Arquitectura de compensación en el Pantano del Ebro

Jesús A. Allende Valcuende

  Hay una doble historia olvidada de nuestro patrimonio arquitectónico en el entorno del pantano del Ebro. La primera hace referencia al patrimonio desaparecido a causa de la construcción del pantano que supuso la anegación de cuatro pueblos enteros (Medianedo, Quintanilla de Medianedo, La Magdalena y Quintanilla de Bustamante), otros tres casi totalmente (precisamente los más poblados en aquel entonces, caso de Las Rozas, Villanueva y Renedo) y otros ocho perdiendo algunos barrios y partes significativas de su trazado urbanístico (1).
En total más de 300 casas, ocho iglesias, dos ermitas, sin contar aquellos inmuebles que quedaron aislados y descontextualizados conociendo una nueva relación con un entorno radicalmente distinto, en muchos casos escasamente poblado, lo que supuso abandono y en algún caso ruina. La lista se extiende al patrimonio de la obra pública, en concreto al trazado de antiguos caminos y carreteras tradicionales con toda su rica infraestructura (puentes, cierres, construcciones anejas), aunque de manera especial, al viejo trazado del ferrocarril hullero Bilbao-La Robla, con aún más puentes y tres bellas estaciones dejadas para el olvido. Y por último otro rico patrimonio industrial que se había ido creando desde el siglo XVIII y que constituía en las décadas anteriores al comienzo de las obras del embalse un entramado industrial centrado en la extracción de carbón en las minas de Las Rozas y la fabricación de vidrio en Arroyo y Arija. Bajo las aguas quedaron las viejas instalaciones de la ferrería de Horna de Ebro, más de una docena de molinos, la vidriera de la Luisiana en Las Rozas, minas y ferrocarriles, viviendas de obreros, clubs sociales, etc. Pero aún en las orillas, la inundación de la llanura trajo la crisis y el posterior cierre de la vidriera La Cantábrica de Arroyo, de los pozos de carbón superiores de las Rozas y Renedo, el abandono de carreteras que se introducían en las aguas, por no hablar de los cambios del trazado urbanístico de muchos de los pueblos que diezmaron su caserío y no crecieron de una manera racional y organizada sino anárquicamente y sin sentido.
   La otra de las historias echadas al olvido hace referencia a la nueva arquitectura que a modo de compensación se construyera básicamente en los difíciles años de la autarquía. Reflexionar sobre sus características, sus pretensiones, sus protagonistas, su espíritu, los proyectos no ejecutados, etc. es lo que se intenta, a modo de acercamiento, con el presente estudio.
 
 
 
ARQUITECTURA E INGENIERÍA

   La primera arquitectura concebida como consecuencia de la construcción del Pantano del Ebro se debe a los ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Ebro con el propio impulsor del proyecto, Manuel Lorenzo Pardo, a la cabeza. Los primeros proyectos se divulgaron en el libro "El Pantano del Ebro" publicado por el ingeniero en 1918. Son obras que rematan las principales obras de ingeniería del embalse relacionadas con las tomas y las descargas del agua embalsada. El más importante de los dos desde el punto de vista de lo arquitectónico es el edificio que coronaría la estructura de las descargas superficiales, en el que se denuncia la dependencia con respecto a lo más puramente ingenieril mediante formas que remiten a un puente que alarga sus estribos hasta rematar en torres, y pilares que se prolongan en pilastras que animan la fachada. "En conjunto afecta la. forma de un gran edificio cuyo aspecto berros procurado armonizar con la índole de su destino, acusando al exterior su estructura interna y cuidando de que la ponderación de sus líneas no sufran cuando las aguas lleguen a cubrir la parte más baja en sus periódicos cambios de nivel" (2). Parecido tratamiento recibe su proyecto para las descargas de fondo, el único totalmente construido de los dos, que remite a la forma de un quiosco de estanque.
   Esta preocupación de remitir a felices tipologías de la historia de la arquitectura la encontramos también en la decoración de las bocas de los túneles del fracasado proyecto de ferrocarril de Reinosa a Las Rozas de Luis Fora Leblanc de 1928. La evocación a fantásticas portadas monumentales medievalizantes evidencia la formación historicista de estos arquitectos ingenieros al tanto de las modas arquitectónicas de la España del primer cuarto del siglo XX, tendentes al disfraz pintoresco y ajenas a la revoluciones estéticas europeas del Movimiento Moderno.
   En lo que concierne a las nuevas estaciones que se habrían de construir, Fora Leblanc propuso tres modelos según categorías. La de Reinosa tendría la categoría de principal y se atendía al futuro crecimiento de la población "con vistas a un porvenir, tal vez no muy lejano dada la marcha progresiva que lleva la ciudad de Reinosa. Pueden ser señaladas cinco partes importantes en esta instalación: Servicios de viajeros - Servicio de mercancías Tracción Empalme con la línea del Norte y Empalme con la importante, factoría de la Sociedad Española de Construcción Naval" (3).
   El segundo tipo de estación se concebía para la localidad de Arroyo en un terreno ganado al pantano entre las instalaciones de la "Sociedad Vidrieras Cantábricas", el edificio de las tomas del embalse y la salida del túnel que atravesaba la colina sobre la que se acuesta el caserío de Arroyo, lo que formaría uno de los conjuntos más interesantes desde el punto de vista de lo constructivo de todo lo que se proyectó para el pantano. Sin embargo, los restos de la explanación del terreno y de los contrafuertes de cimentación de la zona de los andenes es lo único que se conserva hoy en día de este ferrocarril jamás concluido pese a constituir desde las primeras noticias de su construcción quizá la más esperada de las promesas de compensación.
   El tercer modelo, mucho más modesto, era un apeadero para el pueblo de Horna que de esta manera conseguía una comunicación rápida y directa puesto que en 1928 aún no se había previsto la construcción del actual puente que le une a la carretera Reinosa Las Rozas. En los tres tipos de estación proyectados por Fora Leblanc, se repite el clásico modelo de arquitectura de estación decimonónica diseñada por ingenieros, lo que se nota en la sencillez de plantas y alzados y en su aspecto industrial y desornamentado, que las lleva a no alejarse demasiado de las tipologías tan repetidas del ferrocarril Bilbao-La Robla.
   El capítulo de la arquitectura en relación a las estaciones se cierra precisamente para este otro ferrocarril, cuyo trazado hubo de rectificarse desde Cabañas de Virtus hasta el puente del Pedrón en Arroyo por quedar el originario dentro del área afectada por la inundación. La principal estación, la de Las Rozas, había sido transformada entre los años 1920 y 1924 (4) y fue trasladada hasta su nuevo emplazamiento frente a la nueva casa ayuntamiento en 19 t6. En llano. se construye en las mismas fechas un "apeadero y casilla" (5) que venía a sustituir al desaparecido que se había construido en la primera década del siglo. Las diferencias de diseño del edificio de Llano son evidentes y tienen que ver con la característica concepción de la arquitectura de compensación que más abajo analizamos.
 
LA ARQUITECTURA RELIGIOSA
   Toda la arquitectura que recompensaba las pérdidas del patrimonio eclesiástico se le encargó al arquitecto oscense Luis Vallet en 1943, a excepción del proyecto de una capilla en La Lastra de 1954 de Regino Borobio. Se llegaron a construir cuatro iglesias y cuatro cementerios en las localidades de Bimón, Las Rozas, Arroyo (6) y La Población entre 1945 y 1949, cuatro casas rectorales en estas tres últimas localidades y en Orzales y se quedaron tan sólo en proyectos la iglesia de Villanueva (7) y la ya citada capilla para la aldea de La Lastra.
En las iglesias de compensación se parte de un modelo de planta y alzado repetido hasta la saciedad en las iglesias rurales construidas por aquellos años por otros organismos de ámbito nacional encargados de la reconstrucción de la arquitectura en el medio rural como la Dirección General de Regiones Devastadas y el Instituto Nacional de Colonización. El modelo que se sigue se resume en una amplia nave con cubierta a dos aguas, cabecera independiente tratada como volumen diferenciado, dependencias parroquiales laterales formando en ocasiones una crujía y un pórtico en la fachada lateral, todo ello bajo preceptos estilísticos historicistas y anacrónicos de los que emana cierto regustillo casticista inspirado en la tradición del barroco clasicista español.
   No obstante, aunque se parta de ese esquema como norma general, en las nuevas iglesias del pantano se nota una relación con las tradiciones constructivas locales y con la arquitectura religiosa preexistente de la zona de Campoo de Yuso y de Las Rozas de Valdearroyo. Es el caso de la iglesia de San Pedro de Las Rozas, en donde se recuerda u homenajea alguna feliz solución como el caso de la torre-belbedere semicilíndrica embutida en el hastial de acceso a las troneras, casi un calco de la iglesia de San Miguel en La Riva; la preferencia por una cabecera poligonal en iglesia San Andrés de la Población de Yuso, que recuerda a las pervivencias tardogóticas de las iglesia de Orzales, Villasuso o Llano; los falsos contrafuertes escalonados enmarcando el presbiterio en la de San Julián de Bimón; o el ábside semicircular de la de la Inmaculada Concepción de Arroyo con el que se rememora la importancia del románico de la comarca.
   Las dependencias estilísticas con la arquitectura precedente son aún más evidentes en los casos de reutilización de sillería e
incluso de elementos reubicados como en la fachada de la iglesia de Bimón o el caso de algunos retablos que funcionaban como norma de proporcionalidad de las nuevas construcciones. En las torres y las espadañas se reproducen esquemas bien vistos en otras iglesia de la comarca, incluso en las de los pueblos desaparecidos. En la memoria de la iglesia nueva de Bimón se dice textualmente que se modificó el proyecto original "sustituyendo la espadaña por una torre para el campanario, a petición de los vecinos apóyalo por el Arzobispo, por considerar la tenía la iglesia vieja y que se disminuiría la importancia de la misma al hacerse la espadaña, aparte de que en el pueblo se recordaba que dicha iglesia tuvo anteriormente espadaña que fue derribada por el viento, causando grandes destrozos al caer sobre la cubierta, por lo que al repararse se hizo con torre. " (8)
Pero a pesar de las premisas historicistas y del arraigo de lo tradicional, en algunos aspectos como en la valoración de la desnudez de los paños murales y en los juegos de pura geometría del enmarque de los vanos, se escuchan lejanos ecos de modernidad, más evidentes cuanto mayor es la limitación de material noble (sillería), como vemos que ocurre en las iglesias de La Población, de Bimón o en el proyecto de iglesia para Villanueva.
   Un caso diferente es el proyecto de la capilla en La Lastra que se encargó a1 arquitecto Regino Borobio en 1954, quien ideó un edificio de pequeñas dimensiones, con una nave de 6 metros de anchura y 9 de longitud, a la que se añadía una pequeña sacristía y un pórtico. Se unifican bajo una misma cubierta a dos aguas los volúmenes dispares de la nave, la sacristía y el pórtico, con lo que se obtiene un hastial asimétrico que resuelve irónicamente el arquitecto colocando la pequeña espadaña en esquina, abriendo un arco al pórtico y renunciando a la línea vertical en las esquinas. Los materiales tradicionales (piedra y teja árabe al exterior y madera en la techumbre) y los guiños a la arquitectura histórica como el ábside semicircular, los falsos contrafuertes y el remedo de espadaña le aproximan a la arquitectura desarrollada por Luis Vallet pero su planteamiento es más libre y no tan constreñido. La tradición en Borobio es inspiración y no copia. Sus proyectos se integran en el entorno por la vía de lo material pero parecen buscar nuevas vías de penetración en la modernidad, alejados del pastiche y del disfraz.


 
   La Confederación Hidrográfica del Ebro también construyó cuatro nuevos cementerios en los pueblos de La Población, Villanueva, Bimón y Arroyo. En el último caso, no se trataba de uno nuevo para la localidad de Arroyo, sino uno conjunto para las extintas poblaciones de Medianedo, Quintanilla de Medianedo v La Magdalena (9). Los proyectos se encargaron también al arquitecto Luis Vallet en el año 1943, quedando concluidas todas las obras. tras ligeros reformados, en 1945.
   Los cementerios son de pequeñas dimensiones, ajustándose a la perfección al medio rural al que sirven. Se delimitan por un muro de mampostería encalada con acceso por una sencilla portada. El elemento destacado desde el punto de vista arquitectónico es la capilla, de muy reducidas dimensiones. Costa de una estancia simple de planta cuadrada que se cierra por su lado principal por una fachada con remate en espadaña, de una tronera en los de Bimón y La Población y de dos en Villanueva. La austeridad de ejecución limita lo decorativo al sangrado de los esquinales, a algunas dovelas almohadilladas y a los remates de bolas y pirámides de la espadaña.
   El más interesante de todos es el triple de Medianedo, Quintanilla de Medianedo y La Magdalena que se ubica solitario en un espigón sobre el embalse, al norte de los terrenos de la antigua vidriera "La Cantábrica". La capilla consta de un bloque central cuadrado destacado en altura y dos dependencias laterales que refuerzan la simetría. Como en los demás cementerios se enfatizan los sillares de las esquinas, de los arcos laterales y de la portada. La buscada solemnidad del edificio, pese a las pequeñas dimensiones, se consigue especialmente en la portada, con arco enmarcado entre pilastras sobre las que apoya un sencillo frontón. En este elemento y en los inevitables remates de bolas del alero se reconoce el gusto neoherreriano perseguido por los postulados estéticos del oficialismo de postguerra. El cementerio se encuentra hoy en un lamentable estado de abandono. Cabría preguntarse quién iba a cuidar de él. Se construyó un cementerio nuevo para una población inexistente. Macabra paradoja.
   La impresión que nos transmiten las nuevas iglesias y cementerios de La Población, Las Rozas, Bimón y Arroyo es la de una arquitectura tibia y de compromiso que quiere ser antigua sin dejar de ser en cierto modo moderna, que no busca el impacto pero tampoco emociona. Una arquitectura, en suma, que solucionó momentáneamente los problemas de culto de las nuevas poblaciones pero que no arriesgó nada en el campo estrictamente artístico. Y es que una iglesia o cualquier otro edificio singular no es solamente una suma de espacios y elementos decorativos; la artisticidad inherente a este tipo de edificios es algo que no se puede traducir a fórmulas mágicas; no se trata de poner un pináculo aquí y una moldura allí bajo pretexto de compensación artística. Cualquier arquitectura de sustitución puede restituir problemas de tipo funcional pero en ningún caso puede reducir fenómenos de naturaleza estética a la suma ecléctica de un puñado de recursos arquitectónicos del pasado.
 
LA ARQUITECTURA PÚBLICA
   Las reconstrucciones en el campo de las arquitectura pública se plantearon con unos criterios diferentes a lo visto en el campo de la arquitectura religiosa. Los guiños localistas de Luis Vallet, retóricas historicistas aparte, parecían responder dentro de lo posible a otras compensaciones de tipo sentimental o emotivo, de ahí que, sin llegar a ser réplicas, los edificios nuevos tengan apariencia de antiguos, no en lo profundo, pero sí en lo aparente, en lo superficial; son espejismos del pasado, espectros de las antiguas iglesias que afloran de la profundidad de las aguas. En el campo de lo público y, como veremos después, también en el de la vivienda, hay a su vez una dependencia de lo local, especialmente en el uso de materiales y de procedimientos constructivos tradicionales, pero se aprovechará la oportunidad que se tiene de experimentar una arquitectura nueva para modernizar las anquilosadas estructuras de la arquitectura rural y dotar a la zona de edificios funcionales y mejor dotados con la intención puesta en mejorar las condiciones de vida locales. Que esta fuera la intención originaria no lo ponemos en duda, al menos desde el análisis de los proyectos que se conservan. Que a la larga estas intenciones se quedaran en nada más que eso, o que la tardanza de la ejecución, sumado a los negativos efectos que sobre las condiciones económicas de la población tuvo a la postre la construcción del pantano, es algo que supera las intenciones de este estudio (10).
   Los edificios que analizamos poseen en términos generales similares características constructivas y un denominador común estilístico en el historicismo/regionalismo, atemperado en lo decorativo por las limitaciones económicas de los presupuestos y por la personal manera de concebir la arquitectura del principal arquitecto que trabajó al frente del Servicio de Arquitectura de la Confederación Hidrográfica del Ebro, el zaragozano Regino Borobio Ojeda (1895-1976). La mayor parte de los proyectos de arquitectura que se realizaron desde finales de los años veinte y hasta la década de los cincuenta se deben a este arquitecto (11) y en casos muy determinados a algunos de los ingenieros de la Confederación Hidrográfica, especialmente a Luis Remacha Villar.
   Se distinguen, pese a todo, dos etapas diferentes separadas por el corte que supuso la Guerra Civil. Antes de la guerra la arquitectura de Borobio se mueve entre el continuismo por la vía del regionalismo, que marca su primer período como arquitecto zaragozano y la renovación por la vía del racionalismo, en base a la cual pudo realizar algunas obras emblemáticas para la propia Confederación Hidrográfica del Ebro como el pabellón para la Exposición Universal de Barcelona de 1929 (12) o el edificio de la Confederación en Zaragoza (1933-1946).
   El primer proyecto que se redacta es el de la casa-cuartel de Arroyo en el año 1929, un año después del comienzo de las obras del embalse. La estructura del edificio es clara y sencilla, dominando en todo momento la simetría, la horizontalidad y la rítmica disposición de las ventanas. El edificio posee ciertos guiños a la arquitectura de la comarca, tanto en la elección de los materiales (ladrillo, arenisca local, teja y madera) como en las relaciones de éstos con la plasticidad del edificio, especialmente en las dentelladas de los sillares de los esquínales y de las numerosas ventanas. La atención del edificio se centra en el cuerpo central saliente de la fachada principal en el que se concentra la mayor parte de la decoración de clara vocación regionalista, como se aprecia en la portada de arco de medio punto y especialmente en la solana del piso principal en la que no faltan los cortafuegos sobre ménsulas, el alero saliente y la balconada. En el proyecto original de Regino Borobio se contemplaba la construcción de este último elemento en madera con dobles columnas bajo zapatas y barandilla torneada con lo que el aspecto final del edificio resultaba , más afín al ideario montañesista. La baranda de ladrillo que finalmente se construyó se debe al reformado del proyecto llevado a cabo por el ingeniero Gregorio Chóliz, bajo cuya dirección concluyen las obras de la Casa Cuartel en el año 1935.
   Muy parecida resulta la escuela de La Población. La composición de la fachada es la misma y la aparición de elementos como la solana central de evocación regionalista, remiten indudablemente al cuartel de la Guardia Civil de Arroyo. El proyecto de construcción no se conserva en el archivo de la Confederación en Arroyo y por ello no nos atrevemos a adjudicárselo a Regino Borobio. Sin embargo la incluimos en este estudio puesto que su espíritu es el mismo que rige el resto de la arquitectura de este periodo.
   Del año 1931 data el primer proyecto de escuela, también en Arroyo, obra imprescindible en aquellos años ya que la escuela existente hasta entonces era "de muy reducidas dimensiones y por tanto insuficiente en la actualidad; han dado comienzo las
obras de la presa, y variante del ferrocarril, y es de suponer que en breve éstas se incrementen con las variantes de carretera y
obras de toma y desagüe con lo que aumentará considerablemente el número de obreros y por consiguiente dicha escuela no
podrá alojar a los hijos del personal de las obras; por otra parte es de tener en cuenta que por su situación fuera del máximo embalse será con el tiempo, el pueblo de Arroyo, el núcleo alrededor del cual se agruparán los vecinos de los pueblos inmediatos, que están condenados a desaparecer bajo las aguas del Pantano del Ebro, y, además, dicho local, destinado a escuelas no reúne ninguna de las condiciones exigidas de sanidad e iluminación.
" (13)
   En la escuela de Arroyo hay un acercamiento a la poética racionalista que se traduce en una racional distribución de los espacios y en la limpieza de los vanos y de la superficie mural donde se valora el geometrismo y claridad de diseño, sin que por ello se renuncie a elementos que se toman de la pura tradición reflejada en la preferencia por los materiales típicos de la comarca, la arquería de la entrada principal y la moldura del alero. La reforma del proyecto en 1941 de manos del ingeniero Renato Petit de Ory, profundiza en los matices racionalistas al cambiar el material externo y reforzar la cornisa, quedando al desnudo la claridad racionalista del diseño de Borobio.
   Incluimos también en este primer período de la anteguerra la casa de la dirección del pantano en Arroyo. De nuevo el proyecto que se conserva es un reformado del año 1940 firmado nuevamente por el ingeniero Renato Petit de Ory. Esta obra, que muy poco tiene que ver con la que se conserva en la actualidad, es un caso distinto al resto de la arquitectura que se hizo como compensación por la construcción del pantano. Consta de planta baja, piso principal y bajocubierta. La planta baja se destinaba a oficinas, comedor general, cocina general y vivienda para el conserje. La principal se dividía en dos partes, una para dormitorios para el personal técnico fijo y soltero y el que eventualmente pudiera residir y otra para vivienda del director encargado de la construcción y explotación del pantano, con un amplio comedor que pudiera servir para el recibimiento de jefes, ingenieros y demás. Pese a la complejidad funcional, las dos plantas principales se aúnan en un solo bloque con forma de paralelepípedo tan solo roto por el volumen saliente del comedor general que cumple la función de separar la zona pública de la de servicio. En la planta principal, otro saliente de la habitación de la esquina se prolonga formando una terraza sobre el comedor y un pequeño porche sobre la vivienda del conserje. La planta bajocubierta es la que imprime el carácter pintoresco mediante la fuerte inclinación de las aguadas, las grandes chimeneas y los laterales de madera bajo los salientes aleros. Los distintos materiales de cada una de las tres plantas se encargan de romper la monótona distribución de las ventanas. El modelo elegido se inspira de lejos en los modelos foráneos europeizantes del "cottage" o el "chalet", asociados desde principios de siglo al gusto de las clases acomodadas. Sin embargo, la ausencia de decoración y la manera de afrontar el alzado están en concomitancia con ciertos principios derivados del racionalismo.
   En los años de la postguerra cambia la concepción de la arquitectura pública. Los coqueteos con la modernidad parecen dejarse a un lado y las posturas se repliegan hacia un conservadurismo de raíz autárquica. Los proyectos son menos jugosos plásticamente y, como ya vimos en el caso de la arquitectura religiosa, hay un gran parecido con la arquitectura oficial de la época promovida por la Dirección General de Regiones Devastadas y el Instituto Nacional de Colonización.
   Así lo vemos en la Casa Consistorial de Las Rozas de 1945, casi un calco de las casas ayuntamiento que se construyen en infinidad de pueblos reconstruidos durante la postguerra a lo largo y ancho de la geografía española. El edificio valora la visión frontal y adopta un clasicismo depurado de las formas que refuerzan la idea de unidad y poder.
   En la misma línea hay que considerar los proyectos no realizados de casas concejo de Llano (1947) y La Población (1952), de Remacha Villar el primero y de Regino Borobio el segundo. Pese a la sencillez de las propuestas, la primera sigue la línea continuista de la casa consistorial de Las Rozas. La segunda es más renovadora y acorde con el aperturismo de Borobio hacia posturas organicistas en los años cincuenta como ya observáramos en su proyecto de capilla en La Lastra, arriba analizado.
   En Arija, Luis Remacha Villar diseña un matadero (1948), un lavadero y el nuevo mercado (1951) acogiéndose a las nuevas medidas compensatorias del Decreto de 13 de Octubre de 1948 de restitución de edificios municipales que prestan servicios de carácter público que se hallaban dentro de la zona de embalse (14). Los tres edificios se ubican al oeste del barrio de la Vilga de Arija, cercanos al nuevo trazado del ferrocarril y a los distintos edificios de viviendas que se construían también como compensación. La estructura es sumamente sencilla, poco más que un cobertizo y se busca el máximo parecido con los originales, desde la misma planta y superficie a los materiales utilizados. En el caso del matadero, el ingeniero llega a decir: "el que esto suscribe se ha limitado a reproducir el Matadero actual, con las mismas dimensiones y fábricas y solamente se complementa con la adición de un depósito de agua, su tubería de conducción y un foso séptico depurador. " El mercado es el que más interés tiene, tanto por sus dimensiones (30,60 metros x 11,05 metros) como por la fachada con "12 arcadas de mampostería enlucida separadas por dos pilares de mampostería concertada ".
   Al mismo decreto de Octubre de 1948 parecen acogerse las nuevas escuelas de las localidades de Villanueva, Las Rozas y Llano. Se realizaron entre 1948 y 1949, según proyecto nuevamente de Regino Borobio. Destaca en todas ellas la marcada horizontalidad, la modernidad de la planta, la buena orientación, la racionalización de los espacios y la limpieza de los muros como influencias innegables del Movimiento Moderno, disimuladas por el tratamiento de los materiales al modo tradicional y por el recurso a determinados elementos ya conocidos como la "galería o mirador acristalado, al uso local". En la esencialidad de estas construcciones, en su claridad de líneas y en la sinceridad de los volúmenes, se encuentran tradición y modernidad sin caer en la tentación del pastiche o en la arrogancia de la modernidad que tanto preocupaba a los arquitectos de aquellos difíciles años sensibilizados con la regeneración de la arquitectura en el medio rural.
 
EL TEMA DE LA VIVIENDA
   "Hay que compensar, en fin, con la seguridad en el mejoramiento de las viviendas aldeanas que sacrifican todo lo querido de su vida anterior. Es justo que todo eso, el esfuerzo espiritual del movimiento ese, se pague con esplendidez. Y si se paga, si se compensa, es justo también que desaparezcan esas doscientas cincuenta casas miserables, de miserables aldeas españolas. Bajo ese concepto, nos parecería santa una inundación general por los campos de España: porque no hay nada semejante a nuestras horribles aldeas en las demás naciones civilizadas del mundo... " (15)
   Así se expresaban Sánchez Díaz y Luis de Hoyos Sainz en 1918 en referencia a los posibles beneficios que hubieran de llegar con la construcción del pantano del Ebro. Así se expresaba también Lorenzo Pardo, el impulsor del proyecto y, en general, la mayoría de las personas que defendieron la construcción de una obra tan importante para su época. Sin embargo, a la larga resultaría que las políticas de colonización apenas existieron y las viviendas finalmente construidas resultaron escasísimas y construidas casi treinta años después de la publicación del proyecto del pantano en 1918, tiempo suficiente para que las familias que quedaron malamente indemnizadas emigraran en busca de empleo a las industrias de la propia Reinosa o de otras regiones, especialmente del País Vasco.
   La preocupación por la mejora de las condiciones de vida del campesinado español se venía considerando desde diferentes frentes desde finales del siglo XIX, dando lugar a una serie de estudios y propuestas centradas, entre otros aspectos, en el diseño de la vivienda campesina. Los estudios iniciales corrieron de la mano de los ingenieros agrónomos, altamente preocupados por los planteamientos de viviendas higienistas con las que se pretendía la separación física de personas y animales, la separación de sexos en diferentes habitaciones, todas ellas exteriores y bien ventiladas, la introducción de lavaderos y retretes y un mayor cuidado en los aislamientos para erradicar las humedades. Por otro lado, los geógrafos regionalistas se mostraron preocupados por las relaciones de la vivienda rural con el entorno físico inmediato, así como con sus tradiciones constructivas y su historia. Una aportación más vino de la mano de los propios arquitectos de la segunda década del siglo, inmiscuidos en problemáticas casi exclusivamente estilísticas, dando lugar a importantes corrientes como la del regionalismo montañés. Durante la Dictadura de Primo de Rivera y, más tarde, en la República, los estudios pasan a ser oficiales, si bien las realizaciones materiales fueron pocas en el medio rural, no así en el urbano donde se realizaron algunos intentos de mejora de la vivienda con proyectos como los de las casas baratas, vivienda mínima, etc.
En la época de la autarquía se experimenta ya con proyectos reales todos estos saberes acumulados en las décadas precedentes en torno a la vivienda en el medio rural. Espacios para ello no faltan como en los nuevos poblados reconstruidos por Regiones Devastadas, en la colonización de nuevos espacios agrarios, pero también en la restitución de zonas anegadas por la construcción de embalses, como en el caso que nos ocupa.
   Los diferentes tipos de viviendas que se proyectaron en el pantano del Ebro contemplaban todos los principios higienistas a los que venimos haciendo mención: perfecta orientación y aislamiento, habitáculos bien iluminados y ventilados, inclusión de retretes igualmente ventilados, separación de animales y vivienda... Determinadas tradiciones locales como la de la cocina comedor se respetan en muchos de los proyectos, pero el resultado final poco tiene que ver con la típica vivienda de la comarca. El espacio se concibe, por lo tanto, según premisas que beben de la arquitectura racionalista, pero se enmascara al exterior con una serie de guiños más o menos evidentes a lo tradicional y regional, en realidad meros maquillajes con los que se consigue pasar la "censura" oficial, pues no conviene olvidar que en el período de la autarquía el racionalismo se consideraba cosa de "marxistas y judíos alemanes" y se identificaba políticamente con la Segunda República.
   En realidad sólo existió un proyecto que verdaderamente intentó solucionar el problema de la vivienda en nuestro ámbito de estudio. Se trataba de la construcción de cien viviendas protegidas en el barrio de la Vilga de Arija, acogiéndose a los beneficios de la Ley de 19 de Abril de 1939 del Instituto Nacional de la Vivienda. Redactado en 1947 por Regino Borobio, pretendía la construcción de setenta viviendas para jornaleros, cincuenta de ellas de tres habitaciones y veinte más de cuatro, otras veinte con tienda y almacén para comerciantes y diez más con cuadra y pajar para labrador o artesano. Las casas se alineaban a lo largo de tres calles y una pequeña plaza donde se ubicaban las casas de los comerciantes. El proyecto lo recortó en 1951 Luis Remacha Villar, construyéndose finalmente tan sólo catorce viviendas para jornaleros de tres habitaciones que son las que actualmente se conservan entre la estación y las escuelas.
   El resto de los proyectos de viviendas responden a casos aislados de viviendas que había que sustituir. Aparte de las viviendas del apeadero de Llano y de las de los maestros de las diferentes escuelas a las que ya hemos hecho referencia, se construyó una vivienda doble en Arija de similares características a la de Llano (16) y dos proyectos para casa del pastor y parada de sementales de la Población y Llano.
   Un caso diferente es el de las casas rectorales que se levantaron en La Población, Orzales, Arroyo y Las Rozas, construidas en sustitución de las antiguas desaparecidas. Se trata de cuatro edificios idénticos, con un programa edificativo más ambicioso que reclama la representatividad de sus propietarios: la iglesia. Los proyectos los firma Luis Vallet en 1946. Los principios que los rigen son, una vez más, los mismos: planta racionalizada, limpieza de los alzados y cómo no, los matices regionalistas del arco, el contrafuerte y los mensulones de los miradores.
   Regionalismo o modernidad. Tradición o progreso. Arquitectura oficial o arquitectura social. ¿Cómo entendemos hoy en
día estas arquitecturas concebidas para el entorno del pantano del Ebro? ¿Cómo entendemos hoy en día la arquitectura rural actual?

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
 
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NOTAS

(1) Sobre muchos de estos aspectos resulta interesante el artículo de Fernando Ruiz Gómez "El impacto del pantano del Ebro" en el N° 6 de Cuadernos de Campoo.
(2) LORENZO PARDO, M., en "El pantano del Ebro".
(3) Memoria del proyecto del Ferrocarril de Reinosa Las Rozas. J. L. Fora Leblanc, 1928. ACHE. Arroyo.
(4) FERNÁNDEZ LÓPEZ, Javier: El ferrocarril de La Robla. Pág. 200.
(5) En el proyecto conservado en el ACHE de Arroyo no aparece firmado ni conserva memoria, pero por sus características y estilo se puede suponer que es de Regino Borobio. Este proyecto se relaciona del todo con otro proyecto de vivienda doble en Arija, construido paralelo al ferrocarril de la Robla, también sin firmar y sin memoria, pero de la misma autoría.
(6) La iglesia de la Inmaculada Concepción de Arroyo se realizó como compensación a la del pueblo de Medianedo, dotando de paso al pueblo, de un templo más espacioso, al resultar en la época insuficiente para el culto la pequeña iglesia románica.
(7) La CHE nunca se planteó la construcción de una iglesia para Villanueva. Por las presiones de los vecinos se realizaron dos proyectos de Luis Vallet nunca ejecutados por considerarse excesivamente caros. Al día de hoy los vecinos se plantean la construcción definitiva de un nuevo templo al margen de la CHE.
(8) Memoria del reformado del proyecto de iglesias de sustitución de las que resultaron afectadas. Luis Remacha Villar. Reinosa, 25 de Febrero de 1949.
(9) Id.
(10) Remito al N° 6 de Cuadernos de Campoo. "El impacto del Pantano del Ebro", de Fernando Ruiz Gutiérrez.
(11) El problema de muchos de los proyectos que se conservan en el archivo de la CHE en Arroyo es que no siempre son originales, o no siempre se encuentran firmados por el propio arquitecto, sino por los sucesivos ingenieros encargados que introducían reformas en los originales. Por las referencias que hacen las memorias o por otras referencias indirectas (misma letra, misma calidad de dibujo, estilo, etc.) hemos podido ampliar el número de obras adjudicadas a Borobio.
(12) Resulta paradigmático que en la exposición de Barcelona los únicos edificios que se diseñaron con un convencimiento absoluto de los principios del Movimiento Moderno fueran el de Borobio y el mítico pabellón de Alemania de Mies Van der Rohe.
(13) Proyecto de escuelas de Arroyo, revisado por Petit de Ory en 1942. ACHE, Arroyo.
(14) En las memorias de los proyectos de construcción del matadero, el lavadero y el mercado.
(15) "Algunas palabras razonables acerca del Gran Pantano ". L. DE HOYOS SÁINZ - R. SÁNCHEZ DÍAZ en "El Pantano del Ebro", pág. 256.
(16) Remito a la cita n°5.