(1)La catalogación y el estudio del patrimonio etnográfico es, sin duda, una tarea necesaria y fundamental. Especialmente en lo relativo a la cultura inmaterial, ya que debido a su propia esencia, es la más susceptible de perderse
(2). Uno de sus capítulos principales es la tradición oral y, dentro de ella, el estudio del Romancero. Su investigación ha sido abordada desde diversas perspectivas y evolución
(3). A pesar de que el primer texto romancístico que se conoce en la Península Ibérica hasta el momento data de 1421
(4), habrá que esperar casi dos siglos, con el desarrollo de las disciplinas científicas, para que el estudio del Romancero de tradición oral en la Península sea una realidad irrefutable. Dos siglos más para el comienzo del estudio del Romancero de tradición oral en Cantabria. Y a la segunda década del siglo XX para la recogida de los primeros textos romancísticos en tierras campurrianas.
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