Flora campurriana

Gonzalo Valdeolivas Bartolomé

1. Introducción y matorrales de alta montaña
La flora de Campoo la estudiamos bajando des­de sus cimas, siendo la más elevada la del Cuchi­llón (2 222 m), hasta las partes más bajas de los municipios de Campoo de Suso, Campoo de Yuso, Enmedio, Reinosa y las Rozas de Valdearroyo. Una superficie de algo más 470 Km2.
 
Esta zona se incluye en la región biogeográfica Eurosiberiana, provincia Atlántica, sector Orocantábrico. Las distintas altitudes se reparten en los llamados "piso subalpino", desde las cotas mayores hasta unos 1 600 m, y, por debajo, el "piso monta­no", con vegetación potencial (climácica) de bos­ques.
 
La vegetación del Piso Subalpino, en las sierras de Híjar y el Cordel se asienta sobre rocas detríti­cas: conglomerados y areniscas del periodo Triásico, que generan suelos ácidos. La comunidad do­minante se compone de matorrales bajos: enebrales rastreros con brecinas y arándanos.
 
Brecina (Calluna vulgaris)Los enebros (Juniperus communis subespecie nana) son coníferas de la familia de los cipreses con hojas, de unos 11 x 2 mm, acabadas en ápice puntiagudo, algo aquilladas por el dorso y con una banda blanca por el haz, formada por la acumula­ción de estomas para el intercambio de gases. Estos enebros rastreros se consideran una subespecie del enebro común, de mayor porte y que puede verse más abajo, por ejemplo en la zona de la Península de la Lastra, ya en el embalse del Ebro. Los frutos azul oscuros de sabor a ginebra parecen tener más pigmentos flavonoides antioxidantes en la subes­pecie de alta montaña. Otras coníferas, los tejos (Taxus baccata), se encuentran más abajo, en los bosques entre los que discurre el río Híjar, o en paredones de areniscas sobre dicho curso de agua.
 
Los tejos pueden ser machos o hembras (monoicos), siendo éstas las que llevan sus frutitos con su cu­bierta roja que recubre a la venenosa semilla.
 
Brezo de turbera (Erica tetralix)Las brecinas (Calluna vulgaris), poseen las ho­jas menores de todas las especies de brezos ibéricos, constituyen una especie ubiquista que baja hasta la costa en Cantabria y en Alto Campoo forma autén­ticas alfombras. Otras especies de la familia de los brezos (ericáceas), alcanzan alturas en torno a los 2 000 m. En algunas zonas más húmedas (edafohigrófilas) puede acompañar y sustituir a la brecina, el brezo de turbera (Erica tetralix), con sus hojas dispuestas por grupos de cuatro, dirigidas hacia arriba, bajo sus flores agrupadas al final de los ta­llos. El género Erica es el mayoritario en cuanto a los brezos: nueve especies del mismo se encuen­tran en Cantabria. El brezo cantábrico (Daboecia cantabrica), posee las hojas más anchas de todos los brezos ibéricos, muy blanquecinas por abajo, y también las flores mayores. Llega hasta los 2 000 m en la sierra del Cordel.
 
Arándano común o ráspano (Vaccinium myrtillus)Sin salirnos de la familia de las ericáceas, los arándanos comunes o ráspanos (Vaccinium myrtilus) dejan ver sus tallos alados y hojas dentadas, mientras otros arándanos, los negros o alpinos (Vaccinium uliginosum), con tallos redondeados y hojas enteras pueden acompañarlos en las zonas más altas, esta última especie no desciende del piso subalpino. Los arándanos se tornan rojos al trans­currir el verano, ese color lo toman también otras especies subalpinas de otras familias. Es el caso de las lecherinas (Euphorbia polygalifolia), cuyos ta­llos se rompen dejando salir látex blanco que le da su nombre, sus hojas pueden recordar a las del hipérico alpino (Hypericum richeri), la especie de este género que crece a mayor altura en Cantabria.
 
También plantas de hojas crasas se tornan rojas: las siemprevivas cantábricas (Sempervivum Vicen­te}), de flores con numerosos pétalos, y los sedos o uvas de perro (Sedum villosum), que viven en los entornos más húmedos de todas las especies de su género, con flores de cinco pétalos normalmente rosados y diez estambres, mientras la Sedum brevi- folium, posee diminutas hojas dispuestas en cuatro hileras.
Los arándanos tienen propiedades medicinales, son ricos en flavonoides como los antocianósidos que, por ejemplo, disminuyen la fragilidad de los capilares sanguíneos. Tienen interés para la vista así como para infecciones urinarias tipo cistitis.
 
 
2. Abedulares rastreros y herbáceas de alta montaña
Abedules cerca de PeñalabraA casi 2100 m de altitud, bajo unas peñas de conglomerados se encuentra un abedular rastrero ocupando una zona de poco más de 300 m2, emer­giendo de las alfombres de brecinas. Los ejemplares de estos abedules (Betula alba) no superan los 25 cm de altura, los limbos de sus hojas triangula­res no superan los 35 mm de largo. Ninguno po­see semillas ni amentos florales entrado el verano, cosa que sí se aprecia más abajo, en los abedules arbóreos de las orillas del Híjar, allí se puede ver como sus semillas, rodeadas de alas para disper­sión, se disponen sobre escamas de tres brazos en sus infrutescencias cilíndricas. Desde las crestas del Cordel mirando a Polaciones, vemos abedulares y ejemplares que ascienden del bosque, por los can­chales. Cerca de la senda a Peña Labra, aparecen ejemplares salteados de unos 3 m de altura y a unos 2 000 m de altitud. Las hojas de abedul tienen propiedades diuréticas y su savia se ha usado con­tra inflamaciones en el aparato urinario.
 
De la familia de los abedules son otras especies famosas: los avellanos (Corylus avellana) llegan a unos 1 500 m de altitud, mientras los alisos (Alnus glutinosa) se quedan mucho más abajo, entre La Población de Yuso y Lanchares, junto con una alta herbácea que se emplea contra la diarrea por su contenido en taninos gálicos y mucilagos, se tra­ta de la salicaria o arroyuela (Lythrum salicaria), sus bonitas flores rosadas, de seis pétalos y doce estambres desiguales, no pueden verse a más alti­tud. Los alisos forman bosques riparios donde las riberas fluviales se hacen más amplias y llanas; sus raíces hacen simbiosis con una bacteria del grupo de las Gram positivas, la Frankia alnii, asimilando así el nitrógeno del aire. La corteza vieja de este ár­bol cocida se emplea en pueblos de montaña de la provincia de León para gargarismos en problemas de garganta.
 
La vegetación leñosa baja subalpina es salpica­da por herbáceas vivaces que pueden formar pastos más o menos amplios con varios representantes de diversa familias, una de las cuales son las típicas "hierbas", las gramíneas, en cuyas espigas florales no hablamos de sépalos o pétalos, sino de glumas y glumillas; entre ellas destacamos:
 
Deschampsia flemosa, posee espiguillas flora­les formadas cada una por dos flores con largas aristas acodadas. La avenilla asurcada (Avenula sulcata), tiene espiguillas con cuatro a seis flores y aristas acodadas saliendo de sus glumillas. Las fes­tucas también poseen varias flores por espiguilla, algunas son de hojas punzantes y azuladas, caso de la Festuca skia, aquí las aristas son rectas y cor­tas. Los agróstides poseen espiguillas con una sola flor, la panícula divaricadas del agróstide truncado (Agrostis durieuí), posee una forma neblinosa. Si bajamos a los aluviones de la orilla del Híjar en Paracuelles, encontramos a la Calamagrostis pseudophragmites, con largos pelos en la base de sus espiguillas. Volviendo a la zona alta, es muy típica otra hierba, el cervuno (Nardus stricta). Con las es­piguillas unifloras que se disponen en una espiga que sale de un solo lado del tallo, formando cés­pedes compactos en zonas húmedas, dando lugar a pastos llamados cervunales.
 
Acompañan a las gramíneas, otras monocotiledóneas parecidas como las ciperáceas Carex asturica y los algodones de pantano (Eriophorum angustifolium), o juncáceas como Juncus trifidus y Luzula nutans.
 
Colleja ciliada (Silene ciliata)Enriquecer el suelo en nitrógeno es característi­co de las leguminosas por su asociación radical con bacterias fijadoras (Rhizobium). Destacan cuernecillos (Lotus corniculatus), vezas pirenaicas (Vicia pyrenaica) y sobre todo los regalices de montaña (Trifolium alpinum), esta última especie con hojas trifoliadas formadas por hojuelas unas cinco veces más largas que anchas, cuyas células poseen ocho parejas cromosómicas.
 
Las compuestas o asteráceas constituyen la fa­milia más diversa a nivel global. Aquí podemos ver pequeños ejemplares de la vara de oro (Solidago virgaurea), que en zonas más bajas tienen más altu­ra, las grisáceas antenarias (Antennaria dioica), las rosetas de hojas blancas por abajo de las pelosillas o hierbas de la brucelosis (Hieracium pilosela) o di­versos senecios: Senecio pyrenaicus, S. adonifolius, S. aquaticus, e incluso especies ruderales como la S. nebrodensis y la hierba de Santiago (S. jacobea). El aumento de abonado que proporciona el ganado favorece a cardos como el cardo seco (Carduus carpetanus), de tallos cubiertos de espinas aladas, o el corona de fraile (Cirsium eriophorum).
 
Representantes de los claveles son la collejas ciliadas (Silene ciliata), la colleja pegajosa (Silene nutans), las clavelinas (Dianthus hyssopifolius), las arenarias rojas (Spergularia rubra) o las escasa lu­cerna (Lychnis alpina).
 
Las umbelíferas tienen inflorescencias de tipo umbela. Los radios de los que salen estas flores son de desigual longitud en la Selinum pyrenaeum y en los eneldos de oso (Meum athamanticum), con sus olorosas hojas. Al lado del aparcamiento de la Fuente del Chivo, se ve otra especie de esta fami­lia de amplias hojas, la blanca ursina (Heracleum sphondyllium).
 
 
3. Canchales y el entorno de la Fuente del Chivo
Escaramujo alpino (Rosa pendulina)Los canchales con grandes bloques de piedras son el hábitat de las dedaleras de flor roja (Digitalis purpurea), la base de cuyas flores se chupaba y sus hojas tiene utilidad sobre la piel, conocida como hojas de lobo en algunas zonas de Cantabria. El glucósido digitalina procede de esta especie. Menos frecuentes son otros miembros de su familia (escrofulariáceas), las grandes viboreras cantábricas (Echium cantabricum), que recuerdan a los taginastes canarios que se cultivan en Selaya. Las dedaleras llegan hasta el borde del mar y las viboreras también, pero hay otra especie menor, que también se ve en los caminos de Alto Campoo, la viborera común (Echium vulgare). La rara hierba de San Cristóbal (Actaea spicata), de anchas hojas, flores blancas de las que sobresalen sus estambres y bayas oscuras, se pueden ver en los canchales sobre el Híjar, cercanos a Braña Vieja, lo mismo que los acónitos, de flores en forma de cas­co, el acónito amarillo (Aconitum vulparia) es más frecuente que el acónito azul (Aconitum napellus). Son especies tóxicas de la familia Ranunculáceas.
 
Un canchal sobre glera la Fuente del Chivo tiene especies como:
   Pies de oso (Adenostyles alliaria), megaforbia de hojas redondeadas, dentadas y flores tubulosas rosadas.
   Gándaras o grosellero de roca (Ribes petraeum). Con hojas pentalobadas de lóbu­los águdos, que pueden superar los 6 cm de ancho. Este grosellero es mayor que otra especie que desciende más, el grosellero al­pino (Ribes alpinum).
   Modestas y medicinales ortigas (Urtica dioica), que también crecen a estas altitu­des.
   Frambuesos (Rubus idaeus), con sus hojas de envés blanquecino, dichas hojas están compuestas con tres o cinco folíolos, dispuestos de forma pinnada, no palmeada como sus parientes de zonas más bajas, las zarzamoras como la Rubus ulmifolius y R.caesius.
 
Los frambuesos pertenecen a la familia Rosáceas, como otras especies de este entorno: los es­caramujos alpinos (Rosa pendulino], la especie de rosal silvestre menos espinosa y que más asciende en la región; las griñolera (Cotoneaster integerrimus), con hojas elípticas y enteras de envés peloso, colgando de paredes verticales. Es la única especie silvestre en Cantabria de este género con varias es­pecies usadas en jardinería.
 
Pie de león (Alchemilla plicatula)Los pies de león, con sus hojas divididas en lar­gos segmentos unidos por abajo (Alchemilla plicatula), o redondeadas con los segmentos poco sepa­rados y palmeados, como la A. xanthochlora.
 
Las zonas más húmedas cercanas a la fuente posibilitan la observación de:
  Adelfillas (Epilobium alsinifolium), con frutos que arquean para abrirse y dar salida a semillas de pelos blancos y flo­res de cuatro pétalos que encierran estilos mazudos.
  Berros de cascada (Cardamine raphanifolia), de flores rosas a diferencia de los típi­cos berros, que las poseen blancas.
  Geranios silvestres (Geranium subargenteum), de flores rosas con venas oscuras y hojas palmeadas
  Pulsatillas (Pulsatilla alpina], con flores de seis pétalos blancos y numerosos estam­bres amarillos. Los frutos poseen largas prolongaciones filiformes.
  Hépaticas blancas (Parnassia palustris), con flores estrelladas de cinco pétalos blancos, que encierran además de estam­bres, unas piezas llamadas estaminodios productores de néctar. Esta especie posee una sola hoja caudal que abraza al tallo, pero varias hojas basales de largos pecío­los.
  Saxífragas doradas (Chrysosplenium oppositifolium), de hojas opuestas, con flores sin pétalos, con cuatro sépalos y rodeadas de brácteas parecidas a las hojas.
Pedicularis (Pedicularis pyrenaica)  Las verdaderas saxífragas tienen flores de cinco pétalos, blancos en la mayoría de las especies: Saxífraga stellaris, es la de hábitats más húmedos, ya que otras son típi­cas de roquedos, como S. moschata, cuyas hojas forman rosetas que envuelven unas a otras; además se pueden ver sobre estas rocas: S. aretioides, S. conifera y S. paniculata, esta última con sus hojas mostran­do concreciones calcáreas como puntitos blancos.
 
En los roquedos viven las armerías (Armería castellana), con tallos acabados en un capítulo de llamativas flores rosáceas y hojas más anchas que en la especie similar que tenemos en los acantila­dos costeros.
 
En algunas grietas de los conglomerados se puede ver los extraños licopodios (Huperzia sela­go), con agrupaciones de esporas amarillentas si­tuadas entre sus hojas curvadas. Otros pteridofltos (helechos) pueden hallarse cerca, como Cryptogramam crispa, con tallos reproductores distintos de los fotosintéticos, o el helecho lunar (Botrychium lunaria).
 
(Gentiana lutea y Veratrum album)Fama medicinal posee la genciana amarilla (Gentiana lútea), de grandes hojas y flores ama­rillas, cuyo rizoma, se recolecta. Otras especies menores de gencianas pueden también localizarse, incluso gencianillas, como la Gencianella campestris, con cuatro pétalos. Parecidas en las hojas a las genciana amarillas son las vedegambres (Veratrum álbum), pudiéndose localizar juntas ambas especies frecuentemente. Las hojas de las gencianas amari­llas tiene nervios longitudinales notorios, pero los de las vedegambres son mucho más notorios, de forma que parecen plegarlas en acordeón; no con­viene confundirlas por la toxicidad de las últimas.
 
El olor a ajo de algunas pendientes se debe al Allium victorialis, una especie de ajo silvestre de hojas anchas y pecioladas, rasgo que comparte con el ajo de oso (Allium ursinum), especie de bosque que puede encontrarse en el hayedo de la Guariza, sobre Fontibre.
 
Plantas semiparásitas de la familia Escrófulariáceas incluyen a las pedicularis, rinantos y eu­frasias. Flores rojas o rosas posee la Pedicularis sylvatica, cuya corola se compone de dos labios, el superior con un pico corto y dos dientes, mientras la Pedycularis mixta, posee el labio superior aca­bado en un largo pico. Las crestas de gallo (Rhinanthus angustifolius) tienen en el labio superior de su corola amarilla y curvadas, dientes azules; estas plantas que alcanzan los 2 000 m de altura, están desapareciendo de la zona costera, cuando hace unos 10 años eran abundantes. Las eufrasias como la Euprasia hirtella tienen afamadas propie­dades medicinales oculares.
 
Gencianilla (Gentianella campestris)
 
 
4. Los sauces y plantas de zonas húmedas
Los sauces son famosos por el contenido mo­lecular en ácido acetilsalicílico de su corteza y hojas, base de las aspirinas. Algunas especies de sauces superan los 2 000 m de altitud. Entre sus re­presentantes de porte arbustivo y hojas unas dos o tres veces más largas que anchas se encuentran: los sauces cantábricos (Salix cantabrica), con pelosidad blanquecina brillante orientada hacia el ápice, en el envés de sus hojas. Otra especie próxima (Salix salvifolia), posee ramilletes de pelos blanqueci­nos densos en sus hojas. El salguero negro (Salix atrocinerea), tiene sus hojas con pelos rojizos que se tornan oscuros antes de caer; ésta es sin duda la especie más frecuente a lo largo de toda Cantabria. Los pelos del envés foliar vuelven a ser blancos en los sauces cabrunos (Salix caprea), con hojas muy redondeadas, menos de dos veces más largas que anchas. El sauce de hojas de almendro (Salix triandra), carece de pelo en sus hojas... ocurre que... ¡los sauces se distinguen por los pelos!... lo que también es válido para otros géneros vegetales, incluyendo a los robles. Las hojas opuestas son típicas de las ramas rojizas de las Salix purpurea, disponiéndose alternas en todas las restantes especies.
 
Salix eleagnus tiene las hojas muy estrechas, más de cinco veces más largas que anchas, lo que es más típico de los sauces arbóreos: Salix viminalis, Salix alba, Salix fragilis y la especie cultivada, el sauce llorón (Salix babylonica).
 
Los sauces son monoicos, es decir hay indivi­duos femeninos y masculinos. Sus inflorescencias masculinas o amentos poseen flores agrupadas que originan polen anemófilo; cada flor posee dos es­tambres, salvo en Salix triandra que posee tres. Por lo que respecta a las flores femeninas para distinguir las especies hay que empezar viendo si los pistilos tienen pelos o no... las flores se suelen pro­ducir antes o a la par que salen las hojas, pero el Salix repens muestra sus inflorescencias y semillas en Corconte incluso al final del verano y ya entra­do el otoño, en sus ramas que no levantan más de un metro del suelo cerca de la orilla del embalse del Ebro.
 
El gran número de individuos y de especies de sauces se tiene que reflejar en la toponimia de pue­blos, caso de Salces, y en las formaciones de sau­cedas, principalmente de orillas de ríos de toda la zona.
 
De la misma familia que los sauces son los ála­mos. Álamos temblones (Populus trémula), con sus pecíolos aplanados lateralmente, crecen por ejem­plo cerca de La Población de Yuso. Los álamos ne­gros o chopos (Populus nigra) tiene una variedad típica de aspecto erguido piramidal, la llamada va­riedad lombarda. También hay híbridos (Populus x canadensis) de la especie europea con los america­nos de repoblación, al final del verano destaca el amarillo de sus hojas. Los chopos son frecuentes hospedantes del semiparásito muérdago (Viscum álbum), que produce pegajosos frutos blancos.
 
Sauces y álamos son típicos de zonas húmedas, como lo es la reina de los prados (Ulmaria filipén­dula), la cual también contiene ácido acetilsalicílico como podemos comprobar frotando sus flores blancas. A la reina de los prados la suele acom­pañar la amarilla lisimaquia mayor (Lysimachia vulgaris), una de cuyas poblaciones se encuentra en Cañeda, cerca de una colonia de aviones za­padores. Diversas especies de mentas, incluyendo la Mentha longifolia, que no parece descender por debajo de 600 m de altitud en Cantabria, y el poleo (Mentha pulegium), son frecuentes. Se suele asociar al poleo, la olorosa manzanilla (Chamaemelum nobile) y, en ocasiones, el cólchico (Colchicum autumnale), planta bulbosa cuyas hojas aparecen en distinta época que sus flores.
 
Hojas de Drosera rotundifoliaLos humedales son el hábitat de especies que han desarrollado la estrategia evolutiva de hacer­se carnívoras (fundamentalmente insectívoras). Las seis especies de Cantabria se hallan en Campoo. Estas plantas son autótrofas para el carbono, pero obtienen el escaso nitrógeno de estos medios de forma heterótrofa, es decir de las proteínas de los invertebrados que capturan. Las "atrapamoscas" droseras (Drosera rotundifolia), tienen rosetas de hojas en forma de raqueta con glándulas rojizas, de las que emergen pedúnculos de flores blancas. Son típicas de las turberas y en Corconte se acompaña de la Drosera intermedia, de hojas más estrecha y atenuada en pecíolo, elevadas sobre el suelo. En una turbera sobre Lanchares aparecen dos repre­sentantes del género Pinguicula. La tiraña menor (Pinguicula lusitanica), posee flor azul pálida con garganta amarilla y espolón cónico, sobre un tallo floral de unos 4 cm que sube sobre hojas verdes pálidas, pegadas al suelo, de unos 12 mm de largas, replegadas en sus bordes por arriba; estas hojas se mantienen en otoño, al contrario que otra insectí­vora mayor, la grasilla (Pinguicola grandiflora), de grandes hojas verdes claras. En estas turberas tam­bién se ven pequeñas flores amarillas de la Utricularia minor. Posee dos labios petalinos, siendo el inferior mayor, aunque no supera los 10 mm de lar­go, en sus hojas enfangadas son difíciles de ver las trampillas para presas. En unas charcas de Bimón, crece la Utricularia australis, con flores mayores, el labio inferior de la corola supera los 15 mm.
 
Orquídea (Epipactis palustris)Volviendo a las turberas de Lanchares, se pue­den localizar orquídeas, caso de la trenza de vera­no (Spiranthes aestivalis), que crece aquí por en­cima de los 900 m de altitud. Las orquídeas de bulbo digitado (Dactylorrhiza maculata y D. elata), comparten hábitat y también la más rara Epipactis palustris, con otra población en una turbera sitúa da sobre el pueblo de Abiada. Esta orquídea tie­ne el pétalo característico de esta familia, llamado labelo, con su parte apical articulada y móvil. La rizomatosa liliácea (Narthecium ossifragum) puede inundar algunas zonas con sus flores amarillas, sus frutos que recuerdan candelabros y sus hojas acintadas como superpuestas. Un arroyo cercano mues­tra un extraño y pequeño "helecho" semisumergido, la Pilularia globulifera, con tallos de aspecto herbáceo y redondas agrupaciones de esporas en sus base.
 
Plantas flotantes aprovechan las charcas de las turberas, aunque también pueden quedar en seco. Así se desenvuelve la Potamogeton polygonifolius, cuyas hojas coriáceas lanceoladas flotan en los pe­queños hilillos de agua, y cuyo limbo puede tener un reborde al unirse al pecíolo.
 
Polygonum amphibiumBajando al embalse del Ebro, algunas orillas se llenan de un pequeño pariente de los llantenes, con tallos como inflados que no superan los 15 cm y que proceden de estolones, se trata de Littorella uniflora, a la que pueden acompañar las redonderas hojas de los Hydrocharis morsus-ranae o las de forma de lanceta de la Baldellia ranunculoides.
 
Las aguas del pantano en el verano se llenan de unas praderas flotantes de las que se levantan espigas de flores rojas, son las persicarias acuáticas (Polygonum amphibium), con dos parientes en las praderas de la zona subalpina, que habíamos aban­donado, la bistorta (Polygonum bistorta), de carac­terísticas hojas inferiores decurrentes, y la Polygo­num viviparum, cuyo nombre específico indica la presencia de bulbillos entre sus flores.
 
 
5. Escobonales y bosques
Escoba o piorno (Genista obtusiramea)Los escobonales son matorrales de porte alto que pueden hacer de puente, viéndose tanto en el piso subalpino como en el montano. En las zonas más altas aparece la Genista obtusirramea, con ra­mas de ocho costillas que dan lugar a cortas rami­llas verdes, de las que salen pequeñas hojas (unos 5 mm de largas), pelosas. Sus flores amarillas dan paso a legumbres de ápice en punta y largos pelos blancos, que conservan partes de la flor. Otra es­pecie menor, la genista reptante (Genista pilosa) la acompaña, y otra mayor, el típico escobón o piorno blanco (Genista florida), con largos racimos flora­les, que da nombres a lugares como el "Escobonal de la Raposa", en Las Rozas de Valdearroyo.
 
A las escobas suelen acompañar dos brezos de gran por­te: el brezo arbóreo (Erica arbórea), de flores blan­cas, además del brezo aragonés (Erica australis), de flores rojas. Las genistas se hallan bien represen­tadas en Campoo, a las que hemos citado hay que añadir la genista tenue (Genista micrantha) y tam­bién especies espinosas como: la genista de agujas (Genista anglica), la aliaga o cascaula (Genista hispanica), la aulaga (Genista scorpio), más propia de Valderredible, y los enabios (Genista legionensis), con una población en la cara norte del puerto de Palombera, cerca del mirador de La Cardosa. Ade­más hay genistas de tallos alados o carqueixas (Genistella sagittalis y Genistella tridentata).
 
A las genistas se parecen los también amari­llos Cytissus cantabricus, además de los codesos (Adenocarpus complicatus), de legumbres llenas de glándulas pegajosas; siendo de su misma familia los espinosos tojos o escajos (Ulex gallii y U. europaeus).
 
Muchas de estas leguminosas arbustivas tienen un parásito vegetal en sus raíces, los jopos o espá­rragos de lobo (Orobanche rapum-genistae), que no muestran nada verde por su ausencia de clorofila en sus tallos con escamas y flores de corola bilabiada al final que dejan ver estigmas amarillos. Emergiendo de los escobonales subalpinos abundan los portes piramidales de los acebos (Ilex aquifolium).
Los bosques constituyen la vegetación poten­cial del piso montano, donde no han sido sustitui­dos por otras comunidades botánicas. A lo largo de la comarca se encuentran distintos bosques:
 
Las laderas del río Híjar están pobladas fundamentalmente por hayedos sobre sus­tratos ácidos. Acompañan a las hayas (Fagus sylvatica), fresnos (Fraxinus excelsior), serbales de cazadores (Sorbus aucuparia), mostajos (Sorbus aria) y muchas herbá­ceas como la Luzula sylvatica formadora de grandes macollas de largas hojas pe­losas.
 
También hay hayedos calcáreos como el de la Guariza, en Fontibre. Aquí se han medido hayas de hasta 265 cm de cir­cunferencia. Junto a las hayas hay espe­cies leñosas como arces (Acer campestre y A. pseudoplatanus), avellanos, espinos blancos o majuetos (Crataegus monogyna), viburnos (Viburnum lantana), hiedras (Hederá helix); y entre las herbáceas de­bemos recordar además del ajo de oso, ya citado, la hierba ajera (Alliaria petiolata), la hierba hepática (Anemone hepático] y dos umbelíferas (Conopodium pyrenaeum y Sanícula europea).
 
Los robledales están representados por re­bollares o melojares, donde domina el ro­ble melojo (Quercus pyrenaica), de hojas muy lobuladas y de tacto aterciopelado, aparecen ya por encima del pueblo de La Lomba y les acompañan ejemplares de ro­ble albar (Quercus petraea), algunos muy anchos. Este roble posee hojas con pelos en los nervios del envés y pecíolos largos de unos 15 mm, además de bellotas sentadas, frutos que son pedunculados en los robles cagigas (Quercus robur), cuyas hojas son totalmente glabras y que componen, por ejemplo, los bosques de Lanchares. Cardo (Carduncellus mitissimus)Hay grandes ejemplares, algunos de casi 6 m de circunferencia (5,95 m). Otros ro­bledales, los quejigares, se encuentran en laderas calcáreas de Villacantid, mientras los melojos se hallan en la llanura, a sus pies. El quejigo o roble enciniego (Quercus faginea) tiene hojas que recuerdan a las de la encina, sus cortos lóbulos tiene sus pi­cos apuntando hacia el ápice de la hoja.
 
En las zonas calcáreas los bosques son sus­tituidos por comunidades de pastizal-brezal, dominando las espinosas aliagas (Ge­nista hispánico), los brezos (Erica vagans) y gramíneas como el lastón (Brachypodium pinnatum), acompañadas por los capítulos florales azules del cardo azolla (Carduncellus mitissimus), utilizado para cicatrizar heridas y para la psoriasis. Al oeste de Vi­llacantid, se encuentra una comunidad de boja blanca (Artemisia alba), que incluye otras especies de su familia: cucharas de pastor (Leuzea conifera), manzanillas rea­les (Helychrysum stoechas), o Inula mon­tana; también leguminosas como esparce­tas (Onobrychis argentea) o hierbas de pla­ta (Argyrolobium zanonii), las crasuláceas uvas de perro amarillas (Sedum sediforme), o un ajo (Allium senescens).
 
Comentamos finalmente los pinares de repo­blación, formados por pino albar (Pinus sylvestris), de cortas hojas en grupos de a dos y corteza ana­ranjada que proporcionan especies de hongos micorrízicas con las raíces de los pinos.
 

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