Siempre ha producido extrañeza, curiosidad e interés el hecho de que el Imperio Romano se acostara un día pagano y perseguidor de la Iglesia, y al día siguiente se despertara cristiano. Esto ocurría tras la victoria de Constantino frente a Malencio en la batalla de Puente Milvio el año 312. En realidad, los hechos no fueron tan sencillos y esta visión histórica, que aparece en algunos libros, no es más que una burda simplificación de una serie de acontecimientos mucho más complejos.
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