Publicado en la revista FONTIBRE, nº 45, Enero de 1962.
Esto de las "Arcas de Misericordia" tuvo su razón de ser en aquella época en que España, en el aspecto económico, había descendido a uno de los más bajos niveles que ha conocido en su larga historia. Acababa de pasar el siglo XVII, en que por las sangrías abiertas en las guerras religiosas de Flandes y en la de sucesión a la muerte de Carlos II, y por el esfuerzo sobrehumano de haber alumbrado veinte naciones en el Nuevo Mundo, los pueblos de esta región, y eso mismo sucedería en casi toda España, se habían quedado con menos de la mitad de sus habitantes (en Cervatos, un señor y tres viudas; en Abiada, en el corto período de cuarenta años, las cuarenta y ocho casas útiles se quedaron en trece; y así, poco más o menos, en las restantes aldeas de la comarca).
Cuando, en tiempos de Fernando VI, el activo ministro de Hacienda, Marina y Guerra, Marqués de la Ensenada, se propuso levantar la agricultura y la ganadería de la nación, envió un "Interrogatorio para declaración de bienes" a todos los concejos, al que los vecinos de
Abiada, entre otras muchísimas cosas, contestaron:
"Hay 48 casas habitables y una derruida". Pero, pocos años más tarde, a un interrogatorio similar, ya contestaron que las casas
útiles se habían reducido a 13;
"y las habitan –decían ellos-
cuatro labradores, ocho carreteros y tres criados". Pero, ¡qué labradores –digo yo- y qué carreteros! Los labradores
"siembran y recogen trigo, centeno, cebada, franco, arvejas, lino y hierba". Hablan –y las declaran- de tierras "de primera", "de segunda" y "de tercera", entendiendo por "de primera" las que se siembran todos los años; por "de segunda", las que producen, de tres años, dos; y las "de tercera", las que producen un año cada tres.
Si tenemos en cuenta que entre todos pagaban de diezmos a la Iglesia, por el trigo, dos fanegas y ocho celemines, y así, poco más o menos, de los otros cereales, no tendremos que preguntar a nadie lo poco que sembraban y la miseria que recogían.
Dicen que había siete molinos harineros en el lugar y hasta especifican el sitio en que estaban y las ruedas que cada uno de ellos tenía. Pero la utilidad era prácticamente nula; de dos a cinco fanegas al año cada uno, que habían de repartirse entre los varios propietarios de cada molino, "que los tienen y usan por días y casi para su exclusivo servicio".
Como ganaderos, declaran que tienen yeguas, vacas, ovejas, cabras, cerdos y cerdas. Pero, ¿qué utilidad podían esperar de la ganadería, si de una cerda "calculan tres crías, que valen en junto 24 reales de vellón"? ¿si "calculan una cría por cada dos ovejas y la estiman en 6 reales"?
Como labradores y como ganaderos, declaran "en junto" 74 colmenas, y la utilidad de cada una, 6 reales. "Cada pareja de bueyes –dicen- hace al año tres viajes, a conducir pan y vino de porte". (En esta época de Fernando VI, empieza la carretería en Campoo que, al cabo, habrá de enriquecer de nuevo a la comarca, sobre todo a Reinosa). Pero, en cada viaje obtienen sólo una ganancia de 30 reales.
Contestaciones iguales a éstas he visto en un libro de concejo de Valdeprado del Río, y sospecho que las de todos los lugares de la comarca se parecerían a éstas, porque parecidos o iguales serían también sus afanes y su miseria.
Así la situación de todos los pueblos de esta región de Campoo, surgió, como remedio heroico de las necesidades más acusadas y apremiantes, la costumbre de fundar testamentariamente en las parroquias
"Arcas de Misericordia", o pósitos de porciones de trigo, para repartir a los necesitados en lo más duro del invierno, sin réditos de ninguna clase, con la sola obligación de devolverlo a la recogida de la siguiente cosecha.
Los fundadores de estas "Arcas de Misericordia", de ordinario instituían patronos a sus descendientes que, por lo que he visto en muchos papeles, con harta frecuencia dejaban incumplidas sus obligaciones, y hasta rehuían la vigilancia de los visitadores eclesiásticos. Así, al menos, se deduce de la visita que en 1741 hizo a esta parroquia de Reinosa el Dr. D. Manuel Antonio Bermúdez Monte, Visitador General en el Arzobispado, en nombre del Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana, sede vacante por renuncia del Ilmo. Sr. D. Manuel de Samaniego y Jaca; el cual Visitador, en uno de los muchos mandatos y advertencias que dejó anotados en el acta de la visita, dice textualmente: "No se tomó razón de la "Arca de Misericordia" que, con diferentes porciones de trigo, fundó en esta Villa Juan López de Zieza (sic) para repartir anualmente entre sus vecinos y los de los lugares comarcanos, con obligación de volverlo, a causa de que D. Baltasar de la Torre, patrono de ella, tiene su residencia y casa en la Villa de Comillas".
En la visita de 1744 se dice casi lo mismo; y otro tanto sucede en las de 1750 y 1757, en que figura como fundadora Doña Juana de los Ríos, y como patrono, D. Joaquín de Quevedo y de los Ríos, Capitán de Guardias Reales.
En 1791 figura como patrono este mismo señor D. Joaquín de Quevedo y de los Ríos, ya Mariscal de Campo, de quien el Visitador del Arzobispado escribe: "En igual forma, hay fundadas en dicha Villa y su iglesia una obra pía por Doña Juana de los Ríos y Angelo, de la que es patrono de sangre el Mariscal de Campo D. Joaquín de Quevedo, sobre que no ha recaído providencia alguna, con motivo de que, por la ausencia de dicho señor, no se han exhibido todos los instrumentos concernientes a tomar el conocimiento debido de ella".
De estas notas, y de otras que, en gracia de la brevedad, no copiamos, se deducen el empeño que los patronos pusieron siempre en hurtarse a la vigilancia de los Visitadores del Arzobispado y el poco o ningún fruto que los necesitados obtuvieron de estas fundaciones. Y no juzgo demasiado atrevida esta suposición, porque vienen a corroborarla, hasta con creces, las notas que en el archivo parroquial de Nestares dejaron escritas los visitadores de un siglo antes, o sea, por los años de 1656 y siguientes. En una de ellas, el patrono de sangre llamado a rendir cuentas de su administración, alega que no puede darlas, porque se le ha extraviado la llave del arca en que guardaba la documentación. El visitador dejó escrito: "Hay en este lugar un "Arca de Misericordia", de tres cargas de trigo (doce fanegas) para repartir a vecinos necesitados, que dejó Miguel Fernández de Hoyos, hermano del que fue patrón muchos años y administrador. Y parece ha muchos años que dicho pan no se ha repartido, aunque se ha mandado por todas las visitas antecedentes". Y en una nota del mismo escrito, se lee: "Se perdió el libro de cuentas, o se lo ocultaron al Visitador, que fulminó excomuniones mayores trinas y emplazó al responsable para el día siguiente donde se encontrase girando visita. Pareció el libro escondido dentro del "Arca de Misericordia".
De lo que aquí se dice y de la fecha en que sucede, bien se puede calcular que las fundaciones de "Arcas de Misericordia", aunque en el archivo parroquial de Reinosa no quede constancia de ello, son del siglo XVII o acaso anteriores a él.
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