A Javier González Díez, una vida de pasión, trabajo y amistad

Daniel Guerra de Viana

In memorian


Nadie podrá olvidar, tanto los que le conocíamos como los que no tuvieron trato con él, su figura alta, su barba poblada y su andar por las calles de Reinosa. Su figura imponía respeto pero a la vez desprendía un extraña proximidad porque Javier era una persona entrañable. Esto lo fuimos aprendiendo con el paso del tiempo y nuestro acercamiento a él.

En Reinosa hace ya unas cuantas decenas de años apareció, desde Burgos, un joven ilusionado, un maestro con ansias de enseñar, nunca perdidas. El colegio Concha Espina fue su centro de referencia, su plataforma de ensayos y de innovaciones educativas para esos años finales de los años 70. Poco a poco Javier se consolidó en Reinosa por su trabajo, por su apego al deber y por sus otras pasiones, Rosa y poco a poco Alicia, Marta y María, sus mujeres. Con su peculiar sentido del humor siempre decía "que todo lo que he tenido me lo he gastado en mujeres". Javier fue un hombre apasionado que años más tarde llego a la dirección del "Concha". Desde allí impulsó, revistas, grupos de teatro, salidas culturales largas con los alumnos y con otros compañeros que profesaban la misma ilusión y devoción por la docencia.

Javier González Díez, feliz en su tierra adoptiva, se involucró en Reinosa profundamente lo que le llevó a ser concejal de cultura por el PSOE, en una etapa de tientos y temblores. Su capacidad de trabajo y de nuevo su amor apasionado por la cultura le convertirán en un referente para los reinosanos en materia cultural. Creará la muestra de teatro escolar, junto al grupo de teatro Corocotta, así como el certamen de teatro, impulsará otras muchas actuaciones culturales y creará con un grupo de colaboradores la revista "Cuadernos de Campoo" un referente en los estudios históricos de la comarca, dependiente de la Casa de Cultura.
 

Javier González Díez

Javier ya es de Reinosa, esta imbricado en su vida y además ha creado nuevos tejidos culturales, que hoy en día son visibles.

Javier no solo es pasión y trabajo, sino que también y por encima de todo, es amistad, amigo fiel y cariñoso que siempre estaba junto con Rosa, para preocuparse por los demás.

Javier es la fidelidad, la del marido, la del padre, la del abuelo, la del amigo.

Con el tiempo, y cual Alonso Quijano, los libros ocuparon su vida y de nuevo la pasión que siempre sentía se multiplicó, primero como lector voraz y feroz, que ya cuando era miembro del jurado de las Justas, demostraba.

Más adelante esta pasión le lleva a embarcarse en un sueño cumplido para él y, sobre todo, para los que le animábamos para que publicara sus excelentes relatos. Hace unos años, pocos, la editorial Valnera de Jesús Herrán, publicó dos libros de relatos (Si me dan a elegir y Palabras prestadas) donde se le encuentra en muchos de sus cuentos, al Javier íntimo, al Javier reflexivo, el anecdótico, el divertido.

La Casa de Cultura y la biblioteca se convirtieron en su eje cultural, y desde allí, entre las piedras centenarias de La Casona se sentía en su fortaleza, en su segundo hogar, en su reducto y refugio.

No, no se ha ido está en nosotros en todo lo que nos legó y que aún continúa realizándose, que seguirá y que lleva su impronta que indica amor, trabajo y pasión. Está en sus relatos y está en Rosa, Alicia, Marta y María, y en Nicolás, Inés y Celia, y en su recuerdo en todos nosotros.

No, Javier está aquí, en un lugar especial de mi corazón y de mi alma, y creo que en la de todos aquellos que le conocieron.

Gracias Javier por tu amistad y por ser siempre esa figura quijotesca. No olvidaremos tu legado y cuando te leamos oiremos tu voz rotunda.