Cuaderno II 6

La plaza (el mercado de abastos)

María Jesús Gutiérrez Ibáñez

Los mercados municipales de abastos
La ciudad, desde sus comienzos, ha sido un espacio con funciones muy diferenciadas y específicas, des­de las administrativas o estratégicas, que implican el control de un territorio amplio, hasta las religiosas o culturales. Pero si hay una función presente en todas las ciudades de manera extensa, esa es la comer­cial. El espacio urbano ofrece el entorno ideal para la actividad comercial y, con frecuencia, es también el resultado de esa misma actividad. Reinosa es un buen ejemplo de urbe que surge en un emplaza­miento estratégico, de paso obligado para personas y mercancías, lo que propicia su función comercial de alcance comarcal y también regional.

Nacho Zubelzu

Nacho Zubelzu

El arte de la naturaleza
"Para que las cosas te asombren hay que pensar como un niño"
 
Era el año 2000, la exposición en el Museo de Bellas Artes de Santander. Eran los juegos formales sobre los metacrilatos "cristalizaciones"; pincela­das y ralladuras, un juego desde el enfrentamiento entre el espacio interior y el exterior, entre el autor y el espectador. Una especie de escritura de significantes icónicos, tapar la nada que invade el metacrilato frío con formas figurativas, olas, flores, corazones... Hecho a mano sintiendo el gesto y el dedo del artista, una textura guillotinada desnu­dando su interior. En algunas obras ya se insinúan rayas o raspaduras que sugieren pelo, hierba o paja. Siempre entre la figuración y la abstracción, una constante en mi trabajo, llegando o recurriendo a la segunda a través de la primera.

La apicultura tradicional en Campoo

Carlos J. Valcuende de Cos

La apicultura tuvo en tiempos pasados una no­table importancia como complemento en la economía rural de subsistencia de Campoo. Repartidos por toda la geografía de la comarca, los colmenares formaban parte del paisaje y de la vida cotidiana, en ellos se colocaban las colmenas, co­nocidas con el nombre de dujos y hornillos.
 
El declive, en la segunda mitad del siglo XX, de esta actividad se inició con la emigración de los pueblos a la ciudad con el consiguiente abandono de la economía agraria. Fue la puntilla la aparición .alrededor de 1984, del ácaro de la varroa que diez­mó el número de colmenas y aceleró el trasiego de las abejas de las colmenas tradicionales fijistas a las modernas de cuadros móviles, que permiten un mejor control de este parásito, un considerable au­mento de la producción y un manejo más racional.
 
En la actualidad se puede considerar práctica­mente desaparecido este tipo de apicultura, pues quedan pocos colmenares en pie y muchos de ellos en claro estado de abandono.

La iniciativa filantrópica de Solvay en Campoo: la casa de reposo y las colonias escolares

Ana Belén Lasheras - Mª Eugenia Escudero - Isabel Cofiño

Lugares tan distantes geográficamente, como Couillet (Charleroi, Bélgica) y Campoo, aca­baron acercándose por los avatares de una historia cuyos protagonistas fueron los hermanos Ernest y Alfred Solvay. En la localidad belga se estableció, en 1863, la primera fábrica de sosa Solvay, mientras que en la comarca campurriana se puso en práctica una iniciativa filantrópica a través de la fundación, en 1929, de una casa de reposo en Soto para los empleados de la fábrica de Solvay en Barreda.
 
Fue Ernest, el hermano mayor, quien descubrió el proceso de fabricación de carbonato sódico al amoniaco o sosa al amoniaco a mediados del Ocho­cientos. Hasta entonces, y desde antiguo, se había utilizado la sosa natural, extraída de plantas o de unos yacimientos de carbonato sódico estadouni­denses, y la sosa artificial, obtenida a partir de la sal común por un procedimiento inventado por el químico francés Nicolás Leblanc en 1798. El proce­so creado por Ernest mejoró considerablemente la invención de Leblanc, abaratando e incrementando la producción de sosa.

El desarrollo de los concejos en la Hermandad de Campoo de Yuso durante la edad moderna

Marcos Pereda Herrera

 A modo de breve introducción
 
La administración local durante la Edad Moder­na basculaba en torno al concejo, entendido el mis­mo en su doble vertiente. Así, concejo es el nombre que recibía el municipio medieval y moderno, pero también el órgano de gestión y administración de los pueblos, nacido como consecuencia de la cohe­sión cada vez mayor entre grupos humanos unidos por fines e intereses comunes. De este modo, los habitantes de un mismo núcleo poblacional, o de varios unidos por vínculos naturales de vecindad, deciden actuar conjuntamente mediante la reunión de todos ellos en una asamblea vecinal, designada con el nombre de concejo. Se configura el concejo, pues, como un ente administrativo con estructura y funciones más complejas que las de la localidad, aldea o barrio, erigiéndose en el órgano básico de toda la organización administrativa, social y eco­nómica en el ámbito rural hasta bien entrado el siglo XIX.
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