Al pasar la barca

Museo Etnográfico El Pajar

El pantano forzó a las familias a buscar una nueva vida fuera de Campoo
 
A mediados del siglo XIX Ángel de los Ríos y Ríos idea la primera obra de aprovechamiento del caudal de los ríos en Campoo: un proyecto de encauzamiento y riego del río Hí­jar desde Riaño hasta Reinosa y un segundo proyecto que incluía el Va­lle del Virga. Todo este proyecto lo fue desarrollando después de ha­ber viajado a Francia donde acu­dió a especialistas para curar su sordera. Su proyecto fue rechaza­do, pero quizás hubiera cambiado la forma de vida de los valles con un aprovechamiento más rentable de la tierra y una mejor explota­ción ganadera. Ese fue el primer germen de lo que luego sería la gran obra de aprovechamiento hidráulico: el pantano del Ebro.
 
Vecinos del entorno del pantano, en dos de las barcas que se usaban para transporte. Museo El Pajar
 
Manuel Lorenzo Pardo, ingenie­ro de Caminos, llevaba años con un proyecto para suplementar el caudal del Ebro durante las mer­mas del estío. Desarrolló un pro­yecto muy ambicioso para recoger las aguas de la cabecera del Ebro, no solo del valle que formaba el Ebro sino también los valles de Proncio y del Virga. De estos tres valles se recogerán las aguas que formarán el embalse, por el Oeste entrarán las aguas del Híjar y el Ebro con todos sus afluentes, por el Norte el Proncio y por el este vendrá el Virga. Todos estos ríos con sus afluentes serán detenidos por la presa y, acrecentados por el agua de lluvia de barrancos y to­rrentes, formarán un inmenso lago.
 
Este proyecto fue muy bien aco­gido por La Junta Imperial de Ara­gón y elogiado por el resto del país. Las aguas cubrirán no solo los yer­mos y los terrenos de dominio pú­blico, sino también los prados y las zonas cultivadas. El número total de viviendas inundadas es de 270 más iglesias, ermitas, escuelas y casas consistoriales, y la extensión de terreno a expropiar es de 6.168 hectáreas. Sobre estos terrenos se encontraban molinos maquileros, la fábrica de las Rozas 'Luisiana', de Arroyo 'La Cantábrica' y en Arija 'Cristalera Española' y las explotaciones mineras y ganade­ras.
 
La oposición a la construcción del pantano en esta comarca fue dura y debatida. Las gentes no se podían creer lo que se contaba y en cierto modo pensaron que nunca llegaría a realizarse, pero las obras se realizaron y el 24 de marzo de 1947 se publica un bando en el cual se comunica que a partir del día 31 se empezarían a embalsar las aguas.
 
Las mejoras proyectadas no se realizaron y cada uno tuvo que des­montar su casa piedra a piedra y transportarla con el carro de va­cas después de haber buscado un lugar donde rehacer una nueva vida. Otros emigraron a Avilés, a Bilbao, a Santander y en algunos casos muy lejos de la tierra natal y de los suyos, pues debajo de las aguas quedaba todo el trabajo de generaciones.
 
Las indemnizaciones se valo­raron en el año 1928 y se pagaron en 1948. La desvalorización de aquellos pequeños capitales fue considerable y si encima se añade que las cobraron a plazos, aquel di­nero les sirvió para bien poco.
 
Las aguas siguieron creciendo durante cinco años que tardó en llenarse el embalse, y las familias quedaron separadas por las aguas. Lugares que se frecuentaban a dia­rio se tardaba meses en volver a ellos. Se abandonaron tierras de cultivo por no poder tener acceso a ellas y en otras se utilizaron las barcas o un balsón que, con la ini­ciativa privada de algunos lugare­ños o por decisión del concejo, abrieron vías de comunicación por las aguas para facilitar el trayecto a las personas para poder seguir trabajando las tierras y visitar a sus amigos y parientes. Estas bar­cas en más de una ocasión traje­ron el dolor al perder la vida acci­dentalmente algunos lugareños. La puesta en marcha de la cons­trucción de puentes fue lenta y la principal vía de comunicación de la Riba con Arija con un viaducto se hundió antes de ser inaugura­do y se tuvo que dinamitar el res­to. Ante tal fracaso se puso un ser­vicio de barcas por el servicio de pontoneros del ejercito que solo duró un año.
 
Las coplas anónimas fueron el desahogo de todos los damnifica­dos que no pudieron expresarse de otra manera: De aquí nos quieren echar / los que son lejos de aquí, / para ellos bien vivir / para nosotros morir. Otra estrofa decía: El agua te cu­brirá / tus praderas y tus huer­tos / las veredas de tus huellas, / las cenizas de tus muertos. Y también: Cuando marchaban de allí / toda la gente lloraba, / porque se deja­ba allí, / todo lo que se amaba.