EL MOVIMIENTO BALNEARIO DE FINAL DE SIGLO.
A mediados del siglo XIX, el norte de la península vive el auge de los balnearios. Varios factores explican este fenómeno.
Los primeros "balnearios de ola" de la costa, que se habían establecido imitando los focos franceses de más renombre (Bayona, Biarritz), vivieron una coyuntura expansionista favorecidos por las revueltas que se desarrollaban en el país vecino y por la aparición del cólera en 1848, lo que desvió hacia nuestro país a numerosos clientes de elevado status social. La reina Isabel II acudía a Ontaneda a tomar las aguas; miembros de la familia real recalaban en nuestra región cada vez con mayor asiduidad, y con ellos una aristocracia y burguesía deseosas de imitar sus hábitos.
Por otro lado, las teorías médicas de la época que defendían el modelo higienista resaltaban, con un enfoque muy moderno, las ventajas terapéuticas del clima y de elementos naturales del entorno como el agua, por ejemplo.
Por esta época se aprecia un cambio en la consideración del ocio. Se afianza un incipiente turismo que ve en la vida del balneario no sólo el control y la disciplina sanitarias, sino también crecientes posibilidades de relacionarse socialmente. Cada vez más, para visitar algunos balneario (sobre todo los más elitistas) no era necesaria la excusa médica, sino que se convertía en una moda de la que uno podía hacer ostentación.
Así que paralelamente se desarrollaron los balnearios de interior, que experimentaron un notorio crecimiento en la provincia de Santander. Tres de estos focos termales están ligados a Campoo: Aldea de Ebro, Fontibre y Corconte. Los dos primeros fueron manantiales importantes, pero no llegaron a alcanzar la dotación e infraestructura de Corconte que -aunque localizado administrativamente en el valle burgalés de Valdebezana- es de capital santanderino y lleva el nombre del cercano pueblo del municipio de Campoo de Yuso. Es además el único que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días, potenciando su vitalidad en los últimos años.
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EMPLAZAMIENTO DE LOS BALNEARIOS.
No hay que recurrir a ninguna leyenda para afirmar que los habitantes de la comarca conocían y valoraban desde hacía tiempo la presencia de los diversos manantiales; las aguas de Arroyo, o las de Quintana, en Valdeolea, se estimaban de interés
(2). Los efectos beneficiosos experimentados por algunos animales que abrevaban en ellas, como se recuerda en Corconte, o simplemente el olor que algunas desprendían, hacían que no pasaran desapercibidas.
A mediados del siglo XIX, Rubio (1853) recoge en un estudio nacional que "en el término de Aldea de Ebro, en la pendiente de un cerro, y a pocos pasos del río, se encuentra una fuente mineral sulfurosa, que exhala un olor sumamente fuerte a huevos podridos".
Indica además que "en jurisdicción del mismo pueblo, se hallan manantiales de agua ferruginosa". En su guía de la provincia de Santander, Coll insistía en 1891 en que "la concurrencia de los pueblos inmediatos no deja de ser numerosa". Cuando en 1899 se anota la finca en el Registro de la Propiedad de Reinosa, incluyendo el "dominio o derecho a las aguas mineromedicinales", la propiedad de hecho pertenecía a la familia Zubelzu, naturales de Horna, y a los hermanos Pesquera, vecinos de Santander. Al año siguiente fue adquirida por el abogado reinosano Laureano Obeso Carrera.
En cuanto a Corconte, sabemos que sus aguas eran bien conocidas desde principios del siglo XIX -sobre todo desde 1850-; recibía "un número considerable de enfermos procedentes en su mayoría de las provincias de Santander, Burgos, Palencia, Valladolid y León".
El manantial, que había sido propiedad del pueblo de Corconte, fue luego comprado por un particular quien lo vende en 1878 a una sociedad de Santander, propiedad de Francisco Martínez Conde. A principios del siglo XX, el comerciante Juan Correa adquirió el terreno al comprobar la eficaz acción de las aguas en la enfermedad que padecía su mujer, doña Blanca.
De bastante tiempo antes recoge Julio de la Puente datos de
Fontibre; señala que en el año 1765 "hacia el norte y como a una distancia de 300 brazas, se advertía el nacimiento de unas aguas salitrosas"... en el lugar por ello denominado "Sosa". No obstante la instalación termal es tardía. En 1908 cuando otro empresario santanderino, Dionisio Gurtubay Mendiolea, adquiere a un vecino de Fontibre una finca que amplió con sucesivas compras de terrenos en 1911 y 1917.
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CARACTERÍSTICAS DE LAS AGUAS MINEROMEDICINALES.
En plena eclosión de los establecimientos termales, sus propietarios -que buscan, como en el resto del país, potenciar las posibilidades de negocio- comienzan enseguida a difundir las propiedades de las aguas. Se editan folletos donde se detallan "las características físico-químicas-organolépticas", es decir, toda suerte de datos analíticos (composición cualitativa, temperatura, caudal, etc.). Con ellos Corconte y Fontibre consiguen la declaración de Utilidad Pública en 1883 y 1912 respectivamente.
Dentro del espíritu higienista, se comenzó por ensalzar las bondades generalistas de las aguas; se prescriben para muy diversas dolencias, de nombres quizá temibles entonces, pero que hoy resultan anticuados a nuestro oído. Algunos ejemplos del repertorio: ¿qué me dicen del escrofulismo, la saburra gástrica o la neurastenía?. Pronto se cambió de estrategia; para hacerse un hueco en el mercado y sobrevivir, había que remarcar las virtudes y los tratamientos específicos de las mismas.
Dentro del área campurriana el agua de
Aldea de Ebro es la que adquirió menor difusión. Sin embargo ya en 1875 J.A. del Río Sanz señala que el manantial dispone de "aguas claras y transparentes, de sabor ligeramente dulce y olor a hidrógeno sulfurado, que usan las gentes de las inmediaciones que tienen alguna enfermedad cutánea", comentando además que se le "atribuye mucha virtud para las enfermedades del estómago y la clorosis".
En 1910 se publica una memoria histórico-científica de la fuente de Fontibre. Allí se informa que las aguas "emergen en cantidad suficiente para atender a todos los servicios balnearios-terápicos", a 10,8º C, caracterizándose por ser "clorurado-sódico, sulfatadas, cálcicas, magnesianas frías", similares a las de balneario Cestona; entre los testimonios médicos se menciona su uso en la Beneficencia de Madrid.
Las aguas de Fontibre empezaron a difundirse tempranamente. De hecho fueron las primeras en ser embotelladas para su comercialización. 1913 es un año de ajetreada actividad: se presentan al Congreso Internacional de Hidrología de Madrid, donde ganan una medalla de oro; en Londres, consiguen un diploma de honor y otra medalla de la misma categoría. Distintos anuncios publicados propagan la noticia de estos galardones y detallan las excelencias de su agua, estimada "eficacísima en enfermedades del estómago; también hígado; artritismo, y ... retardo de la nutrición Julio de la Puente concreta que eran buenas para las malas digestiones y el estreñimiento habitual.
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El manantial de Corconte, "conocido de muy antiguo con el nombre de "Fuente Salada", emerge a una temperatura de 10º C en la entonces extensa llanura de la Vilga. Brota con un caudal -intermitente en ocasiones- que ha variado con el tiempo: de 100 hasta los 450 litros/minuto actuales.
Un folleto editado en 1878 por la sociedad propietaria clasificaba las aguas "como clorurado sódicas, sulfurosas, frías de variedad ferruginosa". Añade que se aplican en bebida y en baño general para "combatir las enfermedades de las vías urinarias, artritismo, cólicos nefríticos, diabetes, arenillas, ácido úrico y cálculos". Demostrar y controlar la calidad de las aguas, "eminentemente diuréticas" como rezaba su eslogan, se convierte en una necesidad imperiosa. También aquí se resalta el respaldo de médicos de prestigio, como el Dr. Gregorio Marañón.
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Todos estos balnearios embotellaron en algún momento, aunque no disponían del mismo grado de instalaciones industriales. Contemplamos así la difusión local del agua de Aldea de Ebro, con la modesta reutilización casera de botellas de sidra, frente a la expansión nacional e internacional de Corconte o Fontibre. En todo caso, siempre con una etiqueta que dejara bien claro el origen y cualidades del agua. Fontibre -la pionera- se distribuyó "en todas las principales Farmacias y Droguerías de España y América"(Cuba); las aguas de Corconte se exportó a Cuba, México y Filipinas.
LAS EDIFICACIONES BALNEARIAS: DE CASAS DE BAÑOS A GRAN HOTEL.
Las construcciones que venimos comentando tienen una desigual infraestructura balnearia, si bien reúnen como punto común un elemento arquitectónico, por simple que sea, directamente relacionado con el manantial: Aldea de Ebro o Corconte levantaron las típicas galerías de baño de planta longitudinal; en Fontibre, una sencilla caseta. En todas ellas, la imagen del reluciente azulejo, raramente el mármol, reflejaba la estricta higiene que debían cumplir.
Obviamente la compra de los manantiales y el levantamiento de edificaciones conllevó la privatización del uso del agua.
Poco a poco se fueron separando las funciones de casa de baños de las de hostelería, que se consolidan con el tiempo. Los bañistas foráneos comienzan a demandar alojamiento; algunos en las inmediaciones (recordemos aquí que los pueblos de Corconte y Aldea de Ebro se encuentran relativamente alejados de los manantiales). Únicamente Corconte completó el proceso, con la construcción de una fonda, y más tarde un Gran Hotel que alcanza de pleno la condición de balneario de lujo.
En Aldea de Ebro se conservan dos pequeños edificios exentos que conformaban el complejo balneario. Uno acogía las funciones estrictamente relacionadas con el agua: la fuente y varios departamentos equipados con bañeras donde se tomaban los baños.
La otra casa tenía capacidad para acoger a unas quince personas; como la comida corría por cuenta propia, los visitantes debían compartir el uso de la cocina y la chimenea que allí existía. Los árboles del parque, junto al río, y una bolera eran los elementos de esparcimiento de que disponían.
Las instalaciones de Fontibre se localizan en dos puntos: por un lado, en el camino hacia Argüeso hay "un edificio caseta para defensa del mismo manantial y servicio de los enfermos que utilizan dichas aguas, levantado a expensas del dueño de los terrenos junto a la carretera, en otro edificio se emplazan más grifos y la planta embotelladora.
No llegó a prosperar ningún proyecto de instalación balnearia ni hostelera propiamente dicha, y eso que empuje no le faltaba. Un folleto del año 1917 proyectaba ejecutar "en breve plazo el emplazamiento de un gran establecimiento hidromineral, con hotel", idea todavía no abandonada en 1932. Parece deducirse la existencia de una serie de problemas burocráticos o financieros: se menciona expresamente que no se concedía "la apertura del establecimiento al servicio público hasta que quede dotado de toda clase de aparatos necesarios para la buena aplicación de las aguas" e insistía en que "no se permitirá el uso de las aguas al pie del manantial mientras no esté construido el establecimiento", que efectivamente nunca se llevó a cabo. Esta puede ser quizá la razón que impulsó a la familia Gurtubay a vender la finca poco tiempo después; sucediéndose diversos propietarios. Aunque con un tono menor, la actividad es continúa; se embotella agua -en los años 50 se estima algo más de 3.000 botellas-, la gente acude a tomar el agua.
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Mientras tanto, en 1878 Corconte contaba con un modesto y reducido establecimiento por lo que se decide emprender "obras de grande importancia, elevando las condiciones balneoterápicas y de hospedage (sic) a las condiciones existentes en otros establecimientos de aguas análogas".
Los planos del recinto (debidos a Rivero) diseñan varias edificaciones. En primer lugar, una galería de "12 habitaciones situadas a derecha e izquierda, destinadas a cuartos de baños, aparatos hidroterápicos, ocupando el centro de uno de sus lados el depósito de aguas y la fuente... Cada cuarto de baño tiene una pila alimentada de agua natural y caliente, ... dos de estas habitaciones están destinadas a baños locales y duchas de diferentes formas "existe un gran baño de familia, capaz para seis individuos y destinado a la clase menos acomodada". Hay también una sala de inhalaciones.
Para la fonda se crea un edificio de tres pisos que comunicaba con la galería. Los pisos superiores acogen 54 habitaciones dobles; "en el piso bajo están situados el comedor, salones de reunión y lectura, la administración y cocina principal... Inmediato a la fonda hay otro edificio destinado a las clases que prefieran el servicio y alimentación durante la estancia por cuenta propia". Podían surtirse en la lonja que estaba al otro lado de la carretera, junto a la cochera.
Ante el incremento de la demanda el sr. Correa se plantea la ampliación y construcción de un Gran Hotel que se inaugura en 1922. Es el actual inmueble de piedra de estilo regionalista, con planos firmados por el arquitecto Valentín R. Lavín del Noval. El edificio (más de cien habitaciones) se dota de "confort moderno": electricidad, agua corriente caliente y fría, algunas habitaciones con baño. Un día de estancia con pensión completa costaba 24 ptas. por persona. Tiene capilla y queda adosado al viejo "hotel de la Fuente", relegado ahora a "segundo Hotel u hotel de segunda" que cuesta 13 ptas. por persona y día. En el pueblo de Corconte, casas particulares alojan a "clases más modestas", percibiendo de 5 a 9 ptas. por persona.
La Guerra Civil afectó profundamente tanto a la vida balnearia -en declive- como al edificio, que fue saqueado aunque su propietario lo vuelve a reconstruir y lo abre en el mismo 1939. La última reforma acometida en 1987, moderniza las instalaciones, conservando el sabor de la decoración y mobiliario originales.
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LA TERAPIA TERMAL
El tratamiento se basaba en la administración de aguas minero- medicinales, es decir, aquellas provenientes de surgencias naturales que, bien por su temperatura o por la presencia de sales, gases y otros elementos disueltos que contienen, fueran consideradas como curativas de algunas enfermedades. Como hemos dicho, al principio se tiende a resaltar las virtudes únicas de cada agua, y a considerarlas prácticamente como un remedio universal aplicable a un espectro muy amplio de enfermedades.
En cuanto a las formas de uso, el agua se administra como bebida (natural o calentada), inhalada o pulverizada, o en baños generales, fríos o calientes, de asiento, con ducha alternando, de lluvia, de chorro". En todo momento se da gran importancia a conservar la "atmósfera medicamentosa".
Los balnearios insisten en la conveniencia de ajustar la estancia (y con ella, la dieta y los hábitos) a la naturaleza específica de cada persona. No hay un patrón único para todos los enfermos. Como apunta González Campo (1913) en el estudio clínico de las aguas de Fontibre, "en España es muy corriente que los enfermos lleguen a los establecimientos hidrominerales con el decidido propósito de permanecer allí por espacio de sólo nueve días, comiendo a dos carrillos si no les falta el apetito y divirtiéndose todo lo posible (...) la mala práctica ... igual para todos... debe desterrarse en absoluto...".
Es decir, se aprecian dos visiones del balneario: el enfoque curativo tradicional -propio de los pequeños establecimientos, y que nunca se perdió del todo en nuestra zona; la idea social del negocio hotelero y del ocio de alto nivel sólo se afianza en los establecimientos más de moda, como llegó a ser Corconte.
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LA VIDA EN LOS BALNEARIOS: EL ASPECTO SOCIAL.
La temporada se reducía a los meses de verano, normalmente de junio a septiembre; en Aldea de Ebro se dice que "en verano y otoño, acude bastante gente a beber estas aguas". Los enfermos permanecían al menos 9 días, siendo la media de 20 ó más días. No sabemos la cifra de visitantes que podían acudir. Según las estadísticas oficiales, la afluencia al balneario de Corconte, por ejemplo, era realmente baja -1895, 28 personas (de las cuales 27 eran acomodadas y una pobre); 94 bañistas en 1898 y 86 en 1890-. De hecho, el "boom" no llegará hasta los 1922.
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En parte, el éxito de los balnearios y su continuidad estaba ligado a su buena situación geográfica respecto a los ejes de comunicaciones. De ahí el interés que se pone al informar a los posibles usuarios de la cercanía de las estaciones de ferrocarril -del Norte de Reinosa, donde paraba el tren rápido Madrid-Santander; Bilbao-Valmaseda-La Robla, en Soncillo-; igualmente indican el buen estado de la carreteras y la existencia de un "servicio diario de coches y automóvil". Para añadir más alicientes, todo ello situado en un "pintoresco y delicioso lugar de veraneo". Dos horas se tardaba en realizar en coche de caballos los 24 Kms. de Corconte a Reinosa en 1878. Otra forma de acceso a
Corconte era el tren de vía estrecha que funcionaba entre Santander y Ontaneda; desde aquí salía la línea Ontaneda y Burgos, que efectuaba parada en el Gran Hotel. Durante muchas temporadas, Agapito Fernández fue el conductor encargado de recoger en la estación a los clientes en el viejo Ford de pedales o en el Chevrolet. Más tarde, los acercó el autobús del Carloto.
Mucho más alejada, la llegada por el camino concejil a Aldea de Ebro, era complicada; para facilitarlo, en el río se dispuso de servicio de barcas que acercaba a la gente que venía a tomar el agua desde Montesclaros. La vida en los pequeños balnearios era tranquila, con diversiones sencillas. Se toman las aguas, generalmente bebidas; se pasea por los alrededores del parque y del río, se juega en la bolera, a las cartas, se charla.
En Corconte se buscan espacios diferentes que reflejen un ambiente de buen gusto. Podemos imaginar el bullicio de entonces a la entrada al Gran Hotel, al atravesar la evocadora puerta giratoria que desemboca en el vestíbulo o utilizar el ascensor -en sus inicios de funcionamiento manual- que se instaló posteriormente.
Porque es entre los años 1922 y 1936 cuando Corconte alcanza su época dorada. Al otro lado de la carretera se sitúa la vivienda del encargado; el personal temporal llega de los pueblos de alrededor.
Los clientes de relieve abundaban. Durante sus estancias en Santander, Alfonso XIII visitaba ocasionalmente Corconte. Don Antonio Maura y su esposa Constanza pasaron más de 25 veranos, llegando a celebrarse aquí consejos de ministros.
Para atender a este público las opciones de ocio se ampliaron. Además del aspecto hotelero e industrial del conjunto -la planta embotelladora-, se contemplaban actividades lúdico-deportivas que se podían desarrollar en sus instalaciones, de manera que los veraneantes más pudientes consumieran y gastaran su dinero dentro del balneario. En el parque hay dos pistas de tenis, un campo de croquet o frontón, y una bolera montañesa. La cuadra propia alquila caballos para pasear o para hacer excursiones. Se oferta de igual modo tiro al plato y al blanco.
En el interior del Gran Hotel, hay sala de billar, conciertos, cinematógrafo, amplios salones de fiestas permiten desenvolverse en sociedad, bien arreglados en la peluquería. "Aunque no se exigía etiqueta, muchos huéspedes vestían sus galas de noche. La vajilla inglesa y la cubertería de plata estaba presente en las mesas. Una orquesta tocaba en el comedor durante los almuerzos; por la noche, al concluir la comida, se pasaba al salón y los músicos amenizaban veladas y fiestas."
La vida en el balneario refleja la estratificación social en los diferentes servicios prestadas (en los baños, el hospedaje, la comida) y en sus precios. Los hoteles mantienen sus ambientes separados; el Gran Hotel se reserva para los clientes de mayor categoría, que era quienes podían obviamente pagarlo; sus chóferes se hospedaban en el hotel de segunda o en los dormitorios instalados sobre los garajes. Claro está, los menús también denotan esta situación; dos suculentas y variados menús semanales de 1939 (con al menos cinco platos para almuerzo y cena, aparte los postres) y 1949 especifican que "el menú de segunda será en relación con éste algo más modesto en la calidad por la diferencia de precio".
Tras la ruptura que supuso la Guerra Civil, el 13 de Julio de 1939, el conde Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de Mussolini, fue agasajado con una comida. En la posguerra el balneario comienza a decaer, aunque mantiene su nivel de lujo; como curiosidad, se puede mencionar la estancia de las nietas de Franco acompañando a un familiar. Se mantienen ciertas normas (una pareja de la Guardia Civil hace guardia en verano), pero la orquesta se reduce a un pianista.
La construcción del pantano cambió completamente el horizonte del balneario, inundando parte de la finca. El intento de ofertar una más amplia gama de ocio -deportes náuticos, natación, las playas del pinar- resultó fallido. El auge de un turismo masivo de playa hizo mella en la vida del balneario, que vio ralentizada su actividad, aunque continuó embotellando agua.
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CONCLUSIONES.
El uso tradicional de los manantiales sufre una transformación notoria a finales del XIX. Con la privatización, los balnearios -que en algunos casos habían sido de propiedad del concejo- comienzan a explotarse comercialmente, embotellándose las aguas. La función asistencial-hospitalaria pierde importancia, y se potencia la hostelera y de ocio, sobre todo en el caso de Corconte. Aquí se aprecia el crecimiento del conjunto balneario, de la fonda, al hotel de segunda categoría hasta el Gran Hotel edificado en 1922.
Los Baños de la Aldea, como figura en los mapas, y Fontibre tuvieron un perfil más popular e instalaciones más sencillas; se han mantenido en uso hasta hace unos treinta años aproximadamente. En la actualidad las últimas tendencias del turismo y el cuidado de la salud han favorecido el resurgir del balnearismo, alargando la temporada.
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NOTAS.
(1) Las fuentes termales están directamente relacionadas con la estructura geológica del terreno: así la falla de Soto, que genera el manantial de Fontibre, y la falla de Corconte tienen aguas sulfhídricas.
(2) Madoz habla en 1850 de la existencia en ARROYO de "varios manantiales de aguas ferruginosas.. (señalando que)...es muy concurrido este pueblo en verano por la gente que de la parte de Castilla y de la provincia pasan a tomar dichas aguas, muy acreditadas por las afecciones de estómago y clorosis". En 1853, Rubio menciona además las de Quintana, en el concejo de Las Quintanillas.
(3) "Agrupación y declaración de aguas de Utilidad Pública y de un edificio-caseta" en Fontibre, Reinosa 26 de Octubre de 1932. (R.P.R.), Hermandad. Tº 691.
(4) Cantabria y el agua, 1996, Santander: p. 144. Publicidad en Puente (1916) y Castelló (1917), p.603.
(5) Para asegurar la calidad de las aguas y de la terapia termal (renovación, pureza), se intensifica el control de los análisis. Desde 1880 existe un "modesto laboratorio" instalado en la galería.
(6) Arija Rivares (1953). Son propietarios sucesivos los sres. Alonso Linares, Beltrán González, Mayo González y Lucio Gutiérrez. Desde 1965 pertenece a la familia Vidal de la Peña.
(8) Así los grandes balnearios pierden parte de su faceta de beneficencia, dejando a un lado la asistencia a pobres.
(9) Esto es importante, porque un cupo importante de los clientes vienen de la meseta. Taboada (1898); Luis Gómez (1989).
(10) Las fotos del antiguo hotel, de vehículos y bañistas, algunos tan ilustres como Maura; menús, etiquetas y botellas antiguas, cartas autógrafas de los doctores Marañón y Cifuentes, el plano de Lavín del Noval se conservan, adornando e informando de su pasado, en los pasillos del renovado Balneario de Corconte.
(11) Desde 1994 han caducado los derechos de explotación y aprovechamiento de las aguas minero- medicinales de Fontibre.
BIBLIOGRAFÍA
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- LUIS GÓMEZ, Alberto. (dir) Aproximación histórica al estudio de los balnearios montañeses (1826-1936). Santander: Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Cantabria, 1989.
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- MEMORIA sobre la análisis cualitativa...de las aguas minero-medicinales... de Corconte... Santander: Impr. Telesforo Martínez, 1880
- GONZÁLEZ CAMPO, José. Estudio clínico de las aguas minero-medicinales de Fontibre en las enfermedades del aparato digestivo. Comunicación presentada al IX Congreso Internacional de Hidrología, Climatología y Geología, de Madrid, Octubre 1913. Madrid: Impr. -
- PUENTE, Julio de la. Reinosa y el valle de Campoo. Santander, 1916
- REGISTRO DE LA PROPIEDAD DE REINOSA. (R.P.R.)
- RÍO SANZ,J.A. La provincia de Santander, 1875
- RUBIO, Pedro María. Tratado completo de fuentes minerales de España. Madrid, Impr. R. Rivera, 1853.
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- TABOADA, Marcial; CARRETERO MURIEL, Mariano. Resumen estadístico oficial de las aguas minerales de España(...temporada 1895). Madrid: Impr. R. Rojas, 1898.
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