Nuestras calles: Emilio Herrero

Francisco Altuna

Don Emilio Herrero Mazorra nació en Reinosa el día 31 de mayo de 1882, siendo hijo de don Emilio Herrero, médico cirujano, y doña Serapia Mazorra, ambos naturales de Saro, un bello pueblo situado en la comarca Pas-Iguña.

Estuvo casado con doña María del Rosario Maroto, teniendo fruto de su matrimonio ocho hijos: doña María Teresa, doña Emilia, don Jesús, doña Visitación, doña Josefa, doña María, doña Concepción y don Julián, y once nietos. 



 

Fue, este reinosano de "pro", un distinguido periodista que inició su labor profesional en 1905. No obstante, su afición literaria se manifestó en Sevilla siendo casi un niño, cuando estaba pasando una temporada en casa de su abuela paterna, doña Carolina Baldés, sevillana de nacimiento.


Allí compuso unos versos a una estatua y, con suma desenvoltura, se los presentó a un crítico, pero éste le dijo que se dedicara a la prosa.

- "Y, desde entonces -decía don Emilio-, me he dedicado a la prosa de la vida, que es el periodismo".

Su primera noticia - según relataba su nieta mayor a un periodista de la Agencia Cifra en 1963, cuando su abuelo estaba en cama aquejado de una leve dolencia - fue la descripción de un fuego que contempló ocasionalmente, en la calle de las Águilas de Sevilla. La envió al "Noticiero Sevillano" y mereció los honores de publicarse con cierto relieve. Contaba Emilio dieciséis años de edad.

Desde entonces su vocación estaba marcada. Y, por los todavía inquisitivos y vivaces ojos de don Emilio, pasaron los
principales acontecimientos de resonancia periodística de todo el pasado siglo.

En 1907 fue corresponsal de la "Prensa Asociada" de Barcelona y en "La Voz de Catalunya", "El Universal de Caracas" y "La Prensa" de Buenos Aires. En 1912 fue redactor político de "La Tribuna" y revistero taurino al ser gran amante de la fiesta española.

En 1920 trabajó en la redacción de la United-Press International en Madrid como redactor jefe, acudiendo a la redacción puntualmente para vibrar con la última noticia de relieve, desempeñando también la corresponsalía en París, en "El Cantábrico" de Santander, "La voz de Guipúzcoa" de San Sebastián. "El Noticiero Bilbaíno" y diversos países distribuidos entre los principales diarios de las capitales de Hispanoamérica, así como en los periódicos sevillanos "El Noticiero" y "El Liberal".

En agosto de 1922, Emilio Herrero fue uno de los encargados de la exhumación de los restos mortales de Casimiro Sainz. en el cementerio de Carabanchel Alto, para enviarlos a reposar definitivamente en el camposanto de nuestra ciudad.

En 1931, fue nombrado jefe del Negociado de Prensa del gabinete del Presidente de la República. Alcalá Zamora.

Numerosas veces condecorado, fue miembro de la Legión de Honor, tenía la Orden de la Casona de Italia, Gran Maestre de la Orden de Portugal, miembro honorario del Instituto de Cultura Hispánica, Gran Maestre de la Orden de Mayo argentina y la Orden de Medania.

Tuvo varios premios, pero las peripecias periodísticas de este notable profesional eran incontables, aunque él solía destacar tres que le eran especialmente queridas.

Una, su apasionante aventura como polizón y en servicio informativo, a bordo del "Plus Ultra" en la etapa de pruebas, mar Menor-Palos de Noguer, donde se le obligó a abandonar el avión, en 1926.

Otra, la periodística ocasión de desembarco de Alhucemas durante la Guerra de Marruecos, enviando desde los frentes de batalla crónicas extraordinarias que consolidaron su prestigio de periodista ameno y brillante.

Calle Emilio HerreroY la tercera, durante la Segunda Guerra Mundial. Era evidente que una agencia norteamericana con la United Press -todavía no era "UPI" porque no se había fusionado aún con la International News Service (INS)- no tenía muchas posibilidades de sobrevivir. Desde luego, ninguno de los dirigentes de la agencia tenían esperanzas sobre el funcionamiento, incluso la supervivencia de la delegación de la "UP" en París. Mientras tanto, Emilio Herrero, que llevaba la agenda en dicha capital, había conseguido -no se sabe cóm - un salvoconducto firmado por un importante oficial nazi. Ni corto ni perezoso lo colocó encima de la placa con tal habilidad, que cuando una patrulla alemana se dirigió a las oficinas -indudablemente para requisar la documentación-, Emilio Herrero salió a abrir la puerta en pijama, y con tono de persona molesta, dijo a los alemanes que allí no existía ninguna agencia, que era su domicilio particular. "¿No se han fijado ustedes en este salvoconducto?" dijo, señalando el que había colocado tapando la placa. La patrulla, algo desconcertada, se marchó y nadie más volvió a investigar en las oficinas de la "UPI".

Cuando los aliados entraron en París, un corresponsal de la agencia norteamericana se dirigió, por curiosidad, a ver lo que había "quedado" de las oficinas de la agencia. Al llegar, no salió de su asombro cuando vio que le abría la puerta un señor que no mostraba ningún síntoma de anormalidad. Todo estaba en perfecto estado, los archivos -miles de fichas de documentación y como detalle que colmaba todas las suposiciones- todos los lapiceros afilados.

Para recompensarle, la "UPI", le pagó un premio en dólares todos los meses aparte del sueldo mensual. El hombre que había dado al mundo con ventaja sobre el resto de los informadores, noticias como la caída de Primo de Rivera o la muerte de Joselito desde Talavera de la Reina, recibió condecoraciones de España, Argentina, Francia y Portugal. También le fue concedido el premio "Rodríguez Santamaría".

Este admirable profesional fue presidente de la Asociación de Corresponsales en Madrid, formando parte de la junta directiva
de Asociaciones de Prensa como vocal en 1930, sustituyendo a Rafael Marquina Ángulo, siendo presidente de la Asociación don José Franco Rodríguez, reincidiendo en el cargo, alternativamente, hasta 1967. La Federación Nacional de Asociaciones de la Prensa de España en 1962, haciendo uso de su facultad de formular la propuesta de Periodista de Honor, al Ministro de Información, que el honroso título fuera concedido al veterano profesional, don Emilio Herrero, por llevar más de sesenta años en el ejercicio activo del periodismo. El ministro tuvo a bien conceder el título, como así mismo, pocas semanas antes de su fallecimiento, recibió la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo, con hojas de roble.

Lamentablemente, el día 16 de junio de 1968, a los ochenta y seis años de edad, falleció en su domicilio de Madrid el insigne periodista, recibiendo sepultura al día siguiente, en el cementerio de la Almudena.

En representación del Ministro de Información y Turismo y el Director General de Prensa, ausente de Madrid, presidió la conducción del cadáver y testimonió el pésame a la familia del finado el Subdirector General del Régimen Jurídico de la Asociación General de Prensa, don José A. Castro Fariñas; la representación del Ministro de Asuntos Exteriores, era ostentada por el Marqués de los Arcos, de la Oficina de Información Diplomática.

Numerosos periodistas y público en general, se unieron al fúnebre acto del sepelio, testimoniando su pésame a la familia del extinto.

Descanse en paz, este campurriano ligado a nuestros valles por lazos de parentesco y afecto, que volvía todos los años a visitarnos en la época estival, como muestra del cariño a la tierra que le vio nacer.