Este relato sólo se refiere a un grupo reducido de personas a las que las circunstancias, a veces hostiles, pusieron en situaciones que difícilmente hubieran imaginado.
Los pueblos que se citan (Las Rozas, Arroyo, Medianedo...) pertenecen al municipio cántabro de Las Rozas de Valdearroyo.
El 12 de diciembre de 1904, cinco Hermanos de la Instrucción Cristiana iniciaron las clases en el colegio Municipal de la villa de Reinosa. Hará pues, este año de 2004, un siglo que la enseñanza menesiana comenzó a impartirse en Reinosa.
Con este trabajo y entre otras cuestiones nos proponemos enmendar un doble equívoco. En el Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria se expuso desde su apertura en el año 1941 esta arma ciertamente singular tanto por su exclusividad en Cantabria (e incluso en Europa), como por el característico atractivo de unas formas que sin duda posee. Por ello, se le ha llegado a adjudicar un origen erróneo producto de una suma tanto de ancestrales como de acumulativos datos erróneos a lo largo del pasado siglo XX. En la mayor parte del cual, se carecía de los actuales soportes científicos (en forma de paralelos, estratigrafías, método, bibliografía...) para llevar a efecto un adecuado análisis de esta arma tan singular. Ha llegado incluso a evocar toda una serie de equívocas consideraciones de índole indígeno-regionalista en forma de inexactas imágenes.
Cuadernos de Campoo quiere poner un colofón a los actos que se han sucedido durante el año 1998 en homenaje a Casimiro Sainz, con un acercamiento a la obra del artista a través de dos artículos, firmados por los escritores reinosanos Demetrio Duque y Merino y Ramón Sánchez Díaz, quienes tuvieron relación con el "Loco de Matamorosa" y nos pueden aportar otra perspectiva acerca de las opiniones y el aprecio que tenían sus contemporáneos del artista y su pintura. Demetrio Duque y Merino (1844-1903), director del periódico "El Ebro", no solo conoció al pintor sino que fue unos de sus principales valedores en la región.
Santiago Delgado Rodríguez - Julio Manuel de Luis Ruiz
Aguas de manantial, minerales y minero medicinales en la comarca de Campoo
Introducción
Con la publicación de este artículo se pretende dar continuidad a la serie de artículos publicados por Cuadernos de Campoo dedicada a analizar las diferentes actividades mineras que se han desarrollado en la comarca, y que se iniciaba en el mes de septiembre de 2003 con el artículo titulado La Minería en Campoo (I)en el que se hacía una breve descripción de la evolución del conjunto de la actividad minera que históricamente se ha desarrollado en la comarca de Campoo. La serie continuó posteriormente en el mes de diciembre de 2004, cuando se publicó el artículo titulado La Minería en Campoo (II) en el cual se desarrollaron las características concretas y particulares que originaron y posteriormente posibilitaron la explotación del yacimiento de las minas de cobre de Soto, situadas en el municipio de la Hermandad de Campoo de Suso.
Salas de barquines y del mazo. Ceballos Cuerno, 1999
INTRODUCCIÓN
Las ferrerías eran unos establecimientos donde se elaboraba el hierro de forma artesanal siguiendo el denominado "método directo", al igual que en la mayor parte de las dispersas por Cantabria y España, hasta su cierre definitivo estimado documentalmente en nuestra región en 1875. Método que consistía, básicamente, en mezclar vena o mineral de hierro, lo más triturado posible, con carbón vegetal, en un horno que alcanzaba unos 1.200 °C. En él se colocaban capas alternas de combustible y de vena, y una vez finalizado el proceso de fundición, se forjaba sobre el yunque obteniéndose un hierro de bajo contenido en carbono, maleable, fácil de manipular y de muy buena calidad, aunque caro, era el "hierro dulce" (Ceballos Cuerno, 2001.137 y ss.).
Fotografías de octubre-noviembre-diciembre 2010.Final de año y todo sigue igual. El niño, la niña y el cambio climático nos confunden, como el año pasado. Cambio esquíes, botas y bastones por piscina en Brañavieja.
Dichos: Otro año que se fue
Si pretendemos reconstruir el pasado histórico de cualquier civilización, resultará imprescindible contar con los restos epigráficos que han llegado hasta nuestros días. La incisión de palabras en piedra o en cualquier otro soporte duro con fines de exposición y constancia, ha desempeñado un papel importante en casi todas las culturas (1).
En ocasiones, las inscripciones constituyen los únicos testimonios para conocer aquellos periodos donde escasean otras fuentes. Su carácter primario y directo nos garantiza que han llegado hasta nosotros sin transformaciones de ningún tipo desde el momento en que se grabó el texto.
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