En los puertos pertenecientes a nuestra comarca campurriana, existen más de cien cabañas pastoriles, la mayoría en buen estado de conservación, siendo también considerable el número de ellas, que a lo largo del tiempo han ido desapareciendo, no quedando en la actualidad más que las ruinas.
Estos pequeños refugios de ganaderos tienen todos su santo y seña, su pueblo de pertenencia y sus múltiples curiosidades. Tanto es así, que no hay más que dos cabañas con la misma denominación: "La Coba", perteneciente al pueblo de la Hoz de Abiada, situada cerca de La Garma de los Ladrones y otra "tocaya" suya en Proaño, en la falda del Pico Liguardi.
Hace ya bastantes años alguna estaba bien provista de leña, utensilios y víveres, patatas, aceite, vinagre, sal, etc., aunque a veces se encontraba uno con las cosas más peregrinas, desde una llave inglesa, un TBO, papel higiénico, hasta un "spot" comercial como el grabado en un madero de la cabaña de los Lagos de Gulatrapa: "Ferretería los Pedros Reinosa1980", que ya me dirán ustedes si no es el colmo del ingenio publicitario.
Camino de Rumaceo, por Coteramayor, está la cabaña de Laguíos, de Ormas, que data de 1922, aunque fue reformada, principalmente el tejado, en 1973, destacando en un esquinal de la misma, magníficamente esculpido, un reloj de sol, lo que demuestra entre otras cosas, el buen gusto y la habilidad del pastor que la cuidaba.
Arriba de Abiada, cerca de los invernales de Sopeña, se encuentra la cabaña "La Bercoloja", cabaña de piedra recogida con argamasa y tejado de teja mora reforzado con losas, construida en 1939, y en cuya puerta alguna humorística mano, probablemente dirigiéndose a un presunto pirómano , había escrito lo siguiente: "Cuidar(sic) la cabaña que es de todos y a quien queme la puerta, que ponga otra, ¡he dicho!" Al fin y al cabo, peores cosas hemos visto en otras.
Pues bien, hace bastantes años, esta choza tuvo de "inquilino" a una joven desconocida que se aposentó allí y solamente bajaba al pueblo para proveerse de alimentos en "La Joyanca", no hablando más que lo imprescindible con la popular Dominica. Se rumoreaba que salla solamente de noche en dirección a Brañavieja, hasta que un buen día, se la llevó detenida una pareja de la Guardia Civil con orden de conducirla a Barcelona.
Entre Cotomañinos y Cueto Mañin, está la cuenca de Peñaelrostro. Hacia el sur de la cuenca de Piedrahita, cogiendo la ruta que parte de la braña del Culero y atravesando un riachuelo, entre "Vao Encimera" y "Vao Bajera", arriba de una pronunciada loma conocida como los Llanos de Santa María, está situado el único refugio que queda en pie, conocido como la cabaña de "Peñalrostro", pertenciente a la Sociedad Ganadera de Barrio, fue construida en 1970 en sustitución de otras dos prácticamente en ruinas. Muy cerca de estas cabañas hay una gruesa lastra, de aproximadamente un metro de larga por medio de ancha, apoyada sobre otras tres transversales formando dos concavidades, donde la pareja de pastores que había entonces guardaban su menaje de cocina. En la superficie tiene grabada a cincel una linea recta que la divide en dos, correspondiendo una parte a cada pastor, estando esculpidos en cada una de ellas los nombres y las fechas en que fueron utilizadas.
Según estos datos, los primeros ocupante conocidos de la que pudiéramos llamar "mesa de la discordia", fueron los pastores jacinto S.S. y Valentín L., en el año 1941, y posteriormente, ya en el año 1950 Florentino Ruiz y Eloy Muñiz, "pastor de la langosta", tal y como indica la inscripción, aunque no sabemos la relación que pudiera tener el tal Muñiz con el crustáceo en cuestión.
Parece ser que estos cuidadores de ganado heredaron el enfrentamiento y la enemistad de los primitivos pastores que les precedieron, lo que les llevó al punto álgido de no dirigirse la palabra, repercutiendo en la susodicha "mesa", bien sea por un malentendido de la propiedad, o tal vez por mera "cazurrería", el caso es que la controvertida "mesa" fue ocupada por los pastores durante muchos años en esta bellísima cuenca de Peñalrostro.
Al citar las cabañas, refugio de caminantes y cuidadores de ganado, no podemos pasar por alto a los famosos "meriteros" que llegaban en primavera con el ganado a la zona alta de Campoo, refugiándose en Guzmerones, Pidruecos, Cuenca Gen, etc., bajando a principios de otoño, cuando barruntaban la nieve, a los invernales de Rescaldo o la Cuenca de Cirezos. Los pastores trashumantes que hemos conocido en nuestro peregrinar por la montaña, eran unos personajes agradables y de gran simpatía aunque a veces se quedaban mirando al cielo como si les causara una pesadez angustiosa la pequeñez de nuestro horizonte, o la proximidad de las montañas; acaso sintiendo la nostalgia de la familia y el pueblo que les vio nacer.
Procedentes de Extremadura y haciendo uso del derecho ya antiquísimo, que les otorgó la prerrogativa de un monarca como pago a los servicios prestados en luchas guerreras y revueltas bélicas, llegaban indefectiblemente año tras año con sus rebaños de ovejas por ferrocarril hasta Barruelo, emprendiendo la marcha a pie para atravesar el Portillo de Somahoz hasta lo alto de nuestra cordillera, siendo un auténtico espectáculo la contemplación de los rebaños y el runruneo de cencerros y balidos.
Estos "meriteros" han dejado un grato recuerdo en nuestra memoria, principalmente Indalecio, el de Guzmerones, un cacereño natural de Membrío, que solía acompañarnos con su perro "Furia", a la vuelta de Hoyo Sacro hasta la cabaña Piedrahita; los hermanos Santana Guillén con sus mastines "Leona" y "Navarra", pero quizá uno de los borregueros con más personalidad era julio Rey, natural de Herreruela, de la misma provincia extremeña que los anteriores. Un hombre alto, de tez morena azotada por el viento y quemada por el sol, visera a cuadros y zurrón al hombro, cincuenta años bien llevados y fumador empedernido, se alojaba siempre en la Cabaña de Pidruecos situada en las estribaciones del Cuchillón y Tres Mares, velando el rebaño mayor con más de un millar de borregos.
Aunque existían otros pastores de la misma procedencia, tales como Timoteo Román, de Solorino, o Claudio Folleco, también de Herreruela, los citados anteriormente fueron con los que más llegamos a intimar.
Estos han sido los últimos pastores que cuidaron las más de tres mil "mentas" asentadas en nuestras brañas, cuyos propietarios pagan como arrendamiento de pastos a la Hermandad de Campoo de Suso un canon aproximado a las 200 pesetas por cabeza.
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