El Casino

Elena Ramos Astuy

De mansión señorial a casino y de este a cen­tro cultural, pasando brevemente por disco­teca. Así sería el resumen del uso primordial asignado a La Casona. Salvo en su primera época y en esta última, uno de los edificios más emble­máticos de Reinosa ha tenido una empleo parcial. El Casino ocupó el primer piso, dedicado a lo que en aquellos años eran los casinos, un lugar de en­cuentro, tertulia, juegos de mesa... para reconoci­miento mutuo y encuentro de la burguesía local. Sin embargo, los momentos más relevantes, desde el punto de vista de su vida social, eran los bailes a los que acudían adultos y jóvenes para divertir­se, naturalmente, pero también para consolidar o iniciar la red invisible de pertenencia a un deter­minado estatus que, con más o menos exactitud, el Casino representaba.
 
Tras el incendio que arruinó el edificio, tuvo lugar su conversión en centro cultural y sede de al­gunos servicios municipales, coincidiendo con los años en los que los ayuntamientos democráticos se esforzaron en recuperar elementos patrimoniales significativos con el fin de destinarlos a potenciar una oferta cultural que hasta entonces había estado muy deficientemente atendida. En este caso, no sin un dilatado período de obras y puesta en funcio­namiento, el viejo salón del Casino se convirtió en una sala de conferencias, hoy llamada Sala de la Chimenea. La Casa de la Cultura "Sánchez Díaz" y la sala de exposiciones ocuparon otros pisos, con­virtiendo a La Casona en un auténtico centro cul­tural. La vida reinosana sigue fluyendo entre sus paredes más que nunca, pero ahora con unos afa­nes y objetivos bien diferentes.
 
 
CASINO el lugar donde fuimos un momento felices algunos y algunas de mi generación, allá por los años 60, 65... El lugar sigue siendo el mismo, pero la memoria, que suele modificar en general para bien los recuer­dos, me lo ubica majestuoso, antiguo, grande...
Repasar los recuerdos es como tirar del hilo de un ovillo y escribir sobre el "CASINO" es algo más que llenar un papel, porque hay una experiencia vivida, con personas, lugares, momentos...
 
Volvemos para recordar... y allí está , como si no hubiera pasado el tiempo, espléndida, majestuo­sa, hermosa, la escalera por la que ascendíamos las jovencitas de entonces, llenas de ilusión y esperanzas de estar con el chico de nuestros "sueños", en los bailes de Noche Vieja o San Mateo, siempre vi­giladas por la mirada no lejana de nuestro padres. Todo sigue allí, o por lo menos en mis recuerdos, y seguro que en los de alguien más, los acogedores rincones, los ventanales, los balcones... y hasta los besos, todo menos nosotros.
 
Buscamos el momento, no el lugar, ni el paisaje, buscamos lo que fuimos, ¡aquel momento huyó!
 
Antes era antes. Ahora es otra cosa, tiene otros fines, pero sigue ahí para emocionar, disfrutar, ce­lebrar, acoger, admirar, usar y soñar.
 
Elena Ramos Astuy