Campoo en la época de la Guerra de la Independencia. 1808-1814

Agustín Rodríguez Fernández

La valoración historiográfica de la "Guerra de la Independencia" es unánime: constituye un hecho histórico fundamental en el nacimiento de la España contemporánea. Ya desde el siglo XIX, a partir de la obra del Conde de Toreno (1835) (1), todos los historiadores han considerado a esta guerra como un fenómeno complejo. Fue, a la vez, levantamiento, guerra y revolución", tres facetas de un mismo proceso que, como afirma el profesor Josep Fontana, no pueden aislarse para estudiarlas separadamente (2).

 Como levantamiento constituyó el aglutinante de la mayoría de los estratos sociales y territorios de la nación española contra el ejército invasor de Napoleón y el "gobierno intruso" de su hermano José Bonaparte. En cuanto hecho bélico fue el crisol de hechos heroicos y, también, la oportunidad de muchos desaprensivos para alcanzar medros económicos. Como revolución motivó tales cambios en la concepción político-administrativa del estado y, sobre todo, en la mentalidad social de los españoles, que nada fue ya igual a partir de 1814. La "Guerra de la Independencia" fue un fenómeno que, además, afectó hasta el último rincón de España. ¿Cómo vivió o, mejor dicho, cómo padeció la comarca de Campoo (Reinosa y su partido) los avatares de este acontecimiento histórico? La reconstrucción de ese periodo convulsivo no resulta fácil. Es como si tratáramos de reconstruir un monumento arquitectónico del pasado y nos faltasen gran parte de sus piedras originales. En efecto, las fuentes documentales contemporáneas más directas (actas del ayuntamiento de Reinosa y la Merindad de Campoo) desaparecieron con el incendio que destruyó la casa consistorial de Reinosa en 1932. Los archivos concejiles de la zona no conservan documentación específica sobre el tema y los fondos de los ayuntamientos constitucionales, antecesores de los actuales, son posteriores a ese periodo histórico. Por si fuera poco, tampoco contamos con antecedentes en los archivos de Palencia (Diputación Provincial y Archivo Histórico Provincial), Intendencia de la que dependía Campoo en aquella época. Sólo nos resta recurrir, por tanto, a los datos suministrados por los "protocolos notariales" contemporáneos de Reinosa, Merindad de Campoo, Marquesado de Argüeso y Valderredible, conservados en el Archivo Histórico Provincial de Cantabria, en Santander, y a la historiografía, general y particular, existente.

 

EL PARTIDO DE REINOSA EN 1808-1814

Tras la supresión, en 1804, de la provincia-intendencia de Toro, a la que hasta entonces había pertenecido el partido de Reinosa, éste pasó a depender, administrativamente, de la intendencia de Palencia y así estaban las cosas en 1808. Sin embargo, no todo el territorio campurriano dependía de Palencia. Los pueblos que integraban el antiguo "Marquesado de Argüeso" (Argüeso, Barrio, Entrambasaguas y La Lomba, Hoz de Abiada, Mazandrero. La Serna, Villar, y parte de los lugares de Abiada, Espinilla y Naveda). debido a su régimen jurisdiccional de señorío estaban incorporados desde el punto de vista administrativo, en la "Provincia Marítima de Santander", creada en 1801.

En resumen, la jurisdicción del partido de Reinosa abarcaba las siguientes demarcaciones: Merindad de Campoo (Reinosa, como capital, y las Hermandades de Campoo de Suso, Campoo de Enmedio, Campoo de Yuso, Cinco Villas, Valdeolea, Los Carabcos y Valdeprado), valle de Valderredible y las llamadas villas y lugares "exentos" (Pesquera, Santa Maria de Aguayo, Hoyos, San Martín, Cuena y la "casa de La Lastra", ésta sita en Valderredible, junto a Quintanilla de Rucandio, hoy ya desaparecida).

Este conjunto territorial comprendía una extensión aproximada a los mil kilómetros cuadrados y una población que podía rondar los 10.000 habitantes. Por su situación, a caballo de ambas vertientes de la Cordillera Cantábrica, dominando los pasos naturales desde La Montaña a Castilla y atravesado por el "nuevo camino" abierto a mediados del siglo XVIII, el territorio del partido de Reinosa adquiría un alto valor estratégico militar. Su interés económico, aparte del que suponía el ser paso obligado de las rutas comerciales (carretería de harinas y vinos de Castilla y La Rioja) que unían Santander con el interior de la península, radicaba también en sus fuentes naturales de riqueza: producción cerealista en las Hermandades meridionales (Los Carabeos, Valdeolea, Valdeprado) y en Valderredible; abundante cabaña de ganado vacuno, caballar y mular en los tres Campoes y Cinco Villas. Esta actividad agropecuaria se complementaba con una cualificada industria del hierro, representada básicamente por las ferrerías radicadas en la zona: Pesquera ("El Gorgollón"), Santiurde, Horna y Bustasur (“La Pendía"), y del carbón (mina de los Collantes en Las Rozas).

Dentro del conjunto, destacaba el papel estratégico y económico de la villa de Reinosa. Sede del corregidor y subdelegado de rentas del partido, ubicada en el camino y ruta comercial de Santander a la Meseta, ofrecía un rudimentario tejido industrial (fábrica de harinas de Macho Quevedo y de curtidos del Marqués de Cilleruelo), contaba, ya desde mediados del siglo XVIII, con una incipiente burguesía mercantil (asentistas de granos, harinas, vinos y hierro), y constituía, además, un notable centro comercial que, con su mercado semanal y ferias de ganados (Santiago y San Mateo), transcendía los propios límites comarcales. Reinosa era, por otra parte, base de una intensa actividad carreteril de materias primas (cereales, harinas, vinos) y manufacturas (herramientas, hierro, curtidos, ultramarinos, aperos de labranza). Éste era, en síntesis, el panorama socio-económico de Campoo en vísperas de la guerra.

 

CAMPOO, TERRITORIO OCUPADO. LOS HECHOS BÉLICOS

De los acontecimientos del año 1808 en Reinosa poseemos ya el relato minucioso de Julio García de la Puente (3), y Luis Daniel Bedia Diez ha publicado una espléndida síntesis del desarrollo de la guerra en tierras de Campoo (4).

Santander se levanta contra la invasión francesa el 26 de mayo de 1808. Al día siguiente la recién formada “Junta General Extraordinaria” cursa un oficio al corregidor de Reinosa para que se una al levantamiento y, ante el peligro de un inmediato avance francés, pide "a los propietarios y comerciantes de granos de esta villa, que trasladen éstos a los almacenes de Santiago de Cartes y Requejada". Pese a la actitud del corregidor Araújo, reticente a la petición de Santander y de pasividad ante el "irremediable propósito de Napoleón", los asentistas reinosanos movilizan carros y trasladan parte de sus granos hasta Cartes, Requejada y la propia ciudad de Santander.

Al mismo tiempo, y desde Santander, se puso en marcha la resistencia militar. Unos 5.000 voluntarios, alistados en el "Armamento Cántabro" al mando de Juan Manuel Velarde, se apostaron en Reinosa. Otros 2.500 ocuparon el puerto de El Escudo. a la vez que otro destacamento de 1.000 hombres se hacía fuerte en Los Tornos. Quedaban cerrados así los puertos altos importantes entre la Meseta y Santander.

Conocidas estas operaciones en Burgos por el mariscal Bessiéres, éste encomienda al general Merle la anulación de la insurrección. Merle, con seis batallones, doscientos jinetes y ocho piezas de artillería, sale de Burgos el 2 de junio y entra en Reinosa el día 4 sin disparar un solo tiro, ya que las fuerzas d Velarde se habían retirado a Lantueno. La intención del general francés era, tras descansar dos días en Reinosa, continuar hacia Santander, pero nuevas órdenes superiores le obligan a abandonar Reinosa y dirigirse a Valladolid, levantada por el general, Gregorio Cuesta. El día 8 de junio Merle sale de Reinosa, donde, sólo deja un retén de diez soldados. La reacción de los reinosanos fue inmediata. "Apenas me hallaba (a) una legua de (Reinosa), dirigiendo mi marcha hacia Canduela -dirá el propio Merle en su manifiesto del 3 de julio de 1808-, cuando los habitantes de Reinosa, en número de trescientos, atacaron a los diez franceses a tiros y a pedradas, les acorralaron y concluyeron por hacerlos prisioneros. No contentos con eso, entregaron a los insurrectos de Santander a aquellos militares, menos uno que había sido tan maltratado, que murió de sus heridas en el hospital de esta villa". (5)

Derrotado Cuesta, el general Merle volvió sobre Reinosa el 20 de junio de 1808 y, en la madrugada del día siguiente, aniquiló a las tropas de Velarde, apostadas en la garganta de Lantueno. Los supervivientes de las fuerzas españolas huyeron hacia Asturias. Fracasado un nuevo intento de resistencia en Las Fraguas, el avance de Merle hasta Santander, donde entró el día 23 del mismo mes, fue un paseo militar.

En los primeros días de julio de 1808, Merle, tras dejar una guarnición de 2.000 hombres en Santander, regresa a Reinosa con el grueso de su ejército. Para castigar el levantamiento de la villa dicta, el día 3 de ese mes, un bando durísimo: “El espíritu de insurrección está tan desarrollado en Reinosa, que la villa ha diputado dos individuos que vayan a Valladolid y otros dos a Santander, para participar a los insurrectos de estas capitales la disposición en que se encuentran de combatir a los franceses y para invitar a los habitantes de todo el país que ellos recorran a seguir su ejemplo, particularmente a los de Aguilar de Campoo y Cervera. Tantos crímenes merecen, sin duda, un castigo ejemplar. La villa de Reinosa ha debido ser entregada a las llamas; pero yo soy demasiado humano para llegar a estos extremos... Me limitaré, pues, a ordenar que la villa de Reinosa sea inmediatamente desarmada; que doce de los principales de sus habitantes, escogidos de entre los que más han figurado en la sublevación, sean arrestados y conducidos en rehenes a Burgos, para responder, de hoy en adelante, con sus cabezas de la tranquilidad de la villa, la cual pagará, además, una contribución de cien mil francos, bajo pena de ejecución militar” (6).

Reunida la corporación municipal de Reinosa, suplicó a Merle, tras asegurarle la tranquilidad de la población, la suspensión temporal de tan severas medidas y la autorización para enviar comisionados a Burgos con el fin de suplicar el perdón al mariscal Bessiéres. Las explicaciones de la comisión reinosana ablandaron al mariscal y éste perdonó a la villa.

Estas dos primeras ocupaciones francesas del territorio campurriano duraron hasta mediados de julio de 1808, fecha en que el ejército francés, amenazado por fuerzas asturianas e inglesas. se vio obligado a evacuar Santander. Merle, en consecuencia, hizo lo propio con sus fuerzas acantonadas en Reinosa. A mediados de agosto una división asturiana, al mando de Ballesteros, recorría y limpiaba la zona de Reinosa, retirándose a su punto de procedencia al comienzo del mes de septiembre.

Desde septiembre a noviembre de 1808 Reinosa y el territorio de Campoo gozó de una relativa tranquilidad, aunque conoció la presencia de tropas españolas dependientes del Cuartel General de Joaquín Blake. Pero, tras la derrota de éste en Espinosa de los Monteros (días 10 y 11 de noviembre), Reinosa y su partido vuelven a ser ocupados por los franceses. El 12 de noviembre de 1808 el general español Blake, derrotado, se retira a Reinosa con ánimo de rehacer y aprovisionar sus maltrechas fuerzas, pero el avance de las divisiones francesas de Soult y Lefebvre le obliga a internarse, a través de Campoo de Suso y cuenca del Saja, en Cabuérniga.

El mariscal Soult entra en Reinosa el 14 de noviembre. Antes de su partida hacia Santander instaura en Reinosa una nueva corporación municipal y deja en la villa una fuerte guarnición con parque de artillería incluido. Reinosa queda convertida, hasta agosto de 1812, en una base de operaciones del ejército francés, desde la que parten las acciones de guerra contra las fuerzas españolas de Potes y partidas volantes de la guerrilla que, de modo ocasional, recorren y saquean numerosos pueblos de Campoo. El regreso a Reinosa de fugitivos de la villa y de los pueblos cercanos, unido al contingente militar francés, provocan la declaración de una "peste" que causa una notable mortandad.

Aunque no hubo rincón en Cantabria que no sufriese, de una u otra manera, los efectos de la guerra, la vía Santander-Reinosa, se convirtió en zona estratégica para ambos bandos contendientes, por lo que fue celosamente defendida por los franceses. Desde esta tercera ocupación y hasta casi el final de la guerra (1813), Reinosa y su partido conoció y padeció la visita de tropas regulares francesas, españolas e inglesas. así como de diversas partidas guerrilleras. En realidad. la ocupación francesa de Reinosa cesará, en la práctica, en los primeros días de agosto de 1812, salvo la fugaz y esporádica ocupación de la provincia por las fuerzas del general Vandermarsen en enero de 1813.

 

AFRANCESADOS Y PATRIOTAS

La Guerra de la Independencia fue un acontecimiento ante el que ningún sector de la población de Reinosa y su partido pudo permanecer indiferente. La actitud de la mayoría de los habitantes fue, sin duda, de estupor y desconcierto ante hechos que no comprendían. No faltaron individuos aislados que sintieron simpatía con las ideas del nuevo orden revolucionario bonapartista y colaboraron, más o menos veladamente, con el ejército francés y la administración del "gobierno intruso". Por el contrario, también se documenta un numeroso grupo de "patriotas" que, de manera activa, lucharon contra el invasor francés.

Como dice García de la Fuente, “no sabemos si hubo en Reinosa afrancesados que decididamente lo demostraran”, pero hay indicios para sospecharlo de algunos y afirmarlo de otros. En efecto, sospechosa fue la actitud pusilánime e inoperante del corregidor Froilán Ramón Araújo a la llamada de los sublevados de Santander, en los primeros días del mes de mayo de 1808, y más sospechosa aún su huida y abandono de la población tras la evacuación de la villa, en julio siguiente, por las tropas del general Merle.

La corporación municipal de Reinosa, en sesión del 4 de noviembre de 1808, condenó “de infidencia y trato sospechoso con los enernigos” a otro reinosano, Raimundo Correa (7). Compañeros capitulares de José de los Ríos Tagle nos recuerdan en 1818 que éste, al tiempo de la reposición, en 1814, de los miembros del ayuntamiento de Reinosa que figuraban en 1808, fue excluido, a pesar de haber sido regidor primero en 1808, “por haberse declarado en aquel mismo año y seguido todo el tiempo de la guerra por adicto al gobierno intruso y traidor, según sus operaciones, a nuestro legítimo soberano” (8).

Sin duda no fueron éstos los únicos simpatizantes de la causa bonapartista. Entre los hombres de negocios (asentista de granos y vinos) debió haber más de uno que considerase la coyuntura como favorable a sus intereses económicos, pero documentalmente nada puede demostrarse.

La actitud contraria, decididamente enfrentada al invasor, estuvo más ampliamente representada. La mayoría de estos "patriotas" mandaron o estuvieron enrolados en partidas guerrilleras, pero tampoco faltaron quienes, de forma callada pero intensa, mantuvieron viva la defensa de los valores tradicionales de la religión y del trono de Fernando VII Tal fue el caso del sacerdote D. Gorgonio del Castillo. Riojano de nacimiento, tras cursar la carrera eclesiástica en Burgos y Valladolid, era uno de los curas-párrocos de Reinosa en mayo de 1808. Él mismo nos relatará más tarde, en diciembre de 1815, sus ideas y actividades: “Tubo varias beces en riesgo su vida por ser constante y acalorado enemigo, que tubo que fugarse y andar escondido algunas temporadas, porque llegó a su noticia (de los franceses) estar en continua comunicación con los Gefes y comisionados españoles, a quienes suministraba quantas noticias heran importantes a la defensa de la Religión y del Rey. Por último es indudable su abersión a las nobaciones y su celo por la conserbación de la Santa Religión y de los augustos derechos del Trono...” (9).

Estas fugas y escondites, en los puertos de Campoo de Suso y en Barruelo (Palencia), los compartió el bravo clérigo con otro reinosano, D. Manuel Santiago Calderón Fontecha, abogado, que ocupó más tarde, desde junio a octubre de 1814, la Regencia de la jurisdicción real ordinaria de Reinosa. Ambos fueron los enlaces y transmisores de información para el Cuartel General de Campillo, en Potes, de los movimientos del ejército francés en la comarca.

Los guerrilleros campurrianos nos son más conocidos. Manuel García del Barrio, nacido en Argüeso en 1766. Su carrera militar había comenzado en Panamá, donde luchó contra los indios del Darién y practicó el corso contra los piratas ingleses. De regreso a España, en mayo de 1808 era regidor segundo del ayuntamiento de Reinosa. Intentó, sin éxito, que la junta de Regencia le nombrara Comandante militar de Campoo. En 1809 fue nombrado Teniente Coronel y participó en la sublevación de Galicia, cuyos acontecimientos escribió, publicándose en 1891. Su pensamiento liberal le condujo a una estrecha amistad con Torrijos, cuya muerte no compartió de milagro. En 1832 se exilió a Francia.

Santiago de Ochagavia abandonó su tienda de confitería y licores en Reinosa para formar una partida de guerrilla, con la que hostigaba, según órdenes de Renovales y de Porlier, a las tropas francesas en Campoo. Su celo, a veces desmesurado, le llevó a cometer excesos en requisas de mozos y ganados. En 1811, huyendo de los franceses, se rompió una pierna y tuvo que abandonar las acciones militares. De su partida se hizo cargo D. Andrés María del Río. Su, actividad guerrillera fue premiada con la Administración interina de Rentas de Reinosa.

D. Andrés María del Río había nacido en Paracuelles el año 1786. Tras tomar parte en acciones de guerra en otras zonas de la Península, cae prisionero y es encarcelado en Burgos, de donde se fuga en 1810 y se pone a las órdenes del brigadier Porlier. Se hace cargo de la partida de Ochagavia con la que actúa en el territorio de Campoo. Alcanzó el grado de capitán en la "División de Iberia" y fue nombrado Comandante interino de Reinosa en enero 1813, retirándose con el grado de teniente coronel (10).

Por último, de Juan de Obeso, apodado "el Recio" por su corpulencia física, apenas se sabe más que operaba en la cuenca del Besaya. Capturado por los franceses, fue llevado prisionero a Francia.

 

SECUELAS DE GUERRA. EXPOLIOS-REQUISAS Y SAQUEOS

Para el territorio del partido de Reinosa los casi seis años de guerra trajeron consecuencias gravísimas, algunos de cuyos efectos pervivieron durante años, finalizadas ya las acciones propiamente bélicas. La coexistencia de órganos de gobierno (Cortes, juntas de Defensa, Intendencia, jefes militares), a menudo enfrentados o desconectados entre sí, se tradujo a la larga en un vacío de poder, que condujo a una desarticulación y parálisis administrativa, más acusada en la villa de Reinosa que en los concejos rurales de Campoo. Si, normalmente, un corregidor solía desempeñar la jefatura administrativa durante tres o cuatro años, en el período 1808-1815 se suceden, al frente del partido, nada menos que dieciséis "corregidores" o "regentes". Los remates de los "ramos arrendables" de Reinosa, fuente primordial de los ingresos de la villa, prácticamente se suspenden entre 1809 y 1811, viéndose obligada la corporación municipal a administrar directamente los abastecimientos de primera necesidad.

Una de las primeras secuelas de la guerra fue, precisamente, la dificultad de los abastecimientos, dada la inseguridad de los caminos, la carestía de artículos de primera necesidad y el alza de sus precios: de 1808 a 1811 el precio de la libra de aceite pasa de 30 cuartos (3,5 reales) a 46 (5,4 reales); la fanega de trigo, de 36 a 135 reales; la de cebada de 23 a 72. En 1809 la libra de carne de vaca cuesta 13 cuartos, la de carnero 14 y la de sebo 20.

Parece demostrado que las pérdidas humanas, directamente achacables a la guerra, fueron escasas, pero no así las materiales: campos desatendidos y cosechas escasas, viviendas saqueadas, iglesias y santuarios expoliados, ganados embargados y requisados.

A raíz de la acción de Espinosa de los Monteros, destacamentos de la guarnición francesa en Reinosa batieron la comarca campurriana. Tras quemar la antigua casa-venta de Pozazal y su próxima ermita de San Bartolomé, el 17 de noviembre de 1808 saquearon las casas del pueblo de San Andrés de los Carabeos y se llevaron el copón, el cáliz y las crismeras de su iglesia parroquial. Igual suerte le cupo al santuario de Montesclaros. (11)

En julio de 1810, el vecino de Santillana del Mar, Manuel Sánchez de Tagle, denunciaba la requisa francesa, efectuada el día 15 de aquel mes, de 173 reses vacunas (47 propias del denunciante) de las cabañas que enveranaban en los montes de Campoo de Enmedio.02)

De las tropelías cometidas por fuerzas españolas, las mejor conocidas son las efectuadas, desde finales de 1810 a comienzos de 1813, en el Marquesado de Argüeso por las partidas guerrilleras de Santiago de Ochagavia, Pedro Hojas, Isidoro García, "el Subteniente de Laredo, Castejón", Lorenzo de la Torre, Francisco Rodríguez y Padilla (13). He aquí el resumen de sus actos: cinco requisas de mozos; diez embargos de ganado vacuno y caballar, y otros varios de "raciones de todos los artículos". Como ejemplo de la conducta abusiva de estos jefes de guerrilla, la del subteniente Pedro Hojas en el verano de 1811: "pedía cuatrocientas raciones; le daban doscientas, pero expedía recibo por las cuatrocientas". Claro que, en su descargo, no faltaban regidores anuentes que consentían y se lucraban de tales abusos.

Tales expolios dejaron al Marquesado sin ganado caballar, "sin más que alguna yegua inútil ... y alguna otra que pudieron ocultar a la vigilancia de los comisionados, o dándoles por ellas, en gratificaciones, más de lo que valían". Tasaban las reses en vivo, "poniéndolas casi en la mitad de las libras que pesaban y, cuando alguno quería berlas matar y presenciar su peso, le detenían quince y más días, con el objeto de aburrirle", y así nadie se atrevía a intentarlo la próxima vez.

En junio de 1812 el coronel Francisco Salazar embargó, también a varios vecinos del Marquesado de Argüeso, 26 carros de vino blanco "de La Nava" (Valladolid) y lo distribuyó a la tropa en menos de ocho días. Humillaba a los carreteros haciéndoles caminar, con sus carros y bueyes, detrás de la tropa que iba bebiéndose el vino. Ya en 1813, estando este militar de guarnición en Reinosa, exigió raciones de suministros por valor superior a los 30.000 reales.

Entrado ya el año 1812 otro oficial guerrillero. Ubaldo de Bustamante Cossio, había robado en varias iglesias del Marquesado "como sesenta y nueve o setenta libras de plata y, además. un viril de la parroquia de La Lomba, que poco antes de la Revolución había venido de México, cuyo valor no bajaría de 30.000 reales".

 

LA FINANCIACIÓN DE LA GUERRA

Sin embargo, lo más duro de la guerra, desde el punto de vista económico, fue su propia financiación, que recayó directa y brutalmente sobre los propios concejos de Campoo. A juicio de los historiadores, ni los caudales provenientes de América, ni los cacareados empréstitos británicos. ni la recaudación de contribuciones, ordinarias o de guerra. fueron suficientes para sufragar los gastos de la Guerra de la independencia española. Los ejércitos combatientes (francés, español, inglés) y las guerrillas vivían del territorio que ocupaban o en el que se movían y, en nuestro caso, les mantuvieron los propios pueblos del partido de Reinosa.

Ya durante el primer año de guerra, en 30 de agosto de 1808, el ayuntamiento de Reinosa se vio en la necesidad de suscribir un empréstito de 300.000 reales para pagar a particulares que habían anticipado gran parte de los suministros exigidos por las autoridades militares.

La financiación se canalizó por tres vías: requisa de caballos, suministro de raciones (pan, carne, legumbre, vino, hierba y paja) y aportación de bueyes y carros para el transporte de bagajes, Para hacer frente a tantos gastos, el ayuntamiento general de la Merindad de Campoo hubo de practicar sucesivos "repartimientos" a los pueblos del partido. De su total, la villa de Reinosa aportaba un 20%, Valderredible contribuía con otro 25%, y el resto se dividía entre las Hermandades, según sus respectivos “cañameos” o vecindarios (14).

Sin apenas tregua, a un repartimiento le sucedía otro. Como los concejos no solían disponer de dinero en efectivo, el recurso a créditos era método obligado y las deudas se arrastraron durante años. Sabemos que, a finales de 1810, el partido de Reinosa hubo de suscribir un "empréstito forzoso" de más de 135.000 reales (15). A mediados de octubre de 1814 la Merindad de Campoo aprobó un reparto de 54.000 reales y en marzo de 1815 practicó otro de 102.437 reales para hacer frente a varios créditos “por suministros efectuados a las tropas en la próxima guerra” (16).

La desaparición de fuentes documentales no permite cuantificar la financiación de la guerra. No obstante, los datos aislados conservados inclinan a pensar que fue muy elevada y las constantes reclamaciones de los pueblos y particulares, cursadas durante y, sobre todo, después de la guerra, hacen sospechar que, casi con seguridad, nunca les fueron abonados, ni por la administración española ni por el gobierno francés (17).

Veamos unos ejemplos. A mediados de julio de 1808, al evacuar Merle la villa de Reinosa, obligó a su corporación municipal a comprar las existencias de cebada, maíz y legumbres (758 fanegas en total), valoradas en 40.000 reales, que guardaba el almacén de las tropas francesas. A este importe se sumaron otros 10.000 reales, multa con que le general francés castigó al partido al negarse los concejos a facilitarle carros para el transporte de bagajes. Al no disponer de dinero público, la deuda fue asumida por media docena de comerciantes de Reinosa, quienes, en septiembre de 1818, aún no habían logrado el cobro de su anticipo (18).

A otro comerciante reinosano, José María Varona, aún se le debían, a finales de 1814, nada menos que 197.875 reales por compras de granos para el Ejército de Galicia y que, con cargo a la jurisdicción de Reinosa, había gestionado durante el año 1808 (19). Sólo esta partida representaba el 42% del importe total de las "rentas provinciales" (475. 318 reales) repartidas por la intendencia de Palencia, en 1817, a la jurisdicción del partido de Reinosa (20).

El transporte de bagajes militares movilizó centenares de carros, aportados siempre por los pueblos. Aún a finales del noviembre de 1813, en vísperas del final oficial de la guerra (Tratado de Valençay, de 12 de diciembre), los procuradores de las Hermandades de la Merindad de Campoo tuvieron que contratar 165 carros para el acarreo de granos "desde el Punto de la villa de Alar hasta la de Bárcena de Pie de Concha", con destino a los ejércitos nacionales (21). Meses antes (agosto-septiembre), la jurisdicción de Reinosa había suministrado 30.000 arrobas de hierba y paja a las tropas españolas acantonadas en la ciudad de Santander (22).

Si los caballos del ejército necesitaban piensos y forraje, los soldados precisaban raciones de pan, carne, legumbre, vino y, necesariamente, medicinas. Repetidamente, a lo largo de los años 1813, 1814 y 1815, el boticario de Reinosa, Luciano Gómez de Camaleño, reclamó más de 15.000 reales por "medicinas que el hospital francés sacó de su botica, desde la primera entrada del general Merle hasta el año pasado de ochocientos y diez", y de las suministradas, entre agosto y noviembre de 1808, al hospital de campaña de las fuerzas españolas del general Blake (23).

En noviembre de 1811 Simón de la Mora, con almacén de vinos en Reinosa. reclamaba al ayuntamiento general de la Merindad de Campoo 42.428 reales por vinos suministrados a los franceses durante los meses de abril, mayo y junio de 1809. Cinco años más tarde aún no había conseguido cobrarlos (24).

Los gastos de guerra alcanzaron tal volumen, que muchos de los concejos del partido, para hacer frente a los mismos, se vieron forzados a la enajenación de terrenos comunales e, incluso en el caso de Reinosa, también a la de bienes de "propios". Desde junio de 1809 a septiembre de 1813, con especial incidencia en los años 1810 1811, se remataron más de 53 hectáreas de ejidos, prados y tierras "del común", que alcanzaron un valor de 156.956 reales y medio (25):

 

TERRENOS COMUNALES

Superficie

 Valores

JURISDICCIONES

Ejidos/Prados 

Tierras

(areas)

(reales)

Reinosa

36

1

1500

53882,0

Campoo de Suso 

18

2

912

39543,5

Campoo de Enmedio

22

4

1292

29886,0

Campoo de Yuso

44

1

652

19039,5

Cinco Villas

2

 

707

7402,0

Valdeolea

6

3

276

7203,5

TOTAL

128

11

5339

156956,5

 

Los concejos afectados por estas subastas, con la villa de Reinosa a la cabeza, fueron numerosos: Matamorosa, Nestares, Morancas, Requejo, Horna, Fontecha, Fresno, Bolmir, Aradillos y Cañeda, en la Hermandad de Campoo de Enmedio; Fontibre. Salces, Paracuelles, Soto, La Miña y Ormas, en Campoo de Suso; Orzales, Villasuso, Bustamante, La Población, Renedo y Llano, en Campoo de Yuso; Somballe y Pesquera, en Cinco Villas; Olea, Las Quintanillas, San Martín de Hoyos y Cuena, en Valdeolea. En resumen, las únicas Hermandades que lograron mantenerse al margen de la venta de terrenos comunales fueron las más meridionales (Los Carabeos y Valdeprado) y el valle de Valderredible, territorios de mayor producción cerealista.

En la mayoría de los casos, los compradores fueron vecinos de las propias localidades donde radicaban los bienes enajenados, y, en casos contados, particulares de pueblos próximos.

El caso de Reinosa merece comentario aparte. Las subastas afectaron a diversos terrenos del común de la villa, localizados en parajes como "Sierra del Páramo, confinante con la pradera de La Huera, hasta los mojones del lugar de Fresno", “Las Fuentes", "Los Tinglados, hasta confinar con Requejo", “1as Covias”, "Pozneo", “Las Carreras”, “Las Arrieras" (Rieras?) y “El Coto”. Un conjunto de 15 hectáreas, rematadas en 53.882 reales. Del patrimonio de sus bienes de "propios", Reinosa hubo de enajenar, además, la casa del Peso Real, entre las casas Navamuel y la Alhóndiga", subastados en otros 5.980 reales.

Esta síntesis de acontecimientos y datos, aunque aislados e insuficientes para establecer secuencias seriadas, no impide, sin embargo, atisbar, al menos en aspectos fundamentales, el impacto de la guerra y sus desastrosas consecuencias en el territorio de Campoo, varias de cuyas secuelas se prolongaron hasta casi entrada la segunda década del siglo XIX.

 

NOTAS


(1)  Toreno, Conde de: Historia del levantamiento, perra revolución de España. Madrid, 1835.   
(2) Josep Fontana: "Guerra, revolución y cambio social (Reflexiones para un replanteamiento de la historia de la Guerra de la independencia", pág. 37.  
(3) Julio García de la Puente: Reinosa y el Valle de Campo Santander, 1916.  
(4) Luis Daniel Bedia Diez: “Importancia estratégica de Reinosa durante la Guerra de la Independencia”. Santander, 1982.  
(5) Documento original, en francés, que obraba en el Archivo municipal de Reinosa hasta el incendio de 1931. Recogido por Julio G. de la Puente en o.c., pp. 42-43.  
(6) Julio G. de la Puente, ibídem.  
(7) Julio G. de la Puente, o.c., p. 46.  
(8) A.H.P.C., Protocolos, leg. 4.200, f. 71 (1818).   
(9) Ibídem, Protocolos, leg. 4.191, fs. 249-257 (1815).   
(10) Ibídem, C.E.M., leg. 41-3. <>Se conserva su expediente y hoja de servicios.   
(11) Citado por Agustín Rodriguez Fernández: Los Carabeos ... Santander, 1979, pág.58.   
(12) A.H.P.C., C.E.M., leg. 40-6, f. 6.   
(13) Biblioteca Mcipal de Santander, Manuscrito n? 393, fis. 53 yss.  
(14) Acuerdos del 1 de marzo de 1813 y del 1 de julio de 1815. (A.H.P.C., Protocolos, leg. 4.119, fs. 20-21 (1813) y leg. 4.175, fs. 94-95 (1815).  
(15) A.H.P.C., Protocolos, leg. 4.174, fis.21-27 (1811).  
(16) Ibídem, Protocolos, leg. 4.175, fs. 94-95 (1815).  
(17) Ibídem, Protocolos, leg.4.176, fs. 14 y 122-123 (1818).  
(18) Ibídem, Protocolos, leg.4.193, f. 154 (1818).  
(19) Ibídem, Protocolos, leg.4.175, f. 252 (1814).  
(20) Ibídem, Protocolos, leg.4.177, (hojas finales del protocolo de 1819).  
(21) Ibídem, Protocolos, leg.4.190, f. 91 (1813).  
(22) Ibídem, Protocolos, leg.4.119, s. f. (1813).  
(23) Ibídem, Protocolos, leg.4.190, f. 64 (1813); leg. 4.191, f. 76 (1814) y f. 236 (1815).  
(24) Ibídem, Protocolos, leg.4.174, fs. 117-118 (1811); leg. 4.176, f. 141 (1816).  
(25) Ibídem, Protocolos, leg.4.173 1812); leg. 4.174 (1810 a 1812); leg. 4.189 (1809) y leg. 4.190 (1810 y 1813).

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

BEDIA DÍEZ, Luis Daniel: “Importancia estratégica de Reinosa durante la Guerra de la independencia”, en La Guerra de la Independencia (1808-1814) y su momento Histórico Vol. 11, pp. 541-582. Santander, I.C.C., 1982
FONTANA, Josep: "Guerra, revolución y cambio social. (Reflexiones para un replanteamiento de la historia de la Guerra de la independencia", en La Guerra de la independencia (1808-1814) y su momento histórico Vol, 1, pp. 37-47. Santander, I.C.C., 1982.  
GARCÍA DE LA PUENTE Julio: Reinosa y el Valle de Campoo. Santander, 1916
SIMÓN CABARGA, José:  
Santander en la Guerra de la Independencia. Santander, 1968
TORENO, Conde de: 
Historia del levantamiento, guerra y revolución de España.  Madrid, 1835. 
ARCH1VO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CANTABRIA. (A.H. P C.): Sección: Protocolos, legajos núm. 4.117 a 4.119; 4.136 a 4.140: 4.158 a 4.160; 4.173 a 4.177; 4.183-4.184; 4.188 a 4.194; 4.19 a 4.204: 4.210: 4.217; 4.400 4.403. (Escrituras ante los escribanos de Reinosa y Merindad de Campoo, Marquesado de Argüeso y Valle de Valderredible, años 1808 a 1820). Sección: Centro de Estudios Montañeses. legajos núm. 40-6 y 42-1
BIBLIOTECA. MUNICIPAL DE SANTANDER. Manuscrito nº. 393.