INTRODUCCIÓN
Dice Enrique Franco en un artículo escrito en “Fontibre, revista de Campoo” editado por la Casa de Cultura Sánchez Díaz de septiembre de 1956 “...Un hombre va por el camino. De pronto rompe a cantar. Triste o alegre, según su estado de ánimo. Lo que el hombre canta es algo que ha escuchado cantar a otros... pero cuando él canta lo que aprendió de otros pone matices personales y ocasionales. Pone el timbre de su voz, distinta a las demás, como la huella digital del sonido, pone además la especial cadencia de su manera de hablar... Pero el hombre del camino es, consciente o inconscientemente, capaz de convertirse en instrumento musical, capaz de producir música, capaz de establecer un orden entre los sonidos que produce su manera de sentir y de pensar.... El hombre del camino hace música por espontánea necesidad y dentro de un estilo que le impone el tiempo, las fuentes donde las aprendió, el lugar donde nació y vive y los sentimientos de su propia intimidad....
En Campoo se canta, toca y baila básicamente a dos ritmos, el denominado “a lo bajo” o “a lo pesado” en compás ternario, es decir en tres tiempos, de carácter marcado que alterna con otro más movido denominado “a lo alto” o “a lo ligero” en compás binario o de dos tiempos :
“ A lo alto y a lo bajo y lo ligeró
al uso de mi tierra bailó y cantó”
SOLISTAS
Una de las formas más usadas. Los cantores, haciendo gala de su buen “pecho” y potente voz, lanzan sus canciones llamadas TONADAS. Muy frecuentes en España y sobre todo en el norte. Son canciones que a modo de “reflexiones” lanza el cantor y que la mayoría van dirigidas a las mozas, aunque los temas tratados son variados haciendo alusión a la valentía, costumbres, hechos...
...bajo desde el monte al valle a rondar a mi morena.
PANDERETERAS
También en forma solista, aunque acompañadas de su instrumento estarían las pandereteras que con los ritmos ya explicados cantaban y tocaban (Ester Montes añade uno más tipo pasodoble)
Imprescindibles en bailes, romerías, bodas y todo tipo de celebraciones. Ellas eran las encargadas de amenizar todas las fiestas con sus diversos cantos que de todos temas trataban.
No nos extenderemos demasiado en esto puesto que en el Nº 1 de esta revista ha sido sobradamente explicado, solo añadir que, comentando con Ester Montes decía que antes era frecuente que casi todas las mozas tocaran la pandereta, que era la forma de divertirse en los ratos de ocio. Les enseñaban las mozas mayores, o las madres y que al no tener panderetas la mayoría aprendían con cajas de cartón, platos o cualquier otra cosa.
Ester ganó el primer concurso de pandereta del “Día de Campoo” a los 15 años. El premio fue de 15 pesetas. En “Fontibre, revista de Campoo” de septiembre de 1958, en las bases del concurso, el primer premio había subido a 200 pesetas, ignoramos quien lo ganó pues en los archivos del ayuntamiento no aparecen actas hasta 1969 donde es ganadora nuevamente Ester, tanto en especialidad de solista como en parejas junto con Leonor López también de Requejo.
En la revista “Fontibre” de agosto-septiembre de 1957 aparece un artículo que dice: “El Día de Campoo es una continuación de los concursos de cantos y bailes regionales que, con más o menos fortuna, se vienen celebrando casi ininterrumpidamente desde 1895. El primero fue organizado por el semanario reinosano “Campoo”; intervinieron en él solamente pandereteras..más tarde se añadirían parejas de baile, rondas de mozos y hasta tocadores de rabel”.
En el año 1942 es cuando se dedica un día exclusivamente a ello, siendo encargado de los certámenes José Luis Bustamante. En un principio se hacía en las Fuentes, luego pasó a la Plaza Vieja y tiempo después a los campos de S. Francisco.
En el certamen provincial de panderetas las hubo de todos los pueblos: Somballe, Matarepudio, Reinosa, Lantueno, Celada Marlantes, Requejo, Lanchares, Aguayo y Rioseco. Quedaron los premios en este orden: Requejo, Aguayo y Reinosa, y un accesit para Lantueno. Los demás grupos tuvieron regalo. Las mozas de Requejo ganadoras se llamaban: Estanislada Gutierrez, Balbina García, Isabel Ceballos y Josefa Ruiz.
RABELISTAS
Al igual que era propio de las mozas la pandereta lo fue de los hombres el rabel.
Su antigüedad en Cantabria y sobre todo en Campoo se remonta al S. XVIII y aunque su origen es aún incógnita se barajan varias posibilidades, pues la evolución de los instrumentos de cuerda de arco es variado, lo usaron muchos pueblos en sus diversas variantes y se le relaciona generalmente con los árabes. Lo que se sabe es que en la Edad Media los juglares tocaban mucho este tipo de instrumentos y ellos extendieron su uso. Su nombre genérico era viela o viola y había gran variedad atendiendo a tamaños, formas y formas de tocar.
De pequeño tamaño, tiene las dos partes de los instrumentos de su clase : caja de resonancia y mástil. La caja tiene forma parecida a la de la guitarra, aunque hay variedad, generalmente está construida de madera de saúco, siendo la tapa superior, a veces, de piel o de hoja de lata. El mástil, al igual que el violín y a diferencia de la guitarra, carece de trastes. Tiene dos cuerdas, generalmente de crines de cola de caballo, de yegua no sirven. La curiosidad está en que éstas las humedecen con la orina y ello hace que al tensarlas se rompan con facilidad. En la actualidad se hacen de acero o de tripa. Cuando son de crines se han de frotar con resina para que el arco se deslice mejor y puedan vibrar y dar mejor sonido. Una vez dada la resina no se deben tocar con los dedos. Esa vibración se efectúa con el arco, aunque tiene forma recta generalmente, y las cuerdas son también de crines de cola que en este caso pueden ser de caballo o yegua.
La posición de tocar es variada aunque la más frecuente es bajo el hombro , sobre el pecho.
La melodía se suele tocar con la primera cuerda, haciendo efectos con la segunda, marcando bien el ritmo con suaves golpecitos.
También el rabel usa los dos ritmos campurrianos. Primero comienza “a lo pesado”, toca una introducción que se intercala a modo de estribillo entre las coplas que canta el rabelista con su voz característica y particular, siguiendo “a lo ligero” de igual forma.
Los cantos abarcan todos los temas igual que sus compañeras las pandereteras, aunque ha sido muy útil para los cantos picarescos, de los que Lin “El Airoso” fue intérprete. También acompañaban a los romances que, pasando generaciones, han recorrido nuestra tierra. Se le ha adjudicado casi siempre a los pastores.
Sin ninguna duda el que mejor nos puede informar a cerca del instrumento es Paco Sobaler, el de Espinilla, como todo el mundo le conoce.
Desde niño recuerda en casa de sus padres como, una vez terminadas todas las tareas del día, en la cocina, sobre la estupenda gloria que todavía conserva, se reunía toda la familia, su madre animaba la reunión y , con rabel y pandereta se cantaba y bailaba.
¿Cuándo se tocaba el rabel y como se aprendía? “En las cocinas, en el invierno que era largo y frío (además no había ni radio ni televisión) y era agradable escuchar tertulias de mayores, o ver cómo alguien toca o canta y así se va aprendiendo. A veces venía de visita algún vecino y se pasaba bien. Luego en primavera y verano se cantaba fuera, en las romerías o con otros mozos y amigos. La gente piensa que se puede aprender en dos días, que es sencillo, pero como todo hay gente que solo rasca cuerdas. Entonces tocábamos mucho, era la forma de divertirnos, casi todos los mozos sabían alguna canción”.
Con el rabel también se puede bailar la jota, aunque al tener menos sonoridad generalmente se tocaba en casa, dejando para las romerías las animadas pandereteras.
Si bien los instrumentos citados son los reyes del folclore campurriano no quiere decir que no existan o existieran otros que también se usaran en alguna época u ocasión con más o menos frecuencia e importancia.
Comenzando con el más primitivo haremos alusión al cuerno. Usado por cazadores y pastores para comunicarse entre montañas y como su nombre indica se consigue ahuecando, de los muchos animales que pueblan nuestras montañas, sus cuernos, obteniéndose así gran variedad. Al no poder variar su sonido se usaban para hacer efectos. A veces es sustituido por una caracola o bígaro.
Las tarrañuelas o castañuelas, llamadas también triscos si son más pequeñas, que los mozos usan en algunas danzas. “Se tiene noticias de ellas hace por lo menos 200 años” afirman.
La gaita. De origen celta, aunque más arraigada en Galicia y en Asturias, se tiene noticias de que fue utilizada en algunas épocas en Cantabria, e incluso en Campoo, sobre todo para las romerías, como señala Pereda, aunque desaparece su uso en el siglo pasado. Paco Sobaler recuerda de niño gaiteros en las fiestas de Espinilla.
La dulzaina, que pronto fue sustituida por el pito. Instrumento del tipo del clarinete o requinto. Se tañe en 8ª alta y tiene unos 100 años en Cantabria. Toca la melodía que suele acompañar rítmicamente el tambor, otro de los instrumentos más utilizado en todos los pueblos. Dulzaineros famosos no conocemos, casi siempre fueron contratados para las fiestas, ya desde 1879, los de Frómista. Sin embargo hay alusiones en algunos periódicos de personas que tocaban instrumentos de ese tipo en romerías campurrianas como es el caso de: el tío de Izara, o el ciegu de Fontecha, o el pintu de Paracuelles o el tío Titoson, que tocaba dos instrumentos a la vez, una especie de requinto y tambor, Juan Guerrero le dedicó una canción.
EL BAILE
Es otra de las manifestaciones musicales más frecuentes de todos los pueblos.
En Campoo se baila con los dos ritmos de los que venimos hablando “a lo ligero “ y a lo pesado” y la forma que se toma es la jota.
Se baila en parejas, aunque a veces se hace formando filas de mozas frente a mozos.
Comienza el tambor con ritmo “a lo pesado” ( o la pandereta o el rabel) y con suaves balanceos de izquierda a derecha, se espera el comienzo de la melodía del pito ( o de la voz de la panderetera o rabelista) para comenzar la danza saltando los mozos y con moderados movimientos las mozas, siendo éstas últimas las que llevan la iniciativa y ellos los que tienen que seguirlas en vueltas y cambios, estando atentos por si deciden “engañarlos”.
Se comienza con el primero de los tres pasos que con traslados laterales se hacen tres saltos. Terminado éste se da una vuelta y se comienza el segundo que , sin traslado, se salta de uno a otro pié terminando con otra vuelta que enlaza con el tercero, que se efectúa con un entrecruce de pies volviendo al segundo paso nuevamente, dando una vuelta uno frente a otro hasta colocarse cada uno en su lugar de partida.
Sin interrupción y con tres golpes se cambia de ritmo “a lo ligero” y , en vez de balanceo se mueven con una espacie de rebote. Poniendo el pié derecho acá adelante, luego hacia atrás, los danzantes cambia de lugar cada uno en el del otro y comienzan con el segundo paso. Mas tarde se pasa a un juego que se repite tres veces comenzando con tres saltitos y girando cada vez de una manera, primero lateral, luego de frente y por último de espaldas, ellas haciendo un movimiento suave sin levantar los pies del suelo, ellos con grandes saltos, terminando con una vuelta los dos a la vez.
En las romerías de los diferentes pueblos es donde más se practicaba esta jota.
También campurriana era la llamada “danza de la rueda” que, aunque no hay documentos sobre su origen, se bailaba como comienzo de las romerías. Con ritmo ternario a modo de vals, en dos hileras de mozos frente a mozas y cantando la melodía...A bailar que ya pasa la rueda y has de bailar con soltura y compás...”, se van efectuando distintos juegos y combinaciones entre las parejas.
RONDAS DE MOZOS
Otra de las formas de cantar en Campoo son sin duda los grupos de mozos a los que se les llama rondas y a sus componentes rondadores.
“Las canciones que cantan sirven para medir la ilusión y el entusiasmo de la juventud en su expansión amorosa” decía D. Sixto de Córdoba.
Son los solteros del pueblo , que se reunían, a veces guiados por el mozo mayor, es decir el soltero de más edad, para festejar a las mozas galanas, que al pié de las ventanas o en las puertas de las típicas portaladas que dan acceso a la corraliza, se juntan para “empastar” lo mejor posible sus voces y lanzar coplas cuajadas de finura y galantería, generalmente por la noche y en fechas muy diversas, aunque las causas y motivos eran parecidos. Al final de cada copla uno de los mozos, o varios, contestándose en una pugna de “pechos”, lanzan al aire un estridente y típico “jujío” en el que algunos han querido ver toda la bravura y desafío de un grito de guerra céltico. Su sentido posterior parece estar destinado a infundir ánimo, valor y entusiasmo a los mozos, e incluso como desafío entre cuadrillas de mozos rivales próximas a entrar en pelea.
Muy corriente en todo el norte de España, este grito recibe distintos nombres.
Aunque cualquier momento era bueno para cantar, las fechas claves solían ser:
S. Juan, cuando las mozas solteras ponían ramos en las ventanas indicando que podían ser rondadas, llamándose así “cantar el ramo”, costumbre descrita por D. Ramón Sánchez Díaz.
Pedir las natas, donde los mozos se presentaban en las casas a pedir las natas de la leche todos los sábados y domingos del verano por la noche. Si a la moza le gustaba algún mozo le bajaba las natas con azúcar y en otras ocasiones fruta, dulces , tortas...siempre con el consentimiento de los padres. Si a ésta no le gustaba ningún rondador y no quería salir, le correspondía al padre bajar con el vino si no quería que le tacharan de avariento, le hicieran alguna “fechoría” o le cantaran coplas insultantes.
Pedir lumbre, donde el rondador llamaba a la puerta y cuando asomaban pedía lumbre para encender el cigarrillo y ella sacaba unas brasas. Era un pretexto para charlar un rato. En el caso de que la moza ya estuviera comprometida no respondía y no abría la puerta. Justo Martínez utilizó en un de sus famosos monólogos esta costumbre, que según él en 1930 aún estaba de moda.
Despedidas de solteras, donde la víspera de la boda, mozos y mozas con las familias de los novios, se reunían en casa de la novia y la ronda cantaba a ésta, que generalmente se ponía delante de la puerta o en el balcón. Las canciones aludían a los buenos deseos que los presentes deseaban a los contrayentes. Esta costumbre permanece en nuestros días al ser adaptada por Juan Guerrero Urreisti a varias voces una de las canciones , que él tituló “Enhorabuena”. La canción hace alusión al cambio civil “,te despides de soltera y perdemos una moza...” a la vez que les desean buena suerte “...quiera Dios para bien sea...”.
Pero quizá sean las Marzas las fiestas de ronda más características y auténticas según D. Sixto de Córdoba. Se celebran el último día de febrero como anuncio de la primavera .
El origen, que algunos han adjudicado a los griegos, romanos e incluso a celtas y árabes, Córdoba opina que proceden del canto eclesiástico, afirmando que el pueblo no inventa música sino que las oye, asimila y cambia o añade a su gusto. Así mismo alude a una frase pronunciada por D. Marcelino Menéndez Pelayo “...las marzas se recitan en rondas nocturnas, sin acompañamiento alguno, en un ritmo sencillo de dos frases, parecido al canto llano de la liturgia”. Las letras eran inventadas por ellos.
Los marzantes o marceros, tras pedir permiso al cura y al alcalde, ataviados con sus mejores ropas, cesta y farol, pronunciaban, boina en mano, la famosa frase “cantamos, rezamos o nos marchamos”, pregunta hacha para, en caso de fallecimiento o enfermedad de algún miembro familiar, acompañar el en dolor.
Una vez cantadas se les obsequiaba con chorizo, tocino, tortas... o, con menos frecuencia, dinero, con lo que hacían una gran merienda.
Córdoba en su cancionero dice que era costumbre en Campoo de Suso que los mozos se acompañaran de unas berras o berronas, especie de silbatos hechos con saúco que colocaban en un cuerno y no dejaban de tocar entre casa y casa.
Cuando los marceros iban a cantar a mozas de otros pueblos, tenían que pedir permiso a los marceros de ese pueblo y fueron muy frecuentes las peleas que entre ellos se dieron, y en el testimonio de Delfín Fernández y González de finales del siglo pasado, en una estampa dedicada a las marzas, se alegra de que el progreso hubiera acabado con aquellas palizas bestiales que concluían con carceladas hasta de 20 ó 30 marzantes. Sin embargo el periódico “El Heraldo de Campoo” en un artículo de 1912 publica como noticia el palo recibido por un mozo de Bolmir en una riña de marzas.
D. Demetrio Duque y Merino escribe un artículo en “Fontibre, revista de Campoo” en febrero de 1957 en el que hace alusión a como se está desvirtuando esta fiesta, pues solo se cantaba en casas de mozas casaderas siendo la galantería una de sus cualidades más destacadas. (Sobre esta costumbre puede leerse más en el Nº 3 de esta revista)
También al finalizar las romerías y diferentes fiestas, los mozos cogidos por el hombro, al regresar a sus casas, cantaban todo un repertorio.
Campoo ha sido buena tierra para “cultivar” rondas, prácticamente todos los pueblos tenían la suya: Entrambasaguas, Camino. Villacantid, Nestares, Requejo, Fresno..Quizá de este último sean las más conocidas como “La Valleja” o “El Ligeruco”, que en el año 1966 se forma con muchachos de 9 y 10 años, aunque comienzan su andadura como ronda de mozos en 1972, ganando premios en el “Día de Campoo” casi ininterrumpidamente hasta 1985, siendo la ronda que más premios ha conseguido en el concurso mateo.. Incluso en 1981 quedan campeones provinciales de rondas en Torrelavega. En 1973 graban un disco en la misma ciudad y son representantes de nuestra comarca en un programa de televisión española de carácter folclórico.
Los coros han sido grupos que , en nuestra comarca, sobre todo en los últimos cien años, han contribuido a engrandecer nuestro folclore. De ellos hablaremos en próxima ocasión.
Muchos son los solistas, rabelistas, pandereteras, bailadores y rondas que ha habido en Campoo que han mantenido nuestro folclore vivo, aunque también son muchas las cosas que se han perdido con el paso del tiempo, como afirman muchos musicólogos. Sin embargo esperamos que lo que queda perdure.
Agradecimiento especial a Paco Sobaler, Ester Montes , Luis Emilio Gutiérrez y Ramón Cantón.
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