El proyecto, con un presupuesto de ejecución total de 171219,95 €, fue elaborado en febrero de 2009 por la empresa AC Proyectos, S.L. y presentado por el Ayuntamiento a una convocatoria de ayudas de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria (Orden de Ayudas MED/43/2008) para financiar actuaciones de restauración y rehabilitación ambiental de los espacios degradados realizadas por entidades locales, obteniendo la máxima puntuación entre aproximadamente 70 proyectos presentados y el 100 % de la financiación.
El diseño de los parques y jardines de nuestras ciudades se basa casi exclusivamente en criterios estéticos y de uso público y sólo en contadas ocasiones los parques son diseñados o gestionados como un hábitat o tienen en cuenta otros criterios como el de favorecer la biodiversidad.
Cada tipo de hábitat (un bosque, un humedal, una campiña o, por qué no, un parque) sostiene una comunidad de plantas características bien adaptadas a las condiciones ambientales que proporcionan los recursos necesarios para permitir la vida de la fauna silvestre, pero a su vez, presta importantes servicios a la sociedad: beneficios ambientales, sociales e incluso económicos. «Disfrutar de un hábitat natural en la ciudad es una necesidad, no un lujo (Girardet, / 996)»'.
Este criterio ha marcado desde el origen el proyecto de recuperación del Pozo Pozmeo, cuyo objetivo principal ha sido crear una «infraestructura» ecológica capaz de proporcionar diferentes usos (reserva de fauna y flora, ocio, cultural, económico), prestar servicios ambientales (mejorar la calidad del aire, control de clima urbano,) y conectar el centro urbano con el campo, rompiendo, o por lo menos minimizando, el efecto barrera que los entornos urbanos tienen en los ecosistemas.
La forma de perseguir este objetivo ha sido tratar de activar el proceso de sucesión natural de las formaciones vegetales autóctonas, entendido como el orden natural en que las especies evolucionan y colonizan un nuevo ambiente. En este proceso, las denominadas especies pioneras alteran el ambiente, mejorándolo y creando las condiciones más favorables para reproducir un hábitat autosuficiente y estructuralmente diverso.
Según los testimonios recogidos de vecinos de la zona, Pozo Pozmeo fue hasta los años 30 del siglo pasado una parcela de uso ganadero que se caracterizaba por la existencia en el lugar de un una laguna endorreica o «pozo», que cubría una extensión aproximada de 2000 m2 y que alcanzaba en la parte central una profundidad aproximada de 4 m. En los inviernos más lluviosos y sobre todo en primavera, coincidiendo con el deshielo, era habitual que el agua cubriese la totalidad de la parcela, llegando algunos años a inundar las casas y las fincas más cercanas. Aunque durante el verano el nivel del agua descendía notablemente, la parte más profunda de la laguna conservaba un nivel permanente de agua.
El terreno, que siempre ha sido de propiedad municipal, fue cedido en esos años a La Naval para construir viviendas para los empleados y aunque las casas nunca se construyeron, el pozo fue rellenado y sellado casi en su totalidad. Una vez descartado el proyecto de urbanización, la propia empresa se hizo cargo de la «recuperación» del entorno y realizó, entre los años 1960 y 1970 la plantación de los chopos que actualmente caracteriza al lugar.
Como ya se ha explicado en la introducción del artículo, la recuperación de Pozo Pozmeo responde a cuestiones exclusivamente ambientales y ha pretendido dar solución a una serie de problemas que la desecación de la laguna y la transformación del entorno, como hábitat, han ocasionado a los ecosistemas y de forma especial a los que tienen que ver con la pérdida de biodiversidad.
En primer lugar, y el más evidente, está relacionado con la desecación de la laguna que supuso la pérdida de un ecosistema natural de gran valor a escala local. Los humedales, por pequeños que parezcan, desempeñan importantes funciones ecológicas, como la de regular los regímenes hídricos o albergar comunidades biológicas singulares (vegetación palustre, anfibios, peces, invertebrados, etc.) de las que dependen a su vez muchas especies para las que un humedal es una fuente insustituible de alimento. La desaparición de estas comunidades biológicas compromete por tanto el equilibrio ecológico del ecosistema.
Antes de ser rellenado, Pozo Pozmeo formaba un hábitat complejo formado por vegetación palustre y acuática; campiñas inundables, sujetas a inundación estacional; y una orla arbóreo-arbustiva propia de zonas húmedas. Al igual que otras lagunas existentes en las proximidades, la zona cumplía, además de la ecológica, una importante función social ya que era muy apreciada como pastizal por disponer de agua para el ganado, sobre todo durante el seco verano campurriano; además de ofrecer otros usos recreativos como el baño y la pesca.
En lo que se refiere a la laguna, su desecado supuso la desaparición de numerosas especies de anfibios presumiblemente abundantes antes de su desecación, al igual que son abundantes en otras lagunas muy próximas y con unas características hidrológicas similares y extrapolables. Especies como el tritón alpino (Triturus alpestris), el tritón palmeado (Triturus helveticus), tritón jaspeado (Triturus marmoratus), la salamandra (Salamandra salamandra) o la rana común (Rana perezi) se pueden haber visto muy afectadas por la desecación del pozo (esta información procede exclusivamente de testimonios orales de vecinos que afirman que las poblaciones de anfibios han desaparecido, pero no puede ser cuantificada al no existir informes técnicos sobre las poblaciones de anfibios en la zona). La recuperación de una lámina permanente de agua puede hacer fácilmente que estas especies recolonicen Pozo Pozmeo.
Por otra parte, la suplantación de la vegetación propia del entorno por una plantación monoespecífica de chopos [Populus canadensis), supuso una pérdida de diversidad y la consiguiente limitación para todas las especies de fauna que dependían de ella. La actual chopera constituye una formación artificial mal estructurada, que carece de estrato arbustivo y que ofrece un escaso grado de naturalidad. Los árboles están dispuestos en hilera y tienen una edad y un porte homogéneos. Todos estos aspectos hacen que nos encontremos ante una formación poco adecuada para las comunidades potenciales de fauna silvestre y especialmente para las aves.
La principal actuación del proyecto, y la que se ha llevado la mayor parte del presupuesto, ha consistido en recuperar parcialmente el pozo o laguna que antaño caracterizó este lugar y del que recibe el nombre.
Previamente se realizó un estudio geotécnico e hidrogeológico con el fin de valorar la viabilidad de la actuación que determinó la presencia del nivel freático en época estival a 2.50 m de profundidad y la naturaleza inerte de los materiales de relleno.
El funcionamiento hidrogeológico de la terraza aluvial del río Híjar en la que se encuentra el Pozo Pozmeo es relativamente sencillo, las gravas, bolos y arenas que constituyen la terraza aluvial son materiales permeables que se encuentran apoyados sobre un sustrato rocoso arcilloso e impermeable. Las precipitaciones otoñales, las nevadas invernales y las lluvias primaverales cargan de agua el sistema haciendo que el nivel freático ascienda poco a poco hasta aflorar en las depresiones existentes en la terraza aluvial, como sucede en Pozo Pozmeo. Al inicio de la temporada seca se produce un descenso progresivo del nivel de agua que puede hacer que la laguna llegue a secarse (Casanueva, 2009)2.
El perfilado de las orillas se ha realizado de forma que la parte más exterior, la que más se verá afectada por las variaciones de nivel de agua, presente una pendiente suave para favorecer la colonización de la vegetación palustre. Para acelerar el proceso se ha recurrido a la plantación en zonas opuestas de la laguna de dos masas compactas de espadaña (Typha latifolia).
El desarrollo de la vegetación palustre supondrá uno de los principales atractivos para que la laguna sea colonizada por la fauna propia de los humedales, principalmente aves e invertebrados.
Un segundo criterio utilizado para seleccionar las especies ha sido el dar prioridad a las especies con flor, muy beneficiosas para los insectos, y las productoras de frutos carnosos, que constituyen un valioso recurso alimenticio que favorecerá la presencia de fauna silvestre.
A pesar de que los chopos no se ajustan a las características de la vegetación potencial se ha optado por su conservación, ya que al tratarse de árboles maduros prestan un inestimable servicio (resguardo, sombra, humedad, etc.) muy beneficioso para el desarrollo de la nueva plantación. A medida que se consoliden los rodales plantados, y en un plazo no inferior a los cinco o diez años, podrán realizarse entresacas y la tala progresiva de los chopos.
COMPOSICIÓN DE LOS RODALES
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Zonas más próxima a la laguna
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Sauce (Salix fragilis)
(Salix cantábrica) (Salix atrocinerea) Fresno (Fraxinus excelsior) Aliso (Alnus glutinosa) |
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Resto de la zona de actuación |
Olmo (Ulmus glabra)
Fresno (Fraxinus excelsior) Roble (Quercus robur) Abedul (Betula alba) Haya (Fagus sylvatica) Cerezo (Prunus avium) Bonetero (Euonymus europaeus) Acebo (Ilex aquifolium) Espino albar (Crataegus monogyna) Lantana (Viburnum lantana) Endrino (Prunus espinosa) Cornejo (Cornus sanguínea) Rosa silvestre (Rosa canina) Escobas (Cystus cantabricus) (Genista hispánico) |
Una segunda actuación ha consistido en generar en el extremo noreste del área de actuación una orla forestal a semejanza de las que tradicional- mente se han utilizado para reforzar los linderos y proporcionar refugio y alimento al ganado, especialmente en zonas donde los veranos son calurosos y los inviernos fríos, como Campoo.
Las orlas forestales constituyen un valioso hábitat para una amplia variedad de especies de fauna silvestre, sobre todo aves, a las que proporcionan alimento y refugio y representan un elemento natural de alto valor ecológico, pieza clave para conservar y mejorar la biodiversidad (Brooks, 1998).
COMPOSICIÓN DE LA ORLA FORESTAL
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Arbórea
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Olmo (Ulmus glabra)
Roble (Quercus robur) Fresno (Fraxinus excelsior) Arce campestre (Acer campestre) Abedul (Betula alba) |
Arbustiva
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Endrino (Prunus espinosa)
Espino albar (Crataegus monogyna) Acebo (llex aquifolium) Saúco (Sambucus nigra) Avellano (Corylus avellana) Matorral Zarza (Rubus sp) Escaramujo o Rosa silvestre (Rosa canina) |
En ambos casos se ha establecido una densidad de plantación aproximada de 3 000 pies/ha y un marco de 25% arbóreo, 65% arbustivo y 10% subarbustivo o matorral (Varas, 2002). Esta densidad, que puede parecer muy elevada, resulta muy ventajosa y responde a diversos aspectos. Por una parte, los árboles se protegen y se dan sombra unos a otros, creando unas condiciones más favorables para su desarrollo. Por otra parte, las formaciones densas proporcionan refugio seguro a muchas especies de fauna y por tanto resultan más atractivas. Y por último, y teniendo en cuenta que nos encontramos en una zona urbana, la alta densidad puede compensar las marras naturales o las producidas como consecuencia de actos vandálicos.
A medida que la vegetación se desarrolle estas formaciones pueden, y deben, ser gestionadas mediante podas y entresacas hasta obtener los resultados deseados.
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