NOTA PRELIMINAR
El hecho de poner este título puede parecer un poco pretencioso y, sin duda, lo es. En primer lugar porque no hay un modelo, ni una forma de coger el instrumento exclusiva nuestra y, en segundo lugar, porque va a resultar difícil captar las características comunes, dentro de una rica individualidad, tanto de lo constructores como de los tañedores.
Nuestro rabeluco suele ser de pequeño tamaño. Debe ser manejable y ligero, fácil de transportar; aunque tampoco en esto hay unanimidad.
Vaya por delante las dificultades que me supone tratar de ser objetivo en un tema que me apasiona y en el que sigo recorriendo sin complejos un camino personal, tanto en la construcción como a la hora de tañerlo. (Algo que, por otra parte, ha sido siempre una característica de la música popular: la falta de norma y la creatividad). Sin duda el título que me hubiese gustado poner sería el mismo que puso el desaparecido rabelista purriego Pedro Madrid Gómez: "El Rabel y mis experiencias", publicado en 1998, poco antes de que nos dejara para siempre. Durante los años que he intensificado la búsqueda de información tanto en entrevistas a rabelistas actuales y personas mayores, como en documentos de la Biblioteca Nacional, o en universidades extranjeras,
(1) he ido sacando algunas conclusiones que, por otra parte, pueden parecer simplistas. Una de ellas es que "no somos el ombligo del mundo", rabelísticamente hablando me refiero , y también que "en cada pueblo se baila de una manera" en alusión a la individualidad que cada tañedor da al instrumento. En algo sí que podemos sentirnos satisfechos u orgullosos: En Campoo esta música popular estuvo bastante "tocada" pero no se rompió el hilo conductor como sucedió en otras regiones. Constatando que "cada uno viaja con su maleta", que somos fruto de nuestras experiencias y que, de alguna manera, nos gusta individualizar los criterios y hasta la forma de tañer, si escuchamos a Fco. Sobaler Barrio (de Espinilla) nos dirá que el rabel siempre ha sido de dos cuerdas; (aunque él emplee una y la segunda, en algunas ocasiones, como acompañamiento). Si le preguntamos -y observamos- a Donato Muñoz (Nestar, Palencia) nos dirá lo mismo; aunque él sí que emplea la segunda no sólo como acompañamiento sino cuando necesita determinadas notas. Por el contrario, si le preguntamos a Florencio González, natural de Proaño, nos dirá que "el rabel vino a sustituir al rabab árabe, que tenía una y dos cuerdas; y debe ser de tres, afinado a quintas, LA. MI. DO". "No había luz, ni televisión... sólo el rabel y la pandereta (antes de la guerra, después ya, poco). Porque el son del rabel y la pandereta es el mismo. Yo toco el rabel con Esther Montes, la panderetera, y vamos al ritmo. Sólo con el movimiento del arco se puede bailar la jota. Mi padre nos ponía por parejas a bailar en la cocina mientras él tocaba. Éramos tres y tres. Mi hermana con dos años ya bailaba conmigo; pero a mi padre le mataron en el 37."
Alberto Terán Muñoz, sobrino de Donato, nos dirá que deberemos utilizar tres cuerdas, afinadas a quintas.
Vamos a retroceder en el tiempo algunos siglos, para saber cómo hemos llegado a la situación actual en Campoo. Un momento histórico de mucha esperanza. Si me hubiesen dicho, hace solamente 10 años, que nuestro rabel iba a vivir momentos como los actuales no me lo hubiera creído. La "memoria histórica", la curiosidad humana, el superar la indiferencia -cuando no el desprecio- de una parte de la población y de algunas instituciones y políticos, es mérito de los tañedores (y constructores) actuales.
Hablaremos del pasado, presente y futuro del rabel,
(2) con una referencia inevitable a la construcción del mismo, mejor dicho, a las distintas técnicas de construcción pues, también en eso, la creatividad y, por tanto, la diversidad de opiniones, es notable.
HISTORIA: ¿QUÉ ES EL RABEL?
Una clasificación sencilla de instrumentos musicales pudiera ser ésta:
1. Aire o viento: construidos por tubos sonoros de madera o metal, como la chifla de siete agujeros, el silbato...
2. Percusión (golpear): el tambor, pandereta...
3. Cuerda: pulsada (guitarra) y frotadas con un arco: RABEL.
Parece ser que su origen es árabe; de hecho, en Bosnia y Herzegovina (países musulmanes) se sigue tocando un rabel de una y dos cuerdas respectivamente. Se cree que llegó a Cantabria a través de las cañadas o veredas del ganado trashumante. No hay duda de que tañer el rabel, al menos en los últimos dos o tres siglos, ha sido propio de pastores y gente humilde.
Como antecesores del rabel podemos considerar a la Giga, nombre de origen francés,
(3) "Cordófono piriforme, de caja acústica abombada y agostada hacia el cuello". " Es un término impreciso, puesto que en ocasiones se refiere a la fídula, mientras que en otras es sinónimo de rabel y posiblemente de bandurria o mandora".
El rabel actual parece proceder del rabáb, rabé morisco, especie de laúd corto que fue modificado entre los siglos X y XI para ser frotado con un arquillo.
Siguiendo con el Diccionario de Instrumentos Musicales, diremos del rabel que es un pequeño cordófono de arco de factura semejante al laúd. "Estaba fabricado en un solo bloque de madera y su cuerpo era periforme, con espalda notablemente abombada y un clavijero en forma de hoz, rematado por la talla de una cabeza humana o de animal. Su batedor era corto y poco curvo. Algunos ejemplares primitivos poseían el clavijero plano redondo o bien en forma triangular con las clavijas posteriores, al igual que el rabel que toca un juglar en la miniatura de una biblia inglesa. (British Library, Londres, hacia 1130)". "El rabel estaba provisto de dos o tres cuerdas de tripa afinadas por intervalos de cuarta o quinta que se anudaban a un cordal unido a su vez a un botón ubicado en la parte inferior de la caja".
La primera documentación castellana aparece en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (aproximadamente 1283-1350), donde se diferencia el rabé morisco del rabel propiamente dicho, aludiendo al agudo sonido de éste, mientras que el rabé morisco gozaba de una sonoridad tenue y algo apagada.
"El rabé gritador, con la su alta nota
cabel el orabyn tanjendo la su rota;
Observamos la figura de la Juglaresa tañendo el rabel, lo que nos confirma la popularidad de que gozaba este instrumento. En las cortes de toda Europa sucedía algo parecido.
Ya en el siglo XV se dieron rabeles de distintas dimensiones..." "La forma corriente del tañido de los modelos agudos se producía apoyando el instrumento en el pecho, con una ligera inclinación hacia abajo;... Así, era común la participación de tañedores de rabel en actos procesionales, que al igual que otros instrumentistas tocaban el instrumento caminando, como los 'rabiteros' o 'rabiqueteros' que acompañaron la procesión del Corpus en Zaragoza, en 1513. En la procesión de 1550 figuran nada menos que nueve tocadores de rabel..."
Continuamos ahora esta historia desde una traducción del inglés: "... Aunque durante algún tiempo los "arcos" no eran aceptados en los altos círculos sociales de Asia, fue ampliamente adoptado en Europa. Desde los siglos X, XI, los instrumentos de la familia del rabel fueron considerados aptos por los artistas (posiblemente se refiera a los escultores de pórticos y canecillos de las iglesias) románicos para ser tocados por los Ancianos del Apocalipsis y por los juglares del rey David. En las puertas de la Platería de la Catedral de Santiago de Compostela el mismo David está tocando uno. Durante la Edad Media y el Renacimiento, el rabel fue un reconocido instrumento de juglares profesionales, quienes, vestidos con un traje especial, tocaban en las cortes reales, o estaban ligados a una ciudad o hacienda concretas. De esta manera está esculpido un tocador de rabel en la iglesia de St. Mary en Beverley, Yorkshire. En Kinght of la Tour Landry (antes del 1450), el "ribible" se cita como un instrumento "apto para juglares".
En la sociedad rústica, el rabel ocupa un lugar prominente y así está esculpido, junto con una gaita y un cuerno, en la iglesia de St. Mary en Essex. En "Lydgate Pilmqzlimage of the Life of Man" se enseñaba a la gente en las tabernas. En el 1628 se prohibió a los parisinos tocar cualquier forma de violín en las tabernas, pero no se les prohibió el rabel.
Las procesiones, ya fueran sagradas o seculares, a menudo incluían rabeles...
El uso de los rabeles en fiestas, bailes y entretenimientos de la nobleza está bien documentado.
En la corte de Enrique VIII, los rabelistas incluían a Jhon de Severnacke, Thomas Evans y Great Gilliam, y se describe en qué ocasiones actuaban: en visitas de forasteros. Éstas incluían una fiesta, donde, según el visitante veneciano Saqudino, "en el centro de la sala había un escenario en el cual algunos niños cantaban y, otros, tocaban la flauta, el rabel y el arpa".
Cuando Mary, la reina de los escoceses, volvió de Francia, en agosto de 1561, y estaba intentando dormir, quinientos o seiscientos 'pillos' de la ciudad la dieron la serenata con violines y pequeños rabeles, de los cuales no hay rastro ya en nuestro país; y empezaron a cantar salmos tan mal que no se puede ni imaginar".
"Desde la época de su aparición, ha habido una tendencia para instrumentos de la familia del rabel, en el sur de Europa y el norte de África, de tocarles en el regazo, con el arco. Esto se ve claramente en las Cantigas de Santa María, y en el Psalter de Alfonso V de Aragón. Sin embargo, en el "Virgen y Niño Entronados" de Giovanni di Nicola, es uno de los numerosos cuadros donde los rabeles del tipo del rabab, se tocan arriba en el hombro. Parece ser que esta última posición era usual en el norte de Europa, la posición de abajo, en el sur, también en el norte las cuerdas eran apretadas por los dedos hacia abajo, y en el sur eran tocadas desde un lado con las uñas de los dedos. Sin embargo, tales generalizaciones reflejan sólo tendencias y no reglas prefijadas, y en todos los sitios había una considerable variedad en la forma de interpretar. La posición hacia abajo parece haber sido desconocida en Inglaterra. De los pocos rabeles que sobreviven desde la Edad Media, uno típico de tipo lira fue descubierto en una casa del siglo XIV en Novgord y está ahora, junto con los fragmentos de otros instrumentos, en el Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Moscú".
Que el rabel fue un instrumento especialmente cortesano en toda Europa parece no ofrecer dudas. Y en España hasta la llegada de los reyes Católicos; aunque "también los municipios pagaban a los juglares. En varias ciudades francesas y alemanas las ordenanzas tenían que intervenir para contener la liberalidad de los vecinos respecto a juglares y músicos; así como para limitar el número de éstos en las diversiones públicas; (...) En España tenemos ya una ley suntuaria en el año 1202, cuando el Fuero de Madrid limita el don que el Concejo podía dar al juglar errante".
(4) La palabra juglar es un término de significación muy ancha. En la corte designaba una clase de personas y entre el pueblo otra. Un moralista podía hallar juglares condenables al lado de otros totalmente dignos, mientras un legislador los cree siempre infames. El juglar no era un mendigo, ni siquiera un hombre pobre en todos los casos; pues se hallan juglares de posición social aventajada. La voz juglar no sólo corresponde a truhán bufón, cantor de coplas por las calles y comediantes, sino que también comprende a los poetas, autores muchas veces de las composiciones que cantaban; y habiendo sido ellos de los que primero poetizaron en lengua vulgar. Un juglar viene a ser "poeta en lengua romance", sentido que es usual entre los escritores castellanos de la primera mitad del siglo XIII. A1 poeta más culto y no ejecutante se le llamó trovador, (trovar =hallar). En Castilla este nombre se documenta siglo y medio después que la voz juglar, con la firma de cierto "Gómez Trobador", que aparece como testigo en un documento del monasterio de Aguilar de Campoo, otorgado en 1197. El mismo Berceo, al par que "juglar" de Santo Domingo, se llama "trovador" de la Virgen.
"En cualquier camino, los tipos andariegos que más frecuentemente encontraba el viajero, y de los cuales podía inquirir noticias de los más varios países, era el mercader, el fraile, el estudiante y el juglar". Hay juglares gallegos, castellanos, portugueses, aragoneses, provenzales y franceses, italianos, y "de otras naciones".
"Una de las escuelas más importantes de juglares musulmanes en la baja Edad Media se albergaba en las calles de la morería de Játiva; de allí salían los artistas moros para recorrer, no sólo el reino de Aragón, sino los de Castilla y Navarra. En el siglo XIII un tamborero de Sancho IV era jativés; en 1337 Pedro IV de Aragón tenía también a sueldo dos juglares de Játiva tañedores de rabel y de la exabeba, y todavía en 1439 varios moros y moras de Játiva fueron a Navarra para actuar en las bodas del príncipe de Viana celebradas en Olite". "...En 1337, Pedro IV mandó una misiva al justicia de Játiva pidiéndole un tañedor: "Como nos hayamos menester a Hali Ezigua, moro juglar tocador de rabeu, por eso vos enviamos decir et mandar que, vistas las presentes, nos lo fagades venir do quiera que Nos seamos; et aquesto non mudedes ni alarguedes por ninguna manera". El justicia cumplió la petición y envió a Valencia en los primero días de marzo, no sólo a H. Ezigua sino también a otro juglar morisco de Játiva, Cahat Mascum, tañedor de ajabeba".
Jorge de Montemayor (1520-1561) empleó profusamente este nombre en Los siete libros de Diana. En los primeros compases del Libro 1 leemos que "gastava el pastor en solo gozar del suave olor de las doradas flores, al tiempo que la primavera, con las alegres nuevas del verano, se esparze por el universo, tomando a vezes su rabel que muy pulido en un turrón siempre tarya..."
Miguel de Cervantes (1561-1616) citará también al rabel entre "los instrumentos pastorales". (Parte segunda del Quijote, LXVII).
Recordemos cómo los cabreros responden a D. Quijote después que éste les soltara aquel larguísimo discurso de "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados..."
"Para que con más veras pueda vuestra merced decir, señor caballero andante que le agasajamos con pronta y buena voluntad, queremos darle solaz y contento con hacer que cante un compañero nuestro que no tardará en estar aquí; el cual es un zagal muy entendido y muy enamorado y que, sobre todo, sabe leer y escribir y es músico de un RABEL, que no hay más que desear.
Apenas había el cabrero acabado de decir esto cuando llegó a sus oídos el son del RABEL, y de allí a poco llegó el que le tañía, que era un mozo de hasta veinte y dos años, de muy buena gracia. Preguntáronle sus compañeros si había cenado, y respondiendo que sí, el que había hecho los ofrecimientos le dijo:
-De esta manera, Antonio, bien podrás hacemos placer de cantar un poco, porque vea este señor huésped que tenemos quien; también por los montes y selvas hay quien sepa de música. Hémosle dicho tus buenas habilidades y deseamos que las muestres y nos saques verdaderos; y así, te ruego por tu vida que te sientes y cantes el romance de tus amores que te compuso el beneficiado tu tío, que en el pueblo ha parecido muy bien.
-Que me place- respondió el mozo.
Y sin hacerse más de rogar, se sentó en el tronco de una desmochada encina, y, templando su RABEL, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a cantar, diciendo desta manera:..."
(Acompaña la letra del romance; aunque no la supuesta música del mismo).
"Durante los siglos XVII y XVIII su nombre se asociará a los festejos populares y a las canciones de Navidad... Paulatinamente, el rabel propiamente dicho desaparecerá y sólo se conservará su nombre para describir a aquellos instrumentos de arco de rústica factura, a menudo construidos por su tañedor".
Afortunadamente, podemos comprobar que esto no ha sido así del todo, que su música sigue viva y el número de constructores, no sólo en Campoo, sino en muchas zonas de la geografía española, Asturias, Valladolid, Palencia,... continúa aumentando.
Entenderán ahora lo que comentaba al principio, sobre nuestro rabeluco. Comprenderemos mucho mejor la situación actual y valoraremos más su trayectoria al comprobar que en ocasiones como ésta, afortunadamente, la historia se repite.
Al tratar de buscar referencias más próximas a nuestra tierra, nos encontramos con alguna información interesante o, al menos, curiosa.
D. José María de Cossío en las Rutas Literarias de la Montaña nos habla de Rodrigo de Reinosa, un juglar errante. Lo sitúa a finales del siglo XV y reproduce estos versos:
'Viva la gala de la pastorcilla
que al pastor hace penar!
Y más adelante:
Zagala, aunque zagalejo
sé tañer bien rabelejo;
que zagal en el concejo
no sabe mejor tocar...
Sé bien bailar las coxetas
trastocadas las gambetas;
que apuesto las agujetas
de saberlas bien brincar.
Entre los juglares que pasaban de Aragón a Castilla de orden y con salvoconducto del rey aragonés, dado en Segorbe, a 22 de abril de 1417, se cita -entre otros- a "Julián de la Moranga", (nuestro conocido, próximo, y deshabitado pueblo de Morancas). En el libro del Rabel, instrumento músico folclórico,
(5) se cita al rabel del "Tío Ronquillo" de Morancas, Las Costeras, donde se nos asegura que "su clavijero es de un marcado aire medieval" y se sitúa su construcción en el siglo XVII, ¿Por qué no el juglar pudo ser tañedor de rabel y mantenerse la conexión hasta nuestros días?
D. Luis de Hoyos Sainz (1861-1951), nacido en Madrid; aunque de ascendencia campurriana, fue un antropólogo y etnólogo que creó en 1934 el Museo del Pueblo Español. En 1947 publicó una obra importantísima: "Manual de Folclore", La vida popular tradicional. Al rabel lo dedica solamente el siguiente párrafo: "El rabel, aunque no es precisamente derivado de la guitarra, tiene con ella bastante analogía: es más parecido al laúd, es pequeño y tiene solamente tres cuerdas que se tocan con un arco; de él se sirven especialmente los pastores y su sonido nos parece característico de los altos valles, especialmente de Burgos. Hay también el rabel árabe de una sola cuerda".
Julio Caro Baroja, (sobrino de Pío Baroja, el novelista), publica en 1976 dos tomos titulados "Los pueblos de España"; pues bien, en el segundo de ellos, en la página 123, hablando de Extremadura dice así: "En Extremadura, como en otras zonas pastoriles de España, desde Logroño hasta Andalucía, es de uso muy corriente el rabel, con el que se acompañan los zagales para cantar romances, mientras que el pito o silbo es propio para las danzas.
El origen árabe del nombre de este instrumento y su semejanza con el que usan marroquíes y argelinos ha hecho pensar que es cosa traída en la Edad Media. De todas formas hay que indicar su semejanza con la 'guzla' y otros instrumentos usados por los pastores asimismo en la Europa oriental. Es muy corriente el buscar la explicación de la mayoría de los hechos etnológicos en una influencia ejercida por los musulmanes sobre las poblaciones españolas más viejas..."
José Luis Ocejo, Director del FIS de Santander (en la publicación del Instituto de Etnografía y Folclore HOYOS SAINZ), en 1980 y con el título de PANORAMA Y PERSPECTIVA DE LA MÚSICA EN CANTABRIA. Recorrido por el folclore cántabro, dice:
"El hombre de aquí, optó por acompañarse él mismo, bien con la dulzaina, el tambor, y con el rabel, antiguo instrumento de arco con forma periforme, considerado como antecesor del violín; tiene cuatro cuerdas, y su presencia en esta región data del siglo XV".
La referencia más interesante, que ha sido punto de partida para muchos "rabeleros" actuales, la tenemos en el trabajo realizado en 1970 por Fernando Gomarín. En la nota preliminar del trabajo, el autor se lamenta "de que ningún escritor ni folclorista, aunque los segundos sean más escasos, se hayan ocupado en anteriores publicaciones de dicho instrumento.
Si un estudio como el que aquí intento presentar, se hubiera realizado hace tan sólo treinta años, se hubiera llegado a tiempo para conversar, como mínimo, con una centena de hombres que tocaron el rabel."
Desde mi punto de vista tiene razón; aunque me temo que según sus indicaciones treinta años antes nos hubieran acercado hasta el año cuarenta, en plena posguerra. Muchos rabelistas (como mi tío Tomás) desaparecieron en la contienda y los que quedaron estaban demasiado ocupados tratando de sobrevivir como para ocuparse de este instrumento o de cualquier otro. La Guerra Civil Española (1936-1939) nos consta que supuso una ruptura generacional, de hábitos, costumbres, tradiciones, folclore, etc., brutal. Podemos afirmar que "después de la Guerra, nada fue igual"
(6). Sólo al cabo de los años se está recuperando alguna de las tradiciones más enraizadas.
El trabajo de Gomarín supuso el reencuentro con un instrumento a punto de desaparecer.
(7)
CONSTRUCCIÓN DE UN RABEL
Somos varios los constructores actuales que hemos disertado sobre las características de este instrumento, con publicaciones incluso, más o menos afortunadas. Conviene echar una mirada hacia el pasado para recordar las "maderas empleadas en la violería".
En varios capítulos de su obra, Pablo Nasarre (hacia 1723) subraya la importancia de usar diversidad de maderas en los instrumentos de cuerda a fin de conseguir un instrumento perfecto. "Las tapas de los instrumentos, sobre quienes cargan las cuerdas, ha de ser una madera porosa, y según la experiencia enseña, lo más al caso es el pino avete, importa que sea delgada, para que sea más resonante en el cóncavo (se refiere a la caja acústica) el sonido".
El tratadista aragonés continúa diciendo que la caja conviene que sea de madera dura, porque al entrar el aire en la caja acústica, "hiere en la materia lisa y sólida, causa del sonido dulce, y apacible". Aconseja que la madera sea cortada "en menguante de Luna" y por encima de todas aprecia la madera de nogal. El interés por construir instrumentos de calidad parte del crepúsculo medieval. Los juglares solían construirse sus propios instrumentos, pero con el declive de aquellos músicos ambulantes también llegó una cierta especialización en la construcción de los mismos.
Este gráfico, nos ayudará en el recorrido
(8). Faltan de situar las clavijas (en número de dos o tres, según el número de cuerdas), que deberán ser de madera dura, de unos ocho o nueve milímetros de grosor y ligeramente cónicas en la base para que "traben" bien en el clavijero y no se afloje la cuerda. Los "oídos del rabel", "los tornavoces" de que nos habla el diccionario de instrumentos musicales, son los agujeros o las figuras que se hacen en la tapa de la caja. En este apartado, la imaginación del pueblo también ha sido notable, desde un agujero central, hasta distinto número de agujeros frecuentemente impar (los números pares son más "perfectos"), pasando por distintas figuras, bien en el centro o en la parte superior o inferior del instrumento. No faltando quienes imitan las formas y los "oídos" del violín.
Las cuerdas actualmente son de acero. Sirven las de piano, primera, segunda o tercera del violín, las de bandurria... Muchos constructores utilizan las que se obtienen del cable de los frenos de una bicicleta. Tradicionalmente se usaron las de tripa de algunos animales convenientemente tratadas (hay referencias muy curiosas de la Edad Media relatando los derechos de los curtidores). Todavía hoy, Antonio Morante (Quintana), un rabelista purriego, utiliza cuerdas de la cola de un caballo. Lo mismo que el arco.
La resina se incluye como una parte más del instrumento; aunque algunos constructores no la colocan pegada al instrumento por resultar poco estético.
"Cuando, probablemente a finales de la Edad Media, el rabel pasó de ser un instrumento de la corte a manos del pueblo se diversificaron las formas y tamaños... La madera es preferible que sea blanda y elástica, poco pesada... Para la caja de resonancia he empleado todo tipo de materiales: cuero, hojalata, láminas finas de madera y chapa okumen. Supongo que, históricamente, se emplearía el cuero y la madera, más tarde la hojalata. En mi modesta experiencia, la piel suena poco, la hojalata da un sonido fuerte y profundo. Una simple chapa okumen, con el humilde pino "gallego", da un sonido muy atractivo".
(9)
"A la hora de la construcción, no conviene poner muchas normas (al menos, no seré yo quien lo haga). En principio, se deberán tener en cuenta tres criterios básicos:
a) Que el rabel sea manejable y ligero.
b) Que las cuerdas del rabel (el nuestro, normalmente, lleva dos) se puedan "pisar" con facilidad. Que no haga daño en la yema de los dedos.
c) Que la voz del rabel salga con naturalidad, (como el agua: fresca v cristalina).
En el cuadernillo "Apuntes de rabel"
(10) describo uno de los procesos para construir un rabel. En el vídeo número uno sobre tradiciones y costumbres del Alto Campoo,
(11) empleo la más tradicional de todas, vaciando la caja del rabel con barrenos y gubias: y en "Rutas por Cantabria" de Telecabarga, una tercera forma. Quiero insistir en la necesidad de respetar las propias iniciativas"...
(12)
Luis A. Payno
(13) en "Instrumentos musicales de construcción sencilla" nos dice que "el rabel es un instrumento de cuerdas frotadas. Consiste en una caja de resonancia de la que sale un mástil y sobre la cual se tensan dos o tres cuerdas de tripa o acero sujetas por un extremo a un cordal y por el otro a unas clavijas giratorias que permite su afinado. Las cuerdas son frotadas mediante un haz de crines de caballo impregnadas en resina y tensas sobre un arco corto de madera. Para su construcción emplearemos madera flexible, no excesivamente dura; tradicionalmente era la de saúco, aliso, castaño o pino, siendo estas dos últimas hoy en día fáciles de conseguir en el mercado y presentando características acústicas adecuadas". Y a continuación, describe, paso a paso, la construcción del instrumento.
Pedro Madrid Gómez, en el libro EL RABEL Y MIS EXPERIENCIAS dedica 12 páginas a este asunto afirmando que "el rabel de nuestros días tiene realmente poco que ver con aquellas pobres construcciones de antaño donde bastaba aprovechar un tronco seco, librándolo de arder en el liar de la chimenea, desbastándolo a golpes de hacha, refinándolo luego y dándole forma al estilo de los viejos albarqueros. Todo con las prisas que desataba aquella curiosidad por presenciar el alumbramiento".
(14)
PRESENTE DE NUESTRO RABELUCO
Que el rabel despierta simpatías, especialmente en nuestra tierra, está fuera de toda duda. Vamos a comenzar este capítulo con los versos que le dedica Emilio Jorrín, un "campurriano ausente" que busca cualquier disculpa para volver a casa.
Rabel
Tronco de abedul, madero,
te han cortado en buena luna,
pero tienes que curar primero
para que a golpe de azuela
te dé forma el artesano,
Luego te pondrá una piel
de cabrito, bien reseco,
y con crines de un caballo
acabarás siendo instrumento,
Rabel
viejo amigo de pastor,
cuando echas tus notas al viento,
créeme que yo siento
una profunda alegría,
y tengo la sensación
de que oigo un gran concierto
pleno de armonía. (15)
Sin duda se ha producido un reverdecer de la música popular y, más concretamente, del rabel; aunque, en ningún caso, como para echar las campanas al vuelo, puesto que "hay muchos ejemplos del desarraigo cultural de los últimos años. Ya la Guerra Civil, 1936-1939, (a la que nos hemos referido) supuso una tremenda ruptura; en concreto, el rabel y la pandereta no se recuperaron nunca del todo; no obstante, los años 60 y 70, con el trasvase poblacional, han supuesto un cambio profundísimo, con la forma de vida anterior y, en concreto, el diálogo, la transmisión oral de la cultura, el contacto entre generaciones casi ha desaparecido. Han surgido los "reyes del asfalto", grupos callejeros y varias formas de evasión, pero no de concienciación, ni ciudadana, ni cultural. Ahora mismo caminamos sin rumbo y lo más grave es que no se ven atisbos, indicios de que todo esto vaya a cambiar". Esto pensaba allá por 1991, hace 10 años; sin embargo el interés por el rabel ha aumentado considerablemente. "El futuro musical del rabel campurriano, actualmente, pasa por lo que sea capaz de llevar a cabo la recientemente constituida ASOCIACIÓN CULTURAL "RABELISTAS CAMPURRIANOS". En su ilusión, sus ganas de trabajar y su acierto quedan depositadas las expectativas que pueda tener nuestro rabeluco.
En la presentación del MÉTODO DIDÁCTICO-PRÁCTICO PARA TOCAR EL RABEL, concluía de la siguiente manera: "La esperanza de que todo esto contribuirá a recuperar el casi olvidado, RABEL CAMPURRIANO y a enriquecer nuestro acervo cultural ha sido el norte y el motor de los trabajos que, a continuación acompaño".
Una gran cita con "El rabel campurriano" fue la "EXPOSICIÓN" que llevamos a cabo del DEL 16 AL 24 DEJUNIO en LA CASONA DE REINOSA, con actuaciones DE RABEL, en directo.
Precisamente de esos actos, vamos a reproducir algunas de las coplas que se escucharon. El ingenio creador de los "juglares" actuales sigue vivo.
Rafael Seco decía así:
La vuelta ciclista este año
dicen sale de Reinosa,
con las calles que tenemos
la meta en Matamorosa.
Ya sé que andan por ahí
copiándome a mí las coplas,
¡Chavales a discurrir!
no me toquéis las pelotas.
Aunque también para él se prepara algo:
Rafa, Rafa, cásate,
que se te pasa el tempero,
que la escuela necesita
churumbeles con salero.
Las habilidades para afinar los rabeles del mismo modo, incluso representando dos formas de coger el instrumento diferentes, quedaron de manifiesto en la actuación del jueves, 21 de junio:
Rafa San Emeterio (MIMI). Estilo purriego, (con el rabel sobre las rodillas).
El cura que hay en Reinosa,
va al infierno de cabeza,
si el obispo no le pone
un candado en la bragueta,
Alfonso Ahumada: (Estilo campurriano).
Las mozucas de Argüeso
cuando suben al castillo,
la que no baja preñada
baja ya con el chiquillo.
Y también el "pique" mutuo que terminó con un apretón de manos:
Alfonso:
A la entrada de Cueto
hay una piedra muy gorda
y a la salida está MIMI
que no le quieren las mozas
Mimi:
Si ahorras unas perrucas
y al Banco quieres llevar,
no te fies tú de Alfonso,
que es listu como el que más.
Alfonso:
Cuando MIMI era pequeño
se meaba en la cocina
su abuela con las tenazas,
le agarraba la chilina.
Mimi:
Fonso prometió a la novia
que se iban a casar
han pasado quince años
del tema no piensa hablar.
He querido reproducir "lo último" del RABEL, porque, de alguna forma, siguen representándose los temas de siempre: la crítica social y al estamento religioso, la "socarronería", la agudeza y el ingenio de cantar a las debilidades de cada cual...
FUTURO DEL RABEL CAMPURRIANO
El futuro ya está aquí. Lo tocamos con la mano. Se construye día a día. Afortunadamente tenemos referencias cercanas en Campoo y la historia, pese a la falta de testimonios escritos nos confirma la utilidad de esta música. Los competidores por el tiempo libre (cada vez más abundante en nuestra sociedad) son muchos. Tal vez haya desarraigo, pero no deberá faltarnos la ilusión y el convencimiento de que nuestro rabel seguirá teniendo un espacio en nuestra identidad como pueblo.
¿Cómo vamos a seguir trabajando los folcloristas? Lógicamente en colaboración con algunos rabelistas y folcloristas jóvenes, que tienen inquietudes y perseverando en la búsqueda de apoyos y soluciones para nuestras demandas.
El término folclore fue utilizado por primera vez en 1846 por el inglés W. YOHN TOMS juntando las voces sajonas folk= pueblo, gente... y lore= saber, en un principio pretendía designar el conjunto de actividades de la vida popular: literatura, tradiciones, leyendas, refranes, comidas, formas de vestir, fiestas, etc. Hoy el término está más acotado y se refiere, casi exclusivamente, a la música popular.
A mi modo de ver, hay una confusión entre el folclore y la música folk que se debe de aclarar. Los folcloristas que "hacemos folclore" se supone que somos el pueblo, que estamos lo más próximos a él, que conocemos su mentalidad, su forma de vida, sus inquietudes, sus vivencias, porque somos parte de ellas. Paulatinamente resulta más difícil. La sociedad rural, "alma mater" de estos saberes cada vez es más reducida, más vieja y, por tanto, con menos capacidad creativa. Muchos se acercan, unas veces con curiosidad y otras con admiración, a las personas mayores que quieran contarles su vida dando por válido y seguro cuanto reciben, olvidando que, con frecuencia, puede estar "adulterado" por diversas causas. Lo mejor sería "investigar desde dentro", formando parte de la propia comunidad. En este campo, los que procedemos de un ambiente rural y hemos vivido muchas de las manifestaciones folclóricas, "los que somos de pueblo", tenemos un punto a nuestro favor.
La música folk, "bebe" en los "arroyos", en las manifestaciones musicales y festivas que produce el pueblo a través de sus cantores y ejecutantes; lo elabora, lo trata, acompañándolo de distintos instrumentos, y lo prepara para que la "mass media" lo asimile y lo disfrute. Continuando con el símil del agua: lo depura, y lo embotella, con una buena presentación y un buen etiquetado.
En este presente futuro, tropezamos con la primera dificultad importante: ¿Hasta dónde debe llegar la tradición a la hora de tañer el rabel? ¿Qué postura deberemos defender, la purista o la progresista? ¿Vale todo o, al contrario, deberemos seguir tocando los ritmos "a lo pesao" y "a lo ligero" de siempre, aunque cambiemos la letra de las coplas? El debate, dentro de la Asociación, ya está planteado. Actualmente son muy pocos los rabelistas que saben acompañar los ritmos de la jota o, dicho de otra manera, no quedan parejas que nos enseñen como se "ajustaban" el tañedor y los danzantes.
Considero que es necesaria una mejor conexión con el pasado, pero sin olvidar una proyección de futuro; es decir, no cuestiono la tradición, pero también los romances, las canciones de ronda, de boda, incluso villancicos
(16) y baladas se pueden acompañar con el rabel. Efectivamente deberá haber un límite que lo marcará a mi modo de ver la intuición de cada tañedor. Con las técnicas actuales de construcción, la preparación musical de algunos tañedores y utilizando las tres cuerdas se puede interpretar cualquier tipo de melodía. Eso, ya no sería folclore. No "veo" al rabel interpretando un pasodoble; aunque algunos rabelistas lo hagan. Por otra parte, según el relato de un sevillano afincado en Reinosa, los verdiales, en la parte de Sevilla que limita con Badajoz, se acompañaban con un rabel, posteriormente con el violín y ahora con guitarra.
En referencia a la canción popular,
(17) podemos leer " Hay que respetar toda esa vieja canción, aunque esté en desuso... Sin embargo, no cabe duda de que tampoco podemos permitirnos el lujo de desentendernos de la canción que se hace en el momento actual y encargar a futuras generaciones que la estudien y le pongan el marchamo de folk, que ahora no nos atrevemos a emplear".
Hay que trabajar el futuro "conociendo de dónde venimos, para así saber mejor a dónde vamos" como he manifestado en varias ocasiones .
CONCLUSIONES:
Tal y como hemos tratado de plasmar a lo largo de este artículo, las líneas de investigación sobre el origen y la evolución del rabel no se han agotado. Si queremos seguir trabajando deberemos profundizar en la búsqueda etnográfica; es decir, el conocimiento de los usos, costumbres y tradiciones de nuestra tierra; así mismo, con la enseñanza del folclore. Hay muchos valores tradicionales que merece la pena conservar.
(18). Los organismos públicos deben preocuparse de velar por nuestra cultura popular.
NOTAS
(1) Es buen momento para agradecer a cuantas personas, algunas anónimas, me han enviado información desde distintas partes de España y de universidades extranjeras, como Luis A. Payno, corraliego afincado en Madrid o María Álvarez, profesora en Deusto, que me lo envió desde la Universidad de Ohio en Estados Unidos. También a las traductoras del inglés, mis compañeras de profesión, Mercedes y Marisa.
(2) En buena parte me voy a servir de la Conferencia actuación que sobre "La Música popular y el rabel" desarrollé el 25 de abril de 1991 en el Instituto de EL ALISAL (Santander).
(3) DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES. De Ramón Andrés. Diccionario VOX. Editado por BIBLOGRAE S.A. en 1995.
(4) Ramón Menéndez Pidal. POESÍA JUGLARESCA Y JUGLARES. Orígenes de las literaturas románicas. Editorial Espasa Calpe. Novena Edición, 1991.
(5) EL RABEL, INSTRUMENTO MÚSICO FOLCLÓRICO. Publicaciones del Instituto de Etnografía y Folclore, Volumen II. 1970).
(6) Frase pronunciada por la protagonista de LA MUJER CAMPURRIANA, UN SIGLO EN SU HISTORIA, trabajo ganador del "Premio de Investigación a trabajos relacionados con la mujer campurriana", organizado por el Excmo. Ayto. de Reinosa, cuyo fallo se hizo público la pasada primavera.
(7) Gracias a la información que en él se recoge. Fidel González Peña, un artesano y tallista de Matamorosa, ha hecho una reproducción exacta de los 10 rabeles que se citan.
(8) Gráfico elaborado para el artículo divulgativo "Con el rabel al hombro" publicado en la revista PORTAVOZ, que edita la APA del C. P. "Concha Espina", publicado en 1989.
(9) Artículo divulgativo "Con el rabel al hombro" publicado en la revista PORTAVOZ, que edita la APA del C. P. "Concha Espina", publicado en 1989.
(10) APUNTES DE RABEL. Cuadernillo. Edición "casera" del autor revisada en septiembre de 2000.
(11) Tradiciones y costumbres del Alto Campoo, colección de tres vídeos dirigidos por Eugenio Monesma, con la producción de PYRENE, PV. Esta iniciativa se llevó a cabo en 1998 por LEADER-CAMPOO, con fondos de la unión europea, para promocionar nuestra tierra. EL RABEL, con una duración de 20' 16 " se incluye, junto con otros temas en el vídeo número 1. En su portada dice así: "Desde su infancia, Tomás Macho ha sentido un cariño especial hacia el rabel. Aleccionado por su madre en las veladas nocturnas, que cantaba los romances transmitidos generación tras generación, aumentó su interés por este instrumento tradicional, hasta convertirse hoy en investigador, tañedor y constructor de rabeles".
(12) MÉTODO DIDÁCTICO PRÁCTICO PARA TOCAR EL RABEL. Cuadernillo. Edición "casera" del autor revisada en septiembre de 2000.
(13) Luis Ángel Payno. INSTRUMENTOS MUSICALES de construcción sencilla. Temas didácticos de Cultura tradicional n° 3. Centro Etnográfico de documentación. Diputación de Valladolid. 1986.
(14) "EL RABEL y mis experiencias". Pedro Madrid Gómez. IMPRESANT. San José, 5, 39003 SANTANDER. 1998.
(15) Emilio Jorrín. "Voz y paisaje". Edición de Tierra de Fuego. 1989.
(16) El pasado 3 de junio, fui invitado a unos encuentros sobre la trashumancia en Brieva de Cameros (Logroño). Según el testimonio de Javier Asensio, estudioso del rabel en la Rioja, hay constancia de que se acompañaban los villancicos con el rabel. Antes de tener conocimiento de esto, en 1995, realicé una maqueta con nueve villancicos tradicionales y cuatro más de composición propia que ponía a la venta en las exposiciones de rabeles a las que acudía.
(17) El canto popular. Folk y nueva canción. José Ramón Pardo. Aula abierta de Salvat. Salvat editores. S.A. Barcelona 1981.
(18) DIDÁCTICA DEL FOLCLORE. Temas didácticos de Cultura tradicional (cuadernillo n° 11). Centro Etnográfico de documentación. Diputación de Valladolid. 1986.
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