Trabajos de arqueología medieval en Campoo

Javier Marcos Martínez - Lino Mantecón Callejo

A lo largo de más de una década nuestro equipo, caracterizado por una especialización en arqueo­logía histórica, ha venido desarrollando diversos proyectos en la comarca de Campoo. A continua­ción, se muestra una selección de hallazgos de cro­nología medieval en dicho territorio. Se presentan las estaciones arqueológicas más relevantes y no­vedosas, así como, algún ejemplo de nueva lectura de vestigios conocidos. Se debe destacar la revisión de labores de investigación decimonónica, como los trabajos de Ángel de los Ríos y Ríos, el Sordo de Proaño, que han permitido re-descubrir valio­sos vestigios forjados en los tiempos medievales. Todos los hallazgos expuestos han ocurrido como consecuencia del desarrollo de la arqueología pro­fesional. En la mayoría de los casos dichos trabajos han sido promovidos y financiados por la Conseje­ría de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria.
 
 

Las tres torres de La Costana o el hallazgo de un castillo

 
El linaje de los Bustamante ejercía ya en el año 1350 dominio en La Costana, a tenor de lo dispues­to en el Becerro de las Behetrías. Lope García de Salazar en su célebre libro "Bienandanzas e For­tunas", obra del siglo XV, recoge una crónica del apellido: "el linaje de Bustamante es un linaje an­tiguo, de buenos escuderos, que son en Asturias de Santa Illana, en Campoo, siendo el solar e vivienda de estos en La Costana del Campo, e destos el que más valió fue Diego de la Peña de Bustamante, que vivía en La Costana... y de todos los Bustamantes es este solar el más rentoso".
 
Hasta la fecha la historiografía ha interpretado la fortificación de La Costana, a pesar de conocer su evolución edilicia, como una simple torre señorial. Ha sido denominada de varias formas: "Torre de La Costana", "Torre de los Bustamante" o "To­rre del Merino". La fortificación se sitúa en llano, próximo al trazado de un camino histórico (Cami­no de Los Vinos).
 
Es Pascual Madoz, en su diccionario publicado entre los años 1845-1850, quien recoge la noticia de la conservación, a fines del siglo XVIII, de "tres soberbias torres, su poseedor Don Pedro Manuel Bustamante demolió dos por amenazar ruina". La única atalaya conservada a día de hoy en pie es de planta rectangular (5,5 x 8 m); se alza en el extre­mo oriental del complejo edilicio. Esta torre pudie­ra ser la que conserva mayor altura de la región (22 m). A pesar de su elevado porte, apenas presenta huecos y vanos en sus paramentos, confiriéndo­le un aspecto hermético. Posee, igualmente, en la planta tercera (el piso noble) vanos geminados o "cortejadoras" con arcos ligeramente apuntados. En su cumbre ("adarve") se localizan las ménsulas en piedra, que sustentarían un cadalso corrido (fa­chadas N, E y S). El cadalso sería el único elemento defensivo del adarve, para ejercer la defensa ver­tical. Este parapeto defensivo estaría construido enteramente en madera, conservándose las huellas de la puerta de acceso al interior de la torre. Se ha perdido, en estos años, el forjado original en madera en el interior de la torre. No obstante, se reconocen perfectamente la distribución de plantas (cinco), así como el sistema de comunicación en­tre ellas, mediante escalas móviles, como medida preventiva. La torre debió ser originalmente exenta y comunicar con un patio de armas. Se conser­va una puerta de acceso, con arco de medio punto (¿antigua puerta con patín?) que da actualmente al interior del palacio o "casa fuerte". Asimismo, se detectan saeteras cegadas en esa misma fachada (W) y a diferentes alturas, que dispararían hacia objetivos localizados en el exterior.
 
El cuerpo central, que se adosa a la torre, es una construcción de planta rectangular (aprox. 25 x 8 m), en el que se reconocen saeteras, troneras y vanos geminados (algunos con capiteles con orna­to de elevada calidad, sobremanera los de "nido de avispa"). Esta ampliación de los edificios primi­genios posee elementos decorativos de inspiración gótica (arcos apuntados, puerta con falso arco).
 
En el extremo oriental de este cuerpo central gótico, se adosa una construcción de una vivien­da, junto con estancias de uso agrícola-ganadero, que hasta el presente, se creían producto de una profunda reforma del inmueble, ocurrido a prin­cipios del siglo XIX. En este sector del complejo arquitectónico, es donde se han localizado los más interesantes hallazgos de arqueología muraría. Se reconocen evidencias de las plantas bajas de las otras dos torres medievales. En sus muros se han descubierto ventanas geminadas. Una se abre hacia el interior del edificio gótico, así como sae­teras rasgadas -hoy en día cegadas-, con espacio abocinado hacia el interior que permite el empleo de armas arrojadizas (arco-ballesta) que en su día dispararían hacia el exterior, así como una puerta entrada en patín. En el muro de la fachada exterior, se observa una ventana geminada cegada. En la planta baja, se conservan dos potentes columnas con tambores de planta octogonal. Los lienzos de muro se confeccionan con piedra de sillería que tiende a ser isodoma, diferente a la empleada en el cuerpo gótico.
 
En principio, se maneja la hipótesis de que las otras dos torres se localizaban en el sector Oeste. La edificación militar poseyó una evolución arqui­tectónica, igualmente detectada en la "iglesia pro­pia", ubicada junto al complejo castramental. Este templo muy posiblemente se asociaba a una ne­crópolis cristiana, ya que se ha localizado una caja de sarcófago en el jardín. Las torres pudieran haber sido construidas en tiempos románicos (¿s. XIII?), como igualmente parece la cabecera de la iglesia, como así lo atestigua el empleo de canecillos historiados. Estas tres torres posiblemente dispondrían de un patio de armas acompañado de un sistema defensivo compuesto por fosos y contrafosos. En un momento, entre los siglos XIV y XV se efectuó una reforma que comunicó mediante una especie de casa-fuerte las torres o simplemente reformo el patio de armas del castillo. A las atalayas se le in­corporaron nuevos vanos y sistemas defensivos. A este periodo debe pertenecer igualmente la nave de la iglesia con canecillos de caveto liso. A fines del siglo XVIII se derribaron dos torres y tal vez se empezó a construir el ala oeste, espacio más refor­mado y residencial, al que se le añade un mirador en el siglo XIX.
 
El inmueble del "Castillo de La Costana" exige una documentación fotogramétrica, para elaborar un trabajo de arqueología de la arquitectura. Se hace imprescindible documentar científicamente las fábricas de este vestigio arquitectónico de cro­nología medieval. El edificio lo merece, ya que se corresponde con uno de los escasos ejemplos de un castillo propiamente dicho dentro de la región. Así como un muestra singular de la arquitectura civil medieval (románico-gótico).
 
Este interesante vestigio de arquitectura defen­siva medieval posee en las cercanías, en el pueblo de Servillas, un edificio similar. Nos referimos al denominado por los lugareños como el "Castillo de Servillas", casa fuerte de inspiración gótica.
 
 
 

Una torre en Orzales

 
Próximo a la localidad de Orzales se conservan los vestigios de una fortificación de probable cronolo­gía bajomedieval. Se aprecia, a nivel muy arrasado un sistema defensivo compuesto por dos líneas de fosos concéntricos. La estructura se encuentra en un pésimo estado de conservación, siendo difícil de identificar su fisonomía. En el centro de la estruc­tura militar, se reconocen muros soterrados de una posible planta cuadrangular construida con piedra y mortero de cal, que tal vez se relacionen con un edificio de una torre. Los fosos conservados son de planta circular y sección en "U" o "fondo de cuba". El primer foso (que rodea el túmulo donde se localizaría la atalaya) posee 8 m de anchura, el contrafoso unos 10 m de anchura y el foso exterior 4 metros.
 
El lugar es denominado por los lugareños con el ilustrativo topónimo de "La Torre". Se interpre­ta la estructura como una posible torre con foso, contrafoso y foso exterior. La longitud total de la estructura es de unos 77 m (E-W). La atalaya s torre se localiza en el llano, en una posición poco estra­tégica, pero próxima a la localidad de Orzales y al itinerario del camino histórico de comunicación de Campoo con La Rioja ("Camino de los Vinos"). Se han recogido en el terreno fragmentos de teja y ce­rámica de adscripción cronológica medieval (tipo: alfar de Orzales).
 
 
 

"Castillo" de las Estradas1

 
En las proximidades del lugar de "Prao Moro"2, en el término nombrado de "Las Estradas", se conser­van los restos arqueológicos de una edificación, que según la memoria de los mayores de las localidades de Orzales y Monegro, pertenecen a un "castillo". Según lo relatado por D. Joaquín Martínez, vecino de Orzales, la finca fue vendida al Sr. Arnáiz de Reinosa. Éste nuevo propietario desmontó las rui­nas del castillo y con su piedra realizó los cierres agrarios que le circundan.
 
Los indicios arqueológicos son parcos. En un claro de un bosquete maduro de vegetación autóc­tona (Quercus robur), muy próximo al antiguo iti­nerario de la carretera, abandonado por la "varian­te" actual, -ocurrida por el anegamiento del Pan­tano-, se aprecia difícilmente un túmulo, de forma elíptica (medidas aproximadas 44 m X 28 m). Toda esta estructura arqueológica soterrada está rodeada de un foso y contrafoso. El foso (aprox. 8,50 m de ancho) se encuentra muy colmatado, siendo más evidente hacia el NE.
 
El vestigio se encuentra muy arrasado. A pesar del ampuloso nombre de "Castillo", en realidad las ruinas se corresponden con una posible torre, con foso alrededor de plausible cronología bajomedieval. La fortificación jalona y controlaba el paso del denominado "Camino del Vino"). El elocuente topónimo de "Las Estradas" (Strata-ae) se debe re­lacionar con este antiguo camino carretero.
 
 
 

Ermita de San Miguel de Soto

 
Don Ángel de los Ríos, en una comunicación a la Comisión de Patrimonio, en el año 1866, dibuja y describe tres losas o laudas sepulcrales existentes en la ermita de San Miguel de Soto.
 
La ermita, hoy en día, se encuentra abandona­da y en proceso de ruina, sobremanera su techum­bre. Conserva todos los alzados y a su pies una pequeña espadaña. Las dimensiones de la ermita son las siguientes: 14 m (E-W) por 6 m (N-S). La fisonomía del edificio religioso se corresponde con una ermita barroca de cabecera recta, que muy posiblemente tendría una cubierta de madera a dos aguas en la nave y una bóveda de crucería en el presbiterio. Los muros de la nave parecen reaprovechar una fábrica anterior de inspiración artística gótica. Así por ejemplo, la puerta de ac­ceso se resuelve con arco apuntado. El testero del edificio religioso es una remodelación de Edad Moderna.
En el interior del templo, en su altar mayor se localiza un ara contra el muro. Este altar tiene reutilizada como solera de la mesa una lauda sepulcral. Dimensiones: 1,79 m x 0.95 m (grosor 6 cm). La losa posee dos inscripciones: la superior posee una cruz grabada en hueco rehundido de brazos iguales y la segunda inscripción tiene una cruz inscrita de forma latina, ambas con fechas distintas, eviden­ciando una reutilización de la tapadera sepulcral.
 
Transcripción:
1.      GARCIA:ERAT:XI(...)
2.      DIDACO :TRANS :DI
3.      IIII:FRA: HDS: NBRS
4.      ERAT: C(...)
 
Lectura:
1.     GARCIA: ERAT: XI(...)
2.     DIDACO:TRANS(IBIT):D(OMIN)I
3.      IIII:F(E)R(I)A:H(I)D(U)S:N(OVEM) BR(I)S
4.     ERAT: C(...)
 
Traducción:
García, en la Era Hispánica mil once (¿?), es decir, -obviando, que la fecha se encuentra incom­pleta- alrededor el año 973 d.C.
La siguiente inscripción hace referencia a un nombre de varón: Didaco, pasó al Señor, el 4 día de feria, de los Idus del mes de noviembre, en la Era Hispánica de mil cien (incompleto); es decir alred­edor del año 1062. Se trata de una misma lauda con fines funerarios, fabricada originalmente en torno a fines del siglo X y posteriormente reutilizada, en la segunda mitad del siglo XI.
En el cargadero de la puerta de acceso a la er­mita, se encuentra otra segunda losa sepulcral o tapadera de un sarcófago, embutida en el muro. Se encuentra muy perdida su epigrafía. Se observa una cruz grabada y tal vez, el nombre de ESTEFAN (según A. Ríos).
 
El sordo de Proaño menciona una tercera losa funeraria fragmentada que debajo contenía dos ca­laveras. Esta losa no se ha encontrado, pero de ser cierta la noticia evidenciaría la existencia de una necrópolis cristiana asociada al edificio del templo.
 
 
Este importante conjunto epigráfico altomedieval exige una labor de estudio pormenorizado, re­cuperación y conservación. Nos encontramos ante piezas de elevado valor cultural que yacen desaten­didas con un elevado riesgo de perdida y deterioro. Urge, por tanto, una actuación de salvamento.
 
 
 

Una torre medieval en el nacimiento del río Ebro

 
En un peñasco ubicado sobre el manantial del río Ebro, próximo al casco urbano del pueblo de Fontibre, se localizan los vestigios de una atalaya de probable cronología bajomedieval. Su observación es dificultosa, como consecuencia de una densa vegetación de sotobosque y el pésimo estado de conservación del inmueble. Las evidencias se en­cuentran en la cumbre de un pequeño altozano. Se ha podido reconocer un foso excavado en el terreno que corta la cima, protegiendo el flanco oriental, el más desprotegido. El resto de frentes se encuentran defendidos por fuertes taludes natu­rales de este accidente orográfico, sobremanera el meridional (donde mana la corriente fluvial).
 
Como sistema defensivo conserva un foso que puede tener un desarrollo aproximado de 15 m, con una anchura de 5 m, con sección de "U" o "fondo de cuba". Es posible, que se conserven restos de estructuras armadas del edificio de la torre, que no ha sido posible observar por la densa vegetación, o bien, se encuentran soterradas.
 
La fortificación se ubica en la cumbre de un altozano, dominado el paso de un camino y el manantial de río Ebro. El dominio de esta fortale­za debió poseer contenidos de elevado prestigio, dado la especial significación del río Ebro en la conformación e historia de la Península Ibérica. La estación arqueológica se localiza dentro del Parque del Nacimiento del Ebro, dotando con contenidos culturales el emplazamiento de interés natural.
 
La torre perteneció a la casa de Mantilla, rama del linaje de los Ríos (señores, por ejemplo de cer­cana torre de Proaño). En siglo XVI, se recoge como propiedad de Lope Mantilla el Mozo: "Una torre fuerte sita en el término del Concejo de Fontible, encima de la más alta eminencia del lugar sobre todo él, y sobre la fuente del Ebro que nace debajo de los cimientos de la torre, y abajo en lo llano del lugar otra torre y pegante a ella el palacio y casa de Mantilla"3. En el Diccionario de Pascual Madoz (1845-1850), se menciona la existencia de un cas­tillo arruinado, "al pie del cual nace el Ebro".
 
 
 

Necrópolis altomedieval de San Pedro de Villacantid

 
Este emplazamiento conoció una intervención arqueológica en el año 2008, consistente en la ejecución de un sondeo y una labor de seguimiento de la instalación de un sistema de calefacción en el interior de la iglesia parroquial. Se documentó científicamente dos inhumaciones medievales de tipología de lajas, caracterizadas por su buena factura. Esta calidad en la obra funeraria quizás pudiera responder a un momento inicial (Alta Edad Media) de este tipo de enterramientos.
 
En la actuación arqueológica mencionada no se recuperaron restos óseos humanos contemporáneos con los tiempos de construcción de las sepulturas de lajas. Todo los datos infieren que las tumbas medievales fueron violadas y reaprovechadas (se documentaron al menos 3 fases) en tiempos mod­ernos, en la habitual promiscuidad de la gestión de la muerte en el Antiguo Régimen. Más si cabe, dada la localización junto a la grada del presbite­rio, lugar privilegiado de ubicación del camposanto de la necrópolis intramuros de Edad Moderna. Este sitio era destinado generalmente para los notables del lugar.
 
La tumba de lajas no parece estar asociada a otros enterramientos de cistas. Si bien, es exigua la superficie excavada, se puede afirmar, comparánd­olo con otras necrópolis cristianas medievales, que el camposanto de San Pedro durante la Alta Edad Media (o este sitio, en concreto, de este cemente­rio) no parece ser una necrópolis de elevada densi­dad de enterramientos. No se han encontrado otras sepulturas en sus contornos (a su mismo nivel o por debajo). Refuerza el contenido de esta conclusión, la noticia del desconocimiento de la existencia de sepulcros alrededor de la iglesia de San Pedro, por parte de los vecinos de avanzada edad del pueblo de Villacantid. Según éstos, a pesar de las numero­sas obras realizadas en el exterior de la parroquia nunca habían aparecido este tipo de sepulturas.
  
La tumba de lajas exhumada se localiza, hoy en día, en el interior de la nave de la fábrica de San Pedro, construida aproximadamente en el siglo XVI. Este tipo de enterramientos altomedievales generalmente se ubicaban extramuros, en el exteri­or de los templos pre-románicos y/o románicos. En tiempos medievales, esta sepultura se encontraba, por tanto, extramuros. Durante las labores de seg­uimiento arqueológico se registraron los cimientos de varios muros en el interior de la nave de la ig­lesia, que tal vez pudieran asociarse a una fábrica de la iglesia altomedieval.
 
En una copia de la "Carta del Fuero de Cerva­tos" (PÉREZ DE URBEL, 1945), año de 999, se rec­oge, (asumiendo, que se puede tratar de un docu­mento adulterado), la primera cita de la localidad de Villacantid, con la forma "Villa Cannis". Que el documento se refiere a esta localidad es indudable, pues nombra pueblos vecinos como Fuent Vellida, Barrio, Isara, Celada de Campoo de Suso, Paracuellos, Nestares, otros.
Esta copia del Fuero nombra a la iglesia de San Pedro, obviando la románica de Santa María La Mayor. El templo bajo la advocación de San Pedro aparece citado como monasterial: "in Villa Carines monasterium Sacti Petri cum suis eclesiis". Para M.A. García Guinea, el término "cum suis eclesiis" puede referirse a alguna otra iglesia dependiente, que tal vez pudiera ser la de Santa María. En este templo románico, igualmente, se ha documentado la existencia de una necrópolis extramuros asocia­da al edificio medieval.
 
 
 

El castillo de Espinilla

 
Se conservan evidencias arqueológicas de una for­taleza, en la cumbre de la última estribación de un cerro, denominado "Castillo". El baluarte se localiza en la cima más elevada, que conforma una espe­cie de espolón hacia el río Híjar. En la topografía del terreno, se reconocen dos líneas de fosos y una muralla. Aunque no se ha observado evidencias ar­quitectónicas en superficie, es probablemente que en la cumbre existan vestigios de una estructura armada (¿torre?).
 
Como elementos defensivos cuenta con un primer foso, excavado en el terreno, generando una depresión que corta toda la cumbre del espolón de la colina. Posteriormente, se conservan vestigios de una muralla (tal vez restos de una puerta de acceso) en el resalte o alto. Tras esta defensa se dispone un segundo foso, que probablemente circundaría la cumbre (excepto el frente sur, que queda prote­gido por un fuerte talud). El foso semicircular (unos 88 m de desarrollo y sección en "fondo de cuba"), posee una anchura aproximada de 10 m y una pro­fundidad de 3 o 4 m. El foso en la ladera NW se encuentra muy perdido.
 
La muralla se realiza con piedra caliza del lu­gar, así como piedra de conglomerado y arenisca. Se reconocen en el muro fragmentos de teja y una piedra de sillería. El muro emplea argamasa de mortero de cal. Posee una anchura de 3 metros. La muralla, tal vez, se reforzaría con acopios de tierra. Es decir una construcción mixta: armada y muro terrero.
 
El castillo parece controlar un paso o vado del río Híjar, en la actualidad desfigurado por la insta­lación de una presa. Hasta el presente, se conocían vagas noticias sobre la existencia de un castillo del linaje de los Ríos, pero sin su localización precisa, junto con el hallazgo fehaciente4 de vestigios ar­queológicos.
 
 
 

Arte pre-románico en Valdeolea: San Miguel de Olea

 
En torno a la iglesia románica de San Miguel de Olea se hallaron hace ya bastantes años un con­junto de sepulturas que se corresponden con una necrópolis cristiana medieval asociada al edificio religioso.
 
La ermita fue restaurada hace ya unos años por el arquitecto Javier González de Riancho, quien halló durante los trabajos de reparación del inmue­ble, un ara romana (con una cronología alrededor de los siglos II y III d.C.) dedicada a los dioses y diosas del Coventus Deorum.
 
Recientemente, fruto de las labores de prospec­ción ligadas a la renovación de la Carta Arqueológ­ica de Cantabria, se ha podido localizar un capitel exento, muy probablemente recuperado durante la restauración de J. González de Riancho, que ha per­manecido desapercibido por la comunidad cientí­fica. Esta pieza arquitectónica de interés artístico, se compone de una esquematización del capitel corinto, con dos únicas filas de hojas de acanto, sin los caulículos o volutas superiores. El astrágalo se realiza a modo de sogueado. Este capitel posee tra­zas que le confieren un aspecto anterior a la fábrica románica, pudiendo poseer influencias del arte asturiano o mozárabe. Es por tanto, una pieza fuera de contexto, que se corresponde con un edificio de inspiración artística pre-románica, del que hoy en día no se reconoce ninguna traza muraría.
 
La pieza se custodia en la actualidad en el Mu­seo Diocesano "Regina Coeli" de Santillana del Mar. Este elemento de aspecto pre-románico se suma a los vestigios conocidos en la localidad de Cuena (CAMPUZANO RUIZ, 1998). Un capitel y su cimacio procedente de la parroquia de Santa María o quizás con más seguridad del pago del "Mon­asterio". A este contexto cronológico pertenecen los restos de la iglesia del yacimiento del "Conventón" en Camesa-Rebolledo, donde igualmente se conoce (PÉREZ GONZÁLEZ, 1985 y VAN DEN EYNDE CERUTI, 2002) la noticia del hallazgo de dos capiteles (uno de ellos hoy en día en parade­ro desconocido y el otro en estado fragmentario). Estos vestigios de interés arquitectónico-artístico, son síntoma de la vitalidad cultural que esta comarca meridional poseyó en los primeros siglos de los tiempos medievales. A este panorama fértil en cuanto a patrimonio religioso pre-románico se refiere, se pueden sumar los vestigios mozárabes de la iglesia de San Martín de Elines o alguna de las iglesias y eremitorios rupestres de Valderredible.
 

Bibliografía
 

BOHIGAS ROLDAN, R. (1986): Yacimientos arqueológicos me­dievales del sector central de la montaña cantábrica. Tomo I. Monografías arqueológicas de la A.C.D.P.S. n° 1, Santander.
CAMPUZANO RUIZ, E.: El Gótico en Cantabria. Santander 1985.
CAMPUZANO RUIZ, E. (1998): "Un capitel mozárabe" en Clavis, Boletín del Museo Diocesano de Santillana del Mar, n° 2: 110.
PÉREZ GONZÁLEZ, C. (1985): "Capitel de Rebolledo (Valdeolea)", Sautuola IV: 311-327.
GARCÍA GUINEA, M.A. (1979): El románico en Santander. Tomo II, Santander, ed. Estvdio.
GARCÍA DE LA PUENTE, J. (1916): Reinosa y el Valle de Campoo. Santander.
GONZÁLEZ ECHEGARAY, M.C. (1999): Escudos de Cantabria. Tomo VI. ed. Hidalguía. Madrid.
HERNÁNDEZ NEVADO, G. (1997): "Torres medievales en la merindad de Campoo" en Cuadernos de Campoo, n° 9: 16- 23.
IGLESIAS GIL, J.M. y RUIZ, A. (1998): Epigrafía romana de Cantabria. Santander-Burdeos: 68-69.
VAN DEN EYNDE CERUTI, E. (2002): "Los niveles medievales del yacimiento de Camesa-Rebolledo. Apuntes sobre la más antigua ocupación medieval de Cantabria", en Sautuola VIII: 261-307.
MADOZ, P. (1845-1850): Diccionario Geográfico - Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Ed. Ám­bito Ediciones, S.A. y Librería Estvdio, (1995 edición facsímil) Santander.
MARTÍNEZ RUIZ, E. N. (1994): "Torre de los Bustamante". Patrimonio Arquitectónico de Cantabria, N° 91, El Diario
Montañés.
PÉREZ DE URBEL (1945): Historia del Condado de Castilla. T. 1
RÍOS Y RÍOS, A. (1866): "Dibujos de las diversas inscrip­ciones medievales de la zona de Reinosa", CAS/7968/6(4), Real Academia de la Historia, Comisión de Antigüedades.
RÍOS Y RÍOS, A. " Informe acerca de diversas inscripciones funerarias de la zona de Reinosa" CAS/9/7968/6(3), Real Academia de la Historia, Comisión de Antigüedades.
RODRÍGUEZ CANTÓN, R. (1992): Reinosa y la Merindad de Campoo.
 

NOTAS
1 Esta estación fue descubierta en el año 1998, contando con la colaboración del investigador M. García Alonso, en relación con la elaboración de un informe de impacto del proyecto de mejora de la carretera C-6318.
2 Los vestigios arqueológicos de la fortaleza de Las Estradas se sitúan a una distancia aproximada de 100 m del lugar de "Prao Moro”. En este lugar, aunque no han vuelto a ser localizados y muy posiblemente se refieren a otro emplazamiento, se publicó la existencia de restos de una ermita y una necrópolis cristiana medieval (BOHIGAS, 1985).
3 Archivo de Javier Gómez de Celis, N.T.S., nº 133.
4 Quizás sea mencionado en el año 1606, en “Noticias Genealógicas de la Casa de los Ríos” Biblioteca Municipal de Santander, Col. Pedraja, Mns. 638. RODRIGUEZ..CANTÓN, 1992: 90.