El impacto del pantano del Ebro

Fernando Ruiz Gómez

Medio siglo ha transcurrido desde que, en los más duros años de la posguerra, se finalizaran las obras del embalse del Ebro. El pantano formaba parte de un plan de racionalización del régimen del río que debía beneficiar al regadío riojano y aragonés. Pero los efectos inmediatos en la zona embalsada no podían ser igual de provechosos.
Alrededor de 60 kilómetros de superficie inundada por 600 millones de m3 de agua cubrieron completamente los pueblos de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante y afectaron, en mayor o menor medida, a Las Rozas, Renedo, Villanueva, Llano, Orzales, Arija, Quintanamanil y La Población.
Quedó anegado todo un fondo de valle en cuyo paisaje (según algunos, una "pampa" campurriana) destacaba la presencia de una importante cabaña de ganado vacuno y caballar que, aún hoy, mantiene una simbólica significación en la cultura campurriana. También desaparecieron bajo las aguas algunas de las mejores expectativas económicas del valle, su industria. Se perdieron cerca de 3.000 empleos industriales (mil de ellos directos) con el cierre de las fábricas de vidrio y con la restricción de las explotaciones mineras de la cuenca carbonífera y de los aprovechamientos de arenas. A medio plazo, efectos como el paro y su más inmediata consecuencia, el éxodo, afectaron a ayuntamientos ribereños con más dureza que esas nuevas brumas que aparecían por efecto de un cambio microclimático provocado por el pantano.

Panorámica del pantano del Ebro

Como contraprestación a tal sacrificio, se ofrecieron unos exiguos tardíos y mal pagados 60 millones de pesetas en indemniza ciones, una importante, aunque coyuntural, oferta de empleo durante el período de ejecución de las obras y, sobre todo, un ambiente lleno de controversias, incertidumbres y retrasos (incluido un paréntesis motivado por la guerra civil) que hicieron inviable una reconversión económica ordenada para el valle. Los pagos de las expropiaciones, que se efectuaron en algunos casos utilizando valoraciones de la época del proyecto, se dilataron hasta finales de los años 50; sobre todo los destinados a las actividades agropecuarias, ya que las empresas industriales supieron negociarlos con anterioridad a la guerra. Por otro lado, las obras posibilitaron, en un primer momento, hacer frente a los graves problemas de empleo existentes en la zona, a pesar de que la construcción del embalse fue interrumpida entre los años 1928 y 1947 por distintos motivos. En definitiva, éste era el triste balance que de las consecuencias locales del pantano se realizaba en los años 60: pérdida de la riqueza agraria e industrial y olvido de las promesas de indemnización, infraestructura de comunicaciones y alternativas económicas a la población. Entre aquellas promesas incumplidas merecen destacarse la conexión ferroviaria entre Las Rozas y Reinosa, la comunicación entre los pueblos ribereños (incluso a través de lanchas) y un plan de colonización de tierras que paliase la desaparición de las tierras más fértiles (plan frustrado por el aprovechamiento forestal de los comunales).
 
UN PROYECTO POLÉMICO 
Maquetas para las tomas y descargas del pantano (según proyecto)En contraste con esta negativa evaluación del pantano (se reconoce, incluso, que ha ahondado la pobreza de la comarca), el proyecto inicial se preocupó por analizar, explicar y difundir las circunstancias que afectaban a la construcción del embalse. El artífice de esa campaña de promoción fue el ingeniero responsable del proyecto, Manuel Lorenzo Pardo. En 1918 publica una síntesis de las características de la obra que incluye un valioso informe, realizado durante los años de información y difusión del plan, sobre las polémicas generadas en la comarca y sobre la opinión manifestada desde diversos intereses afectados. Los dos periódicos locales se encargaron de trasladar a la opinión los argumentos de la polémica. El Heraldo de Campoo, de tendencia conservadora, era contrario al proyecto, mientras que El Ebro, liberal, se mostraba más favorable. El primero no confiaba en una indemnización justa para los propietarios y apelaba a la pérdida moral de las señas de identidad de los habitantes del Campoo de Abajo. La posición de El Ebro, sin embargo, era justificada por el beneficio que las recompensas prometidas (sobre todo el ramal del ferrocarril de La Robla a Reinosa) traerían para Reinosa.
Las instituciones políticas de la capital campurriana compartían una opinión similar: reconocían los perjuicios causados a la población afectada pero no veían con malos ojos la solución ferroviaria o un difuso aprovechamiento turístico del pantano en el futuro. En el mismo sentido, las fuerzas económicas de Reinosa (el comercio y la industria) cedían a la consecución del proyecto siempre que se obtuviesen las contrapartidas mencionadas, Maquetas para las tomas y descargas del pantano (según proyecto)Más interesantes resultan los testimonios recogidos entre los grupos directamente afectados. Así por ejemplo, el representante de la industria vidriera analiza los graves perjuicios que se causarían a las fábricas de La Luisiana en Las Rozas (inundada después), La Cantábrica en Arroyo y Cristalería Española en Arija: no podrían explotar las arenas ni carbones necesarios en la producción y deberían ser indemnizados por la inundación de sus explotaciones. En parecida situación se encontrarían la empresas que extraían carbón y refractarios en esa cuenca.Pero el mayor rechazo al pantano se vivía entre la población local. Los testimonios de los alcaldes de los principales ayuntamientos afectados eran concluyentes, e incluso provocaron algunos recursos al Ministerio de Fomento solicitando la paralización del proyecto. Ellos asumían los argumentos morales de desarraigo, pero también las evidentes consecuencias económicas de destrucción agraria e industrial del valle; y además apelaban a las condiciones de insalubridad a las que habría de conducir el agua embalsada, con el peligro de irrupción de enfermedades infecciosas y de paludismo. Con todo y a pesar de rechazos y controversias, la labor de información efectuada por el proyectista y la campaña de prensa realizada en Reinosa hizo que la opinión pública evolucionase desde el rechazo inicial hacia la resignación reivindicativa.
Ya en 1918 todos los esfuerzos locales se orientan a reclamar unas indemnizaciones justas y contrapartidas de carácter estructural como la reconstrucción del ferrocarril de La Robla y su empalme con la línea de Norte en Reinosa. Esta era, precisamente, una de las soluciones ofrecidas en el proyecto de Pardo, cuya prioridad fue siempre establecer un pago indemnizatorio justo. Pero también pensó en la necesidad de esfuerzos complementarios dirigidos a sufragar esa pérdida moral tan llorada entre los campurrianos. Estas soluciones secundarias consistirían en la colonización de unas mil hectáreas de terrenos fértiles en los márgenes del pantano, la construcción de 250 viviendas en sus riberas y en la realización de un plan de relanzamiento industrial, sobre todo en el sector vidriero, que se fundamentaba en la mejora de las comunicaciones comarcales. Sería conveniente construir carreteras que bordeasen el perímetro del pantano, establecer tres líneas regulares de barcas que conectasen los pueblos del norte con las fábricas del sur del pantano; y, sobre todo, abrir un ramal del ferrocarril de La Robla que había de unir Las Rozas con Reinosa. Como ya sabemos, muy pocas de estas propuestas que refrenaron aquel rechazo frontal a la obra habrían de cumplirse en el futuro.
 
VIEJAS Y NUEVAS INDUSTRIAS
Panorámica del pantano del EbroCon todo el dramatismo que se escondió bajo el penoso proceso de construcción del embalse del Ebro, su impacto, sin embargo, no se limitó a los efectos ya comentados. Las aguas no sólo acabaron con predios, pueblos y fábricas, sino que también ocultaron para siempre de la memoria de los campurrianos su anterior historia industrial. En un momento crucial para la economía de la comarca, el pantano apuntaló un auténtico proceso de reconversión industrial que sustituyó un modelo de desarrollo forjado en el siglo pasado por otro que aún hoy persiste. Por la misma época en la que se recogían opiniones a pie de campo sobre la oportunidad del embalse, se hacía público el proyecto de instalación en las proximidades de Reinosa de una fábrica siderúrgica, la Sociedad Española de Construcción Naval. que a partir de ese momento, habría de convertirse en el motor económico de toda la comarca. El nuevo modelo industrial abanderado por la Naval se va a caracterizar por una fuerte especialización productiva concentrada en solo dos grandes empresas, un alto componente estratégico y una localización centralizada en Reinosa. Es decir, no se explotan recursos locales (excepto el humano) sino que se aprovecha un emplazamiento interior más seguro para la producción de material bélico.
Tampoco existe una trama de empresarios campurrianos vinculados a las fábricas, sino que los capitales son foráneos y las decisiones sobre su futuro están muy alejadas de Reinosa. Y no se trata de un número de establecimientos dispersos por toda la comarca sino un complejo situado en la capital, con lo que en su entorno se concentrará la población que abandona los valles aislados y sin industria.Con la llegada de la Naval se ponía término a un grave problema de empleo generado en Campoo desde finales del siglo XIX y también a la incertidumbre sobre las posibilidades de desarrollo de la zona. Las fuerzas vivas habían estado clamando por una alternativa económica, dejándose llevar por iniciativas tan diversas como el desarrollo turístico del valle utilizando sus atractivos paisajísticos, de balneario, históricos y de invierno (muchos de ellos aún hoy se pueden considerar innovadores), o como la mejora de las comunicaciones de la comarca a través de una línea ferroviaria que comunique con Madrid y con el Mediterráneo por Miranda de Ebro.
No resulta extraño, pues, que la discusión en torno al proyecto de embalse fuese aprovechada para reivindicar una mejor conexión por ferrocarril o que fueran bien vistas las propuestas de aprovechamiento turístico del pantano. Lo cierto es que la vía de desarrollo industrial abierta con la instalación de la Naval hizo innecesaria la continuación de los debates al tiempo que palió los efectos negativos que el propio pantano había provocado en la economía de la comarca. Quizás por esta misma razón las contrapartidas relacionadas con reformas en las infraestructuras de comunicación o con la recuperación de la economía agraria e industrial inundada no se llevaron a efecto. Por una vía indirecta la Naval y el pantano del Ebro habían protagonizado una auténtica reconversión industrial en la comarca de Campoo. Una reconversión que acabó con el modelo anterior y también con su memoria .Panorámica del pantano del Ebro
Y es que el desarrollo económico de Campoo durante el siglo XIX también había tenido como protagonista a la industria. Si bien, con un modelo muy distinto: fraguado muy lentamente, bajo la iniciativa de capitales endógenos (locales, regionales, castellanos), diversificado en distintos sectores productivos (desde las harinas hasta el vidrio), con una vocación por explotar los recursos existentes en la comarca y con una estructura basada en pequeños establecimientos industriales más dispersos por la geografía campurriana. Esa industria endógena, dispersa y diversificada había nacido del protagonismo comercial que el camino de Castilla otorgó a Reinosa a finales del siglo XVIII. Su condición de zona de tránsito facilitó la consolidación de grupos empresariales de comerciantes que, sin embargo y frente a otras zonas de la región con similares ventajas comparativas, reinvirtieron sus capitales hacia actividades industriales.
Bien convirtiendo antiguos molinos en fábricas de harinas en las riberas del Besaya o del Ebro, bien instalando ferrerías o tenerías para la venta de hierros forjados y curtidos en Castilla, bien experimentando con ese carbón mineral tan prometedor del que existía algún modesto yacimiento en Las Rozas. En la medida en que el corredor comercial por el Besaya se consolidó con la construcción del ferrocarril (por tierras de Campoo circuló la primera locomotora que funcionó en la región, desde Alar a Reinosa, en 1857), la proyección industrial del entorno de Reinosa también se multiplicó. Se especializó en la fabricación de harinas, compitiendo con las instalaciones castellanas del Canal y dando origen a grupos familiares empresariales de sólida tradición harinera (García de los Ríos, Varona, Macho Quevedo, Irún). Se aventuró en una fiebre minera que pretendía explotar yacimientos de carbón en el norte de Palencia, de cobre en Soto, de materiales de construcción, de calaminas y de otros minerales por toda la comarca. Promovió singulares, y en ocasiones pioneras, actividades industriales en el sector vitivinícola, en la fabricación de derivados lácteos o en la elaboración de alcoholes. Y además, fue capaz de generar todo un complejo industrial en el sector del vidrio sin igual en España: tres fábricas en la ribera sur del actual pantano, una en Reinosa y otra en Mataporquera fueron el resultado de la inteligente integración de recursos energéticos y materias primas ideada por la familia Collantes a mediados del siglo XIX. Cuando a finales de siglo, las ventajas de situación de Reinosa tocan a su fin debido al descenso del protagonismo de la salida por Santander a América, y la situación del sector vidriero pasa por debilidades estructurales de sobreproducción, la crisis industrial que amenazaba a la comarca estimuló la búsqueda de alternativas tanto en otros sectores industriales (producción eléctrica, sector alcoholero, minería, metalurgia) como en el nuevo sector turístico. Es en este momento de incertidumbre cuando se plantea la construcción del pantano y toda posibilidad de reorganizar las fábricas de vidrio queda arruinada por la amenaza de inundación del embalse.
Tejera abandonada en Requejo, una de las industrias afectadas por el pantanoEn definitiva, el pantano produjo una serie de impactos negativos en la zona afectada derivados de los retrasos en su construcción, la mala gestión de las indemnizaciones y la ausencia de alternativas económicas para la población afectada, Estos perjuicios sólo pudieron ser minorados mediante la oportuna instalación de la Naval en Reinosa, que ofreció una salida a la pérdida de empleo industrial generada por el pantano. Pero, al mismo tiempo, ello supuso una reorganización de las estructuras socioeconómicas de la comarca derivadas de una instalación industrial estratégica, concentrada y centralizada. Características que distaban mucho de parecerse a las de aquel otro modelo con una tradición casi secular de cuyo recuerdo apenas queda hoy una breve referencia en las crónicas a sus molinos o el nombre sin contenido (Santa Clara, Vidrieras) perdido en alguna calle de Reinosa. La memoria y la historia de aquella industria quedó también, en parte, oculta bajo las aguas del pantano del Ebro.

BIBLIOGRAFÍA 
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RUIZ GÓMEZ, Fernando, Industrialización en una comarca rural de Cantabria: Campoo. Siglos XIX y XX  (Tesis de doctorado en curso de realización).
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