El aire de misterio y de secretismo que envuelve a todo lo relacionado con la masonería se extiende también a las actividades y presencia de logias en Cantabria, tierra en la que, a pesar de algunos impresos realizados en Santander por los propios masones a finales del siglo XIX, prácticamente no existe ningún estudio que explique cuál ha sido su grado de implantación y las actividades que puede haber llevado a cabo en esta tierra. Este trabajo pretende abordar una parte de esta cuestión para aportar algo de luz sobre quienes fueron los masones campurrianos del siglo XIX, en qué época estuvieron activos y cuáles fueron las actividades que llevaron a cabo como grupo. No es mucha la documentación que se conserva aunque, sin duda, una búsqueda más exhaustiva en el archivo de Salamanca -sede del archivo de la masonería- y otros archivos, puede descubrir nuevos documentos y completar la información que actualmente existe.
Entre los estudiosos especialistas en esta materia parece haber acuerdo en que, lejos de los mitos que la sitúan en el Egipto de los faraones, existen documentos que demuestran la relación de la masonería con las asociaciones gremiales medievales. Al parecer, con el objeto de preservar las antiguas artes de trabajar las piedras destinadas a la construcción de las grandes catedrales, los canteros ingleses crearon unas organizaciones cerradas en las que el ingreso era restringido y el acceso a sus conocimientos estaba vedado a los trabajadores ajenos a las logias y perseguida la difusión de estos conocimientos fuera de ellas. Cuestión que, en cierta medida, se repite en España, donde el idioma utilizado por los canteros trasmeranos, la pantoja, no supone ni más ni menos que una forma de comunicarse entre sí los iniciados y preservar sus conocimientos profesionales. Conocimientos que eran transmitidos a las nuevas generaciones y negados a los canteros ajenos al grupo.
La paulatina reducción de trabajo en las catedrales y, en consecuencia, de trabajadores que desearan acceder a los conocimientos que las logias custodiaban y trasmitían, llevaron a éstas a admitir en ellas la presencia de miembros no operativos, personas aficionadas a la gran arquitectura, pero que no se dedicaban a ella profesionalmente, miembros generalmente de la alta burguesía. Esta nueva clase de hermanos de las logias fueron los llamados masones aceptados, que convivieron durante algún tiempo con los masones operativos o canteros de oficio.
La masonería, entendida tal y como se conoce actualmente, surge el 24 de junio de 1717, cuando cuatro de las antiguas logias operativas se reúnen y crean la Gran Logia de Inglaterra, la primera logia que presenta las características actuales de la masonería. A partir de entonces comienza un periodo de rápida expansión por los países europeos. Francia y Bélgica, en 1721, fueron los primeros en los que se fundaron logias modernas, naturalmente bajo los auspicios de la Gran Logia de Inglaterra, extendiéndose rápidamente por el resto de Europa. Rápido fue también el salto al otro lado del Atlántico y en 1730 se creaba la primera logia de los Estados Unidos, país en el que la masonería ha alcanzado su máximo desarrollo.
En 1728 el noble inglés Lord Wharton creó en España la primera logia masónica, con sede en Madrid. La lenta expansión que se produjo por el resto del país a lo largo del siglo XVIII fue fundamentalmente militar ya que la primera logia civil no se creó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo. Hasta ese momento las logias españolas pertenecían a los
Ritos inglés o escocés. Posteriormente, en los primeros años del siglo XIX la invasión del ejército bonapartista supuso un gran respaldo para la masonería, que se extendió por toda España favorecida por el rey José I, Bonaparte, Gran Maestre del Gran Oriente de Francia. Comienza así la presencia de logias de
Rito francés, integradas todas ellas por los afrancesados, logias contrarias a las de inspiración inglesa, cuyos miembros eran los patriotas, entre los que se encontraban algunos de los liberales que participaron en las Cortes de Cádiz.
En el siglo XIX se produce la gran expansión de la masonería por España y llega a Cantabria todavía en tiempos de José Bonaparte. Sucede esto en 1811, cuando se crea en Santander la logia
Los amigos de la Caridad, de carácter militar como también lo es la segunda creada en esta región,
El Gibraltar Francés, establecida en Santoña tres años más tarde. En nuestro país, superado el período de la monarquía de José I, el desarrollo fundamental de la masonería se ha producido en los dos períodos republicanos, dadas las afinidades liberales entre ambos pensamientos y el enfrentamiento a ella de la dinastía borbónica. Es probablemente en las postrimerías de la I República cuando se produce la principal expansión por Cantabria de logias masónicas, a juzgar por los escasos datos que han llegado hasta nosotros. Entre la documentación que manejamos hay escritos que se refieren a la existencia de logias en Santander en distintos momentos, pero, por la proximidad de fechas, es lógico pensar que puedan ser contemporáneas. En 1878 existe la logia
Alianza 5ª, que está dirigida por el Venerable Maestro
Tell, nombre simbólico bajo el que se oculta la identidad del corredor marítimo Modesto Piñeiro. Cuatro años más tarde, también en Santander, podemos encontrar la logia
Luz de Cantabria, cuyo Venerable Maestro es el comerciante local Augusto Aldama, que utiliza como nombre masónico
Rodolfo. En 1888 encontramos al frente de la logia
Celtiberia al periodista y escritor madrileño Eduardo Caballero de Puga,
Moreto. En Torrelavega, en el año 1886, está instalada la logia
Cap. Cantabria, cuyo venerable maestro es otro periodista, Francisco Tornero Navarrete, que utiliza el nombre simbólico de
Robespierre.
Entre la escasa documentación que se conserva hay algunos papeles de una logia instalada en Reinosa en 1889. Estos documentos, como todos los producidos en las logias, están plagados de abreviaturas, una de las características más conocidas de los textos masónicos, no obstante en este trabajo, con el fin de facilitar la comprensión de los contenidos han sido escritas las palabras completas. Se trata probablemente de la única logia que existía en la comarca campurriana y a la que habrían de pertenecer los 18 hermanos que, al parecer, se indican en el impreso "Funerales en honor de Guillermo Hohenzollern...", del año 1888, que recoge Simón Cabarga -y a partir de él varios autores- en la única de sus obras sobre la historia de Santander en la que aborda el tema de la masonería. Utilizamos la expresión "al parecer" ya que el texto indicado dice exactamente: "Por lo avanzado de la hora no pudo darse lectura a 248 planchas de adhesión de otros tantos hermanos procedentes de estos valles, que no pudieron asistir a la
tenida por causas materiales que se lo impidieron, a saber:
15 de Torrelavega 1 de Los Corrales
11 de San Vicente 9 de Toranzo
7 de Potes 14 de Cayón
18 de Reinosa 17 de Piélagos
19 de Laredo 19 de Siete Villas
8 de Ramales 5 de Penagos
10 de Solares 6 de Ampuero
18 de Santoña 9 de Villacarriedo
14 de Camargo 28 de esta capital
13 de Castro Urdíales 7 de Santillana
------
248
Cuyos documentos, como cuantos más se relacionan con estos acontecimientos, quedan archivados y a la disposición de los hermanos al tenor del precedente acuerdo." Sin embargo, al comienzo del impreso se indica que se reunieron "la inmensa mayoría de los hermanos actualmente en los valles de esta provincia en número de 387", si a esta cantidad añadimos los 248 que no pudieron asistir, pero sí enviaron sus trabajos, nos daría como resultado un total de 635 masones en la provincia de Santander en 1888, cantidad a todas luces excesiva, a juzgar por la documentación que se conserva.
En el caso concreto de la logia campurriana, existe un documento en el que se relaciona a los hermanos de la logia
Luz del Ebro, de Reinosa, de 1889, el año siguiente a la celebración a que se refiere el impreso. El documento es un listado de miembros de la logia elaborado con el fin de informar a la dirección del Grande Oriente Nacional de España, pero en él tan sólo aparecen identificados nueve hermanos masones.
El documento en cuestión se custodia en la sección de Masonería del Archivo Nacional de la Guerra Civil, en Salamanca. En el encabezamiento dice: "
A La Gloria Del Gran Arquitecto Del Universo. Cuadro de los hermanos que forman la Respetable Logia Luz del Ebro. número 72, del Grande Oriente Nacional de España", en él se relacionan los nueve miembros que la componen, dispuestos por orden de importancia de su cargo en la logia, Existen ocho columnas que contienen la siguiente información: número de orden dentro de la logia, nombre profano del masón, nombre simbólico que utiliza, grado dentro del escalafón masónico, estado civil, profesión, cargo que ostenta en la logia y, por último, una columna dedicada a "observaciones", en la que suelen indicarse algunas circunstancias del hermano correspondiente, pero que en el caso que nos ocupa permanece en blanco para todos los miembros de la logia. Este documento está fechado en Reinosa el día 9 de diciembre de 1889.
Por la documentación que tuvimos ocasión de estudiar en Salamanca, conocemos el nombre de algunos hermanos más de esta logia, masones que ingresaron en ella con posterioridad a la fecha de elaboración de este listado. Salvo estos nuevos miembros, de los que desconocemos muchos datos, la tónica general, común a todos los masones de la logia
Luz del Ebro, es su pertenencia a la clase media, con actividades profesionales o mercantiles que les permiten una cómoda independencia económica a todos ellos salvo a dos que en el apartado de profesión figura la anotación "oficial de telégrafos".
La relación está compuesta, como ya hemos dicho, por nueve masones, hombres todos ellos, a pesar de que a lo largo del siglo XIX ya se habían producido varias modificaciones en los distintos Ritos para dar entrada a las mujeres en las logias. No obstante, al parecer, la incorporación de las mujeres en nuestro país a la masonería padeció del atraso secular en sus instituciones, que arrastra históricamente España. Entre los casi doscientos masones que tenemos documentados en logias de Cantabria, no aparece ni un solo nombre de mujer, a pesar de que nos consta su presencia, escasa siempre, en logias de otras regiones.
La relación de miembros de la logia
Luz del Ebro está encabezada, como es lógico, por el
Venerable Maestro, dignidad que ostenta el "propietario" Ventura Seco, que utiliza el nombre simbólico de
Sócrates. La presencia de Seco en la logia es una muestra más de la relación de la masonería con las posiciones liberales en política, ya que a su condición de autoridad de la logia unía la de vicepresidente del Comité Republicano Federal.
El oficio de
Primer Vigilante en las
tenidas es ocupado por el comerciante Venancio Casafont, conocido como
Pizarro en el mundo masónico. Está auxiliado en su función por el
Segundo Vigilante, papel que desempeña el médico Francisco Puente, que utiliza el nombre simbólico de
Hernán Cortés. Estos dos personajes son los miembros que han alcanzado un mayor grado dentro del escalafón masónico, el de
Caballero Rosacruz, el más alto de la llamada masonería roja.
El personaje más interesante y activo de la logia, el más conocido aunque supo mantener oculta su pertenencia a la masonería, fue el escritor y periodista Demetrio Duque y Merino, al que el listado asigna la profesión de "catedrático" y que en las reuniones de la sociedad masónica era conocido como
Apio Claudio. Ha alcanzado en aquellos momentos el grado 9 y su cargo dentro de la logia era el de
Orador, personaje al que corresponde la función de supervisar la enseñanza masónica que reciben los aprendices y custodiar toda la documentación referida al funcionamiento interno de la logia. El hecho de que Duque y Merino ostente el grado 9, supone su pertenencia a la masonería desde hace algún tiempo, al menos tres años antes de la elaboración del listado.
La función de
Maestro de Ceremonias era ejercida por uno de los oficiales de telégrafos citados anteriormente, Domingo Moreno que utiliza el nombre simbólico de
Morse, tan estrechamente ligado a su profesión.
Sólo hay otro hermano de la logia
Luz del Ebro que comparte con el Venerable Maestro, Ventura Seco, la cualidad de propietario en la columna de "profesión", se trata de José del Río, masón que ejerce de
Guarda del Templo Interior, en las reuniones de la logia y responde al nombre de
Galileo en el mundo masónico.
El cargo de
Secretario en la logia era desempeñado por Luciano de la Mora, farmacéutico y corresponsal del periódico
El Cántabro, de Torrelavega. Este polifacético personaje utilizaba como nombre simbólico
Chies.
A cargo de las finanzas, ejerciendo como tesorero de la logia, encontramos al segundo oficial de telégrafos al que habíamos hecho referencia, se trata de José Bote,
Galdós en la masonería.
El último miembro de la logia que aparece en esta relación es el fotógrafo Antonio Redón, quien como hicieron otros fotógrafos antes y después de él, utilizaba el nombre simbólico de
Daguerre, el mismo con el que le podemos encontrar formando parte de la logia
Cap. Cantabria, en Torrelavega, tres años antes.
Además de este listado, fundamental para conocer la identidad de los miembros de la logia
Luz del Ebro, hay varias cartas que aportan algunos datos útiles para completar nuestra información sobre la presencia y actividades de los masones en la comarca campurriana. A través de ellas podemos detectar la presencia de nuevos masones que se van incorporando a la logia de Reinosa.
La primera de estas cartas está fechada el 15 de enero de 1891 y va dirigida al
Gran Comandante Interno del Grande Oriente Nacional de España, tiene como objeto comunicarle el acceso a la hermandad de un nuevo miembro, el
aprendiz Gabino Saiz Sañudo, que adoptó el nombre simbólico de
Víctor Hugo.
Nueve días después remiten otra al mismo destinatario en el que le solicitan su colaboración para resolver un problema que afecta a sus conciencias como personas y como masones, la próxima ejecución de una condenado a muerte, una sentencia dictada por la Audiencia de Santander y confirmada por el Tribunal Supremo. Al parecer, la ejecución se va a llevar a cabo en Reinosa y a los hermanos de la logia les preocupa, además de la vida del condenado, natural de Polientes, el buen nombre de la villa campurriana: "... para que consiguiendo el indulto de la pena de muerte para Pablo Gil y Gil (así se llama el reo) se libre esta villa del horroroso espectáculo del patíbulo que jamás ha presenciado y se arranque de las garras del verdugo una víctima.
Algo debe encontrarse en la causa que permita conmutar la terrible pena que hoy amenaza a Pablo Gil y Gil; pero además algo merece también un pueblo honrado que nunca dio motivo para que se levantase el cadalso y cuya estadística criminal es insignificante..."
Esta carta hay considerarla en el conjunto de las que se dirigen a distintos estamentos de la política y la justicia, solicitando el indulto del condenado, escritos que están firmados por el alcalde de Reinosa, el presidente de la Diputación, el diputado Alvear o el marqués de Hazas. Al pie de esta comunicación entre masones se encuentran cuatro firmas que nos aportan nueva información sobre los miembros de la logia. Ventura Seco,
Sócrates, ha alcanzado el grado 9, siguiente al 3 con el que aparecía en el listado. Por su parte Duque y Merino ha alcanzado ya el grado 18, de manera que ya es un
Caballero Rosacruz. Otra de las firmas es la de
Morse y la última de ellas es la de un
aprendiz, un hermano recién llegado a la masonería, que utiliza el nombre simbólico de
Trajano, cuya identidad no hemos podido averiguar.
La siguiente carta que se conserva es del día 5 de diciembre del mismo año. Es la única que tiene una sola firma, la de Duque y Merino que en esta ocasión utiliza su nombre auténtico, "profano", pero le añade su rango en la clasificación masónica. Se trata de una carta de carácter más personal, aunque utiliza las abreviaturas masónicas. Está dirigida al periodista Francisco Rispa y Perpiñá, felicitándolo por su exaltación al cargo de Gran Comandante Interno del Grande Oriente Nacional de España, y no tiene otra razón de ser que la felicitación y el ofrecimiento para aquello que pudiera necesitar de su compañero campurriano. Pero hay un párrafo que considero de especial interés por la información que aporta sobre la biografía de Duque y Merino. Un párrafo que es casi una declaración de principios, en el que confirma su filiación masónica, su ideología republicana y su colaboración en algunos periódicos madrileños. Colaboración que, salvo error, permanece inédita: "Al ofreceros, como es justo, obediencia masónica y todos mis humildes servicios así masónicos como profanos para cuanto los creáis útiles a la Orden y a vos, me voy a permitir recordaros nuestra antigua amistad que data de los primeros tiempos de la Revolución y, aunque hace ya tantos años, creo no habréis olvidado al compañero de Martra y de Mellado
(1) cuando escribíamos ahí
El Amigo del Pueblo y
La Igualdad (2) en 1869 y 70. Yo, después he ido poco a Madrid, pero no me olvido nunca de los hombres de aquellos días, como no he renunciado tampoco ni a mis ideas ni a mis esperanzas de restauración de la República".
En la siguiente carta, enviada a Rispa en enero de 1892, entre felicitaciones y buenos deseos para el nuevo año le solicitan algunos manuales para los primeros grados masónicos, lo que, sin lugar a dudas, es el reflejo de una necesidad creada por el desarrollo que está teniendo la masonería en los
Valles de Reinosa. En concreto la petición consiste en tres manuales de
Aprendiz, dos de
Compañero y uno de
Maestro, correspondientes a los tres primeros grados, los dogmáticos o fundamentales. Esta petición refleja que hay tres nuevos aspirantes a entrar en la logia, además de otros tres hermanos que están progresando en el escalafón masónico y en su compromiso con la masonería. Además de los tres aprendices aparece en el texto la referencia a un nuevo miembro, llamado también Gabino Saiz, pero que utiliza el nombre simbólico de
Villacampa, por lo que no se debe referir al mismo que aparece un año antes y que probablemente sea el destinatario de uno de los dos manuales de
Compañero.
La última de las cartas está escrita en ausencia de Duque y Merino. Trata asuntos internos, de índole administrativa, se mencionan otra vez los manuales de la carta anterior y solicitan también un ejemplar de la Constitución
(3), obra que no sería editada hasta el año siguiente. Son de resaltar en esta carta dos cuestiones: por una parte la ausencia de tratamiento masónico y de las habituales abreviaturas en sus escritos; por otra, la firma que acompaña a la de Ventura Seco, un hermano de la logia que hasta entonces no había aparecido, Joaquín López, del que, por la ausencia de los elementos habituales en los escritos masónicos, desconocemos otros datos que podían haber sido reflejados en el escrito, tales como el nombre simbólico y el grado dentro de la hermandad. Sólo estamos en condiciones de afirmar, a la vista de las firmas, que no se trata de
Trajano.
Concluye aquí esta primera aproximación a la logia campurriana
Luz del Ebro, de la que sin duda se podrá obtener más información consultando la documentación del Grande Oriente Nacional de España, órgano central de su
Rito en España y destinatario de la correspondencia conservada.
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