La fiesta es "diversión y regocijo", según versión oficial competente y es, también, día distinto del común. El calendario señala muchas fiestas en el transcurso del año, algunas, como la Navidad son propias de muchos pueblos y tienen cariz religioso como las conocidas bajo la advocación de un santo y otras solemnidades religiosas de carácter periódico, indicativas de las fiestas patronales de los pueblos.
Dice Echegaray que en la tradición de Cantabria existen muchas fiestas vinculadas al calendario solar y otras al lunar, en gran parte incorporadas y refundidas en el ciclo litúrgico cristiano. Los Hoyos Sainz destacan el interés del estudio de las fiestas populares por confluir en ellas tanto las artes como las actividades sociales y económicas de un pueblo. Así mencionan las artes rítmicas con el baile, cantos, música y también poesía; las plásticas, con los trajes, adornos, objetos y diversiones que se emplean y constituyen las manifestaciones folklóricas, según ellos, nunca mejor exhibidas que en estas expansiones. Al aludir a las actividades sociales, destacan la exaltación de la convivencia y su altruista alegría, así como, en las económicas privan las ferias y mercados que, en muchos casos sirven de base.
En Cantabria se vienen celebrando gran número de fiestas de origen pagano que se han acomodado a los usos y costumbres del cristianismo. Siguiendo un orden cronológico, comenzaremos por la
Bijanera o
Viejanera, relacionada con la vida pastoril, que se celebra a primeros de año. Entre los contenidos en el calendario lunar, están los Carnavales del
Antruido; las Marzas tienen clara relación con el equinoccio de primavera, así como las Mayas, de raigambre romana. Con el solsticio de verano tienen relación las del fuego, en muchos casos equivalentes a las fiestas cristianas de San Juan y San Pedro. El equinoccio de otoño comprende las de San Miguel y San Martín emparejadas con actividades laborales, y el solsticio de invierno comprende las Navideñas de todo el mundo cristiano.
La vida rural da de sí lo suficiente para recrear el calendario de motivaciones festivas; mencionaremos algunas: las salidas de ganado a los puertos, así como el regreso y las peleas de toros consiguientes; las concentraciones alrededor de las hogueras; las enramadas en sus diversas versiones; la llegada de las primeras cerezas; la siega de la hierba, especialmente el último día, con cena y baile; las procesiones con árboles y el culto a las fuentes, pozos y ríos; los premios a los cazadores de milanos, zorros o lobos; las
derrotas o invasión del ganado en las tierras, una vez terminada la cosecha de patatas y, finalmente, incluyamos las salidas a
natas o
vísperas que, además de las marzas y otros motivos ocasionales, celebran las rondas de mozos de cada lugar.
Con sentido más generalizado y actual , además de ser más importantes por cuanto arrastran más gente, están las fiestas patronales y las creadas como atractivo de las ferias de ganado. Entre estas últimas son de recordar, por su originalidad, las de Mercadillo y Casasola, en Valdeolea, ambas motivadas por su emplazamiento y el interés de celebrarlas en fechas determinadas. Es frecuente que las ferias, aunque acaparen las fiestas más importantes de una población, no coincidan con las celebraciones patronales, como ocurre en Reinosa.
Los periódicos reinosanos del pasado siglo nos dan cuenta de festejos tradicionales celebrados en muchos pueblos campurrianos, con sus consabidas romerías y otras atracciones, no demasiadas, `pues no siempre estaban pletóricas de medios económicos las Juntas Vecinales responsables. La fama de las romerías dependía muchas veces de la labor de los mozos y de su organización; en gran parte se confiaba en la actuación de los amenizadores de la romería: pandereteras, principalmente, y dulzainas y piteros, algunas veces en solitario , como los ya mencionados en otras ocasiones, como el ciegu de Fontecha, el tiu de Izara, el Chiscu o Pintu de Paracuelles y, sobre todos el Tío Titosón, que así llamaban a Jerónimo Vega, quien se las bastaba sólo para tocar dos instrumentos a la vez: pito y zambomba. Hombre singular , a quien el maestro Juan Guerrero dedicara una obra que compuso con el aire popular de La Rueda, que se bailaba en todas las romerías de Campoo con la exclusiva aportación musical de Titosón.
Nos dicen crónicas, que la feria de Espinilla, por ejemplo, estuvo muy concurrida y se reunieron hasta trece coches (de caballos, naturalmente), la docena del fraile, apunta el cronista que nos describe la romería de 1885: hubo "juego de sortija a Setién , el cantinero, se le acabaron las provisiones. También hubo animación en las de San Pantaleón de Cañeda, San Juan de Bolmir, San Justo de Villar, San Pelayo de Naveda, el Corpus de Orzales, San Antonio de Salces y muy especialmente, San Pedro, que se celebraba en Matamorosa. A propósito de esta romería digamos que por entonces tenía lugar en Matamorosa, según nos informan los periódicos reinosanos; precisamente "El Ebro", dedica en l886 una crónica exhaustiva de esta romería, a la que acudió mucha gente con ganas de bailar lo que hizo al son del tamboril y de la dulzaina. También disfrutaron de buenas meriendas por lo que ensalza los buenos servicios de Crisantos, Garmendia y Morante. Fue héroe de la fiesta "el pastor " de Izara, que luego hubo de ausentarse por mal tiempo, suspendiéndose la romería.
El traslado de esta romería a Requejo, según datos que conocíamos "por tradición oral", confirmados posteriormente por el amigo Balbás, fue asunto que decidieron los mozos de ambos pueblos, quienes, entre discusiones y apuestas, llegaron a un acuerdo a costa de dos cántaras de vino y dos ovejas, que los de Requejo entregaron a los de Matamorosa. El cambio, pues, se hizo por una merienda, sin otro requisito legal, ni contrapartida. Según parece, esto ocurrió a primeros de este siglo (se dice que hacia 1910). Ambos pueblos tenían a los mismos patronos: San Pedro y Santa Agueda, quedándose Matamorosa con la romería de Santa Agueda, "La Celliscona", que se celebra el día 5 de Febrero, además de la de San Miguel, el 29 de Septiembre, una de las clásicas fiestas de signo agrícola. San Pedro de Requejo es una de las romerías más concurridas de la comarca, pues además de las atracciones con que siempre ha contado, muchos reinosanos se daban cita en las praderas del entorno de la romería, junto al puente sobre el Ebro, para merendar en plan familiar.
Otra romería muy celebrada y con mucha concurrencia familiar ha sido siempre la de Santa Ana, el 26 de Julio, junto a la ermita del mismo nombre, en término de Fresno del Río. La reseña que de ella hace EL EBRO, en el año 1887, hace referencia a una ermita inutilizada, pero Julio de la Puente, en 1916, nos describe el lugar de la romería con la ermita ya reconstruida y, entre otras observaciones, comenta que aunque se bailaba al estilo tradicional, con pandereta, también se movía la juventud "a lo agarrao", con música de acordeón y de organillo. Otra de las novedades señaladas es que acudían también "los ciegos" con los cartelones de escenas horripilantes, vendiendo coplas.
Entre las romerías celebradas junto a las ermitas, tenemos también la de "Los Cagigales", cuya celebración solía ser el día ocho de septiembre; pero la más sonada, de mayor tradición y todavía la más concurrida es la de Las Nieves. Sus orígenes se remontan al año 1615, cuando, según tradición, el pastor Justo Bazo encontró la imagen de la Virgen, que comenzó siendo venerada en el lugar conocido por el Abra o Labra, que de ambas formas continua llamándose. El insigne campurriano Ángel de los Ríos, al tratar del dolmen del Abra dice: "¡ Quien sabe si la cúspide de Peña Labra, donde existió la ermita de la Virgen del Abra, sería quizás, lugar religioso y venerado, consagrado por la tradición más tarde y en la Era Cristiana...! Los primeros devotos hacían su peregrinación a este elevado lugar, hasta que el propio pastor levantó una ermita en el llamado prado de Domingo, que era más accesible. Más tarde, la Cofradía de la Virgen del Abra trasladó la imagen a la ermita de San Miguel en Somo Celada, jurisdicción del pueblo de Villar, aunque próximo a Celada de los Calderones.
Según las crónicas publicadas dentro del pasado siglo en la prensa reinosana, la afluencia era extraordinaria, acudiendo gentes de todos los pueblos de Campoo a la romería que tenía lugar junto al santuario, utilizando todos los medios de transporte posibles, según la época , ya que hace más de cien años que ya acudían romeros en carretas, carruajes de caballos o andando.
En el número de EL EBRO correspondiente al 9 de Agosto de 1885, el cronista de turno dice: " Las campurrianas de arriba acudieron a la cita (a pesar de la niebla que mojaba) y de Reinosa fue casi toda la mocería masculina, no faltando tampoco algunas de las representantes de la femenina. Se bailó mucho a "la Rueda", se despacharon muchas meriendas y aunque el refrán reza que "nadie vaya a la romería que no le pese otro día", el pesar esta vez no debió ser muy grande, porque la mayor parte de los pollos volvieron al día siguiente a Villar, donde se celebra a San Justo".
Por el contrario, en el Santuario más importante, el de Montesclaros, donde se venera a la Patrona de la Merindad, no se celebran nunca romerías, ni fiesta profana alguna, limitándose, en los días señalados , a las festividades religiosas, como colofón a las numerosas peregrinaciones que acuden en el transcurso del año.
Una fiesta de gran tradición, que sigue interesando a la comarca, es la de "Los Campanos" de Abiada. Para Don José Calderón, debe enlazarse con las salidas a puerto y con las peleas de toros y no admite duda, puesto que se basa en una subida al puerto para cambiar de lugar al ganado, trasladándolo a brañas más bajas, labor que realizan los mozos después de haber permanecido en la cabaña y sus alrededores, junto a las hogueras y aprovechar el tiempo comiendo unas migas. Las vacas, después de ser dotadas de grandes campanos, son bajadas al pueblo, para que las vean sus dueños. Previamente, como complemento, se echan a pelear los toros, según costumbre establecida en los pueblos, para que, una vez que se conocen, eviten los enfrentamientos en los puertos. Con el transcurso de los tiempos, se fueron organizando concursos folklóricos de rondas de mozos, trajes y canto y baile con pandereta; así como recitales de romances y las célebres
"charlás". Un vecino de Abiada, Manuel del Río, mas conocido por "Manueluco el Molinero", fue el impulsor de este tipo de festivales en estos últimos años y autor de algunas de las
"charlás". La fiesta de "Los Campanos", que se celebra todos los años el primer domingo de septiembre, cuenta ya con un repertorio muy completo en su programa, que resulta sumamente atractivo para propios y extraños.
LAS FIESTAS EN REINOSA
Abundando en el tema de la relación entre ferias y festejos y, considerando a éstas como una consecuencia de aquellas, vemos que en Reinosa , un poblado con importante influencia comarcal y con renombrados mercados desde primeros del siglo XV, que sepamos, celebraba, asimismo, fiestas anejas a sus ferias. La de Santiago comenzó oficialmente por consenso del vecindario en 1650 y acerca de la de San Mateo, tenemos referencias de finales del mismo siglo.
No nos resistimos a dar cuenta de una singular fiesta celebrada en la entonces villa de Reinosa a finales de Agosto de 1776, con motivo de la inauguración de las obras de reconstrucción de nuestra iglesia de San Sebastián, siendo la primera noticia que tenemos sobre la celebración, en nuestra población de un festival de toros, que fue anunciado así: " Dos grandes corridas de 12 toros 12 en la muy noble y muy leal villa de Reinosa, los días 26 y 27 de Agosto de 1776, a cargo del alentado torero, Ambrosio de Valdivielso ". Doce de los toros pertenecían a la vacada de Exea de los Caballeros y los otros doce a "la brava vacada de don Manuel Barrientos, vecino de Salamanca. La plaza se levantó en la "pradera llamada de las catorce fuentes", que se corresponde, más o menos con la conocida plaza de Los Caños. Los festejos fueron muy variados, incluso con romería en la plaza y lo que fue novedad gratificante para los jóvenes, especialmente, lo constituyó una fuente de vino, gratis, sin duda, que los organizadores pusieron a su disposición. Se dice que ésta fue la causa de que la pila bautismal de nuestra Parroquia se conociera con el sobrenombre de pila de los borrachos.
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