La identidad ha pasado a constituir un concepto nuclear de las ciencias sociales en los últimos años. Aunque como disquisición metafísica está unida a la filosofía clásica, la positivación del concepto se ha llevado a cabo en el siglo que acaba de terminar de la mano de la antropología y de la psicología social que han conferido al mismo una singular capacidad aprehensiva. Todos los seres humanos necesitamos construir las muchas identidades que proyectamos en nuestra vida social y que son parte indisoluble de nosotros mismos. Tenemos la sensación de estar integrados en numerosos grupos: la familia, el barrio, el pueblo, la ciudad, el municipio, la comarca, la región, el país, la iglesia, la institución educativa, la empresa, la asociación, el partido, el sindicato, etc.
Dentro de Campoo e integradas en una de las siete hermandades de concejos en que se dividió este territorio histórico, nos encontramos con las entidades de población ubicadas en el valle de Valdeolea. Prescindiendo de la existencia de poblados en la zona ya en épocas anteriores a la alta Edad Media, constatada por las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en Camesa-Rebolledo y otros parajes del Valle, el origen de la inmensa mayoría de estos núcleos de población, tal como han llegado configurados a nuestros días, ha de situarse dentro del fenómeno de la repoblación que tiene lugar entre los siglos X al XIII. Todos surgen en torno a iglesias o ermitas y la mayor parte de estos poblados se identifican, en la nomenclatura eclesiástica, con sendas feligresías o parroquias. Debido también a su origen cronológico, en sus iglesias parroquiales predomina el estilo románico (Hoyos, San Martín de Hoyos, Mata de Hoz, Olea, Las Henestrosas, Las Quintanillas).
Tras haber publicado en esta revista mis etimologías de Reinosa y Campoo, inicio ahora una pequeña serie de artículos sobre otros topónimos campurrianos. Como es lógico, no pretendo ser exhaustivo; sólo trataré de aquellos topónimos de los que pueda dar alguna explicación. En algunos casos, la etimología ya es conocida por los especialistas en la materia, pero conviene divulgarla aunque sólo sea para desechar las etimologías erróneas que circulan entre los aficionados; en otros casos, expondré por primera vez mi propia opinión adecuadamente razonada.
En esta entrega me ocuparé de los topónimos que aluden al tipo de poblamiento (como villa, quintana, etc.) y, como caso particular, de los que incluyen el nombre de su posesor o propietario.
El valle de Campoo, entendiendo como tal aquel sector que de modo específico conserva tal denominación en Cantabria, es una comarca de montaña de dimensiones reducidas -apenas 400 km2- que, en razón de su altitud y cambiantes influencias climáticas, atlánticas y mediterráneas, bien podemos considerar como un espacio de transición.
Los caleros estuvieron funcionado hasta mediados del siglo XX
El complejo del calero estaba formado por la cantera y el horno, dentro de un espacio de trabajo asociado al proceso de producción. La cantera servía para la extracción de la materia prima: piedra caliza o rocas carbonatadas. El horno de cal era utilizado para calcinar la piedra extraída.
Edición: 1. ed.
Fecha Edición: 11/1988
Fecha Impresión: 11/1988
Publicación/Edición: Alfonso C. Calderón
Portada: Helio Gogar
Descripción: 54 p. 16x24 cm
Con las ilustraciones de Helio Gogar, L. Rios, Rosa Mier, Anabel Blanco, C. Buxalleu, Fe Herrera, Faustina Dou
En la organización territorial de la comarca de Campoo siempre han tenido gran importancia los pasillos de comunicación que en las direcciones Norte - Sur y Este - Oeste han ido implantándose a lo largo de la historia. El primer eje ha concentrado la principal red de comunicación de la Meseta con Santander: la vía romana Pisoraca - Iulobriga - Portus Blendium, el camino real borbónico, el ferrocarril Alar - Santander, la carretera N-611 y la futura autovía de La Meseta. Su estructura está justificada por la existencia del río Besaya y por ser un paso de divisoria que no alcanza en ningún lugar los 1.000 m. de altitud, siendo su trazado compatible con las posibilidades constructivas de las diferentes épocas.
Una de las manifestaciones más características de la comarca campurriana, dentro del folclore representado por la música, el canto y el baile, es la figura de la panderetera que, aunque es un personaje presente en toda Cantabria y en la mayor parte del norte de España (se extiende por León, Zamora, Salamanca, hasta el centro de la meseta, según Hoyos Sainz), es sin embargo en Cantabria y Campoo donde adquiere un relieve especial. La panderetera no es simplemente una mujer que toca un instrumento, sino que a su ritmo canta unas coplas que, en muchas ocasiones, ella misma ha compuesto. La figura de la panderetera es una institución que tiene una acusada personalidad dentro del folclore local.
Uno de los períodos históricos más célebres para las comarcas del sur de Cantabria, en especial para Campoo, es el correspondiente a la conquista y dominación romana. No es de extrañar, por tanto, que sea posiblemente este período el que ha dejado la huella más profunda y específica en el patrimonio arqueológico de la zona, donde destacan las ruinas de Julióbriga, conservadas en Retortillo. Las citas de los autores grecolatinos y la concentración de restos arqueológicos reflejan el protagonismo que tuvo Campoo y su entorno geográfico más próximo dentro de la Cantabria romana, especialmente durante la ofensiva militar, dirigida por Augusto, y en las primeras décadas del siglo I, en que se hizo efectivo el control romano.
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