La mariposa ahogada en el tintero (.. cómo sobrevivir en la penumbra cultural)
... Bajó el bachiller Botelus por la rúa de los Balcones, saludando a diestro y siniestro, abriendo las blancas manos sobre el pecho por si alguien salía a admirárselas, silbándole a un perro, canturreando ejemplos de Quintiliano, a veces la flor latina del retórico interrumpida por un regüeldo aguado y áspero del conejo en salmorrillo del almuerzo...
Cuando uno conoce a Julián Santamaría le resulta abrumador el bombardeo constante de datos, citas, enumeración de amistades, críticas, reseñas y alabanzas que se suceden en un automatismo frenético como incontestable carta de presentación sobre su obra. Son tantas y tan relevantes las personas de las que habla, que al final acaba pareciendo normal que te cuente, por ejemplo, que una vez coincidió con Julio Cortázar en una fiesta y que éste le felicitó por el diseño de uno de sus carteles que, por supuesto, conocía. Así, como si nada.
"El fantasma del espejo arrastra mi carne hacia fuera, y al mismo tiempo,
todo lo invisible de mi cuerpo es capaz de investir a los otros cuerpos que veo".
Comentarios recientes