La apicultura tuvo en tiempos pasados una notable importancia como complemento en la economía rural de subsistencia de Campoo. Repartidos por toda la geografía de la comarca, los colmenares formaban parte del paisaje y de la vida cotidiana, en ellos se colocaban las colmenas, conocidas con el nombre de dujos y hornillos.
El declive, en la segunda mitad del siglo XX, de esta actividad se inició con la emigración de los pueblos a la ciudad con el consiguiente abandono de la economía agraria. Fue la puntilla la aparición .alrededor de 1984, del ácaro de la varroa que diezmó el número de colmenas y aceleró el trasiego de las abejas de las colmenas tradicionales fijistas a las modernas de cuadros móviles, que permiten un mejor control de este parásito, un considerable aumento de la producción y un manejo más racional.
En la actualidad se puede considerar prácticamente desaparecido este tipo de apicultura, pues quedan pocos colmenares en pie y muchos de ellos en claro estado de abandono.
Cuadernos de Campoo
Época II. Año III. Número 6. Mayo 2010
Cuadernos de Campoo es una publicación de la Casa de Cultura “Sánchez Díaz”
Equipo asesor: Jesús Allende Valcuende, Manuel García Alonso, Javier González Díez, Daniel Guerra de Viana (Coordinador), Joaquín Gutiérrez Osés, Mª Elena Marchena Ruiz, Encarnación-Niceas Martínez Ruiz
Fotografía de cubierta: Jorge Fernández Bolado
Detalle. Obra de Nacho Zubelzu
Con este libro se pretende preservar en la memoria la apicultura que practicaban nuestros antepasados en Cantabria, donde hasta no hace mucho tiempo las colmenas y colmenares formaban parte del paisaje rural y de la vida cotidiana, teniendo una notable importancia la producción de cera y miel en la economía de subsistencia de nuestros pueblos.
La apicultura constituye una actividad agraria que ha gozado en Campoo (1) de una importante presencia histórica. Durante el siglo pasado los colmenares abundaban todavía en los pueblos, conservando en gran medida los métodos de explotación tradicionales. En la Aldea de Ebro en la primera mitad del siglo XX los vecinos tenían que proteger las colmenas del apetito de los osos, poniendo dispositivos de hojalata que hicieran ruido y los ahuyentaran. Al igual que en otras zonas altas de Cantabria la miel de esta comarca tiene un color oscuro característico proveniente de plantas como el roble o el brezo, uno de los tipos de miel más valorados (2).
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