La música en Campoo: Aspectos generales

Mª Eugenia González González

INTRODUCCIÓN

      El canto y el baile constituyen una actividad que nace con el hombre, que es consustancial a él. Se puede afirmar que no existe ni existió pueblo que de alguna manera no use la música en alguna de sus variantes o para una u otra actividad, y desde tiempos muy remotos se vio el beneficio que sobre el hombre ejerce. Ya los griegos hablaban del  “Men sana in córpore sano” creyendo a la música buena para la primera junto a las matemáticas en la que se basa en gran parte, y el deporte para la segunda como ya sabemos puesto que nos dejaron las olimpiadas de las que también existía las musicales de cantores y tañedores de instrumentos, aunque éstas menos conocidas.
 
      También en la mitología se adjudican poderes fabulosos a la música habiendo numerosos dioses, diosas y más tarde, en la religión, patronazgo, Santa Cecilia.

 

      En la mitología Cántabra se habla de las Anjanas, hadas buenas que benefician con todo lo que hacen. En la primavera, a eso de la media noche, se reúnen en una braña y danzan hasta el amanecer, asidas de las manos en torno a un montón de rosas que luego esparcen por los atajos y las camberas. Quien logre encontrar una de esas rosas que tienen pétalos encarnados, verdes, amarillos y azules será feliz hasta la hora de su muerte.
 
      Usaban dos tipos de cantares, uno muy alegre y otro muy triste...”El cantar alegre paez una seguidilla de baile mu retorneá y mu larga y el cantar triste paez un lamento de una madre desconsolá. Cantan mu pocas veces  y  no más que cuando sale el sol y las estrellas. Si el día está turbiu, cuando las Anjanas cantan la seguidilla alegre se pone claru, y si está claru, cuando cantan el cantar triste se pone oscuru”. E incluso en las recompensas a las buenas obras que las Anjanas hacen están, entre otros : flautas de plata, tambores y panderetas con cascabeles de oro.
 
 
LOS CÁNTABROS Y CAMPURRIANOS
       Los cántabros, como todos los pueblos del mundo,  tuvo su actividad musical, y  desde el hombre primitivo y aunque su estudio es una cosa compleja, puesto que el mundo de los sonidos se ha encontrado con la enorme dificultad de su escritura, cualquier información debemos tomarla como hipótesis, aunque sabemos de su práctica de su importancia por multitud de manifestaciones al respecto como la aparición de ciertos “instrumentos” idiófonos (1) del tipo de rascadores, claves... de materiales como huesos, piedras, conchas... como las encontradas en las Cuevas del  Castillo en Puente Viesgo , que se pudieran utilizar en prácticas religiosas, enterramientos, caza...y hace suponer que la voz, acompañamiento rítmico y la danza fueran manifestaciones frecuentes.
 
      Comienzan a aparecer las primeras formas de civilización organizadas en Cantabria y poco se sabe de su origen, costumbres y formas de vida, lo que se empieza a conocer es a partir de los romanos, sobre todo por los escritos del geógrafo griego Estrabón que hace en su obra “Geográphica”, donde en su libro III habla de la Península Ibérica dedicando un considerable espacio a los cántabros, describiendo su situación geográfica...lugar donde nace el río que  da el nombre a la península (Iber), las guerras con Roma y sus costumbres.
 
      En dicho libro, en las referencia musicales que Estrabón hace (que también apunta Joaquín González Echegaray en su obra “Cantabria a través de su historia”) se refiere a la utilización de los instrumentos, indica que eran frecuentes los aerófonos (2) de la forma de flautas “...danzan los hombres al son del aulos (3) y cuernos saltando en alto y cayendo en genuflexión”. Las prácticas estaban ligadas a las celebraciones festivas de carácter tribal.
 
En otra cita habla sobre las familias cántabras que en las noches de plenilunio rendían culto a la divinidad danzando hasta el amanecer ante las puertas de sus casas. Al igual que en otras tribus podemos suponer que éstas prácticas estarían ligadas a ritos religiosos teniendo un sentido purificador, de homenaje a los dioses o funcional, de petición para la caza, pesca, temporales...
 
      Es conocida la condición guerrera de los cántabros, su resistencia a la invasión de los romanos, plasmado también por Estrabón, quien señala que los guerreros, cuando iban a ser tomados prisioneros, preferían morir a aceptar las nuevas formas impuestas por el invasor y cuenta que al ser sacrificados entonaban himnos de victoria en un gesto de gran heroísmo. Serían cantos épicos similares a los de otros pueblos de la península.
 
      Poco más se puede añadir a lo dicho por el geólogo griego , aunque parece que Fernando Gomarín da noticia de un hallazgo arqueológico en un yacimiento en Celada Marlantes de un instrumento aerófono muy simple, construido en material óseo similar a una ocarina.
 
LA MÚSICA EN LA EDAD MEDIA
       Si avanzamos en el tiempo tendríamos que decir algo parecido respecto a la música medieval.
 
      En esta época todo gira en torno a la Iglesia. La invasión  por parte de las tribus bárbaras del norte han dejado casi todo arrasado y es la Iglesia la poseedora de casi todo lo que se ha logrado salvar de saqueos, incendios... Más tarde los cristianos que huyen de la invasión musulmana suben al norte haciendo de Liébana el foco cultural más importante de Cantabria aportando numerosas obras de arte mozárabe. Los monasterios de ésta zona poseían bibliotecas de gran riqueza con códices litúrgicos pertenecientes al rito hispánico o mozárabe.
 
      Pese a la inexistencia de fuentes musicales sabemos por cantidad de manifestaciones de la  importancia que la música tuvo en esta época en torno a la liturgia: libros en cuyas miniaturas de gran valor aparecen  instrumentos que con más frecuencia suelen ser las trompetas y las cítaras; esculturas y bajorrelieves que poseen algunas iglesias y monasterios donde los artistas románicos esculpen figuras humanas tañendo diversos instrumentos. Aunque su estética resulta antinaturalista, pues en algunas ocasiones no están delimitados o son mayores que las figuras, representan lo general más que los detalles organológicos, y la forma de tocar los instrumentos intenta responder a la plasmación de una idea. Estos bajorrelieves se suelen situar en capiteles de columna, canecillos, portadas, ábsides...
 
      Los edificios religiosos con iconografía musical que representan más instrumentos en Campoo pertenecen a: Monasterio de Sta Mª la Mayor de Barruelo de los Carabeos; Monasterio de S. Cipriano en Bolmir y la Colegiata de S. Pedro en Cervatos.
 
      En el primero de los casos, Sta Mª la Mayor de Barruelo de los Carabeos, la representación aparece en el capitel derecho del arco triunfal y son dos instrumentistas en actitud interpretativa, rígidos,  donde uno tañe viola de arco (4) que apoya sobre el pecho, mientras que el otro tiene un pandero cuadrangular. Ambas figuras visten hábitos.Esto en cuanto a música profana se refiere.
 
       La religiosa había establecido una uniformidad englobando todos los cantos existentes en el culto, en uno solo tipo que hábilmente se encargó de extender: el “Canto Llano”, al que luego se denominaría “Canto Gregoriano” en honor al Papa Gregorio I el Magno dándole así la categoría de inspiración divina. Es lógico pensar que en su extensión llegara también a Liébana y de ahí a toda Cantabria.
 
LOS   S. XV  Y  XVI
       A esta época se le suele llamar Renacimiento y mientras en Europa y en España florecía una música religiosa importantísima con la recién aparecida  polifonía y músicos de gran talla, en Cantabria se seguía apegado a las prácticas musicales medievales pues no se tienen elementos que demuestren la interpretación de polifonía hasta el S. XVIII (aunque  la abadía de Santander posee unos documentos de ésta época que no han sido estudiados y que en su momento aportarán más datos sobre la música religiosa renacentista cántabra.)
 
       Sin embargo en esta época aparece un personaje cuando menos curioso al que tendríamos que hacer mención. Se trata del poeta-músico  RODRIGO DE REINOSA.
 
       Se sabe muy poco de su vida, incluso para la afirmación de su procedencia campurriana. Menéndez Pelayo planteó la incógnita al comentar: “...de sus versos nada se saca en limpio y para traerle a nuestra casa no tenemos más indicio que su apellido, el cual, tratándose de persona tan plebeya y humilde como parece haber sido, debe indicar el pueblo natal y no otra cosa.”
 
       D.José Mª de Cossío es de la misma opinión porque afirma que era frecuentísimo por aquel tiempo tomar como propio  nombre el del pueblo natal, no solamente para los estamentos privilegiados de la sociedad, sino para las gentes de condición humilde. Éste, en su  “Antología de Escritores y Artistas Montañeses” nos comenta sobre el poeta-músico que compone canciones, romances y villancicos que posteriormente fueron recitados y cantados en ciudades y pueblos de toda la península. Se han encontrado en lugares como Medina del Campo o Tarragona, y añade que debió de ejercer su actividad literaria y musical en el último cuarto del S. XV y principios del S. XVI pues una de sus coplas, que consiste en el diálogo entre un ventero y un escudero, nos habla de la inminente muerte de Enrique IV y de la existencia de la Santa Hermandad.
 
       Alguna de sus obras fueron  impresas en Barcelona, “Cancionero de Rodrigo de Reinosa de coplas de Ntra Señora” en 1513, aunque se ha perdido, otras en Toledo, Burgos..., unas posteriores se le atribuyen aunque se duda de su autenticidad, otras parecen haber sido publicadas en pliegos de cordel (5) o dentro de cancioneros y aunque también se ignora su faceta musical parece  que en varias publicaciones de poemas añade como ha de ser la interpretación musical, que consistirían en interpretarlas con melodías ya existentes populares. En el  “Cancionero de Palacio” se han encontrado dos villancicos sobre los cuales hizo coplas el músico campurriano, práctica muy usada en la época por este tipo de poetas.
 
       Rodrigo de Reinosa, sin estar a la altura de Juan del Encina (máximo exponente de la polifonía profana del Renacimiento español), es un ejemplo de artista lírico popular que según sigue afirmando Cossío “...entre los poetas callejeros sabemos que llenaba las plazas, caminos y ferias cantando y vendiendo los pliegos de cordel.” En otros libros se afirma “Es el primer  poeta-músico montañés de nombre conocido; la primera aportación de Cantabria a la literatura hispánica del S. XV en cuanto a literatura popular y folklórica se, refiere pues pintó al pueblo en su lenguaje y sus costumbres de forma realista saliéndose de los rígidos esquemas de la lírica tradicional.
 
       De este juglar que queremos presumir campurriano se ha publicado recientemente “Las Coplas de las comadres”. De su faceta literaria se encontrará más información en un artículo de esta misma revista.
 
¿ QUÉ SABEMOS DEL S. XIX ?
        Así,  y sin documentos que nos hablen de los S. XVII y XVIII llegamos al XIX,  que se caracteriza  por el movimiento llamado Romanticismo y dentro de él, en la segunda mitad,  Nacionalismo y concretando más los Regionalismos cuyos ideales se centran en la exaltación y búsqueda del sentimiento nacional y regional como su nombre indica. Se reivindican las idiosincrasias propias, para lo que los músicos tomarán como elementos de inspiración la música popular, el folclore, incluso temas para argumentos de teatro  y se desatará un fuerte interés por la compilación de melodías tradicionales.
       El estudio más completo sobre el regionalismo en Cantabria ha sido realizado por Benito de Madariaga y piensa que tuvo su origen en la literatura, pues Santander se convirtió en foco de interés  para algunos literatos   locales y los personajes, costumbres y tradiciones de la vida rural se convirtieron en asuntos centrales en obras de escritores de la talla de José Mª de Pereda, Marcelino Menéndez Pelayo, Amós de Escalante, Ángel de los Ríos, Gumersindo Laverde, Eduardo de la Pedraja...además de pintores como Casimiro Sainz, Agustín Riancho.....
 
       La existencia de un regionalismo musical montañés ha creado polémica, se debate sobre si las canciones populares cántabras tienen rasgos propios y diferentes a los de sus vecinos, o que no se diferencian demasiado de los asturianos, castellanos o leoneses, pues éstos últimos son los que lo califican de populachero y negaban su valor artístico.
 
       El caso es que desde finales del S. XIX se produjo un movimiento de recuperación de todo lo relacionado con las tradiciones incluida la música, surgiendo así los defensores de ésta cultura entre los que se encuentra D. SIXTO DE CÓRDOBA Y OÑA, “...algunos críticos que llamaron populacheras a aquellas preciosas canciones populares...”;  JESÚS DE  MONASTERIO el músico cántabro (Potes 1836) más importante de música culta del S. XIX. Dice Sixto en su cancionero  que él afirmaba no oír en la provincia música diferente a la de Asturias o Castilla pero sus paisanos le cantaron varias tonadas que algunas de ellas le hicieron cambiar de opinión, convenciéndose de la existencia de una música indígena montañesa. Fue entonces cuando entusiasmado ideó hacer, en 1900, una Fiesta Montañesa en la plaza de toros de Santander con la que fomentar el canto y las costumbres en general de la región. En una carta  a D. Leopoldo Pardo Iruleta escrita el 5 de agosto de 1900 le comenta que ha podido comprobar que muchos de los cantos de diversos géneros, que en otras ocasiones le parecieron asturianos, eran puramente montañeses. Añade que es una mina rica y abundante que quiere contribuir a explotar haciendo un estudio. Pero la proyectada colección no se llevó a cabo, pues muere en 1903 a los 67 años. El título ideado por Monasterio fue tomado por Córdoba en su honor; JOSÉ Mª DE PEREDA, que si bien en un principio habla desdeñosamente de la música popular “...aquí se canta toda la noche y todo el día, canta la fregona al ir a la fuente y al fregadero y canta el peón cuando trabaja, y cuando deja de trabajar...y el zapatero y el oficial de sastre...y los jornaleros...y los carreteros...y el sacristán.... los montañeses de todo el mundo son bullangueros y danzarines de suyo”, su opinión cambió rotundamente participando en la  Fiesta  Montañesa que presidió junto a Menéndez y Pelayo y Jesús de Monasterio; y ya en el S. XX el párroco de Santa Lucía que recopiló un número importante de melodías en un “Cancionero” en cuyo prólogo afirma  que “la  provincia de Santander tiene música propia” , aunque alude más a cuestiones sentimentales y poéticas que a las puramente musicológicas.
 
      El caso es que se despierta un gran interés por lo popular y se investiga en pueblos, aldeas...
      Durante el S. XIX aparecen las primeras publicaciones, pero como el folclore no se entiende como disciplina científica, fueron muy criticadas al publicarse armonizadas con lo que se desvirtúa la esencia misma de la música del pueblo, que es capaz  de hacer bellas melodías de forma natural y espontánea pero carece de la formación necesaria para la realización de polifonías.
 
      Estas primeras  colecciones de cantos aparecen con motivo del concurso que se convocó en la Fiesta Montañesa del 12 de agosto de 1900 cuyo objetivo era ensalzar y dar a conocer el folclore y las costumbres regionales. Se premiaba la mejor colección de cantos y tonadas populares de toda la provincia.
      El jurado estuvo formado por Jesús de Monasterio, Ruperto Chapí y Tomás Bretón, se presentaron 4 colecciones con 174 cantos. Todo lo acontecido en la fiesta se recogió en un volumen que titularon “Cantos de la Montaña” que fue publicado en Madrid en 1901.
 
      Sin lugar a dudas una de las personas que más ha hecho por la música cántabra es D. SIXTO DE CÓRDOBA Y OÑA, cuyo  “Cancionero Popular de la Provincia de Santander”  con un total de 1584 canciones, repartidas entre distintos géneros , formas y ocasiones de uso, recoge el latir de muchos rincones de la provincia.
 
      El trabajo comienza en 1885, luego algunas canciones son del S. XVIII y es en 1889 cuando lo continúa con mayor intensidad. Están reunidas en cuatro tomos publicados por su autor por primera vez en 1949.
 
      El primero de ellos es el dedicado a las canciones infantiles, que en número de 423 alude a la importancia del canto para los niños y les hay de todos los tipos: de corro, romances, de cuerda o comba, de juegos, de cuna, villancicos.. en los que , sobre todo las niñas, imitan con sus muñecas lo que ven a sus madres con sus hijos. Muy frecuentes los romances donde se cantan historias de hechos históricos o sucesos más cercanos... En algunos juegos lo intercalaban con gestos de mimo. En éstas canciones  no se nombra su procedencia.
 
      El tomo segundo está dedicado a canciones de labores y de ronda e incluye de oficios, hila... reunidos en 406 cantos.
 
      Es en éste donde se hace alusión a la mencionada Fiesta Regional  del 12 de agosto de 1900 y donde afirma que, cuando se habla de una música estrictamente montañesa para él se hablaría de dos géneros con mayor importancia: las marzas y los Picayos,  siendo las primeras  “himnos solemnes mezcla de plegarias y rondas llenas de nobleza, lozanía, devoción y grandiosidad” y añade  “quizá también el baile a la alto y a lo bajo tiene categoría de un tercer género de música montañesa”.
 
      De las 406 melodías 39 son recogidas en Campoo. 12 son cantos de labores, cantos que realizados en su ambiente natural resultan oportunos pues mantienen la alegría y el ánimo y son propios de todas las culturas. Aparecen: uno en C. de Yuso, uno en C. De Suso dos en Pesquera, uno en Valderredible y dos en Reinosa; Cuatro son cantos de carretero quienes tenían un variado repertorio que oían en los lugares de tránsito y acomodaban a su tipismo alegrando con sus melodías los caminos. Una de ellas encontrada en Pesquera “...A las ventas de Navarra caminaba un arriero, buen zapato, buena media buen bolsillo de dinero...”, una en C. de Suso y tres en Reinosa, una de ellas la más famosa canción de Campoo, aquí la titula “Tengo una casita blanca”.
 
       De las canciones que hacen referencia a oficios aparecen tres, una en Pesquera, que habla de la fragua, una en Valderredible referida a un cantero y una costurera y otra en Santiurde, alude a la cantinera (aunque trata más bien de tema amoroso que del oficio en sí). De hila aparecen dos en Valderredible y una en Valdeprado  “La Tarara”.
 
       De rondas, mujeres en grupo y solistas y de otros tipos aparecen varios entre las que se encuentra “Son las 12-me entretuvo una morena”     
 
      El tomo tres recoge los cantos romeros, marineros, de quintos, nupciales y de cuna con un total de 385 canciones de las cuales 44 fueron recogidas en Campoo, siendo más numerosas las canciones de romería, también muy frecuentes. Aparecen 30 de toda la zona, una de ellas procede de Resconorio “Mis amores son del campo y no vienen al lugar, mis suspiran son correos, unos vienen y otros van”; de quintos, son los cantos  de los mozos que van al servicio militar y se reúnen en grupos y se expansionan bailando y cantando ante la pérdida de libertad hasta el licenciamiento y aunque la entonación pone al descubierto algunos oídos duros suelen ser emotivas y originales, cantadas todos juntos agarrados por el cuello en cadena fraternal. De nuestra zona aparecen dos. De boda cinco, y de cuna seis.
 
      El cuarto está dedicado a cantos de marzas, picayos, bailes, romances y cantos religiosos y de los 368 pertenecen a nuestra comarca 56.
 
      Del tema de las marzas hay abundancia y variedad y en cada valle y aún en cada pueblo tiene distintas fechas de celebración, motivos, modos de cantarlas... Las marzas en Campoo tienen mucho arraigo. En este tomo  aparecen tres cantos, dos en Valderredible (que una la sitúa en la noche de Reyes) y otra en Campoo “Los sacramentos de amor”; De bailes, se refiere a las tonadas de baile “a lo ligero” y “a lo pesao” que suele cantarse a voz en grito y con desgarro para que todos lo oigan, ya que los bailadores forman filas tan largas como gente se quiera añadir. Hay 26 y hacen alusión a la  danza “De la rueda” que no tiene letra. Romances aparecen 24, religiosas 8 siendo el credo el más frecuente.
 
      Después de lo mencionado en el fondo todo ha resultado más un acercamiento a la peculiaridad regional y al buen hacer de personas como las citadas, que les cabe el mérito de preservar un patrimonio que podía desaparecer, pues gracias a ellos hay cierta labor de investigación y que a su vez han proporcionado material a numerosos compositores, que investigaciones en sí, pues el estudio de nuestra música folclórica sigue siendo una de las asignaturas pendientes que tiene Cantabria.
 
      Sin embargo somos un pueblo cantarín donde les haya, pues aunque se va perdiendo, todavía son muchas las ocasiones en las que con cualquier motivo nos ponemos a cantar en el momento en que  se hace un pequeño grupo.
 

(1) Idiófonos: instrumentos de percusión del tipo de claves, castañuelas... que se golpean.
(2) Aerófonos: instrumentos de viento.
(3) Aulos: nombre que los griegos dieron a las flautas. Existía el doble aulos que eran dos tubos unidos por la boquilla.
(4) Viela o viola: antecesor del violín. Muy usado por trovadores, troveros y juglares.
(5) Pliegos de cordel: en la Edad Media canciones y poemas que colocados en cuerdas vendían  juglares, ciegos por plazas y mercados.
 
Reinosa 20 de febrero de 1998