Nací en Guardo, villa de la montaña palentina, el día 30 de junio de 1919, cuando por el mundo señoreaba la famosa "gripe española", la gran pandemia, llamada así porque fue la única nación que publicaba noticias al respecto. En España causó la muerte de trescientas mil personas, y en el resto del mundo la de veinte millones, entre los años 1918 y 1919. Por fortuna no fui de los afectados, tampoco el doctor Fleming había descubierto la penicilina, pero sí enfermé de neumonía doble que los médicos del lugar no lograron curar y ante las escasas esperanzas de vida que dieron a mi abuela materna, ésta optó por llevarme a Reinosa donde se encontraban mis padres, desde unas semanas antes, buscando un piso para vivir, ya que mi padre esperaba ingresar en la Naval. Así, que al llegar abuela y nieto a la villa campurriana mis padres me llevaron a la consulta de don Julio Pérez Arenal, médico de gran prestigio, el cual, con los remedios de la época, me curó a base de ventosas, esto me ocurrió finalizando el invierno de 1920.
A la memoria de J. Raúl Vega de la Torre, afanado Investigador del pasado romano en Cantabria; pero ante todo, compañero y amigo.
Carmelo Fernández Ibáñez1
Introducción
Aún quedan por dilucidar muchos aspectos desconocidos en la ciudad romana que se extiende bajo y alrededor de la población de Retortillo, que tradicionalmente hemos identificado con la Iuliobriga de las fuentes literarias de la época; aunque recientemente esta suposición haya sido puesta en tela de juicio (Fernández Vega, Peñil Mínguez y Bustamante Cuesta, 2005). Serían varias las fuentes a partir de las cuales emanarían tales supuestas problemáticas, una de las cuales, por ejemplo, es la revisión y reestudio de los materiales procedentes de las más antiguas intervenciones arqueológicas llevas a cabo en este yacimiento arqueológico.
Las ermitas y santuarios cántabros son a menudo edificios humildes, impregnados de un valor que va más allá de lo puramente histórico-artístico, pues se convierten en testimonio de las creencias y costumbres de los pueblos. Con frecuencia se trata de edificaciones de escaso o nulo interés artístico, por lo que muchas de ellas van quedando olvidadas, corriendo el peligro de desaparecer.
La diferencia entre santuario y ermita se fundamenta en el fervor manifestado a la imagen que guarda el edificio. Los santuarios albergan devociones que agrupan a un territorio extenso, los llamados "territorio de gracia", mientras que las ermitas tienen un ámbito de devoción local, generalmente restringido al lugar donde se erigen. Además, en los santuarios la imagen es insustituible, mientras que en las ermitas se puede sustituir.
Tal vez sea usted uno de los campurrianos que cada 8 de Diciembre se acerca a la parroquia de San Sebastián de Reinosa para escuchar el "sermón de la peseta". Reunidos los alcaldes de los once municipios del territorio de la antigua merindad de Campoo, se conmemora el acuerdo suscrito el año 1880 entre el Ayuntamiento General y los Padres Dominicos de Nuestra Señora de Montesclaros. ¿El motivo?: el pago de la renta de una peseta que un fraile de la comunidad abona cada año a los representantes de la merindad, recordando que desde 1844 es la propietaria del monasterio, al haberlo comprado durante la desamortización de Mendizábal.
Este relato sólo se refiere a un grupo reducido de personas a las que las circunstancias, a veces hostiles, pusieron en situaciones que difícilmente hubieran imaginado.
Los pueblos que se citan (Las Rozas, Arroyo, Medianedo...) pertenecen al municipio cántabro de Las Rozas de Valdearroyo.
Las gentes de Reinosa y su comarca, unidas desde siempre a las inclemencias de los temporales de nieve, han sabido ver y apreciar la parte buena y bella del blanco elemento, que les permite practicar los apasionantes deportes de invierno. En este artículo se ha incluido el esquí, en sus modalidades de alpino, fondo, y saltos y el tiro de trineo con perros.
"No hubo andado una pequeña legua, cuando le deparó el camino en el cual descubrió una venta".La venta del camino real que avistó don Quijote quizá no sea tan diferente de su equivalente contemporáneo, esas gasolineras o estaciones de servicio donde nuestras monturas mecánicas (coches) y sus ocupantes nos detenemos para repostar combustible, comer algo o simplemente descansar. Y de eso trata este artículo, de las ventas que jalonaban más o menos espaciadamente los caminos campurrianos.
Al hilo de nuestras conversaciones sobre la posibilidad de hallar vestigios que atestiguaran el empleo del coladero en el proceso de lavado y blanqueo de la ropa de lino, cáñamo o algodón en la Merindad de Campoo en épocas pasadas, el señor Luis Ángel Moreno Landeras, director del museo etnográfico "El Pajar", de Proaño, me comunicó en el mes de septiembre del año 2002 la presencia en el pueblo de Cubillo de Ebro (Valderredible) de una piedra que, por su forma y por lo que sus dueños aseguraban; correspondía a lo que yo estaba buscando. Durante el verano de 2003 no me fue posible realizar in situ el estudio de la piedra, pero en el verano de 2004 sí pude llevarlo a cabo, así como el de una segunda piedra localizada en el pueblo de San Andrés de Valdelomar (Valderredible).
Esta es la última entrega de la serie sobre toponimia campurriana, que he ido agrupando por temas; en este capítulo trataré de los topónimos restantes. No pretendo ser exhaustivo, pues algunos topónimos son fácilmente interpretables, como OTERO, ARCERA (1), o se definen en los diccionarios, como LA SERNA; otros son indescifrables, como PROAÑO, AROCO, LANTUENO, o de etimología discutida, por lo que habrá que esperar nuevos datos... o una inspiración; finalmente, la etimología de SUANO, junto a la de otros términos cántabros relacionados, la reservo para otro artículo.
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