Reciben el nombre de neveras aquellos pozos construidos en sierras o montes elevados que sirvieron para almacenar nieve durante los meses invernales para su utilización, preferentemente, en los meses veraniegos.
La nevera de Reinosa
Esta nevera se encontraba instalada en la actual calle Ciudad Jardín. Se cedieron los terrenos de La Nevera para la construcción de casas para empleados de la Sociedad Española de Construcción Naval. En ese montículo, con una altitud de 857 metros, latitud= + 43° 00 '05", longitud= - 4o 08' 14', y acceso por el Camino Real (actuales Avenida Castilla y Avenida del Puente de Carlos III) se conservan la Travesía La Nevera y la calle La Nevera. Esta última termina actualmente en la Plaza de la Libertad, llegando anteriormente hasta la actual Ciudad Jardín. Toda esta zona ha sufrido una fuerte urbanización y no quedan restos visibles de la nevera. Permanece tan sólo en el recuerdo de los más mayores haber visto el pozo y una nevera de farmacia, donde se guardaban los medicamentos preparados por los farmacéuticos, y la práctica de tirarse con el trineo por la ladera del Gurugú hacia la fuente de Sorribero (actual Parque de Cupido).
Oscuras y misteriosas son las razones que de un modo irremediable empujan a un artista a crear, a mostrar a través del ejercicio del arte su relación con el mundo.
Esa entrega, esa visión personal de la realidad o llamada de atención hacia ciertos aspectos de la misma, nos ofrece la posibilidad de pensar en la frágil apariencia de las cosas y las múltiples dimensiones que esconde esa apariencia. La imagen a través de la cual el mundo se presenta ante cada uno nosotros.
La construcción de la red de ferrocarriles fue una de las gestas económicas del siglo XIX. Símbolo de la Revolución Industrial y paradigma de modernización, supuso un extraordinario esfuerzo colectivo cuyas consecuencias alcanzaron a todos los niveles de la sociedad. Como iniciativa empresarial resultó, en la mayoría de los casos, un ruinoso fracaso, debido a la enorme cuantía de las inversiones y los insuficientes ingresos logrados tras la puesta en explotación. Su aportación al proceso de industrialización también es objeto de controversia, debido a la necesidad, más o menos justificada, de recurrir a inversores, tecnología y suministros extranjeros que no favorecieron el adecuado desarrollo de la industria nacional. La línea férrea que unió la localidad de Alar del Rey con Santander no fue una excepción. La compañía adjudicataria, Compañía del Ferrocarril de Isabel II, tras poner en funcionamiento la totalidad del recorrido en el año 1866, terminó en quiebra, siendo incautada por el Estado y otorgada la concesión posteriormente a otra empresa, la Nueva Compañía del FC de Alar a Santander, para acabar, finalmente, integrándose en RENFE en el año 1941. A pesar de todas estas vicisitudes, la valoración incuestionable es que Reinosa no sería lo que es si el ferrocarril no hubiera llegado a la ciudad.
La administración local durante la Edad Moderna basculaba en torno al concejo, entendido el mismo en su doble vertiente. Así, concejo es el nombre que recibía el municipio medieval y moderno, pero también el órgano de gestión y administración de los pueblos, nacido como consecuencia de la cohesión cada vez mayor entre grupos humanos unidos por fines e intereses comunes. De este modo, los habitantes de un mismo núcleo poblacional, o de varios unidos por vínculos naturales de vecindad, deciden actuar conjuntamente mediante la reunión de todos ellos en una asamblea vecinal, designada con el nombre de concejo. Se configura el concejo, pues, como un ente administrativo con estructura y funciones más complejas que las de la localidad, aldea o barrio, erigiéndose en el órgano básico de toda la organización administrativa, social y económica en el ámbito rural hasta bien entrado el siglo XIX.
COORDINACIÓN: Pedro Manuel MARTÍNEZ GARCÍA CONSEJO REDACTOR: José Manuel LÓPEZ GUTIÉRREZ, Erme QUINTANAL PIÑERA, Pedro GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Sergio GARCÍA GARCÍA, Pedro Luis GONZÁLEZ GARCÍA, Mónica GONZÁLEZ RODRÍGUEZ , Pedro Manuel MARTÍNEZ GARCÍA COLABORADORES: Rafael DE ANDRÉS SECO, Ángel GARCIA AGUAYO, Carlos GUTIÉRREZ GARCÍA, José Miguel JORRÍN GUTIÉRREZ, Pedro Manuel MARTÍNEZ GARCÍA, Erme QUINTANAL PIÑERA PORTADA: Cascada del río Hormigas. Autora: Ángela RUIZ GUTIÉRREZ
Ana Belén Lasheras - Mª Eugenia Escudero - Isabel Cofiño
Lugares tan distantes geográficamente, como Couillet (Charleroi, Bélgica) y Campoo, acabaron acercándose por los avatares de una historia cuyos protagonistas fueron los hermanos Ernest y Alfred Solvay. En la localidad belga se estableció, en 1863, la primera fábrica de sosa Solvay, mientras que en la comarca campurriana se puso en práctica una iniciativa filantrópica a través de la fundación, en 1929, de una casa de reposo en Soto para los empleados de la fábrica de Solvay en Barreda.
Fue Ernest, el hermano mayor, quien descubrió el proceso de fabricación de carbonato sódico al amoniaco o sosa al amoniaco a mediados del Ochocientos. Hasta entonces, y desde antiguo, se había utilizado la sosa natural, extraída de plantas o de unos yacimientos de carbonato sódico estadounidenses, y la sosa artificial, obtenida a partir de la sal común por un procedimiento inventado por el químico francés Nicolás Leblanc en 1798. El proceso creado por Ernest mejoró considerablemente la invención de Leblanc, abaratando e incrementando la producción de sosa.
La apicultura tuvo en tiempos pasados una notable importancia como complemento en la economía rural de subsistencia de Campoo. Repartidos por toda la geografía de la comarca, los colmenares formaban parte del paisaje y de la vida cotidiana, en ellos se colocaban las colmenas, conocidas con el nombre de dujos y hornillos.
El declive, en la segunda mitad del siglo XX, de esta actividad se inició con la emigración de los pueblos a la ciudad con el consiguiente abandono de la economía agraria. Fue la puntilla la aparición .alrededor de 1984, del ácaro de la varroa que diezmó el número de colmenas y aceleró el trasiego de las abejas de las colmenas tradicionales fijistas a las modernas de cuadros móviles, que permiten un mejor control de este parásito, un considerable aumento de la producción y un manejo más racional.
En la actualidad se puede considerar prácticamente desaparecido este tipo de apicultura, pues quedan pocos colmenares en pie y muchos de ellos en claro estado de abandono.
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