Las ermitas y santuarios cántabros son a menudo edificios humildes, impregnados de un valor que va más allá de lo puramente histórico-artístico, pues se convierten en testimonio de las creencias y costumbres de los pueblos. Con frecuencia se trata de edificaciones de escaso o nulo interés artístico, por lo que muchas de ellas van quedando olvidadas, corriendo el peligro de desaparecer.
Siempre ha producido extrañeza, curiosidad e interés el hecho de que el Imperio Romano se acostara un día pagano y perseguidor de la Iglesia, y al día siguiente se despertara cristiano. Esto ocurría tras la victoria de Constantino frente a Malencio en la batalla de Puente Milvio el año 312. En realidad, los hechos no fueron tan sencillos y esta visión histórica, que aparece en algunos libros, no es más que una burda simplificación de una serie de acontecimientos mucho más complejos.
No es éste el lugar para esbozar un estudio exhaustivo de historia local, especialmente si se pretende dar una visión global de todos los aspectos que configuraron la vida de una institución tan determinante como lo fue la Iglesia en los siglos XVI a XVIII en toda la Corona de Castilla, en general, y en la zona campurriana particularmente.
La inclusión de Campoo dentro del arzobispado burgalés explica que las construcciones de carácter religioso que se realizaron durante esa época en ese territorio estuvieran en manos, fundamentalmente, de canteros llegados desde la zona norte de dicho arzobispado, también conocida como "Montañas Bajas", término con el que se designaban a todas aquellas localidades cuyos ríos vertían aguas al mar Cantábrico.
La escasa romanización que se produjo en nuestra región tras las guerras cántabras -fruto posiblemente de que la ocupación romana fue exclusivamente militar- permitió la conservación de una cultura tradicional indígena a la que apenas se superpuso la romana. Sólo esta comarca meridional de la actual Cantabria, que fue sin duda la más romanizada, permitió, a través de sus calzadas, una mayor relación con la meseta y la temprana relación de Campoo y Valderredible con las culturas tardorromanas y visigodas.
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