencionada muestra.
Seguramente se ha confundido esta exposición con la Regional de Arte Montañés celebrada por las mismas fechas, el año anterior (1918), en la que sí participó, como se ha dicho antes. No hemos podido averiguar los motivos por los cuales no concurrió Salces a la mejor Exposición de la historia de las celebradas en Santander (1919), cuando se encontraba en la plenitud de su arte y donde participó la élite de los pintores españoles.
Los veranos de 1927 y 1928 los pasa prácticamente en Pesquera, donde pinta cuadros de este pueblo y una buena colección de las Peñas de la Hoces de Bárcena y del río Besaya.
Hemos tenido en la mano y por la atención de su sobrino-nieto, D. José Luis Salces, a quien agradezco su información, las cartas que escribe a sus hijos y a su sobrino José, de las cuales se deduce que se encuentra en Pesquera reponiéndose de sus dolencias de reuma, pues dice que se le hinchan los pies y le duelen las manos; y en las mismas pide a sus hijas que cuando vayan a visitarle le lleven azul ultramar y lapiceros.
En la fría tarde del primer día de diciembre de 1932, y rodeado de sus hijos falleció, cuando contaba con 71 años de edad.
Su época más esplendorosa como pintor hemos de situarla entre 1912 y 1932.
La pintura de Salces hemos de clasificarla de tendente al impresionismo, dominando el paisaje en toda su extensión, siendo los árboles, las nubes y las nieblas lo que refleja en sus obras con excepcional maestría.
Como cuadro más importante y considerado como su obra maestra destacamos "Turbonada", que se encuentra en el Museo del Prado (Casón del Buen Retiro); este cuadro le describe así Jorge Larco: "Bajo la luz gris dorada que envuelve todo el amplio panorama, la naturaleza tiembla y vibra con arpegios musicales. Las vegetaciones compiten en movilidad y lirismo con los blancos nubarrones desflecados."
Salces tiene un mérito sobre la mayor parte de los pintores, y es que todo se lo debe a sí mismo. Pintó más para su íntima satisfacción que para los premios y aplausos. Pero no podemos terminar este trabajo sin reseñar aunque sea brevemente las Exposiciones que después de su muerto y hasta el momento actual se han celebrado en homenaje al pintor o en que han participado alguno de sus cuadros; así como los juicios y opiniones sobre su obra de periodistas, académicos, críticos de arte y profesionales especializados en pintura.
JUICIOS SOBRE LA OBRA DEL PINTOR SALCES
"Salces es un gran pintor, un paisajista, que siente en su espíritu de artista la honda poesía del campo y principalmente de nuestros campos montañeses, y dentro de ellos los de Campoo, el valle de los altos picachos, con mantos de nieblas, sin formas grises, que a veces se vuelven negras o son blanquecinas, semitransparentes y como infladas por un rayo misterioso de luz dorada; el valle de Suso, el de los claros hontanares que se despeñan en blancas cascadas y forman riachuelos que riegan los robles, Salces recuerda a Casimiro Sainz, como ya he dicho en una revista hablando del primero, y agregaba sinceramente que creía que si no hubiera vivido Sainz acaso Salces no sería pintor, Salces recuerda a Sainz. Casimiro Sainz fue un genio y Salces es un gran pintor. He ahí la diferencia a mi entender, que creo honrado consignar con agradecimiento seguramente de Salces, que tanto admira la labor de Sainz".
D. Santiago Arenal Martínez
Abogado y periodista
"La pintura de Manuel Salces, de gran realismo al principio como la de Casimiro Sainz, pasó después a ser netamente impresionista. Salces fue un pintor de extraordinaria sensibilidad, como se puede observar en sus cuadros, que pintó todos los temas dentro del paisaje, aunque el suyo preferido era el de trasladar al lienzo los amplios valles de Campoo, con grandes horizontes, cielo de tormentas y las nieblas descendiendo lentamente sobre los valle dormidos.
La época mas interesante de Salces es la que arranca en 1912 y finaliza en 1932 con su muerte".
D. Santiago Corral Pérez
Ingeniero de Caminos, abogado y autor de artículos sobre los paisajistas montañeses. Coleccionista de arte
"Salces da el salto prodigioso de artesano a artista sin ayudas ajenas de maestros y protectores que acusa el esfuerzo de su personalidad solitaria, sin más apoyo que el del entusiasmo y la intuición. Su gran maestro fue la Naturaleza.
Cuando Salces llega a Madrid se vio libre de todos los efectos del mimetismo y de los vaivenes de la moda ...
... la interpretación de Naturaleza es como él la pinta y no como aparece en su ser real. De ahí la frase célebre de que la naturaleza imita al arte. El paisajismo de Salces es la eternidad de un instante que no volverá a repetirse nunca. De una niebla que se disipó, de una nieve que se fundió, de un rayo de sol que penetró durante unos segundos por las hojas de un árbol, ó iluminó la cumbre de una montaña, de una nubes que se disolvieron en lluvia o en tempestad, o puramente en viaje; de unas aguas que se fueron a morir al mar... Y ve este conjunto de emociones y visiones que constituyen un paisaje, la continuidad apasionada de un hombre que intenta convertir lo efímero y cambiante de una obra para siempre."
D. Francisco de Cossío y Martínez Fortúm
Periodista y académico de la R. A. de BellasArtes de San Fernando
"... Manuel Salces incorporó a la nueva pintura del mundo la de los paisajes de Campoo. En cuanto a la actitud de Salces ante la pintura de su tiempo, esa pintura que con el romanticismo y el primoroso oficio se calificó de académica, puso de manifiesto cómo a Salces le bastó su poderosa intuición para pintar una obra de maestría igual a la que en el periodo de evolución artística del último siglo pintaron los impresionistas franceses Cort, Manet y Delacroix, evolución que fomentó en España escuelas regionales tan importantes como la catalana con Maifrén,Galwey, Mir y Raurich, la vasca bilbaína con Regoyos, la valenciana con Sorollá y la andaluza con Gonzalo Bilbao.
La intuición y el impresionismo de Salces, se justifica como obra de las corrientes de cultura que desde lejanos tiempos se vienen repitiendo a lo largo de los caminos jacobeos de la noticia peninsular, aduciendo el testimonio de cómo fue interpretado con el carácter más autóctono por el artista de estas regiones cuanto de románico y de gótico prevaleció un día en el mundo europeo.
La obra de Salces por su maestría, se puede igualar con la de los maestros Jiménez Aranda, Francico Domingo, Pinazo, Lizcano y tantos otros de los que dentro de la concepción más española reflejaron en su lienzos cuanto de nuevo tenía pintura del mundo de aquella hora.
El impresionismo de Salces es un aspecto genuinamente español a partir del impresionismo más egregio de toda la pintura del mundo y que tiene una singular variedad en todas las escuelas pictóricas regionales."
D. Cecilio Barberán
Escritor y crítico de arte
"De formación autodidacta. Su carácter modesto y retraído no le permitió encumbrarse a la fama ni conocer sus laureles, a excepción de algún comentario favorable de la crítica de Santander y Madrid y escasos premios y menciones. Ha alcanzado más valoración de muerto que en vida.
Salces pintó del natural el paisaje de Campoo, con un estilo realista tendente al impresionismo, suelto, brillante y pleno de colorido. Su pintura no es tan descriptiva y detallada como la de Casimiro Sainz, de quien se puede percibir alguna influencia indirecta y lejana. Es más algodonosa, buscando los efectos de la incidencia de la luz y el color sobre los volúmenes, cuya composición en la estructura de la obra no está pensada y trabajada como en aquél, quizá más académico. Son muy conocidos y apreciados sus paisajes de niebla, grisáceos y plomizos, en los que se ve el caer de aquélla sobre los montes de Campoo".
D. Fernando Zamanillo Peral
Ldo. en Filosofía Letras.
Ex-director del Museo Municipal de Bellas Artes de Santander
"Manuel Salces presenta un general compacto catálogo de obra, si bien, en los últimos años de su trayectoria se advierte una clara adaptación a gustos más modernos y atrevidos, una mayor libertad gestual técnica, una generosa aplicación de pigmentos y el uso de colores que tienen claras referencias impresionistas. Pintor intuitivo y de facultades innatas, es conocido en su tierra por sus pequeños y habituales paisajes campurrianos, que repite con sentido productivo. Junto a excelentes logros como es "Turbonada" del Museo del Prado y otros posee una buena cantidad de obras modestas, que en modo alguno ensombrece su interés regional. Queda no obstante empañado por la gran cantidad de obras extrañas que se le suelen atribuir, cuando son trabajos no auténticos.
En todo caso, se erige en pintor de sensibilidad narrativa y descriptiva del paisaje cántabro".
D. Salvador Carretero Rebes
Director del Museo Municipal de Bellas Artes de Santander
Exposiciones en homenaje a Manuel Salces después de su muerte. Imagen GIF. (48,5Kb)
Nota: Las fotografías que ilustran este artículo proceden de la colección particular de su nieto José Luis Salces
Comentarios recientes