Las huellas de la última glaciación: el relieve glaciar y el hombre en Campoo

Enrique Serrano Cañadas y Alonso Gutiérrez Morillo

Los tataranietos de nuestros hijos que vivan en la lontananza de los siglos, verán cuadros completamente distintos. Tal vez entonces, totalmente fundido el glaciar, corra en su lugar arroyuelo humilde y no quede otra huella de aquel que una convexidad en el terreno.
ELISEO RECLUS
"La montaña"

INTRODUCCIÓN
El arco formado por las Sierras del Cordel y de Híjar, que confluyen, como es sabido, en la cumbre más significativa del valle, Tres Mares (2.171 m), constituye un medio de montaña caracterizado fundamentalmente por el contraste entre las cumbres y el fondo de valle, y por su adscripción a la vertiente meridional de la montaña cantábrica.
Es un ámbito de montaña poco elevada, que no alcanza ni la altitud ni el volumen necesarios para que se desarrolle en la actualidad una marcada zonación altitudinal, pero sin embargo sí posee la suficiente sensibilidad ante los cambios climáticos como para que los procesos que intervienen en el modelado hayan cambiado drásticamente a lo largo del último millón de años, el Pleistoceno.
Divisoria hidrográfica del Cuchillón desde el surEl relieve de Alto Campoo se explica por la evolución morfoestructural, es decir, el plegamiento, elevación y fracturación de los materiales mesozoicos que forman la cobertera en Campoo, por el comportamiento de éstos frente a la erosión y por el modelado reciente (ejercido por los ríos, glaciares y la gravedad actuando sobre las laderas). Su fisonomía actual es fruto de una larga evolución, en la que intervienen primero la formación de las rocas y su disposición, en un ciclo de más de 200 millones de años, y, posteriormente, en un ciclo más corto, en torno a un millón y medio de años, la erosión y configuración de formas menores (glaciares, terrazas fluviales, etc).
El relieve campurriano no se puede entender sin la intervención de procesos erosivos, de transporte y acumulación que han generado formas inscritas en las unidades morfoestructurales mayores. Pero sobre todo son los cambios climáticos cuaternarios los que permiten la alternancia de fases que dirigen los modos de erosión, transporte y sedimentación (glaciares, periglaciares, fluviales, torrenciales). Los procesos que modelan el relieve tienen una importante dependencia del clima y en Campoo los cambios climáticos sucedidos durante los últimos 40.000 años, las glaciaciones más recientes, han dejado una intensa huella en las cumbres y laderas de las sierras del Cordel e Híjar. Las formas romas y pesadas de las porciones orientales del Cordel y de Híjar presentan en las laderas fuertes pendientes y cuencas pronunciadas (Cuenca Bucer, Cuenca Vitor, Cuenca Gen) que revitalizan el relieve, mientras a poniente las crestas se generalizan, las Cara norte de La Tablaparedes escarpadas y las depresiones son las formas dominantes desde la Tabla hasta Cotamañinos en un todo continuo que incluye las cumbres más elevadas. Esta fisonomía de la más alta montaña campurriana procede del modelado glaciar.
La energía del relieve y la variedad de las formas confieren al paisaje una fisonomía de alta montaña, heredada de los periodos glaciares y hoy relicta, pero donde los procesos geomorfológicos son más intensos, la variedad de formas mayor y el paisaje se enriquece en un conjunto de unidades menores que proporcionan la belleza y el atractivo propio de este rincón de la montaña cantábrica.
El glaciarismo de Alto Campoo fue magistralmente estudiado en los años cuarenta por E. Hernández Pacheco, que conoció y dio a conocer la existencia de un importante foco glaciar en la Cordillera Cantábrica. Posteriormente se han realizado aportaciones puntuales tanto de la extensión y edad de los glaciares (Stickel, 1929; Nussbaum 1953; Frochoso, 1990; Serrano, 2000), como del hombre y su medio en Campoo (Gutiérrez, 1990, 1995; 1999; Gutiérrez y Serrano, 1998).
 
LOS GLACIARES DE CAMPOO Y SU MAXIMA EXTENSIÓN

Vista invernal del circo glaciar de Cuencagen, entre las cimas Bóveda (izq) y La Tabla (dcha)

El enfriamiento que tuvo lugar a escala global durante el último ciclo glaciar (130.000-10.000 años B.P -B.P.=antes del presente-) y que tuvo su momento álgido entre 40.000 y 18.000 años B.P. significó un descenso de las temperaturas entre 7 y 9º y la ubicación del frente de las masas de aguas frías en latitudes más meridionales, alcanzando las costas peninsulares. A su vez el frente polar se desplazó hacia el sur, accediendo a las costas cantábricas mayor cantidad de frentes y borrascas del noroeste, caracterizadas por las masas de aire muy frías y húmedas, que descargaban parte de su humedad en las montañas cantábricas en forma de nieve. Este incremento de las precipitaciones nivales, junto al descenso de las temperaturas, tuvo importantes repercusiones en el modelado de la montaña campurriana, pues posibilitó que allí donde en verano se mantenían las temperaturas más bajas, en las zonas de cumbres, las nieves caídas durante el invierno no se fundieran. De este modo, se generaron neveros permanentes y posteriormente glaciares de montaña.
En las Sierras del Cordel e Híjar la mayor parte del manto nival se fundiría por la radiación solar y sólo en los lugares más favorables la nieve acumulada se transformaría en hielo, generando glaciares. Estos lugares serían en primer lugar las laderas orientadas al norte, allí donde la radiación solar es mínima en invierno y muy escasa en verano, posibilitando la permanencia de la nieve y el hielo a favor de las umbrías. Es el caso de los glaciares de la Sierra de Híjar, con masas aisladas al este y un todo continuo de hielo desde el Cuchillón hasta Tres Mares, donde la altitud posibilitó mayores precipitaciones invernales y menores temperaturas estivales. junto a las umbrías, y combinadas con ellas, el viento favoreció sobreacumulaciones de nieve durante el invierno, concentradas en las cabeceras de torrentes y depresiones, que no llegan a fundirse durante el verano. Los vientos dominantes del noroeste barrieron las lomas y crestas de las sierras, acumulando la nieve en las irregularidades de las laderas, principalmente en el sentido opuesto, esto es, en orientaciones de componente noreste y suroeste, donde se generaron ventisqueros con grandes volúmenes de nieve. Este proceso sucedería tanto en la umbría de la Sierra de Híjar como en la Sierra del Cordel, gran contrafuerte inmediato al mar que recibiría intensas precipitaciones, acumulando la nieve tanto en las paredes norte (Polaciones y Saja), como en la sur, donde dominan las orientaciones sureste. Si añadimos el factor orientación, muy importante en todo el glaciarismo cuaternario marginal de la península ibérica, podemos comprender la distribución del relieve glaciar campurriano. Las laderas orientadas al este reciben la insolación al inicio de la mañana, cuando la atmósfera está muy fría y los rayos solares, incidiendo oblicuamente, deben traspasar una mayor porción de atmósfera, por lo que su efectividad es escasa y se limita a unas pocas horas del día. Este proceso permite el mantenimiento de la nieve en los ventisqueros orientados al sureste, lo que combinado con la sobrealimentación por el viento ha permitido la existencia de pequeños glaciares y neveros a altitudes muy bajas en las laderas del Cordel y Liguardi.
En suma, será la combinación de procesos globales, regionales y locales, la que permita explicar la existencia, permanencia y distribución de los procesos y formas de origen glaciar en las montañas de Alto Campoo, con la presencia de once glaciares de dimensiones modestas durante el último Máximo Glaciar (LGM), datado entre 70.000 y 18.000 años B.P. Se trata de glaciares de montaña, de tipo alpino, definidos por la presencia de una zona de acumulación, el denominado circo glaciar, y una lengua que transporta los materiales erosionados y los deposita en su frente, donde se produce la ablación. En muchos casos fueron glaciares de circo, definidos por la ausencia de lengua, de modo que en la cubeta de acumulación se produce también la desaparición de la masa de hielo.

En la montaña campurriana, en las Sierras del Cordel y de Híjar existen 21 circos glaciares que en el pasado acumulaban la nieve y el hielo que fluía lentamente hacia sus frentes. En esta zona el glaciar genera una importante erosión, mediante mecanismos de abrasión y arrancamiento que generan profundas cubetas. Las antiguas cuencas de alimentación glaciar constituyen las denominadas localmente cuencas, profundas depresiones de fondo aplanado y perfil escalonado. Algunas son de gran expresividad -Cuenca Gen, Cuenca Bucer, Cuenca Vitor, Hoyo Sacro, por ejemplo- y permiten reconstruir con facilidad el antiguo glaciar (Figura I). Los hielos acumulados en los circos descendían erosionando, generando cubetas de sobreexcavación hoy bien conservadas y colmatadas de sedimentos, como son Hoyo Sacro y Cuenca Bucer; transportando materiales que depositarían en la zona de ablación, allí donde el glaciar pierde masa, y depositando los materiales arrastrados o transportados por el hielo en su frente y márgenes. Este proceso de erosión y transporte es el que construye el perfil glaciar escalonado, en el que se suceden cubetas y umbrales. Los umbrales son barras rocosas perpendiculares a la dirección del valle, muy evidentes en Cuenca Bucer, o al frente de Hoyo Sacro. Los materiales erosionados se transportan y, ya en la zona de ablación, se depositan en los laterales y el frente del glaciar, generando las morrenas. Éstas son formas de acumulación glaciar constituidas por un sedimento muy heterométrico y sin organización interna, con arcillas, arenas, cantos y bloques de tamaños muy diversos, producto de la deposición por el hielo. Son muy numerosas las morrenas que se pueden observar en Campoo, bien conservadas en Cuenca Vitor, Cuenca Bucer, Cotamañinos, el Hijar, Cuenca Gen, Liguardi, Rumaceo, Orbaneja.

Un elemento característico de la dinámica glaciar, del que hablaremos posteriormente, es la línea de equilibrio glaciar, el límite entre la porción superior del glaciar, la zona de acumulación, donde no se produce pérdida de masa, y la inferior, donde se generan procesos de ablación acompañados de sedimentación de los materiales transportados. La altitud de la línea de equilibrio glaciar (ELA) es un parámetro muy importante para la reconstrucción ambiental de los medios glaciados.

La figura 2 muestra la extensión de los glaciares en el último máximo glaciar (L.G.M.). Destaca por su extensión el glaciar de Brañavieja, típico glaciar alpino cuya masa principal de hielo, procedente del cordal Cotamañinos-Cuchillón-Tres Mares, se sumaban tres corrientes de hielo procedentes de la vertiente meridional, Cuencacen, Hoyos de Guares y Cuencagen, magníficos ejemplos de circos glaciares. Desarrolló una lengua glaciar de casi tres kilómetros (2.805 metros) hasta la cabecera del Guares, a 1310 metros, donde todavía se conservan los depósitos morrénicos de este momento. Se han perdido, sin embargo, en la cabecera del Híjar, donde la erosión proglaciar ocasionaría la destrucción de las morrenas frontales. Sin embargo, las formas de erosión permiten reconstruir la extensión aproximada del glaciar. La urbanización de Brañavieja se ubica en un collado de difluencia glaciar, allí donde las corrientes de hielo procedentes de Tres Mares y el Cuchillón, las mejor alimentadas, se dividían para transfluir hacia el Guares. En este valle, la alimentación procedente de los circos de Cuenca Gen y Cuenca de los Pozos del Guares, bien alimentados por las cumbres más elevadas de la Sierra del Cordel (Cueto de La Horcada, Hiján y Cordel) junto a las fuertes pendientes, permitieron que el glaciar alcanzara los 1310 metros.
Pequeña morrena ubicada al pie del Cueto de la HorcadaLos restantes no son más que pequeños glaciares de circo alojados al pie de las crestas. En ellos, de la zona de acumulación se pasaba a la de fusión sin transición, de modo que prácticamente no abandonaban los circos, y cuando lo hacían, era mediante pequeñas lenguas, como las de Cuenca Vitor, Cuenca Bucer o La Cuenca-Rumaceo. Hay que señalar la importancia de la orientación en la presencia de glaciares. La orientación norte es determinante para aquellos glaciares que alcanzan cotas muy bajas, a pesar de lo exiguo de las altitudes de crestas y cumbres. Es lo que sucede en la Sierra de Híjar, donde cumbres que no alcanzan los 2000 metros presentan glaciares con frentes entre 1450 y 1490 metros. Todos ellos son de dimensiones reducidas, y sólo son mayores cuando las cumbres superan los 2000 metros, en el caso de Cucto Mañín. Por el contrario en la vertiente orientada al sur los glaciares fueron poco capaces y se alojaron a mayor altitud, aunque en algún caso, como Nestosa, alcanzaron cotas muy bajas. En esta orientación, la sobrealimentación de nieve por el viento procedente del norte y noroeste acumularía grandes cantidades al sur y sureste, y las mayores altitudes propiciaron la existencia de glaciares.
 
LA EVOLUCIÓN GLACIAR
Los glaciares campurrianos no desaparecerían de modo rápido e inmediato. Las variaciones climáticas que suceden al final del Pleistoceno, entre los 30.000 y los 10.000 años, generarán fluctuaciones glaciares que han dejado sus huellas en la montaña. Las distintas fases frías se traducen en pulsaciones glaciares, fases de equilibrio dentro del retroceso o pequeños avances de los glaciares que generaron nuevas formas de relieve y retocaron las existentes. Una primera fase de retroceso, de edad Finipleistocena, presenta dieciséis glaciares de dimensiones más reducidas, dominando los glaciares de circo.
El glaciar de Brañavieja (Figura 3) nos permite aproximarnos a la evolución glaciar de Campoo. Tras la deglaciación del último Máximo Glaciar (LGM) se dividen las lenguas, de modo que el gran glaciar pleistoceno se subdivide en cinco glaciares menores (fase B, en figura 3). Salvo el glaciar de Tres Mares-Cuchillón, los restantes serían pequeños glaciares de circo alojados a favor de la topografía elaborada en el periodo anterior. El glaciar de Brañavieja presenta todavía una lengua, de reducida entidad, que alcanza poco más del kilómetro de longitud y en su frente depositó un larga morrena frontolateral que podemos hoy estudiar con facilidad. Entre la estación superior del telesilla de Pidruecos y el aparcamiento de la estación, se alarga un morrena, a modo de pequeño espolón longitudinal, que señala la posición del frente glaciar en este momento. En los taludes de la carretera de acceso al collado de la Fuente del Chivo podemos admirar su estructura interna. Se trata de un material sin organización aparente, caótico, en el que aparecen materiales finos (arcillas, limos, la denominada harina glaciar), abundantes arenas y gravas y, dispersos, cantos y bloques de gran tamaño en un depósito muy compacto.
Una última fase (c en la figura 3), denominada "de altitud", se alojó en los circos altos, siempre en orientaciones septentrionales y al pie de cantiles y paredes norte, con morrenas de muy reducidas dimensiones en Peña el Rostro, Hoyo Sacro, Las Ollas, Cuchillón y Cuenca Gen, Destaca la existencia en este periodo de un glaciar rocoso al pie de los Asnos. Un glaciar rocoso es una masa de rocas con hielo intersticial que fluye ladera abajo formando una lengua de clastos con arcos y surcos en superficie, y un frente neto. Son indicadores de medios periglaciares (aquellos en los que dominan la acción del agua sólida y el hielo-deshielo en medios fríos no glaciados) dominantes en esta fase en las montañas campurrianas. Aunque se desconoce la edad de esta pulsación, probablemente pertenezca a la última fase fría del Pleistoceno -denominada Tardiglaciar- que tuvo lugar aproximadamente entre los 14.000 y los 10.000 años B.P.
 
EL PAISAJE CAMPURRIANO Y EL HOMBRE DURANTE EL PERIODO GLACIAR
El paisaje de Alto Campoo durante el último Máximo Glaciar quedará definido por la presencia de un conjunto de glaciares alojados en lo más alto de la montaña. La entidad de los glaciares era reducida, salvo para el glaciar de Brañavieja. Éste conformaría una amplia masa de hielo a modo de extensa cortina helada en el cierre del valle. Pero las lenguas no se introducían en los fondos de los valles, y sólo el glaciar de Brañavieja, en el Híjar y Guares, se internó valle abajo. Los restantes quedaron colgados en laderas y circos de altura, sin alcanzar el fondo de los valles (figura 4).

Se trata, pues, de un glaciarismo de montaña, restringido a las zonas altas y desarrollado a favor de las condiciones térmicas e higrométricas montanas. En este periodo la alta montaña, aquella definida por la presencia de procesos ligados al frío (glaciares, hielo-deshielo, gelifluxión, nivación, etc.) y unas condiciones ambientales que imposibilitando el desarrollo de plantas leñosas, restringen las condiciones para la vida, llegaría a cotas mucho más bajas que en la actualidad, pero no incluiría a Campoo de Suso.
Si los glaciares quedaban restringidos a cotas por encima de los 1.300 metros (salvo excepciones), su influencia se dejaba sentir aguas abajo en la dinámica del paisaje. Las aguas proglaciares, que procedentes de la fusión glaciar se desbordan desde los frentes, implican una elevada capacidad de transporte de materiales, que al llegar al llano -desde la cubeta de Abiada en el Guares y desde El Puente de Riaño en el Híjar-, eran depositados. Tras perder parte de su energía por el descenso de la pendiente, depositarían los sedimentos transportados desde las zonas altas y el río circularía por su propio acarreo, generando un amplia llanura aluvial que hoy constituye el nivel intermedio de terrazas del Híjar. Esta plana aluvial se caracterizaría por la existencia de corrientes divagantes, muy cambiantes, que circularían por el fondo del valle. Estas enlazan con los materiales morrénicos mediante conos de deyección hoy no funcionales. Las aguas de los glaciares generarían, pues, amplias llanuras muy activas en las que el paisaje se mostraría cambiante, muy dinámico, imposible de ocupar por la vegetación. Por el contrario, las terrazas altas, donde se ubican actualmente poblaciones como Celada, Naveda o Barrio estarían ya formadas y constituirían ambientes estables y desde un punto de vista dinámico, tranquilos. Éstos podrían estar ocupados por la vegetación.
Vertiente meridional del Cuchillón, el Tres Mares al fondoEn la actualidad no poseemos datos concretos sobre el ambiente de Alto Campoo. Sin embargo, a pesar de la presencia de los glaciares, nada nos permite apuntar la existencia de un ambiente muy frío, marcado por una vegetación de tundra, con ausencia total de vegetación arbórea. Un sencillo cálculo que parte de la reconstrucción de los glaciares permite aproximarnos a la altitud media de la línea de equilibrio glaciar (MELA), que se ubicaría en torno a los 1720 metros. En la actualidad se considera que para glaciares templados y húmedos, como serían los de la montaña cantábrica durante el Pleistoceno final, la ELA coincide con la isoterma anual entre 0 y -3º C. Podemos calcular que si el descenso medio de la temperatura es de 0,6º por cada 100 metros (como es admitido), en los frentes glaciares las temperaturas medias anuales se localizarían entre 1,4 y -0,6º C, y en el fondo de valle, a 900 metros, la temperatura media anual se localizaría entre 3,8 y -1,8º C. Estas temperaturas medias anuales, aunque son amplias en su margen, apuntan a la posibilidad de un periodo vegetativo de varios meses (entre dos y cuatro) y por tanto la presencia de formaciones arbóreas. Por comparación con las zonas de alta montaña húmeda y fría de la misma latitud, en Los Alpes, podemos considerar que la línea del arbolado disperso podría ubicarse en torno a los 1.300-1.400 metros, y el límite del bosque en torno a los 900-1000 metros.
Si estos cálculos son ciertos, en el valle de Campoo podrían coexistir los glaciares en las zonas altas, con bosques abiertos en los altos valles del Guares e Híjar y en las laderas hasta los 1. 300-1.400 metros, y en su fondo bosques alternando con espacios abiertos impuestos por las condiciones geomorfológicas, Aunque nada se puede aportar sobre los tipos de bosques (a falta de investigaciones que permitar aportar datos concretos), podemos presumir que las especies que colonizaban los valles estarían adaptadas a las condiciones de montaña fría y a una enérgica dinámica geomorfológica. Quizás, coníferas y abedules podrían ser las formaciones que ocuparan el valle durante los periodos glaciares. Campoo constituiría, de este modo, un medio propicio para su utilización por el hombre, en ambientes estivales templados con bosques aclarados en los que la fauna encontraría un lugar idóneo de ocupación, al menos estacional.
Del ser humano, sin embargo, sí hemos encontrado abundantes restos materiales en el valle, centrados en tres grandes espacios: La zona de Riaño-Abiada, la zona de Matamorosa y las terrazas del río Ebro entre Reinosa y Nestares (Gutiérrez, 1990, 1995, 1999; Gutiérrez y Serrano, 1998). En estos tres conjuntos se han recogido más de un millar de piezas líticas, utilizadas como herramientas por el hombre de neanderthal, en el periodo que los prehistoriadores han denominado Paleolítico Medio (200.000 B.P. - 35.000 B.P). Estos artefactos (cantos trabajados, hendedores, raederas, puntas y muy pocos bifaces) compondrían, junto con otros de madera, hueso o asta, hoy desaparecidos, las herramientas de estos grupos humanos, que vagarían nómadas por los parajes del valle, acercándose a los ríos, donde encontraban tanto la materia prima para la fabricación de sus utensilios, como amplias oportunidades de caza.
No podemos olvidar que estos pequeños grupos de hombres, mujeres y niños, no estarían encerrados en lo que hoy es el valle de Campoo, sino que ocuparían en sus movimientos grandes espacios de terreno, que irían desde los valles altos de Cantabria, como la comarca campurriana o Liébana (en el yacimiento de El Habario), pasando por los intermedios (yacimiento de la cueva de El Castillo), hasta la costa (yacimientos de La Verde, Cuchía ... )
Estos seres humanos, de una gran fortaleza física, dotados de un cerebro grande y complejo, encontrarían en la fauna un elemento imprescindible, que les permitió vivir sin demasiadas dificultades en el ambiente frío y seco del fondo del valle, incluso sin necesidad de resguardarse, obligatoriamente, en cuevas o abrigos, como se ha demostrado en zonas mucho más frías del centro de Europa (Reichholf, 1994; Otte, 1996). Nos referimos a la grasa, que les proporcionaría una gran capacidad de generar calor interno, elemento éste muy eficaz para resistir los rigores invernales y poder desplegar una gran fortaleza física, como ocurre con los esquimales actuales con la grasa de las focas.
Hasta hoy en el valle de Campoo de Suso se han encontrado muy pocos restos paleontológicos y su atribución a un momento cronológico concreto es problemática. Indudablemente, son especies desaparecidas, no sólo de la P. Ibérica, sino del continente europeo. Los pocos dientes y un fémur que se han encontrado en la terraza fluvial del río Ebro, donde en la actualidad se sitúa el Hotel Fontibre Iberia, pertenecen, posiblemente, a un hipopótamo y a un elefante (en esta misma terraza aparecen artefactos tallados por el ser humano). Estos escasos ejemplos nos darían una idea de los importantes cambios que ha sufrido la fauna en el valle de Campoo de Suso. Esta fauna estaría compuesta por manadas de grandes herbívoros gregarios como caballos, toros salvajes o bisontes, en las zonas libres de vegetación arbórea. En las partes en las que la vegetación fuese más tupida aparecerían ciervos, corzos y jabalís y en las zonas de montaña cabras y rebecos.
También hay pruebas de que el ser humano merodeó por zonas de montaña de la Cordillera Cantábrica (Altuna, 1992). En el valle de Campoo de Suso hemos encontrado, recientemente, algún indicio de este mismo fenómeno, nos estamos refiriendo al hecho de haber encontrado un bifaz (figura 5) cerca del circo glaciar de Cuenca Pepe. Esto nos lleva a pensar que en periodos especialmente favorables estos cazadores-recolectores también se internarían en la alta montaña, probablemente, buscando presas en sus expediciones de caza.
La llegada del tipo humano moderno, es decir nosotros, de menor fortaleza física y un cerebro muy parecido en cuanto a volumen aunque estructurado de manera muy distinta (Mithen, 1998), a las tierras de Cantabria se ha situado, aproximadamente, hace 40.000 años B.P. en la cueva de El Castillo ( Cabrera Valdés y Bernaldo de Quirós, 1999), y parece que influyó de manera decisiva en que los hombres de neanderthal se fuesen replegando cada vez mas hacia el sur (Zafarraya, en la provincia de Málaga), hasta su completa desaparición.
De los primeros momentos de esta ocupación humana moderna, no hemos encontrado, todavía, restos en el valle de Campoo. La causa de este hecho, la achacamos a varios factores como la escasez de cuevas en la zona, la falta de labores agrícolas que pudiesen poner al descubierto restos de ocupaciones al aire libre, la aún relativamente corta historia de la investigación prehistórica en la comarca o incluso, la persistencia de grupos de neanderthales, como parecen indicar los artefactos encontrados en la terrazas bajas.
Sin embargo, algunos hallazgos recientes, todavía por confirmar plenamente, parecen indicar que estos homo sapiens sapiens, también visitaron estas tierras; nos estamos refiriendo a grabados en los que aparecen una cierva y una cabeza de caballo y que de confirmarse su pertenencia a esta época (Paleolítico Superior) demostrarían, plenamente, la ocupación del valle por parte de estos nuevos grupos humanos.
Cubeta de sobreexcavación glaciar de Hoyo SacroA finales del Pleistoceno superior, en el periodo denominado Tardiglaciar (14.000-10.000 B.P.) quedarían libres, como se ha indicado más arriba, grandes espacios de montaña que junto con el valle siguieron manteniendo, durante varios milenios, a grupos de cazadores-recolectores hasta que, alrededor de 6.000-5.500 años B.P., aparecen las primeras sociedades productoras, de las que a día de hoy tenemos noticias en Campoo: los constructores de tumbas megalíticas (Los Lagos, Aviones, cuenca de Proaño, cuenca Pepe, Paracuelles ... )
De la grandiosidad de sus monumentos funerarios, muchos de ellos situados en antiguas cuencas glaciares, parece derivarse que estos "recién llegados" estarían organizados en formas sociales más complejas que los simples clanes de los cazadores-recolectores y que practicaron una economía de tipo pastoril seminómada, con movimientos trashumantes del valle a las praderías de altura durante la primavera y el verano hasta la llegada de las primeras nevadas otoñales. De este modo, ocuparon y utilizaron las zonas glaciadas, con restos megalíticos en los circos glaciares y su entorno.
Estos grupos llegaron a la zona siguiendo el río Ebro, procedentes de la submeseta norte (dólmenes de La Lora burgalesa) y La Rioja alavesa (dólmenes de la sierra de Cantabria), con cuyos grupos humanos siguieron manteniendo contactos culturales como demuestra la aparición de ámbar en Los Lagos I, que procede, casi con seguridad, de los yacimientos de Peñacerrada en la sierra de Cantabria.
En resumen, en estos momentos podemos afirmar que la ocupación humana del valle de Campoo se remonta, como mínimo, si no es anterior, a los inicios del último ciclo glaciar hace unos 130.000 años B.P y que ya después, de una manera más o menos intensa, nunca dejó de estar ocupado por humanos de distintas especies y culturas hasta nuestros días.
 
CONSIDERACIONES FINALES
El relieve glaciar de Campoo constituye una herencia trascendente en la configuración del paisaje actual de la montaña campurriana. No es posible entender la fisiografía, la topografía, los procesos actuales e incluso la vegetación, el aprovechamiento de recursos desde el Pleistoceno o los usos del suelo sin comprender el modelado glaciar. Los glaciares han configurado el relieve de la montaña y nos han dejado los testigos del frío durante los periodos recientes cuaternarios. Su conocimiento, desde los trabajos pioneros de Hernández Pacheco, nos permite aproximarnos a la reconstrucción de los paisajes del pasado y de las primeras culturas campurrianas, única vía de comprensión del presente.
Pico Hiján al fondo, y Cuenca Gen, en su vertiente septentrionalHoy el relieve glaciar, su organización y los elementos que lo constituyen poseen un elevado valor cultural, pues son el constituyente natural básico del paisaje montano en Campoo. El ámbito glaciado en el pasado constituye hoy el medio natural de la comarca menos transformado y es, por tanto, el espacio prioritario en tres sentidos. Por un lado, para la adquisición de conocimientos, por otro para su utilización pedagógica, en todos los niveles educativos, y tanto en relación con la naturaleza como con la Historia. Finalmente, para el esparcimiento activo de raíces éticas o estéticas que, como ha expresado Martínez de Pisón (1989) conduce a la ampliación de conocimiento, y que encuentra en Campoo un ámbito privilegiado. Pero todo ello no puede ser más que en el marco de la naturaleza de la que forma parte, la montaña cantábrica -desde el circo indestructible con megalitos en su interior, a la morrena o el glaciar rocoso, hoy profundamente alterados por las pistas de esquí-. Es de sobra conocida (Bell y Walker, 1992) la necesidad de preservar los restos y yacimientos arqueológicos, como recursos culturales y pedagógicos en su contexto y paisaje. Es necesario, pues, respetar tanto los elementos singulares como el paisaje montano, esa realidad totalizadora que conecta la actualidad y las herencias, lo natural y lo cultural; su organización, estructura y procesos de cambio, tanto naturales como humanos.
Valorar el paisaje campurriano como recurso cultural, junto a los elementos naturales o humanos que lo configuran, pasa por su obligada conservación. De este modo reutilizaremos el medio, donde el hombre se ha integrado desde la época glaciar aprovechando sus recursos naturales, a su revalorización y conservación.

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