Señores y señoríos en el valle de Aguayo

Manuel García Alonso

EN LOS COMIENZOS
El valle de Aguayo, conformado por la suma de las dos antiguas jurisdicciones de las villas de San Miguel y Santa María, ha ofrecido ya alguna evidencia arqueológica y documental del origen medieval de los actuales núcleos de población. La primera noticia procede de un documento del siglo XII en que la reina Urraca cede los "monasterii" de San Lorenzo de Pujayo y de San Miguel de Aguayo. En 1245 una carta firmada por el rey Fernando III de Castilla, recoge la existencia en Aguayo de tal monasterio -iglesia- de "Sancti Michaelis que est situm in villa de Aguayo cum omnibus coloniis suis et omni hereditate" , al renovar un privilegio concedido por su abuelo Alfonso VIII a San Lorenzo de Pujayo, monasterio y alberguería a la cual pertenecía el citado de San Miguel (1).
En el núcleo de este nombre existe una necrópolis de tumbas de lajas recientemente puesta en evidencia en torno al edificio de lo que fue sucesivamente ermita de San Cristóbal, Casa de Concejo y luego sede del Ayuntamiento, en el lugar conocido como El Campo. De aquí creemos que procede una estela medieval que ahora sirve como hito en El Colladío, con una cruz de brazos iguales inscrita en cabecera discoide. La cronología de esta estela para sepultura nos conduce, por paralelismos evidentes, a los siglos XII y MII (2). Otra necrópolis con tumbas de losas se halló al hacer el acceso actual encementado a la iglesia de Santa Olalla. Además hay evidencias de sepulturas de similar tipo en el actual cementerio de San Miguel. Y éstos son, por el momento, los primeros testimonios arqueológicos del establecimiento de colonos agrarios en el valle.
Torre de los Ríos en el barrio de La Bárcena en S. MiguelSin duda estas pequeñas iglesias y cenobios acabaron cayendo, en la Plena Edad Media, en gran medida en la órbita de los grandes monasterios castellano-leoneses, y con ellos sus tierras y colonos. Así en el Libro Becerro de las Behetrías de Castilla, mediado el siglo XIV, se dice que San Miguel de Aguayo es, en una tercera parte, "abadengo de Sant Fagunt", es decir del monasterio de Sahagún de Campos, en León (3). Y entre los documentos pertenecientes a la Colegiata de Cervatos se dice que, en torno a 1405, el abad Don Alfonso Díaz Lasso dio a poblar un solar de este monasterio en Aguayo a los Ruy Gómez, Se trata del llamado solar de la Eruela que incluía las heredades sitas en la Brena Mayor, El Colladío "asomante Aguayo", Busnal, "Prado de Villa", "La Canaleja", "La Lossa" y la Solerana. Además poseía el citado monasterio campurriano el solar de Pero Minguelez en el mismo lugar de San Miguel de Aguayo.
Sin embargo, y cada vez con más pujanza, se produce al tiempo la señorialización laica en Cantabria. Primeramente surgen señores locales que, a través de las behetrías, acaban dominando tierras y hombres y se hacen construir, como señal de un poderío creciente y ostentoso, castillos y torres. El citado Libro Becerro señala que otra tercera parte de Aguayo estaba en manos, como behetría, de Gómez Pérez de Hoyos, de linaje campurriano. El tercio restante era directamente solariego de familias locales: María Ruiz y María López(4).
No sabemos siquiera si el linaje Pérez de Hoyos tuvo torre en la localidad, pero conocemos la existencia en el pasado de al menos tres torres en San Miguel y de un castillo en El Barridioso. En este último lugar, aprovechando una elevación aterrazada sobre la confluencia del río Irvienza y del arroyo de La Puntedas, se aprecian los restos arrasados de una muralla con entrada tallada en la roca caliza y rampa de acceso (5). El topónimo de El Barridioso -o Barridiuso- deriva de una síncopa por "barrio de yuso", lo que pudiera indicar un pequeño despoblado junto a la fortaleza, en relación con la ermita de San Roque, muy próxima, y con un viejo camino hacia las Asturias de Santillana por Alsa y el Castillo de Los Picones (6).
En el núcleo habitado se observaron fragmentos de cerámica, posiblemente bajomedieval, y teja curva junto al abrevadero sito en el lugar de La Torre. Además, muy cerca, unos 80 m. al norte, hay una barriada de casas conocida como las casas de la Torre Vieja. Por otro lado, a unos 700 m. de la aldea, en lo alto de El Aspra conocemos el topónimo de La Torrejona.
Por último hay que señalar la existencia en el barrio de La Bárcena de la única torre que aún encontramos en pie, aunque esta es una casa fuerte de comienzos ya del siglo XVI a la que más tarde haremos referencia.
 
SEÑORÍOS Y LINAJES
El poderío de los señores fue en aumento, y a partir del siglo XIV era indiscutido. Estos linajes dominaban, sobre la base de las rentas campesinas, la vida económica y social de unos núcleos ya consolidados. En el valle los distintos asentamientos de población se articulan en dos villas disimiles: la villa de San Miguel de Aguayo conteniendo los barrios de Somavía, La Bárcena y Santa Olalla y la mayor parte de las tierras, montes y pastos, y la villa de Santa María del Valle. Muchos de sus habitantes trabajaban tierras de señores, o de mayorazgos, y pagaban rentas a los mismos.
En la mayoría de las ocasiones se instituyen mayorazgos conforme los señores adquieren el suficiente nivel económico tierras y dineros y la precisa influencia en la corte. El mayorazgo consiste, contra el tradicional sistema de herencias en Castilla, en una forma especial de transmisión del patrimonio familiar. Dichos bienes específicos se vinculan a herencia transmitida, sin posible disección, a los primogénitos, varones con preferencia. Fue regulado en las leyes de Toro de 1505 y suprimido finalmente en 1841.
Don Hernando de los Ríos, vecino de Paracuelles de Campoo, en 1486 consigue la formación de un gran mayorazgo con numerosos bienes en casas y tierras de la merindad. Entre ellos cita los de Aguayo y concreta: "e del Monesterio de San Miguel de Aguayo", dándonos prueba de la suplantación de los viejos señoríos eclesiásticos por los laicos (7). Don Hernando, o Don Fernando, controla ahora las rentas de la iglesia de San Miguel, y debió, él o su hijo mayor Don Juan, mandar edificar su casa-torre en el barrio de La Bárcena, con alfiz plateresco sobre la ventana noble que cubre dos escudos de armas, uno sin labra -¿alianza matrimonial no conclusa?- y otro con las armas del apellido Ríos.
De este linaje conocemos algunos personajes destacados en la vida eclesiástica del valle y fuera de él. Don Francisco de los Ríos era, en 1718, canónigo de la Iglesia Catedral de Jaén. Poco después -1752 y 1769- un Don Fernando de los Ríos Obregón es cura beneficiado de la parroquia de Santa Eulalia y tiene una criada y dos asistentes en su casa (8). Éste funda varias Obras Pías en la misma parroquial, entre ellas la escuela. De los últimos de este apellido en Aguayo es Don Felipe de los Ríos, hermano de Don José de los Ríos Sierra, presbítero de Mesones (Madrid) y detentador del mayorazgo. En Trujillo (Cáceres) vivía otro hermano, Don Antonio de los Ríos (9). Poco después ya no consta el apellido y el mayorazgo desaparece, aunque las propiedades en Aguayo pasan por enlace matrimonial a los Gómez de las Bárcenas. Este último apellido ha pervivido en el lugar hasta mediado nuestro siglo en una familia que se conoció como de "los mayorazgos", ello ha conducido a una equivocada adjudicación de mayorazgo y torre en los estudios y catalogaciones patrimoniales (10).
Durante la Edad Moderna y el Antiguo Régimen son los grandes propietarios de tierras, con o sin mayorazgos, quienes enseñorean los barrios y las villas. La mayor parte de los campesinos llevan tierras o ganados suyos en renta o, más habitualmente, en aparcería.
Fachada oriental de la casa-palacio de los Obregón en Sta. MaríaUna familia sobresaliente durante los siglos XVII y XVIII en el valle fue la del apellido Obregón. Parece evidente que en la segunda mitad del siglo XVII y en la primera del XVIII dominaron la vida local de la villa de Santa María del Valle. El origen del dominio parece estar en Don Diego de Obregón que fue Ayuda de Cámara del rey Felipe 111, y debe ser el fundador de la Ayuda de Parroquia en la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, en Santa María, con Capellanía y Obra Pía. Aún se conserva una inscripción en la actual casa edificada sobre sus ruinas:
( ... ) HIÇO SEÑOR DIEGO DE O(BREGON) DADOR Y DOT(A)DOR DE ESTE TEMPLO MVRIO ( ... )
Don Juan de Obregón Castañeda en 1663 era ya conocido como "señor de la villa de Santa María del Valle", y al poco capellán de Nuestra Señora de la Piedad. El propio Don Juan fundó Arca de Misericordia en la parroquial, conjuntamente con Don Fernando de los Ríos ya citado (11).
En 1692 un Don Juan de Obregón Castañeda, licenciado y cura de la iglesia parroquial de San Miguel, fundó también aquí Arca de Misericordia, que fue convertida en Escuela de Primeras Letras en el siglo siguiente (12). Tenemos dudas de que se trate del mismo personaje anterior, ya que aquél debió de fallecer antes de 1668, quizá en 1664, pues entonces un Don Antonio de Obregón figura como "señor de la villa".
Otro Don Diego de Obregón aparece en 1698 y 1705 como cura beneficiado en la iglesia parroquial de Santa Eulalia. En 1716 es capellán de la Piedad y vicario del Partido de Cinco Villas. Don Diego era, ya en 1682, Alcalde Mayor y juez Ordinario de la villa de San Miguel de Aguayo (13).
Las familias poderosas, con el fin de incrementar sus patrimonios, enlazan por vía matrimonial. En el año 1699 Don Diego, como mayordomo de la Capilla del Rosario en la iglesia de Santa Eulalia, asienta a Doña María Antonia de Obregón, casada con Don Antonio de Navamuel Sobremonte y Brizuela, Caballero de la orden de Santiago (14). Todavía, en 1802, Don Ángel Antonio de Navamuel, vecino de Reinosa, era patrono de la misma capellanía.
Hubo también un Don Fernando de Obregón Castañeda que en 1660 era cura beneficiado de Santa María del Valle y, en 1706, capellán de la Piedad. Don Fernando y el también licenciado Don Antonio de Obregón pagan reparos de cantería en la iglesia de San Miguel en 1708 (15). En ese periodo era, además, Don Fernando Comisario del Santo Oficio. Otro Obregón, Don Francisco, era vecino de Santa María en 1670.
Por otra parte no debemos olvidar que aún se alza, aunque en ruinoso estado, la Casa Palacio de esta familia en el centro de la villa. Se trata de una edificación de dos cuerpos fuertes laterales y simétricos con otro central más bajo de enlace. Sus características formales y la presencia del escudo de armas familiar en el muro oeste nos parecen propios de las casas fuertes del siglo XVIL Sin embargo la entrada en el muro este nos parece anterior.
Al tiempo que los Obregón en Santa María, en San Miguel descuella la familia de La Llana, con casa solar en el barrio de La Bárcena que porta escudo de armas. En 1663 Don Martín de la Llana Terán es abad de la Cofradía de Nuestra Señora de las Nieves y en 1670 ya es cura beneficiado en la parroquial, en donde funda la Capilla de la Concepción en 1680 (16). Y no olvidemos que será, como veremos, este personaje el que adquiera el señorío de la villa al rey en 1668 por más de un cuento de maravedís. En el siglo siguiente, Don Tomás Antonio de la Llana Terán es Alcalde Mayor y Juez de Apelaciones del Concejo de la villa; su hermano Don Manuel era presbítero, aunque ausente; Don Felipe de la Llana Terán funda en 1752 la Cofradía de San Roque y en 1763 otro Don Martín es cura de San Miguel y "paga la dotación de su capilla", la fundada por su homónimo antepasado (17).
En el barrio de Santa Olalla otra familia destaca, la de los Fernández de Quevedo. En 1624 un Don Antonio Fernández de Quevedo mandó hacer y dotó con 300 maravedís de renta anual la ermita y cofradía de Nuestra Señora de los Remedios. En 1725 Don Lucas Fernández de Quevedo era capellán en la ermita. En 1769 Don Lucas Antonio era el cura beneficiado de la parroquia y tenía en casa dos criados, y su hermano Don Juan una criada. El último patrono de la cofradía fue Don Francisco Fernández de Quevedo que condonó los cargos a su favor en 1821. Poco después el cura de San Miguel era Don Antonio Fernández de Quevedo y Don José Fernández de Quevedo cura de Santa Olalla (18).
Podemos citar otras familias destacadas, a nivel inferior a las expresadas, los Díaz de Bustamante, los Ruiz de Quevedo, los Fernández de los Ríos, los Mantilla de los Ríos, los Abad de Castañeda, los Gómez de las Bárcenas, y otros. Estas familias, con altibajos, eran propietarias de tierras y ganados, algunos de cuyos miembros tienen destacada participación en la vida concejil y parroquial. Forman una clase intermedia de campesinos propietarios con cierto nivel económico, por encima del resto de las familias convecinas, la cuales apenas tienen propiedades y son sobre todo aparceros.
Fragmento de inscripción fundacional de la ermita de la Piedad en Sta. MaríaYa se ha señalado el señorío de los Obregón sobre la villa de Santa María. Mención aparte merece la formación del señorío de San Miguel de Aguayo. En el año 1682 se reúne el Concejo de la villa, con el Alcalde y juez Don Diego de Obregón a la cabeza, como dueños del "Señorío Basallaje y jurisdicción civil y criminal" que había sido adquirido al realengo tras un litigio con Don Martín de la Llana. Éste, en 1668, lo compró en una de tantas crisis económicas de la Real Hacienda, y el Concejo pleiteó por el derecho de tanteo. En 1670, finalmente, tomó la villa posesión del señorío previo pago de precio y costas, para lo cual hubo de endeudarse con dos censos tomados a Don Juan de la Llana y a Don Lope de Terán precisamente. Ante la imposibilidad de pagar la deuda el Concejo, "principalmente con las calamidades que se experimentan en los tiempos presentes", decide entonces su venta. En 1685 el señorío, con permiso del monarca y su Consejo, es adquirido por Don Agustín de Echeverz y Suviza, Caballero de Santiago, natural y vecino de Pamplona, y primer Marqués de San Miguel de Aguayo (19):
"y el dicho Josef de Mantilla de los Rios en nombre dela dicha Villa de San Miguel de Aguayo y Varrio de Santa Olalla y el dicho Señor Don Justiniano Justiniani en nombre de dicho Señor Don Agustín de Ecbeverz y Subiza Marques de San Miguel de Aguayo sean convenido y concertado y por la presente se convienen y conciertan en esta manera que el dicho Josef Mantilla de los Ríos en nombre de la dicha Villa de San Miguel de Aguaio y varrio de Santa Olalla usando de la dicha facultad Real y poder vende y da en venta Real por juro de heredad para ahora y para siempre jamás al dicho Señor Don Agustin de Ecbeverz y Subiza Marqués de San Miguel de Aguaio para su esposa y sus herederos ysubcesoresy quien en qualquier manera subcediere en su derecho la dicha Jurisdicción Señorío y vasallaje de la dicha Villa de San Miguel de Aguaio y varrio de Santa Olalla con los vasallos que al presente tiene y con los demás que adelante tubíere y se acrecentaren en dicha villa y varrio y sus términos con jurisdicción civil y criminal alta y vaja mero mixto imperio penas de Camara, y de sangre calumnias mostrencos y escri vanias si fueren anejas a la dicha jurisdicción y con todas las demás rentas jurisdiccionales al Señorío y vasallaje anejas y pertenecientes en qualquier manera desde la oja del monte basta la Piedra del Rio y desde la Piedra del Río hasta la oja del monte".
Como tal señor de la villa tiene el derecho de elegir, entre una terna presentada por el concejo, el Alcalde Ordinario y regidores de la misma, y un Alcalde Mayor, con preeminencia de cargo, a su voluntad. Además se asegura el derecho de "haver llevar y cobrar para si las penas de cámara y de calumnias y de sangre y los mostrencos y las demás rentas jurisdiccionales enteramente y de las denunciaciones y penas del Campo", y el de meter sus ganados "miores y menores" en los pastos y montes comunes.
Curiosos resultan los detalles del protocolo de atención a los señores, así corno a su séquito y representantes, con ocasión de las visitas a la villa:
"Que el dicho Señor Marques y los Señores que fueren dela dicha villa han de tener silla en la Yglesia de ella en la Capilla mayor al lado del Evangelio para oir misa y los divinos oficios en el Lugar mas preeminente y extrado las Señoras sus mugeres delante del Alcalde mayor y ordinario y demas vecinos sin que pueda haver otra dilla ni estrado en mejor ni peor para otra ninguna persona por cualificada y Preminente que sea sino vancos detras de la Silla y extrados de los Señores y desviados de manera que haya distinción y reconocimiento y a los Señores de dicha Villa se les a de dar la paz en primer lugar y por persona diferente que el Alcalde mayor y ordinario y demas vecinos entendiendose que para lo contenido en este capitulo la dicha villa solo preste su consentimiento y si tiene algun derecho le cede en el dicho Señor Marques y en los demas Señores que le subcedieren sin quedar obligada en quanto a esto a ninguna eviccion ni saneamiento.
Que hallandose en la dicha villa el dicho Señor Marques y sus subcesores las tres Pascuas del año, o alguna dellas el primer dia de cada una de ellas ande hir a dar a su casa en nombre de la Villa el Alcalde ordinario y dos Regidores con el reconocimiento que se deve a los Señores de ella ".
Fachada principal de la casa solar de los De la Llana en S. MiguelEste personaje era Gobernador y Capitán General en el norte de México. Como él mismo afirma, "S. M. asido servido hacerme de titulo de Castilla y el Gobierno y Capitanía General del nuevo Reyno de Leon enlas Yndias". Sabemos que los detentadores de este marquesado, los Echeverz, tuvieron cierta presencia en estas tierras americanas. En 1719, con ocasión de la guerra contra Francia, el virrey Valero envió a Texas al entonces Marqués de Aguayo, lo que dio paso a la presencia española en aquellos territorios. El marquesado, en poder de Doña Josefa de Azlor, pasó a la casa del recién creado Condado de San Pedro del Álamo. Su hijo, Don Pedro de Valdivieso y Azlor, fue Conde de San Pedro del Álamo y cuarto Marqués de San Miguel de Aguayo. Además el nombre de Aguayo está ligado en aquellas tierras también a la vasta empresa colonizadora de Don José de Escandón, el cual pobló el Nuevo Santander, en donde fundó, en honor a la esposa del virrey Conde de Revillagigedo que era descendiente de la localidad, la colonia de Aguayo, hoy Ciudad Victoria y capital del estado mexicano de Tamaulipas (20).
Desconocemos exactamente hasta cuándo tuvo efectividad el marquesado. Todavía era señorío en 1777 puesto que se cita a Don Matías Sánchez de Tagle, vecino de Santillana del Mar y de donde procedía el Conde de San Pedro del Álamo, como apoderado del señor de la villa. Y en 1794 es confirmado el título de compraventa por el apoderado del marqués en el reino de Navarra. De todas maneras la vinculación de los marqueses con su villa, como se puede suponer, fue siempre lejana.
 
LA DESINTEGRACIÓN
Las élites que controlaban la vida económica, a través de las rentas agrarias principalmente, y la vida social, mediante los cargos eclesiásticos y concejiles, van a ir diluyéndose en un proceso lento, pero firme, en una sociedad más abierta y permeable que se va configurando, desde la segunda mitad del siglo XVIII en todas partes. Desde este momento se inicia, al unísono de una etapa de prosperidad económica en Cantabria, "el camino hacia la sociedad, la economía y el espacio modernos, de la mano de la integración y articulación en la sociedad burguesa y en la economía capitalista", en palabras del profesor Ortega Valcárcel (21).
En el contexto, por tanto, de este proceso disolutorio del Antiguo Régimen, la vieja nobleza local cede ante la nueva oligarquía -burguesía ennoblecida muchas veces- que es totalmente absentista pues es más propiamente urbana, sobre todo ya en el siglo XIX. Esta emprendedora nobleza adquiere propiedades y rentas en el valle, en ocasiones por enlaces matrimoniales con los viejos linajes, sustituyendo la Condesa de Isla, el Marqués de Cilleruelo o el Duque de Santo Mauro, a los Obregón, de la Llana o de los Ríos. Las élites locales desaparecen y ya no verán ningún relevo.
Por otra parte los libros de fábrica de las dos parroquias del valle revelan, por la misma época, una decadencia de aquellas rentas que las había hecho muy atrayentes para las viejas familias. En 1795 se advierten las últimas inscripciones de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario en Santa Olalla. La de los Remedios del mismo barrio deja de hacer sus cuentas en 1764 y las últimas se hacen desde 1807 a 1821 en que las deudas contra la misma son condonadas para finiquitar por el último patrono. La misma parroquial de Santa Eulalia a lo largo del siglo XIX manifiesta esta evolución. Las rentas aminoran, y las fundaciones y donaciones, como la Escuela, no se pagan. Los gobiernos liberales, en ocasiones como en 1821, enajenan sus fincas con el impulso desamortizador al centrar en la Iglesia sus ataques al vicio orden (22). Las asignaciones para el culto que se otorgan con las nuevas situaciones políticas no se pagarán entre 1872 y 1879, coincidiendo con la crisis del ínterin republicano y el levantamiento carlista.
Como consecuencia más evidente sucede el abandono y ruina de algunas ermitas. Así la ermita de las Nieves, en San Miguel, a comienzos de siglo apenas sobrevive con algunas limosnas y un mínimo censo. Las aparcerías habían desaparecido. La ermita de la Piedad, la vieja fundación de los Obregón en Santa María, acabó en manos del Conde de Moriana y en 1887 estaba en tal estado que se ordena al párroco "retirase inmediatamente de ella el Santísimo Sacramento y no continuase celebrando el Santo Sacrificio de la misa" (23).
Las numerosas turbulencias políticas de la centuria son la manifestación más notable de un proceso de sustitución de élites, y de grupos, en el poder, lo cual no dejó de afectar al territorio que consideramos. En Aguayo los acontecimientos relacionados con las guerras carlistas son los más frecuentes, aunque los avatares de las parroquias, como se ha visto, y de los concejos y Ayuntamiento reflejan, bien que con cierto retardo y desigualmente, las situaciones. Por ejemplo, en Octubre de 1868 se crea en Aguayo una junta Revolucionaria - "La Gloriosa" fue el año anterior- que debe nombrar nuevos cargos municipales. Se trataba claramente de una imposición, en un medio conservador, pues la localidad se había negado "a posesionar de su cargo a los sujetos que han de componer la corporación" que finalmente y en presencia del Presidente del Gobierno Provincial juran, con el alcalde Don Ramón Ruiz Zorrilla. En este tiempo el gobierno se incautó de todas las fincas de las parroquias que aún quedaban, aunque los párrocos consiguieron ocultar algunas que luego se hubieron de vender (24).
Al tiempo que se producen estos acontecimientos, y determinados por los mismos, se va a proceder a la serie de reformas que acarrearán la formación de las jurisdicciones actuales. Básicamente ello consiste en el fin de la vieja Hermandad de Cinco Villas y del Corregimiento de Reinosa en el contexto de las viejas provincias dieciochescas. En su lugar aparecen los ayuntamientos de la Provincia de Santander. Al tiempo se debilitan los concejos y en su lugar surgen las juntas vecinales y ganaderas, muy mermadas de competencias.
En 1837 la villa y concejo de San Miguel de Aguayo se desliga finalmente de la hermandad, dos años después -Decreto de 1835- de formarse el Ayuntamiento de su nombre. Por su parte la villa de Santa María, que nunca perteneció a la hermandad, logra ayuntamiento propio en 1842 (25). La fusión de ambos en uno sólo se logra en 1868, como consecuencia de la formación de la junta Revolucionaria, pues el nuevo ayuntamiento hizo una petición a la Diputación Provincial en este sentido el día 26 de Octubre. Aguayo, este pequeño rincón septentrional de la Merindad de Campoo, ha alcanzado la modernidad.

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) TERÁN SILIÓ, J. y MAESTRO FRANCO, E. (1990): Bárcena de Pie de Concha, pp. 168 y 169. Reinosa.
(2) GARCÍA ALONSO, M. (1992): "Yacimientos medievales de San Miguel de Aguayo", Trabajos de Arqueología en Cantabria I, pp. 7-11. Santander.
(3) MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1986): Libro Becerro de Behetrías. Texto y estudio Crítico. León.
(4) idem.
(5) GARCÍA ALONSO, M. (1984): "Inscripción latina y yacimientos medievales en San Miguel de Aguayo", Altamira XLIV, pp. 113-120. Santander. GARCÍA ALONSO, M. (1992): op. cit.
(6) MARCOS MARTÍNEZ, J., GARCÍA ALONSO, M. y BOHIGAS ROLDÁN, R. (1995): "El Castillo de los Picones (Bárcena de Pie de Concha, Cantabria)", Trabajos de Arqueología III, pp. 69-80. Santander.
(7) A.H.R.C., C.E.M., leg. 2, doc. 10/6.
(8) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, no 6362. Santa Olalla y Santa María de Aguayo. Libro de Nuestra Señora del Rosario, no 6363. Santa Olalla de Aguayo.
(9) D. P. AGUAYO, Pleito entre D. José de los Ríos Sierra, presbítero de Mesones (Madrid), y sus aparceros de San Miguel de Aguayo, y D. Miguel González, vecino de Santa María y Meruelo, por adeudo de una yegua.
(10) CAMPUZANO RUIZ, E. (1991): Catálogo Monumental de Cantabria. Valles del Saja y del Besaya, p. 282. Santander.
(11) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de las Nieves, nº 6364. San Miguel de Aguayo. A.D.S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, nº 6362, Santa Olalla y Santa María de Aguayo. A. D. S.: Libro de la Iglesia de Santa Eulalia, no 6366. Santa Olalla y Santa María de Aguayo.
(12) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de las Nieves, nº 6364. San Miguel de Aguayo.
(13) D. A. A.: Compraventa del título de Marqués de San Miguel de Aguayo.
(14) A. D. S.: Libro de Nuestra Señora del Rosario, nº 6363. Santa Olalla de Aguayo.
(15) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de las Nieves, nº 6364. San Miguel de Aguayo. A. D. S.: Libro de la Iglesia de San Miguel de Aguayo, nº 6370. San Miguel de Aguayo.
(16) idem.
(17) A. D. S: : Libro de la Cofradía de San Roque, nº 6374. San Miguel de Aguayo. A. D. S.: Libro de la Iglesia de San Miguel de Aguayo, nº 6370. San Miguel de Aguayo.
(18) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, no 6362, Santa Olalla y Santa María de Aguayo.
(19) D. A. A.: Compraventa del título de Marqués de San Miguel de Aguayo.
(20) NAVARRO GARCÍA, L. (1984): "América en el siglo XVIII", Gran Enciclopedia de España y América, tomo V, p. 139. Madrid. CANALES RUIZ, J. (1990): Cien cántabros en México, p. 253. Santander. MARCHENA RUIZ, M. E. (1996): "El conde de Revillagigedo, virrey de Méjico",Cuadernos de Campoo nº 4, pp. 25-30. Reinosa.
(21) ORTEGA VALCÁRCEL, J. (1984): "De la Cantabria de ayer a la de hoy", estudio introductorio al Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Santander, Edición Facsímil. Valladolid.
(22) A. D. S.: Libro de Nuestra Señora del Rosario, nº 6363. Santa Olalla de Aguayo. A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, nº 6362. Santa Olalla y Santa María de Aguayo. Libros de la Iglesia de Santa Eulalia, nº 6366 y 6370. Santa Olalla y Santa María de Aguayo.
(23) A. D. S.: Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de las Nieves, nº 6364. San Miguel de Aguayo. Libro de la Iglesia de Santa Eulalia, nº 6367. Santa Olalla y Santa María de Aguayo.
(24) D. A. A.: Ordenanzas Concejiles del Ayuntamiento de Aguayo. A. D, S.: Libro de la Iglesia de San Miguel de Aguayo, nº 6371. San Miguel de Aguayo.
(25) RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, A. (1986): Alcaldes y Regidores. Administración territorial y gobierno municipal en Cantabria durante la Edad Moderna. Santander.