"Para que las cosas te asombren hay que pensar como un niño"
Era el año 2000, la exposición en el Museo de Bellas Artes de Santander. Eran los juegos formales sobre los metacrilatos "cristalizaciones"; pinceladas y ralladuras, un juego desde el enfrentamiento entre el espacio interior y el exterior, entre el autor y el espectador. Una especie de escritura de significantes icónicos, tapar la nada que invade el metacrilato frío con formas figurativas, olas, flores, corazones... Hecho a mano sintiendo el gesto y el dedo del artista, una textura guillotinada desnudando su interior. En algunas obras ya se insinúan rayas o raspaduras que sugieren pelo, hierba o paja. Siempre entre la figuración y la abstracción, una constante en mi trabajo, llegando o recurriendo a la segunda a través de la primera.
La ciudad, desde sus comienzos, ha sido un espacio con funciones muy diferenciadas y específicas, desde las administrativas o estratégicas, que implican el control de un territorio amplio, hasta las religiosas o culturales. Pero si hay una función presente en todas las ciudades de manera extensa, esa es la comercial. El espacio urbano ofrece el entorno ideal para la actividad comercial y, con frecuencia, es también el resultado de esa misma actividad. Reinosa es un buen ejemplo de urbe que surge en un emplazamiento estratégico, de paso obligado para personas y mercancías, lo que propicia su función comercial de alcance comarcal y también regional.
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