La popularidad alcanzada por los temas más escurridizos y esotéricos en la divulgación del románico español ha ido desplazando otro tipo de aportaciones serias, de cariz material y arqueológico perfectamente documentadas a la par que tangibles. No parece muy adecuado iniciar al interesado en el arte medieval lanzando reclamos gratuitos con el fin de hacer prevalecer ocurrentes marginalia (1). El cantero que tallaba un canecillo con un personaje de portentoso falo o prefería rizar el rizo con una pareja en el climax de su acto más carnal apenas entendía de latines y solía ceñirse a un programa estipulado que era impuesto por el promotor (p. ejem. el abad Martín de Cervatos).
Comentarios recientes