Cabañales y cabañas pasiegas en Campoo

Manuel García Alonso

Puede resultar sorprendente pero en Campoo, en Reinosa mismo, existen cabañas que res­ponden al tipo pasiego más acendrado. Los efectos de la emigración pasiega trasladaron el mo­delo de ocupación y explotación ganadera a lu­gares realmente muy fuera de su área compacta y más propia, los Montes de Pas. Así, encontramos fincas cerradas con cabañas pasiegas en las inme­diaciones de Laredo, de Torrelavega y Corrales de Buelna (El Dobra), y también en Campoo como va­mos a ver.
 
1. Los orígenes históricos de la presencia pasiega en la Merindad de Campoo
A partir del siglo IX se produjo, ya afirmada la colonización de los valles cantábricos, con las excepciones de los cursos más altos del Miera, del Pas y del Saja, la repoblación al sur de la cordillera. Para apreciarla baste recordar el famoso Fuero de Brañosera o las referencias de los Anales Castella­nos1. Este fenómeno no dejará de ampliarse hacia el valle del Duero, y dichas áreas pronto alcanza­rán un gran dinamismo socioeconómico y político, muy superior al foco originario cantábrico, lo que se confirmará finalmente con el traslado de la cor­te real al sur y la creación de un eje económico y cultural sobre la antigua vía romana de Astúrica a Burdigala, el conocido Camino Francés a Compostela. Cristaliza entonces una sociedad más jerar­quizada y diferenciada cuya base son los señoríos, eclesiásticos y laicos. Este sistema socioeconómico no dejará de crecer hasta el siglo XIV, y con él el auge de la actividad pastoril de montaña, realizada ahora, predominantemente, por pastores de los nu­merosos rebaños señoriales que accedían de diver­sas formas a los pastizales comunales de las jurisdicciones norteñas, a la vez que se daba una cierta expansión de las tierras de cultivo precisamente en virtud de un dinamismo que alcanza también a la población aldeana.
 
El privilegio, atribuido a Sancho II, concedido al obispado de Burgos en el año 10682 nos da a conocer la situación de los espacios pastoriles entre los ríos Deva y Cadagua por entonces. Nos indica expresamente el aprovechamiento extensivo de los pastos mediante pastores y cabañas. Nos habla, por ceñirnos a la zona de nuestro interés, de «pascuis» en Espinosa de los Monteros -Montes de Pas- , y en Luena y la Virga, estos últimos ya en Campoo. Por lo tanto ahí estarán, en los siglos XI y XII, los pastizales, breñas o brañas, del aprovechamien­to pastoril medieval en la zona, y que alcanzarán, aunque recesivamente, a la actualidad.
 
En la Baja Edad Media apreciamos los comien­zos de la colonización de aquellas zonas margina­les desiertas que han quedado a espaldas del avan­ce repoblador inicial. Se realizará durante los siglos XIII a XVI tras una concienzuda labor de tala y roza. El Libro Becerro de las Behetrías de Casti­lla3 puede ser utilizado para conocer el fenómeno a mediados del siglo XIV. Sólo los Montes de Pas permanecerán aún un tiempo sin poblar de manera estable.
 
En general ahora se concretará la organización del terrazgo a partir de las comunidades aldeanas situadas en los fondos de los valles, en donde tiene un gran peso el sistema concejil comunalista. En los rebordes montañosos de los mismos, que se confi­guran en este momento con claridad como otras tantas jurisdicciones, se mantiene una importante cabaña ganadera en régimen de aprovechamiento comunal aldeano en convivencia con los derechos señoriales. Esto sucederá también en Campoo y será mantenido en todo el ámbito cantábrico, ex­cepto como veremos en Pas, hasta finales del XIX o pleno siglo XX, dependiendo de zonas.
 
Casi todos los concejos dispondrán, o se pro­veerán por entonces, de pastos para mantener su ganado, y por lo tanto, de sus propios seles para recogerlo con pastores, como prueban muchas de las viejas ordenanzas de los concejos4. El pastoreo, comunal y extensivo en las brañas, se integraba en el ritmo anual de los trabajos agrícolas. La agru­pación vecinal, la aldea, a veces el barrio, era el centro del sistema y se componía de las casas o lugares de habitación, las cuadras y pajares, y los huertos cercados no lejos de las casas. Alrededor se disponían, según la topografía y la calidad del terrazgo -se preferían las tierras saneadas, soleadas y de suelo ligero asequible al arado tradicional- las mieses cercadas en común, en donde se encontra­ban las tierras del pan. Junto a ellas otras tierras de sembradío, o llosas, cercadas privadamente. El amplio ruedo circundante lo conformaban las pra­derías segaderas, muchas veces comunales, como el prao-concejo o el prao-toro, o divididas en suertes. Más alejados quedaban los pastizales comunales en que se encontraban las brañas y los seles.
 
Esta ocupación del espacio originaba un paisaje muy característico que derivaba del propio uso y manejo de los terrazgos y los animales5. Durante el verano, con la mayor parte de los animales en las brañas, se prestaba toda la atención a la recogida de las cosechas, de cereal y heno, a las tierras de labor y suertes segaderas, hasta la entrada del otoño. En el invierno el ganado se encuadraba y se aprove­chaba el heno de los pajares. Con la llegada de la primavera el ganado se preparaba para la partida a los pastizales contratándose, por concejos o barrios, los pastores. De Marzo a Mayo los animales subían, con pastores y perros, a través de las brañas, hasta alcanzar los seles propios en los puertos comunales. Allí los pastores disponían de chozos -chuzos en Pas- o cabañas para su resguardo que habían de ser reparadas tras los fuertes temporales del cru­do invierno. San Miguel de septiembre señalaba el fin de la estancia en aquellas alturas y el inicio del descenso de nuevo a la aldea para aprovechar la derrota de las mieses y sacar la ganancia del año en las ferias anuales del tardío, vendiendo algunos animales, sobre todo las crías. Este ritmo o ciclo al­deano se repetía por igual en las aldeas campurrianas o en las aldeas espinosiegas, pues los espacios montuosos de Pas, hasta el siglo XVI «montañas bravas y desiertas», eran las pastizas comunales de la villa y aldeas de Espinosa de los Monteros por el conocido como Privilegio de los Herbajes de 13966, a donde accedían sus pastores y ganados de la mis­ma manera que a los puertos de Campoo el ganado campurriano.
 
La tradición pastoril antigua es pues la mis­ma para Pas y para Campoo, también el modelo constructivo, el chozo de pastor destinado a hogar y catre, así será al menos hasta la aparición y cris­talización del modelo básico de cabaña pasiega de dos plantas en el siglo XVIII. En las brañas de Cam­poo, al igual que en las breñas pasiegas, se situaban los seles con su cabaña de planta rectangular. Los mismos pastores las construían de piedra y madera del lugar. En Campoo podemos encontrar alguna diferencia constructiva, escasa, en la cubierta so­bre banzo, con céspedes, o de planta ligeramente trapezoide con portal abierto, esta más bien propia de Campoo de Suso. En el resto del valle de Cam­poo, así como en el de Aguayo, las cabañas son de planta y estructura similar en todo a las de Pas de los primeros siglos de la Edad Moderna, aunque en cubiertas puedan llevar teja además de cespedones y lastras7.
 
Esta similitud se mantendrá con Pas, incluso cuando en la zona pasiega más propia se impon­drá en los siglos XVII y primera mitad del XVIII el pastoreo privado, formándose auténticos poblados de verano en los seles, como se aprecia en Castro- morca (Espinosa de los Monteros); sólo desapare­cerá cuando, como se ha dicho, la cabaña pasiega con cerrada se extienda a partir de entonces8. La confluencia arquitectónica entre las construcciones pastoriles derivadas del chozo rectangular de las dos áreas es evidente, aunque en Campoo hayan llega­do testimonios vividos hasta hace dos generaciones y en Pas esto se pierda en el olvido y sólo queden ruinas dignas, quizá, de estudios arqueológicos. De todas formas consideramos necesario señalar que es posible sostener una relativa falta de homogeneidad inicial, en la Edad Media, en los sistemas construc­tivos, lo que encajaría bien con momentos de expe­rimentación y consolidación del sistema pastoril y, por ende, de las edificaciones.
 
Tras la cristalización del modelo básico de caba­ña pasiega, con dos plantas -cuadra y payo- vin­culado a un régimen ganadero intensivo, asimila­ble además a un aprovechamiento trashumante en altitud mediante una muda con semiestabulación del ganado, practicado sobre parcela privada cerra­da «en anillo», será a partir del siglo XVIII cuando la divergencia entre Campoo y Montes de Pas re­sultará evidente. Esto contribuirá también a incre­mentar la construcción mental identitaria, por ex­clusión mutua, entre pasiegos y campurrianos. Pero a partir de entonces el éxito económico, comercial principalmente, del sistema ganadero experimenta­do y puesto en práctica en Pas explicará un largo proceso, que alcanzará hasta el siglo XX, de «pasieguización» de los territorios colindantes, con con­tinuas ocupaciones de comunales en los términos aldeanos ajenos, muchas veces con la colaboración de personas de dichas aldeas para las cuales resul­tan aparceros o renteros muy útiles y productivos. En el caso de la antigua Merindad de Campoo se trataba de continuar el proceso de densificación de la pratificación de iniciativa privada hacia su ruedo externo. Así, en la segunda mitad del siglo XIX el proceso alcanzaba ya gran parte de los comunales altos del valle de Luena y las cabeceras de Virtus (Valdebezana) y Ahedo de las Pueblas (Valdeporres) y, poco después, rebasaría los altos del puerto del Escudo hacia Corconte (Campoo de Yuso). En este caso conviene no perder de vista que, en los siste­mas pastoriles anteriores, Valdeporres, Valdebeza­na, Santa Gadea y Campoo de Yuso establecieron por sucesivos convenios con el Valle de Toranzo de­rechos de aprovechamiento en los amplios pastiza­les de verano de La Virga. Es decir que la tendencia de expandirse hacia dichas zonas estaba precedida por viejos convenios principalmente sostenidos con Toranzo, jurisdicción en que debe incluirse Luena9.
 
Un grupo relativamente uniforme, y en relación con esta expansión en los siglos XIX y primera mi­tad del XX de la que estamos ahora hablando, es el de la cuenca de Seldehondón y el monte de La Zar­zosa, en Valdeporres. En concreto podemos destacar las cabañas de Seldehondón como muy expresivas; una de ellas tiene un cabrio forastero para el bre­ve volante y la sobrepuerta de roble en el vano de acceso al payo, elemento este ajeno a la tradición más propia de Pas, donde la sobrepuerta siempre es de piedra al exterior. Estos edificios se techan ya con teja curva. El otro grupo, con orígenes más recientes como vamos a ver, es del Escudo y Corea en Corconte, ya en Campoo.
 
Corconte visto desde la pista que sube a Corea. Una aldea campurriana en los límites de la expansión pasiega.
 
2. Los cabañales pasiegos en el valle de Campoo
Resulta extraño al proceso de ocupación pasiego la colonización de tierras meridionales por va­rias razones, la principal porque desde las alturas se buscan áreas de fondo de valle para invernar, y porque el nicho ecológico varía, provocando la ausencia de pastos de invierno, por los fríos, y de verano por el exceso de exposición al sol en los fondos de los valles, al tiempo que se alarga, ha­ciéndola poco operativa, la ruta de trashumancia altitudinal.
 
Cabañal de Corea, en Corconte. Se observa la disposición y el tipo de fincas y cabañas.Conocemos la evolución de la agricultura espa­ñola durante la Guerra Civil y el periodo franquis­ta. El cambio de orientación económica a finales de los cincuenta del siglo pasado va a ser fundamen­tal para comprender la crisis del sistema ganadero, pasiego o campurriano, a partir de los años sesen­ta10. Estamos realmente ante un momento bisagra entre la prolongación de los sistemas tradicionales, así como la ampliación de los espacios productivos durante el periodo de autarquía de la posguerra, y la crisis y abandono del agro que acompaña los comienzos de la modernidad con el desarrollismo.
 
Habitantes de Campoo, de Pas, así como de la montaña burgalesa, realizarán hasta la década de los sesenta de dicho siglo una continua roza del comunal, ya con pocas o nulas resistencias, para la obtención de cierros o praderías artificiales cer­cadas. En las zonas pasiegas o pasieguizadas, en los Montes de Pas en un sentido amplio, estos cierros llevarán aparejada la construcción de cabaña. Junto al prado, o más bien en él, se levantará la cabaña que, en gran medida, reproducirá el mo­delo tradicional pasiego, aunque sus constructo­res y propietarios no sean todos de ese origen. Sin embargo, la cada vez más notoria especialización en el vacuno holandés, la pinta, determinará la adecuación de los espacios internos a esta explota­ción. Es lo que sucede por entonces en la localidad de Corconte.
 
Cabaña de abajo en Corea. Son visibles las pasaderas volantes y el bocarón cegado.En la Sierra del Escudo y en su pertenencia a Campo de Yuso, se encuentran los tres cabañales -o agrupación de cabañas y fincas- corcontinos de morfología pasieguizante más evidentes, los de Corea, El Escudo y La Venta. Todos son cabañales de altura, de breniza, situados en orientación do­minante al mediodía, sobre suelos pobres pero hú­medos, lamiciegos, lo que les hace apropiados para el aprovechamiento estacional de verano.
 
El cabañal de Corea se encuentra sobre la lo­calidad en la cota media de 1050 m situado en suave ladera orientada al sureste y se comunica actualmente por una pista rural con Corconte. Está compuesto por tres cabañas y sus correspon­dientes fincas, las primeras a las cabeceras de las segundas, así como sus paredes, entradas y sali­das. Todas son cabañas de tipo pasiego, con planta rectangular, de piedra mampuesta de cierta ca­lidad, auténtico sillarejo, techumbre a dos aguas vertientes a laterales, con enrabaderos por ale­ro, pero son edificios de gran tamaño en planta y alzados, bocarones para descargar los carros y cubiertas originariamente de teja con piedra para sujetar aleros.
 
Cabaña del medio en Corea. Podemos ver la fachada principal con el colgadizo añadido.La cabaña mas baja ya tiene reparaciones del tejado con «uralita», fachada con puerta a la cua­dra y un ventano superior, así como un bocarón en fachada lateral y otro en la trasera cegados con tabique de ladrillo. La cabaña central es de sillare­jo, está arruinada, con la cubierta caída, pero con muestras de la presencia de lastras en él, con facha­da principal simétrica de puerta a la cuadra y dos ventanas superiores, con un solo cabrio forastero, y aneja como añadido un portalón o colgadizo de gran portón de entrada y cubierto de teja. La labor de cantería en los esquinales, con almohadillados, muestra una obra más reciente, así como el hecho de llevar una sobrepuerta de madera imbricada en el esquinal originario, además de ser ajena a la tradición pasiega, confirma su mayor modernidad. La tercera cabaña se encuentra en la finca más alta del cabañal, se halla en su corraliza, también es de sillarejo y tiene un bocarón cegado de ladrillo en el lateral de la finca, además de dos cabrios forasteros en fachada de accesos, muy simétrica con puerta al pajar y dos ventanas superiores, y la fecha de obra inscrita en la sobrepuerta: 1953. Las paredes de la cerca, todas, son paredes armadas con un solo paramento en seco, es decir pared pasiega y muestran la existencia previa de una portillera a la pasiega, con pies derechos de piedra.
 
 
Cabaña de arriba en Corea. Se aprecia el bocarón cegado.  Cabaña de arriba en Corea. Se encuentra con su corraliza a la cabecera de la finca.
 
La presencia de un mismo planteamiento en las edificaciones, tanto en cantería como en vanos, con detalles idénticos en la cantería, como las dos piedras pasaderas en piso alto lateral oeste, nos sitúan ante obras contemporáneas realizadas posi­blemente por las mismas manos. Por todo ello po­demos decir que el cabañal de Corea se fecha por la cabaña de arriba a mediados del siglo XX y está hecho «a la pasiega», tanto cabañas como fincas y paredes. Sin embargo la presencia de bocarones, que hace innecesarios e inexistentes las escaleras y patines exteriores propiamente pasiegos, habla de una forma de recoger la hierba, a granel, más bien propia de Campoo.
 
En estas cabañas se observan bocarones para descargar la hierba en el pajar. En la cabaña de arriba de Corea se advierte, en el cierre de pared la existencia de una portillera a la pasiega hoy cegada. Pared a la manera pasiega en el cabañal de Corea.  En esta cabaña de El Escudo se puede observar el bocarón y el almohadillado del vano y del esquinal de la cantería.
 
El cabañal de El Escudo es similar y parejo al de Corea. Se halla en la cota media de 1020 m y en suave ladera hacia el suroeste, hacia el núcleo de Corconte. Se compone también de tres cabañas con sus fincas y servidumbres. La primera, al no­roeste y próxima a Corea, es una cabaña grande, de enrabaderos de losa y techumbre de teja, con vanos y esquinales con tirada y puerta centrada a la cuadra, ahora cegada. Es muy parecida a las ca­bañas de Corea y en la actualidad está en ruinas, sobre todo el muro largo norte. La cabaña central está reformada recientemente y tiene tejado de teja industrial moderna. Tiene un colgadizo o portalón al norte y un bocarón en muro largo sur. La tercera cabaña, al sureste y cercana ya al cabañal de La Venta es una gran casa-cabaña cuya parte habita­ble sobresale en planta, reformada, con bocarón en muro largo norte. Los vanos y esquinales llevan un almohadillado pintoresquista. En el cabañal, en Las Antenas, hay un edificio de sillería que no tiene nada que ver con las cabañas ganaderas, una especie de refugio de montaña con esta misma la­bra. Paredes y cerradas son también a la manera pasiega. Como vemos es un cabañal de tres caba­ñas relativamente recientes, de mediados del siglo XX también, de morfología pasieguizante, que se encuentra casi sin solución de continuidad con el de La Venta, regatada por medio, que sólo tiene una cabaña.
 
En primer témino el cabañal de El Escudo y en segundo el de Corea. Cabaña en ruina en el cabañal de El Escudo. Son apreciables su volumetría y reparto de vanos.
 
La cabaña de La Venta se encuentra en medio de la finca, en un reparto de comunales con pare­des rectilíneas a la pasiega, pero sin cabañas con la excepción de la aludida y sobre la cota media de 980 m. Se trata únicamente de cierros en una pra­dería orientada al oeste. Estamos hablando tam­bién de una obra de mediado el siglo XX similar a las anteriores, con bocarón para meter la hierba.
 
Cabaña central de El Escudo, una edificación reformada. Cabañal de La Venta. La rectitud de las cercas nos habla de repartos de los comunales del Escudo pertenecientes a Corconte. 
 
Más abajo, ya en el aro próximo a la localidad de Corconte, nos encontramos una casa-cabaña con su finca cerrada por la trasera. Es un edificio de buen tamaño, de mampostería con las piedras pasaderas sin cortar al exterior, de dos plantas con fachada en muro corto oriental perpendicular al cumbre del tejado, con pequeño volante de cabrios forasteros, puertas a la cuadra y a la casa desviadas del eje central y con escalera exterior frontal entre pretiles. Lleva dos ventanas de la casa en el muro meridional. Se la añadió un colgadizo o portalón al muro norte con amplio portón. Tiene un acceso exterior trasero, desde la finca, a este portalón mediante prolongación del mismo. La casa recuerda mucho a tipos similares de cabañas recientes existentes en Sotoscueva y Espinosa de los Monteros (Burgos).
 
Casa-cabaña en Corconte, en los aledaños del núcleo.
 
Como se ve, al no ser una ocupación propia­mente pasiega al modelo de cabaña se incorpo­ran elementos impropios. La teja curva, con no­table éxito, sustituye a las cubiertas de losas. Por supuesto con colocación de hileras de piedras o lastras para evitar el corrimiento de este material ligero por el viento. Y, muy significativamente, aparece el bocarón para meter la hierba henificada en el pajar de la planta superior, siguiendo en esto la tradición local campurriana que hace la carga a granel e incluso en carro. Como la muda no es propia de muchas de estas gentes, en la práctica su función se ve reducida a invernal para el ganado, pese al origen evidente en el modelo cabañero de los Montes de Pas. Estamos ante lo que hemos de­nominado «arquitectura del contacto», fruto de las influencias del sistema ganadero y constructivo pasiego en los valles y tierras del contorno11.
 
 
3. Una cabaña pasiega en Reinosa
Pero sin duda lo más llamativo es la presencia en los alrededores de Reinosa de una cabaña pa­siega incluso más prototípica que las reconocidas en Corconte.
 
La cuadra de Eladio el Lechero en Reinosa. Una cabaña vividora trasladada al corazón de Campoo.A las afueras de la localidad, actualmente junto a la circunvalación norte a la altura del barrio de Las Eras, encontramos una cabaña vividora pasiega, la de Eladio el Lechero, como era conocido en la villa y contornada D. Eladio Ruiz Escudero12. El promotor de la obra fue este ganadero pasiego, natural del barrio de La Sota de San Pedro del Romeral, que instaló una vaquería en Reinosa en los años veinte del siglo anterior, en los momentos en que se producía el incremento del mercado ganadero, con grandes ferias por todo el país, y una emigración a las villas y ciudades con el consiguiente crecimiento de la población urbana en la cual estaban haciendo mella los modos higienistas, consecuencia de los avances en la medicina, que insistían en el consumo de leche y derivados13. Esta coyuntura francamente favorable fue aprovechada por los ganaderos pasiegos, buenos conocedores de los mercados, para, apreciando su rentabilidad, instalarse en los entornos urbanos de casi toda España. D. Eladio fue uno de ellos, trajo las primeras vacas en 1920, compró fincas en Reinosa y, siguiendo la costumbre de su tierra de procedencia, construyó más tarde en este lugar de La Ventilla cuadra o vaquería como si de una cabaña pasiega al uso se tratara. La idea originaria de D. Eladio fue llevada a efecto en torno a 1941 por el maestro de obra de Bolmir D. Crisóstomo Munua.
 
El edificio es de amplias proporciones, en los volúmenes y en las alturas, con cubierta de lastras en un principio, hoy de teja, de un cuerpo central y sendos colgadizos para ampliar la estabulación, uno a cada lado. El cuerpo central es grande y de planta rectangular, con dos postes o puntales in­teriores a lo largo, y una cubierta de amplia agua­da que exige tercias para sostener el encabriado. Dispone su fachada y accesos por el muro corto perpendicular a la cumbrera, entre muros corta­vientos de buena sillería de arenisca con mensulones a media altura para cerrar y contener la balconada de hierro a modo de solana a la que se accede por escalera exterior lateral que sube a un patín central, esto todo de hormigón. Se cubre la fachada con un amplio volante de tres cabrios fo­rasteros que apoyan en soleras corridas de madera, rematando al frente en enrabadero de losa a modo de moldura. En la primera planta de fachada se reparten la puerta a la cuadra y dos ventanas hori­zontales, en la planta alta los mismo vanos pero de ventanas verticales amplias, muy simétrico y racionalista, aunque se produce, como es común en Pas, el desvío respecto al eje las puertas de acceso a ambas plantas. Todo enlucido y blanqueado con los sillares de los vanos recortados. Interiormente dispone de dos pesebres sobre muros laterales, dos aciles o cañales y el pasillo o entrecilera central.
 
Se pueden apreciar los rasgos pasieguizantes que muestra la construcción. Dos plantas, fachada en muro corto, patín, solana...Al cuerpo central se añadió inicialmente un colgadizo amplio al este que arranca continuando la aguada del alero, comunicado mediante vano en el muro cortavientos correspondiente -un elemento sumamente original que no está presente en Pas- con gran portón de entrada, ya con accesos a tractores, vehículos y maquinaria de motor. La techumbre fue también de losas y aún conserva al frente una hilada de las mismas, al modo pasiego. Este colgadizo dispone de dos ventanas horizon­tales en la fachada este que da a un camino. El mismo sirvió de almacén de ceba y aguada para las vacas. Por el oeste, más recientemente, se le añadió de nuevo y finalmente otro colgadizo simi­lar y de simétrica disposición con el fin de ampliar el número de cabezas de ganado frisón lechero, aunque en este caso construido con materiales to­talmente industriales.
 
Cabañas similares a esta, de donde procede sin duda el modelo, se encuentran entre las cabañas vividoras del siglo XIX y primera mitad del XX en la zona occidental pasiega, desde el río Barcelada al río Magdalena. Por ejemplo alguna de Bucimprún o de Bustalegín conocemos con la misma dis­posición de puertas, cortavientos y volante, otras de Bustiyerro y El Rosario, y también algunas de Resconorio. Incluso con las mismas molduraciones en los cortavientos. Sin duda se trata de una imi­tación tardía sobre un modelo foráneo, el pasiego, que nos habla de la preeminencia hasta entonces de este modelo tipológico, visto como exitoso por­que se asociaba al éxito económico pasiego en el manejo y explotación del ganado de orientación láctea. No olvidemos que habían sido ganaderos pasiegos los primeros en introducir el frisón en la región y en España casi un siglo antes14, mientras todavía los campurrianos siguieron inveterada­mente con la ganadería extensiva de razas autóc­tonas o mestizas de trabajo y carne.
 
 
4. La influencia de la arquitectura popular pasiega en los pueblos campurrianos
Fuera del ámbito espacial de los cabañales al modo pasiego, circunscrito en Campoo como he­mos visto solamente a la localidad de Corconte, también se percibe, si no el modo de vida pasiego, sí la influencia de este. El influjo más aparente son las fachadas en el muro corto perpendicular al caballete y la dedicación del piso inferior completo a establo y el superior, o superiores, a vivienda y henil. Queremos recordar previamente que estas características son ajenas inicialmente a la casa rural montañesa, campurriana o de las merindades burgalesas. Son más propias de la denominada arquitectura popular de los Montes de Pas y de la arquitectura del contacto como veremos.
 
Concretamente existe una casa, hoy vacía, en Corconte que es sin duda un buen ejemplo de di­cha arquitectura del contacto, aquí pasiego-campurriano. Es una casa vividora de dos plantas con fachada principal entre muros cortavientos, lo que permite un alero de cubierta de dos cabrios foras­teros, y con un bocarón en el lateral. Construida en piedra de mampostería asomantes las pasaderas, con cubierta de teja y piedra sobrepuesta que de­sarrolla aleros encabriados. La carpintería de ma­dera, así como la presencia de sobrepuertas de ese material, se asimilan a la arquitectura popular de Campoo.
 
Casa en Corconte que muestra el impacto de la arquitectura pasiega. Buena muestra de arquitectura del contacto.Por otra parte, en los mismos momentos en que datamos las construcciones anteriores, es destacable en la arquitectura popular campurriana del la zona de Campoo de Yuso colindante con Luena, primordialmente en las localidades de Corconte y La Población, de un modelo de casa de gran tama­ño, de tres plantas, con fachada principal en muro corto y con miradores retranqueados bajo el faldón de la cumbre. Se trata de edificios que muestran claras divergencias con la generalidad de Campoo y recuerdan más, aunque de forma más imprecisa, a tipos más orientales, pasiegos o vizcaínos15. Esta tipología de casa popular del siglo XX se encuen­tra extendida también por los pueblos de Valdearroyo, Santa Gadea -sobre todo se ven en Her­bosa- y Valdebezana. La presencia de cabañas y cabañales al modo pasiego, y de similares fechas de construcción en Corconte, como hemos visto, así como la de caseríos montañeses -tipo propio de la cuenca del Besaya- en Aguayo, Lanchares y La Población, nos deben poner en la pista de esta arquitectura aldeana tan peculiar. Hablar aquí, de nuevo, de arquitecturas mestizas, fruto del con­tacto, no estará de más. Nos encontramos en la confluencia de tres tradiciones de arquitectura po­pular, la pasiega, la montañesa y la campurriana.
 
Casa de La Población de Yuso, buen ejemplo de la arquitectura del contacto pasiego-campurriano. Casa en La Población de Yuso que muestra en su fachada influencia del contacto.
 
Los influjos pasiegos no se ciñen a fincas y cabañas. Los barrios y cabañales pasiegos o los pasieguizantes que hemos visto, y las mieses y praderías campurrianas, alzan sus paredes siem­pre a canto seco; pero en los cabañales altos de San Pedro del Romeral, Luena y aldeas colindan­tes de Valdebezana y Campoo de Yuso (Cabañas de Virtus, Corconte, Lanchares, La Población y La Riva) se construyen esas paredes tan llamativas, reconocidas aquí como pasiegas, de un sólo pa­ramento con cantos y morrillos irregulares colo­cados «a cuña trabada» en hueco, tan hábilmente que pueden alcanzar hasta más de metro y medio de altura16.
 
El Escudo. Un callejo entre fincas, con sus características paredes pasiegas.
 
En definitiva no es mas que un eco, pero he aquí el eco que en tierras campurrianas tuvieron en un tiempo no muy lejano los modos de vida, los sistemas de manejo del ganado y los tipos cons­tructivos forjados en las tierras de Pas mucho an­tes. Un aporte de la pasieguería a estas tierras que debe ser también tenido en cuenta.
 

NOTAS 
 
1 Lo que se puede consultar en GARCÍA GUINEA, M.A. 1979: El Románico en Santander, tomo I, p. 68, Santander; yen GÓMEZ MORENO, M. 1971: Anales Castellanos, pp. 10 y 11, Madrid.
2 El documento de 1068 señala que los pastores de los rebaños episcopales»... habeant plenariam ilcentiam de pascere et de stare et tenere suas caparinas per omnes meos montes de Auca et... et de Isleto et in pastis de iurga et de Campo et de Spinosa de Castella Vetula et in Karrança et usque Somrostro et in omnibus montibus de Trasmera et in illis de Karrieto et de Val de Toranço, et in illis montibus de Fluena, sive in totos ilios montes de Asturiis et de Capeçon et de Apieca», en SERRANO, L. 1935: El obispado de Burgos y la Castilla primitiva, desde el siglo V al XIII, tomo III, pp. 31 y 32, Madrid.
3 En MARTÍNEZ DÍEZ, G. 1981: Libro Becerro de Behetrías. Texto y Estudio Crítico, 3 vols., León. Campoo se percibe ya por entonces como un espacio Intensamente poblado, pero no así los Montes de Pas, pues Soba y Ruesga aparecen con menciones globalizadoras y Luena, como pertenencia de Toranzo, alcanza sólo a San Miguel y San Andrés de Luena. En medio las «montañas bravas y desiertas» del privilegio enriqueño de 1396.s:
4 Son numerosas las ordenanzas concejiles de la reglón ya publicadas, pero a título de muestra citaremos algunas en la zona que nos ocupa: GONZÁLEZ ECHEGARAY, M.C. 1974: Toranzo. Datos para la historia y etnografía de un valle montañés, pp. 337 a 342, Santander, AZCUÉNAGA VIERNA, J. 1984: Ordenanzas del lugar de Santiurde (21 de Junio de 1825), en Anales del I. de E. A.vol.VI, pp. 273 a 312, Santander; RUIZ FERNÁNDEZ, C. 1982: Ordenanzas del Concejo de Camesa, en Publ. Del I. de E. y F. «Hoyos Sainz», vol. X, pp. 243 a 257, Santander, o GARCÍA ALONSO, M. 2001: Aguayo y los Aguayos. La creación del paisaje en la divisoria cantábrica, pp. 225 a 234, Santander.
5 Un estudio y descrip­ción pormenorizada y extensa de todos los paisajes ganaderos tra­dicionales cantábricos, desarrollados a partir de los manejos diferen­tes del ganado, puede encontrarse en GARCÍA ALONSO, M. 2001: Tiempos y espacios de la trashumancia cantábrica, en Guazo Calderón, M.: El cordel de las merinas. Por la huellas de las cañadas, Santander.
6 El rey castellano Enrique III concedió en dicho año a los vecinos de Espinosa, y a los monteros de la guardia real especialmente, este privilegio por el cual pueden apacentar sus rebaños en un territorio amplísimo que Iba desde la Matanela (Luena) hasta Ruhermosa (Rasines), alcanzando por el norte hasta Pisueña (Selaya) y Bustablado (Arredondo). El privilegio fue sucesivamente confirmado por los distintos reyes de Castilla hasta Felipe V.
7 Sobre las cabañas campurrianas ver ALTUNA, P. 2000: Las cabañas campurrianas, en Cuadernos de Campoo 22, pp. 15 y 16., Reinosa, y GARCÍA ALONSO, M. 2000: Sobre el pastoreo en la Merindad de Campoo. Algunas evidencias de la arqueología del paisaje, en Cuadernos de Campoo 22, pp. 4 a 14, Reinosa.
8 Con más extensión se estudian los seles y chozos de aquellos primeros momentos en GARCÍA ALONSO, M. 2006: Los seles de los Montes de Pas. Evidencias mate­riales de los comienzos de la ocupación en las montañas pasiegas, en Sautuola XII, pp. 473- 506, Santander.
9 Un estudio a fondo sobre la cabaña pasiega, sus orígenes y los procesos de la colonización pasiega se encuentra en GARCÍA ALONSO, M. 1997: La cabaña pasiega. Origen y evolución arquitectónica. Santander.
10 La fase de recesión económica que representa la Guerra Civil y la posguerra favoreció una continuidad en la ocupación de los comunales, a lo que se habrán de añadir en Campoo específicamente los repartos y ventas de parcelas de comunales ante la ocupación por el agua del Embalse del Ebro de las parcelas del fondo del valle. Por otro lado el elevado índice de natalidad y la falta de expectativas en otros sectores hizo que la población presionase nuevamente sobre el espacio. Realmente el periodo autárquico fue algo más que una tendencia, y provocó el retraso de una crisis anunciada, la definitiva, en los modos de vida campesinos tradicionales. Fueron los estertores del mundo tradicional campesino y en estas tierras supone los últimos latidos de la expansión de los modos de vida tradicionales.
11 GARCÍA ALONSO, M. 1999 -.Análisis zonal del patrimonio etnográfico: la cabaña pasiega y la arquitectura del contacto, en Publ. del I. de E. y F. «Hoyos Sainz» XIV, pp. 63 a 128, Santander.
12 D. Eladio Ruiz Escudero, Eladio el Lechero, nació en 1889 en la finca de La Gamuniza del barrio romeralo de La Sota. Era el quinto hijo de una familia numerosa de siete. Perdió cuando niño a su padre, D. Esteban Ruiz y la madre quedó con los hijos a cargo, todos emigraron. Con familia dedicada a la ganadería y al comercio en Valladolid y Toro, Eladio comenzó a ganarse la vida abasteciendo y reponiendo ganado para sus familiares, embarcando las vacas que traía de San Pedro del Romeral en la estación de Reinosa. Es aquí donde se establecerá finalmente en 1920, con cuatro vacas traídas de su tierra «al debe», casándose en 1922 con Dª Crescencia Ruiz Fernández, natural como él de la villa pasiega, comprando fincas, haciendo cuadras y abriendo un despacho de leche en la Avenida de Carlos III de la localidad campurriana, todo a lo largo de una vida de trabajos y negocios que dejaron huella en Reinosa de hombre emprendedor, trabajador y buen vecino. Es un magnífico testimonio de la gran emigración pasiega de aquél momento, cuya historia aún está por hacer.
13 El ambiente en la villa de Reinosa en aquellos tiempos resulta paradigmático, son las grandes ferias ganaderas de San Sebastián y San Mateo, cuando los tratantes montañeses acudían en busca de novillos y vacas de pareja para el carro y los castellanos, aragoneses y murcianos lo hacían para conseguir el mular para el tiro y el acarreo. Reinosa crece y recibe un goteo de campesinos que buscan en la Industria local un modo diferente de ganarse la vida, en la Naval, en la Vidriera, en las diversas harineras, en las queserías, en la arriería o en el comercio de la villa, cada vez más pujantes. Existió una primera vaquería, la de Errazti, y cuando cerró se instaló nuestro Ruiz Escudero como proveedor de leche fresca. Una muestra de esta frenética actividad se puede ver en SAIZ VIADERO, J. R. 2002: Reinosa: algunos cambios producidos en los últimos tiempos del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, en Cuadernos de Campoo 30, pp. 4 a 9, Reinosa; en SÁNCHEZ GÓMEZ, M. A. 2002: Reinosa, los prolegómenos de una ciudad, en Cuadernos de Campoo 30, pp. 20 a 26, Reinosa; o en CASADO CIMIANO, P. 1999: Las queserías de Reinosa, avanzadas y líderes en una época (1880-1910), en Cuadernos de Cam­poo 15, pp. 31 a 34, Reinosa.
14 Sobre este hecho podemos ver: MADARIAGA, B. 1970: La ganadería en la provincia de Santander, en Publ. del I. de E.y F. «Hoyos Sainz», pp. 173 a 210, Santander, o la reedición del artículo de ARCHE HERMOSA, F. 2007: El ganado vacuno en La Montaña, de 1945, reed. en En el país de la vaca pasiega, pp. 71 a 85, Santander.
15 Esto aparece ya expuesto en GARCÍA ALONSO, M. 2001:  La arquitectura popular. Reflexiones acerca de la identidad campurriana, en Cuadernos de Campoo 24, pp. 10 a 19, Reinosa.