El hombre apasionado por la historia que sentía devoción por Reinosa
Resulta difícil escribir sobre alguien que ha contribuido de tan diversas maneras a la reciente historia de nuestra ciudad y poder recordar, someramente, sus aportaciones a la vida cultural reinosana.
Real como la vida misma. Esa, expuesta con radical simplicidad, podría ser una primera conclusión de alguien que se aproxime al conocimiento de las vicisitudes del Ferrocarril de La Robla en sus casi ocho décadas de existencia. A lo largo de una dinámica de desarrollo similar a la de un organismo vivo que nace, se desarrolla y muere, la vida del Hullero enhebra -con gran potencial didáctico, por cierto- aspectos propios del emprendimiento empresarial, motores de su existencia, con los organizativos y tecnológicos, materializados en los activos ferroviarios que sostuvieron su actividad, y, desde luego, con los socioeconómicos que caracterizan la inevitable interacción de una línea férrea con el territorio que atraviesa.
En lo sucesivo abordaremos una breve semblanza de este ferrocarril, uno de los más interesantes en nuestro país.
Cuadernos de Campoo
Época II. Año IV. Número 10. Noviembre 2011
Cuadernos de Campoo es una publicación de la Casa de Cultura “Sánchez Díaz”
Equipo asesor: Jesús Allende Valcuende, Manuel García Alonso, Javier González Díez, Daniel Guerra de Viana (Coordinador), Joaquín Gutiérrez Osés, Mª Elena Marchena Ruiz, Encarnación-Niceas Martínez Ruiz
Fotografía de cubierta: Fábrica de Santa Clara, Reinosa. Detalle de postal de principios del siglo XX
Tres puestos fiscalizaron hasta 1964 la entrada de alimentos y bienes a Reinosa
A mediados del siglo XIX, los fielatos en la villa de Reinosa se encontraban a la entrada de las principales vías de comunicación y se podían considerar como puestos fronterizos en los límites municipales con la Meseta Castellana, las provincias de Santander y Burgos y con Campoo de Suso.
Tal vez sea usted uno de los campurrianos que cada 8 de Diciembre se acerca a la parroquia de San Sebastián de Reinosa para escuchar el "sermón de la peseta". Reunidos los alcaldes de los once municipios del territorio de la antigua merindad de Campoo, se conmemora el acuerdo suscrito el año 1880 entre el Ayuntamiento General y los Padres Dominicos de Nuestra Señora de Montesclaros. ¿El motivo?: el pago de la renta de una peseta que un fraile de la comunidad abona cada año a los representantes de la merindad, recordando que desde 1844 es la propietaria del monasterio, al haberlo comprado durante la desamortización de Mendizábal.
Este relato sólo se refiere a un grupo reducido de personas a las que las circunstancias, a veces hostiles, pusieron en situaciones que difícilmente hubieran imaginado.
Los pueblos que se citan (Las Rozas, Arroyo, Medianedo...) pertenecen al municipio cántabro de Las Rozas de Valdearroyo.
Reinosa, la hidalga ciudad campurriana, con casonas de fachadas señoriales y dorados blasones, puede enorgullecerse de haber sido cuna de ilustres y esclarecidos varones, que brillaron con luz propia en sus trayectorias profesionales y políticas, como la judicatura, la política o la milicia. Tales como D. Francisco de Güemes y Horcasitas -Primer Conde de Revilla Gigedo- que fue capitán general, Gobernador de Cuba y Virrey de Méjico. Don Manuel Negrete de la Torre -Segundo Conde de Campo Alanje-, también capitán general y hábil diplomático. Don Saturnino Calderón Collantes, hombre de leyes, diplomático y político avezado. Don Darío Diez Vicario -valeroso militar que fue general del Ejército y murió heroicamente en la Guerra de África. Entre otros que podíamos enumerar.
Y Don Fernando Calderón Collantes -Marqués de Reinosa- ilustre jurista y destacado político, a quien nos vamos a referir seguidamente en este artículo.
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