Los caleros estuvieron funcionado hasta mediados del siglo XX
El complejo del calero estaba formado por la cantera y el horno, dentro de un espacio de trabajo asociado al proceso de producción. La cantera servía para la extracción de la materia prima: piedra caliza o rocas carbonatadas. El horno de cal era utilizado para calcinar la piedra extraída.
De los primitivos hornos, heredados de conocimientos ancestrales, solo quedan restos arqueológicos. El que aquí se describe es del tipo denominado 'horno continuo de llama corta', que funcionó desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Hubo caleros en La Barcenilla (Reinosa), en Salces (Campoo de Suso) y en Cañeda (Campoo de Enmedio).
La extracción de la piedra se realizaba a cielo abierto con pico y barra. Con ayuda de un mallo, de 12 kilos peso, se reducían los trozos de piedra a la medida deseada. Con la comercialización de la dinamita goma 2 se facilitó la extracción de la piedra: el barrenado era llevado a cabo por los propios trabajadores de la cantera, con una porra y un pistolete. Rea 1 izaban un agujero con una profundidad de unos 40 centímetros y a partir de aquí golpeaban a pulso la piedra con una barra de dos metros de larga profundizando hasta metro y medio. Tan solo se ayudaban de un bote con un pequeño chorro de agua en ei fondo del agujero para facilitar la penetración de la barra.
El horno se construía adosado a un talud o desmonte en el terreno para tener fácil acceso a su carga y descarga. Para minimizar la pérdida de calor, la parte adyacente al talud se reforzaba con una gruesa pared de mampostería de la cual partía un colgadizo para almacenamiento de la cal al resguardo de la lluvia. Por debajo del misino se situaba la puerta que daba acceso a su fondo y servía de tiro. En su parte superior se colocaba la piedra ya preparada para ser calcinada y el carbón mineral. La inferior servía de zona descarga y cenicero.
La construcción del horno era realizada por maestros canteros, quienes utilizaban piedra rica en silíceos que soportaba la temperatura Un que se carbonatara. El fondo del horno y su boca eran de planta circular, con unos dos metros de diàmetro, abriéndose hacia el centro formando una cuba. La altura de la zona de carga de la piedra a calcinar era de unos cuatro metros. Por debajo de esta zona, a un metro y medio del fondo, se colocaban unos raíles en diagonal paralelos entre sí, formando una parrilla que servía para sentar la primera capa de piedra y soportar la carga del horno que se introducía por la boca, en la parte superior, que era la chimenea. Para proceder al calcinado de la piedra se iban introduciendo capas alternativas de piedra, bien enristradas, y de carbón de antracita necesario para alcanzar la temperatura deseada. Así sucesivamente se iba cargando el horno, llegando a la boca, la cual se taponaba con antracita mojada y con cayuela. A fin de facilitar el tiro del horno, los trabajadores hacían cinco agujeros equidistantes de arriba hacia abajo con una barra de dos metros y medio, cogida a pulso.
El primer encendido del horno se realizaba en su fondo, con una primera capa de argumizos bien secos. Después se metía la leña, cuya combustión calcinarla la primera capa de piedra, sin carbón, que se encontraba encima de la parrilla. Las siguientes capas se alimentaban del tiro de la combustión de la capa inferior y de la carga de carbón correspondiente que se añadía sobre las piedras encimeras. La antracita llegaba en tren desde la montaña palentina hasta la estación de Reinosa, donde se cargaba en carro de vacas hasta el calero. Para economizar carbón, se traía de Las Rozas de Valdearroyo 'cayuela de carbón lignito' para tapar los huecos que quedaban entre las piedras encimeras.Diariamente se picaba la parrilla por su parte inferior utilizando un gancho de hierro, extrayendo la capa de piedras ya calaña das. Una vez que descendía la carga a la posición de partida, se añadía por la boca una nueva capa de piedra y carbón. El proceso no tenía interrupción, obteniendo un rendimiento de su carga de entre un 60% y un 70%. La producción diaria por horno venía a ser de 1,5 metros cúbicos.
Entre 850 y 1.000 grados era la temperatura que necesitaba alcanzar la piedra, transformándose la caliza o carbonato de calcio en cal viva u óxido de calcio. Dependiendo del viento reinante había que controlar el tiro del horno, Con el viento sur se elevaba la combustión, quemaba rápido el carbón y no calcinaba la piedra. Para evitarlo, taponaban la chimenea del horno con una mezcla realizada con él material sobrante de picar la piedra.
La cal en piedra se vendía por metros cúbicos y se acarreaba con carros de vacas. Otro proceso relacionado era el matado de la cal, el cual se realiza con una cantidad de agua igual a la mitad del peso de la piedra calcinada, la reacción de la piedra en contacto con agua era muy violenta, pues podía alcanzar temperaturas cercanas a los 300 grados. Al desintegrarse, su volumen aumentaba entre un 200% y un 300% y emitía vaho y calor. El resultando de esta reacción era el hidróxido de calcio.
Tiempos atrás la cal era un elemento imprescindible en nuestra sociedad. Todas las obras utilizaban la cal como factor de cohesión en la elaboración de los morteros. Lo normal era mezclar una pala da de cal con dos o tres de arena, añadiendo agua para su amasado. También se utilizaba para los enfoscados y encalados y para la realización de estucados y frescos que decoran murales de templos, palacios y casonas. Con la comercialización del cemento de Portland dejó de emplear la cal pura la construcción, pero no para las crecientes industrias siderometalúrgicas que la emplean para la limpieza de las coladas de acero. También se utiliza la cal como estabilizador de suelos de cultivo excesivamente ácidos y como abono para enriquecerlas a falta de estiércol. Los abonos minerales llevaban entre sus componentes eI polvillo dé la cal y la ceniza del carbón.
Los beneficios de la cal son diversos: los gargarismos con agua de cal se empleaban para afecciones de la garganta. Para suplir la falta de calcio, se tomaba agua de cal. Se recomendaba la inhalación del vapor que emanaba del matado de la cal a los enfermos de los vías respiratorias. Debido a su eficacia como desinfectante, en casos de epidemias se encalaban paredes interiores de templos y cosas, y en los enterramientos se añadía cal viva. Periódicamente se utilizaba cal en cuadras y pocilgas. Como protector de insectos, hongo y enfermedades, se pintaban los troncos de los árboles frutales con agua de cal. Los curtidores la utilizaban para el descarnado de las pieles de los animales, por sus propiedades asépticas y estabilizadoras.
Los terrenos del calero eran propiedad de los ayuntamientos o Juntos Vecinales. Mediante contrato de arrendamientos se explotaba el calero por el tiempo pactado y la cantidad estipulada. El calero de Salces pagaba con un cesto de de cal al año a cada vecino del pueblo.
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