Colaboradores: Nacho Zubelzu, Margarita Rodríguez, José Manuel López, Izara García Rodríguez, Guillermo Gutíerrez Nunes, Florentino García, Jesús González, Francisco Javier Flores Merino, Casa de Cultura Sánchez Díaz y Museo Etnográfico El Pajar Proaño.
El hombre apasionado por la historia que sentía devoción por Reinosa
Resulta difícil escribir sobre alguien que ha contribuido de tan diversas maneras a la reciente historia de nuestra ciudad y poder recordar, someramente, sus aportaciones a la vida cultural reinosana.
El crecimiento demográfico que de los años 1920 a 1930 tuvo la ciudad de Reinosa, y que paso de 4.180 a 8.606 habitantes (1), obligó al Arzobispo de la sede metropolitana burgalesa -de la que dependía Reinosa- el Excmo. Sr. D. Manuel de Castro y Alonso, a buscar ayuda de religiosos para que colaborasen con los sacerdotes seculares en la promoción espiritual de los fieles. Los reinosanos pedían una comunidad religiosa(2), y aun concretaban su petición en los Carmelitas Descalzos (3). El Prelado burgalés, terciario de la Orden, vio muy bien esta petición.
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