Periodistas y escritores campurrianos en la historia de 'El Cantábrico'

José Ramón Saiz

Primer número El Cantábrico(107 KB, jpg)

La historia de los cuarenta y dos años de El Cantábrico (1895-1937) está muy ligada a periodistas y escritores campurrianos que de forma intensa colaboraron con este diario liberal, republicano y laico que fundaron el periodista José Estrañi y Grau y los hermanos Manuel y Buenaventura Rodríguez Parets, destacados abogados que fueron los socios capitalistas. Salió el primer número el 4 de mayo de 1895 y en su primera página apareció la primera vinculación con escritores campurrianos con un artículo firmado por Demetrio Duque y Merino, al tiempo que los diarios montañeses se movilizaban para solicitar el indulto para el también campurriano Angel de los Ríos, cronista oficial de la provincia, entonces encarcelado.
 
En la historia de El Cantábrico aparecen otros destacados campurrianos que están presentes en la historia del periódico, como son los casos de Agustín Alba, Adolfo Gutiérrez Castañeda, Santiago Arenal, Emilio Herrero, Ramón Sánchez Díaz, Dámaso Pérez Arenal o el corresponsal que en los comienzos del siglo XX se refugió en el seudónimo de Clavel. De esta nónima de brillantes colaboradores, Santiago Arenal y Ramón Sánchez Díaz sufrieron el exilio tras la guerra civil, mientras que Pérez Arenal, que ejerció de corresponsal y que fue en una etapa alcalde de Reinosa, perdió la vida en el tristemente famoso barco prisión Alfonso Pérez. Se trata de un listado de periodistas y escritores campurrianos que dejaron su huella impresa en este importante rotativo que nació y murió entre dos guerras; por un lado, la de Cuba promovida por los independentistas y los americanos y, finalmente, la guerra civil. Por medio, las guerras de África y la primera guerra mundial ocuparon su atención informativa.
 
Se ha escrito que el siglo XIX es el siglo del periodismo con la lucha por la libertad de imprenta y el avance en las innovaciones técnicas que se irán incorporando a lo largo de los primeros años del siglo XX. En ese contexto en el que el telégrafo aún no había sido sustituido por el teléfono, el montaje del periódico se hacía a mano y letra a letra a falta de la linotipia, y cuando la rotativa no ha sustituido a la impresora plana, aparece El Cantábrico, diario independiente de la mañana.
 
La aparición de El Cantábrico significó el inicio de una nueva etapa en el periodismo local, apostándose por un periódico de empresa en el que se combinan dos factores: la defensa del republicanismo y laicismo, y la rentabilidad económica y social, dejando atrás el modelo de prensa ideológica y de partido. Al tiempo que El Cantábrico, aparece El Heraldo de Aragón, y más tarde otros diarios regionales importantes como El Norte de Castilla o La Gaceta del Norte.
 
Para entender el contexto periodístico en el que surge El Cantábrico, hay que acudir al árbol genealógico del periodismo montañés de finales del siglo XIX, encontrándonos con dos orígenes: La Voz Montañesa (1873) y El Atlántico (1886). Fruto de la raptura entre Antonio María Coll y Puig (director-propietario del diario republicano-federalista La Voz) y Estrañi -que durante casi veinte años había sido la pluma más significativa del periódico- surgió El Cantábrico. Menos de un año después, El Atlántico anunciaba su muerte, asumiendo El Cantábrico las suscripciones pendientes.
 
De El Atlántico, por la disidencia del impresor Lorenzo Blanchard, apareció en 1893 La Atalaya, diario clerical del que se desprendieron dos ramas que dieron vida a dos periódicos: el también clerical El Diario Montañés (1902) y el maurista El Pueblo Cántabro (1914). Finalmente de la fusión, en 1927, de La Atalaya y El Pueblo Cántabro surge La Voz de Cantabria, periódico dirigido por José del Río Sainz, que desde la muerte de Eusebio Sierra (1922) venía dirigiendo La Atalaya.
 
Cuando Estrañi asume la dirección de El Cantábrico eran sus colegas en la dirección de los otros diarios Domingo Gutiérrez Cueto (El Atlántico)- Rafael Díaz Aguado de Salaverry (La Atalaya); José María Martínez (El Boletín de Comercio) y Alfredo del Río al frente de El Correo de Cantabria. Otras publicaciones que se editaban en el momento de aparición del periódico de Estrañi fueron: El Eco de Santoña, La Región Cántabra, Campoo, El Sardinero Alegre, El Fomento, El Impulsor, Fray Veras, El Avisador, Santander Cómico y Profesorado Montañés.
 
Ideas democráticas, republicanismo, laicismo y compromiso con los intereses de la tierra cántabra son las cuatro definiciones que alentaron la aparición de El Cantábrico, principios que defendió con flexibilidad y a los que demostró fidelidad, desde una postura independiente frente a siglas políticas o confesiones religiosas, tal y como proclamó en este compromiso suscrito entre sus fundadores:

"El periódico no podrá en ninguna ocasión constituirse en órgano de fracción ni partido determinado, pues su principal misión ha de ser la defensa de los intereses generales y regionales, espíritu de amplia justicia sin herir sentimientos religiosos ni defender personalismos".
 
En este sentido, reiteramos que El Cantábrico no dejó lugar a dudas en cuanto a su ideario se refiere: identificación y apoyo sin matices a la necesaria regeneración frente a la vieja política que representaba el caciquismo; compromiso con los ideales que representaban el sistema republicano y el laicismo del Estado, definición ésta que chocaba con una Constitución que proclamaba la fe católica de la nación española. El periódico no fue, sin embargo, anti nada y, por tanto, no puede ser definido como un periódico antimonárquico ni anticatólico ya que todos los conceptos y valores que representaban Monarquía y Religión fueron tratados con respeto en las páginas del periódico. Este fue el compromiso que José Estrañi alcanzó con sus socios los hermanos Rodríguez Parets que le confiaron su espíritu liberal y fe católica, pactando que El Cantábrico estaría a abierto a todas las informaciones.
 
Estos compromisos de El Cantábrico tienen un valor indudable si tenemos en cuenta que se formulan en los años finales del siglo XIX cuando su ideario plantea la separación Iglesia-Estado, educación laica, modernización de España, tolerancia, lucha contra el viejo caciquismo y contra las leyes represoras en materia de prensa. En definitiva, defendió sin medias tintas la supremacía del poder civil sobre cualquier otro poder, bien religioso o de otro carácter.
 
La redacción inicial de El Cantábrico -como la de otros periódicos regionales de la época- fue bien escasa, formando parte de la misma el propio director José Estrañi, Buenaventura Rodríguez Parets como redactor-jefe: Francisco García Nuñez que ejerció de reportero, y de La Atalaya llegaría muy pronto Fernando Segura Hoyos, excelente escritor que parte de su obra periodística la firmó con el seudónimo de Nostradamus. A este grupo redaccional se unían los colaboradores y corresponsales que como Agustín Alba, conocido por los seudónimos de Garín y Tyang Sun, trató en profundidad temas locales y comarcales de Reinosa y Campoo.
 
El nuevo modelo de prensa que pone en marcha El Cantábrico obtendrá pronto sus rendimientos ya que a los seis meses el periódico de Estrañi se convierte en el diario de mayor circulación -entre cuatro y cinco mil ejemplares diarios- título que mantendrá durante toda su existencia, y desaparecen a raíz de esta fuerte irrupción de la nueva cabecera La Voz Montañesa y El Atlántico. Al tiempo, muy pronto contará con su propia imprenta y en 1903 nuevas instalaciones de redacción y talleres con la incorporación de una máquina impresora de la marca Marinoni.
 
Desde que en 1903 contó con instalaciones propias, destacó por su estilo la sala de redacción que estaba presidida por todos los símbolos que libremente abrazó El Cantábrico a través de su ideario, con los retratos de Pi y Margall, presidente de la I República, que simbolizaba la ética y la moral políticas, un busto del investigador y librepensador Augusto González de Linares y los retratos de Menéndez Pelayo, José María de Pereda, Jesús de Monasterio, Amos de Escalante y Benito Pérez Galdos, que representaban el orgullo del periódico por nuestras glorias regionales.
 
La defensa de un ideario republicano y laicista llevó a El Cantábrico a situaciones adversas pero ante las que mantuvo su paso firme, sin renunciar a lo fundamental de su programa; así, en 1905 fue prohibido por el Obispo Sánchez de Castro por publicar la esquela del ex-alcalde de Torrelavega y republicano Gervasio Herrero González sin el símbolo de la Cruz, prohibición que se mantuvo hasta que en 1921 fue levantada por el nuevo prelado, el doctor Plaza García que en un acto de buena voluntad visitó la sede del periódico. El otro grave incidente ocurrió en 1909: fue decretada por el capitán general de Burgos prisión incondicional para Estrañi por aplicación de la Ley de Jurisdicciones. Le salvó de ingresar en la cárcel el que en esas fechas se encontrara enfermo, lo que permitió a Benito Pérez Galdós, entonces diputado nacional, realizar gestiones en Madrid y lograr el sobreseimiento de la causa militar contra el combativo director.
 
En la historia del rotativo hay que destacar que ante el conflicto de la I Guerra Mundial se proyectó como periódico aliadófilo frente a la postura de los imperios centrales. En esta etapa, la estructura informativa del periódico se fue modificando lentamente, proceso que coincide con un dato espectacular para la historia de El Cantábrico al alcanzar en 1919 los 12.000 ejemplares, casi tanto como la suma de las tiradas de La Atalaya, El Diario y El Pueblo Cántabro. En esta etapa, el periódico que tiene como gerente a Braulio de la Riva, que había sucedido en el cargo a Mauricio Rodríguez Lasso de la Vega, hermanastro de los Rodríguez Parets, impulsa los sorteos y regalos a sus lectores y suscriptores con el fin de fomentar la difusión.
 
Tras la muerte de José Estrañi en los últimos días de 1919 -acontecimiento que generó un gran sentimiento ciudadano-, sus herederos y los hermanos Rodríguez Parets venden sus participaciones en la empresa, haciéndose con la propiedad el matrimonio asturiano con residencia en Santander, de Tomás Rivero y Concha Corral, que contaba con importantes negocios de artes gráficas en Méjico y que apostaron por la empresa editora de El Cantábrico al modernizar sus instalaciones e instalar en 1923 la primera rotativa en Cantabria a la que denominaron La Portalina, en homenaje a la patrona de Villaviciosa, Durante su etapa de propietarios -que se alargó hasta el final del periódico que se concretó con la entrada de las tropas de Franco en Santander y la confiscación de la empresa editora-, mantuvieron el periódico dentro de los valores republicanos, propiciando un giro hacia posturas menos laicistas y más comprometidas con el catolicismo.
 
Acomodado, en principio, a las órdenes dictadas por la dictadura de Primo de Rivera, postura que igualmente asumieron otros periódicos liberales, a partir de 1928 comienza a defender con empeño una vuelta a la normalidad institucional que pasaba por el sistema republicano como forma de gobierno, postura que defendieron con insistencia, entre otros, Bruno Alonso y los escritores campurrianos Santiago Arenal y Ramón Sánchez Díaz, hasta que el 14 de abril de 1931 el periódico alcanza su ideal supremo con la proclamación de la República. Es la noticia que no llegó a ver publicada José Estrañi. Con el nuevo sistema. El Cantábrico reclama prudencia, afirmando que la Monarquía había llegado por los errores de la I República y la II República había triunfado por los vicios de la Monarquía.
 
Consciente de los peligros. El Cantábrico reiteró su petición a las derechas de que aceptaran la República y llamó a! acatamiento a la nueva legalidad, el orden y la disciplina. Su compromiso fue la lealtad al sistema republicano y a la nueva Constitución, censurando abiertamente la "sanjurjada" del 32, pero también la revolución de las izquierdas de octubre del 34.
 
Defensor de la convivencia en paz, en el periódico del 18 de julio de 1936 aparece una llamada dramática a solucionar por los cauces democráticos la confrontación abierta hacia la que se avanzaba. Pero la guerra ya se había iniciado. No fue incautado, pero fue sometido a censura. El 27 de junio de 1937, por falta de papel y tinta, las autoridades republicanas procedieron a la suspensión de todos los periódicos locales, editándose el diario único República. Finalmente, con la entrada de los vencedores de la guerra en Santander, El Cantábrico sería silenciado para siempre por las nuevas autoridades, pagando este alto precio por 42 años de defensa de ideas democráticas. Además de su director, José Segura, las tres últimas plumas de El Cantábrico que dejaron su huella impresa fueron las de Manuel Llano, Fernando Segura y Luis Soler, que representaron todo un símbolo en el ideal supremo que para el periódico había trazado José Estrañi y Grau.
 
 
"ALVARO DE TOLEDO", UN SEUDÓNIMO DE JUVENTUD DE RAMÓN SÁNCHEZ DÍAZ
 
El escritor campurriano y colaborador habitual de El Cantábrico en la etapa de la II República, Ramón Sánchez Díaz, publicó en el número 13.211 del periódico fundado por José Estrañi un artículo que dentro de su habitual sección Mundo de Recuerdos, evocaba los valores periodísticos del brillante periodista, que había fallecido en 1919, con motivo de la inauguración por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, del monumento a Estrañi que se levantó por suscripción popular en el entonces Paseo Pablo Iglesias (hoy Reina Victoria), de la capital cántabra.
 
En dicho artículo, Sánchez Díaz recuerda el paso de Estrañi por La Voz Montañesa y confiesa que en aquella etapa empleó el seudónimo de "Alvaro de Toledo" para publicar sus primeros artículos en el diario republicano y federalista que dirigía Antonio María Coll y Puig. Por su interés, destacamos estas líneas que setenta y dos años después de ser escritas alcanzan todo su valor para entender la figura periodística de Estrañi y los inicios de Sánchez Díaz en el periodismo montañés y cántabro:
 
"Más bien, por lo tanto, es nuestro artículo un tributo de gratitud y una evocación, un gozo de buena voluntad y recuerdos. Le debemos a Estrañi la primera buena acogida en las letras. A Estrañi le mandamos el periodiquín que hicimos a mano en Reinosa y Estrañi nos dedicó unos versos, por ello, en La Voz Montañesa, cuyo periódico a pesar de ser de Coll y Puig y de representar una política era, sencillamente, un éxito personal del genial pacotillero.
 
El acogió nuestros primeros artículos, ingenuos y fantásticos, hechos a lo largo de nuestro primer viaje de viajante por Andalucía, firmados con el seudónimo de Alvaro de Toledo, para que no creyera en Reinosa quien nos pagaban por ir a vender, que escribíamos tonterías literarias en lugar de conseguir negocios.
 
Le guardamos desde antaño, vivo y muerto, la más profunda simpatía el respeto más delicado. En vida, durante años y años, le quisimos como uno de los mejores amigos y le respetamos como a uno de los hombres más buenos. Después de muerto, le guardamos en el mundo íntimo, puro y revivido de nuestros amados recuerdos".
 
 
SANTIAGO ARENAL Y "LAS ASPIRACIONES DEL PAÍS CAMPURRIANO"
 
Con este título, publicó una serie de artículos en marzo/abril de 1930, recogiendo las inquietudes de la: poblaciones afectadas por el Pantano del Ebro.
 
Transcurría marzo de 1930, a un año de las elecciones municipales que celebradas en toda España desalojaron a Alfonso XII del trono, cuando El Cantábrico publica varios artículos con el título "Las aspiraciones del País Campurriano" que se refieren desde una visión claramente reivindicativa, a las iniciativas pan construir el pantano del Ebro y el mal trato que recibieron las poblaciones afectadas. Su autor -un destacado liberal que pasó por el exilio y falleció en 1962, muy vinculado a la redacción del periódico liberal- fue el destacado abogado y periodista reinosano don Santiago Arenal Martínez, que además de colaborar en El Cantábrico dejó sus inquietudes de escritor en periódicos nacionales como El Sol y El Mundo, además de la revista del Centro Montañés de La Habana, La Montaña. Estos artículos fueron publicados en la primera página del rotativo cántabro y fueron muy seguidos no solo en Campoo sino en toda la comunidad cántabra, lo mismo que había sucedido en 1913 cuando Estrañi mandó a la zona a su mejor periodista, don José Montero, quien informó exhaustivamente sobre los planes del Gobierno y las reacciones suscitadas en la comarca campurriana.
 
En su primer artículo, Santiago Arenal recordaba que por el año 1913 comenzó a apasionar en Reinosa y su comarca el proyecto de realizar un embalse gigantesco, ofreciendo dos datos contrapuestos: por un lado, que se construiría un gran lago para un contenido de más de quinientos millones de metros cúbicos y, por otro, que desaparecerían bajo las aguas doscientas setenta viviendas y sufrirían daños en sus propiedades mil trescientos habitantes; en resumen, quedarían inundadas más de seis mil hectáreas de tierra, de las que casi dos mil serían de prados y cultivo. En este primer artículo, se informaba, además, que la opinión pública campurriana se dividió en dos bandos, titulados pantanistas y antipantanistas; los primeros, reivindicaban fuertes indemnizaciones para dar su opinión favorable; los segundos, defendían que el pantano constituiría la ruina ganadera de la comarca y, además, desarrollaría la enfermedad del paludismo en los alrededores.
 
El debate, sin embargo, fue perdiendo fuerza porque los primeros afanes de construir el pantano quedaron frenados y cuando todo parecía indicar que se había abandonado el proyecto, la dictadura de Primo de Rivera, en marzo de 1926, procedió a crear las Confederaciones Hidrográficas, comenzando por la del Ebro. De nuevo, en la comarca campurriana se abrió el debate con las posturas encontradas en su opinión pública, ganando terreno la que defendía exigir indemnizaciones extraordinarias "a que tenían derecho por su sacrificio de abandonar la tierra en que vivieron siempre", se leía en el artículo del abogado y periodista Santiago Arenal. Al mismo tiempo, el artículo reflejaba que "del lado de allá, de Aragón, venían siempre ofrecimientos generosos, promesas amplias y un sentido de suave cordialidad, que llegó en un momento a tranquilizar un poco los ánimos de Campoo".
 
En este primer artículo se destacan, por tanto, los antecedentes del problema, indicando Santiago Arenal que "el problema del pantano del Ebro constituye la preocupación de la región campurriana", ofreciendo información sobre "la verdadera situación de lucha entre la Confederación Hidrográfica del Ebro y la Unión Campurriana", reflejando entre sus contenidos el estado de ánimo de los campurrianos en aquellas primeras semanas de 1930. Transcribo el siguiente párrafo:
 
"Vuelve a producirse inquietud en Campóo; pero ya las gentes ya no están divididas en pantanistasy antipantanistas en el sentido de una oposición sistemática absoluta. Todos los campurrianos aspiran, ya ante el mal inevitable, a que la Confederación cumpla sus promesas, esparcidas por todo el país campurriano".
 
Ha aparecido el nombre de la Unión Campurriana, organización que aglutinando a representantes de todos los pueblos afectados por las expropiaciones del pantano, fue la encauzadora de las inquietudes de los campurrianos sobre la amenaza del embalse, jugando un papel importante en esa lucha, aun cuando el contexto político-social no era fácil ya que la Dictadura, tal y como denunciaba El Cantábrico, aplicaba la ley desde la fuerza y la coacción.
 
Una serie de ocho artículos con el título "las aspiraciones del País Campurriano" en los que su autor, el reinosano Santiago Arenal, defendía la extensa región ganadera de Campóo -"en la cual se crían las mulas más fuertes de España"- y en los que también evocaba la figura del ingeniero-poeta don Lorenzo Pardo, que en 1913 trazó las líneas generales del primer proyecto para el embalse y cuyo conocimiento de la zona, permitió a Arenal destacar su "condición humana y su sentido de generosidad" en relación con otros colegas que llegados en los finales de la década de los veinte a Campoo "no conocen como él ni al país ni a sus gentes, porque no han tenido un contacto directo con la manera de vivir de Campoo". La crítica estaba fundamentada en que la comisión de valoraciones del pantano había puesto sobre la mesa unas indemnizaciones claramente insuficientes, que pasado el tiempo se sumaron a los engaños masivos en torno a las promesas realizadas por la Administración y nunca cumplidas.
 
* Ver una serie de artículos de José Ramón Saiz en ALERTA de noviembre del año 2000 sobre el Pantano del Ebro y la atención que el diario El Cantábrico dedicó al proyecto, defendiendo los intereses de la comarca campurriana y de sus habitantes a través de la pluma de Santiago Arenal.
 
 
EMILIO HERRERO, CORRESPONSAL EN MADRID, ADELANTÓ LA CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA
 
El periodista campurriano Emilio Herrero Mazorra (1882-1968), fue corresponsal de El Cantábrico en Madrid desde 1920 hasta los meses finales del periódico en 1936. Amigo personal de la familia Rivero Corral, propietaria del periódico a la muerte de Estrañi, Herrero destacó también al asumir en 1931 el cargo de Jefe del Gabinete de Prensa del Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora. Aunque destacó por muchas peripecias periodísticas, algunas de las cuales ya han sido relatadas en otros artículos de CUADERNOS DE CAMPOO, Víctor de la Serna evocó en un artículo su intuición periodística y buenas fuentes con motivo de que Herrero diera a conocer para todo el mundo, este lacónico despacho telegráfico: "Berenguer jura a las nueve". Narra Víctor de la Serna, que también fue colaborador de El Cantábrico, que todos pensaron que el crédito periodístico de Herrero se vendría abajo al desmentirse la noticia. Sin embargo, Berenguer juró a las nueve, como sucesor de Primo de Rivera. Entre otras primicias, destaca la de la muerte de Joselito en la plaza de toros de Talavera de la Reina.
 
También Emilio Herrero dio la primicia a El Cantábrico sobre la inminente proclamación de la República, noticia que llegó a la capital cántabra en torno a las 3 de la tarde del 14 de abril y que fue anunciada en las pizarras de la redacción para conocimiento de la ciudadanía.
 
Con inquietudes políticas, unos meses antes de la Dictadura de Primo de Rivera fue elegido diputado provincial por Madrid, cargo que no llegó a desempeñar al disolverse las instituciones públicas por orden del Directorio militar. En 1924 la Dictadura ordenó su encarcelamiento con el único cargo de que con motivo de una visita de Primo de Rivera a Marruecos que cubrió Herrero para la United Press, incluyó noticias cuya transmisión estaba prohibida por las autoridades militares. Años después, la Diputación provincial de Santander le nombró representante de la provincia ante el Gobierno central.
 
Fue corresponsal político en Madrid de El Cantábrico y de otros periódicos de ámbito regional. Como periodista vivió una serie de peripecias como la de introducirse como polizón a bordo del Plus Ultra en la etapa de pruebas, mar Menor-Palos de Noguer, donde se le obligó a abandonar el avión (1926); el desembarco de Alhucemas durante la Guerra de Marruecos, enviado desde los frentes de batalla crónicas que le aportaron fama como periodista de rigor. Igualmente durante la II Guerra Mundial mantuvo a salvo la oficina de United Press de la que era redactor en París al conseguir un salvoconducto de un oficial nazi que le permitió evitar los controles de los ocupantes.