April 2011

El Cañón nº 9

Asociación Cultural El Cañón

Periódico trimestral de Reinosa y Campoo
Coordinación: Pilar Lorenzo Diéguez
Editor: Miguel Ángel Pérez Jorrín

El tiempo de las mayordomas

Museo Etnográfico El Pajar

Pequeña historia de una figura perdida de la religiosidad popular
 
Dentro de los numerosos roles sociales tradicionalmente encomendados a las mujeres en el ámbito rural es digno de destacar a las que eran nombradas mayordomas de la Iglesia Parroquial, ya que esta es una referencia físico-simbólica de la integración de la comunidad local.
 
El párroco hacía la selección entre las mozas solteras de la comunidad buscando su buena apariencia, recato en la vestidura y buena conducta cristiana, pues serían las encargadas de las labores de mantenimiento y decoro del templo.
 
Destaca entre esas labores como muy principal la de vestir, ornamentar y mantener cuidadas las tallas de imágenes sacras que estaban vestidas en los altares. Muy especialmente la de la Virgen, ya que ésta para los fieles tiene ese especial carisma de lo intocable, lo divino, lo puramente celestial que las manos humanas no se atreven a tocar. Estas tallas son a su vez representaciones de diosas-madres o madres tierra, reminiscencia de antiguos cultos a la fertilidad.

Helados mantecados

Museo Etnográfico El Pajar

El primer heladero pasiego se estableció en Reinosa hacia 1920
 
La historia de los helados es la historia de la civilización: para pasar del sorbete a una crema congelada más compacta y compuesta con leche tuvieron que transcurrir casi dieciséis siglos, hasta que un chef francés de Carlos I, rey de Inglaterra, sirviera en la corte el resultado de su receta innovadora con un producto de mucho más alimento, rico y digestivo.
 
La popularidad de esta fórmula se extendió por el reino de Francia y España siendo los reyes, la alta burguesía y personas privilegiadas los que disfrutaban de este placer durante los siglos XVI y XVII, partiendo su proliferación hacia la nueva burguesía y llegando al siglo XIX al consumo de los ciudadanos como producto de carácter festivo para los calurosos días de verano.

Tee Hoyo 8

Casimiro Sainz

Una historia de barquilleros

Museo Etnográfico El Pajar

El juego de la ruleta entretenía a niños y mayores
 
El oficio de barquillero como el de heladero fue una actividad ambu­lante, dentro del gremio de la re­postería, que favorecía el sosteni­miento económico de las familias. Ambos oficios siempre estuvieron ligados, por ser el barquillo el re­cipiente en forma de potes o cucu­ruchos. Por eso, eran también bar­quilleros los heladeros menciona­dos en la publicación anterior.
 
Los barquillos se fabricaban du­rante gran parte del año en las es­pecialidades de barquillo y galle­ta. También se elaboraban ricos canutillos que se servían de ape­ritivos en los cafés más importan­tes de la cuidad de Reinosa, como el Victoria.

De la pandereta al rock

Museo Etnográfico El Pajar

Cien años de música de baile en Campoo
 
La villa de Reinosa a finales del siglo XIX ya tenía banda de músi­ca y esta deleitaba a los lugareños tanto de la villa y a sus visitantes mientras compartían los bailes domingueros como los de socie­dad que se celebraban por moti­vos de fiestas patronales y carna­valescas. Los valses, pasodobles y boleros eran parte del repertorio. Algunos componentes de la ban­da de música sienten nuevas in­quietudes por los ritmos que se imponían en el nuevo panorama musical y estos se agrupan crean­do orquestas donde poder inter­pretar nuevos ritmos de baile más acorde con la sociedad que venía instalándose en esta emergente villa industrial y comerciante.

La raíz de la genciana

Museo Etnográfico El Pajar

La planta, utilizada en la fabricación de medicinas y bebidas, se recolectó hasta los años 80 en las partes altas de Campoo
 
Dentro de la sociedad rural tradicional, con una economía de sub­sistencia, era frecuente la búsque­da de ingresos extra para cubrir las necesidades de las familias con un trabajo que no rompiera ni re­trasara su actividad en las labo­res del ciclo anual. La raíz de la genciana era recolectada tradicionalmente en el tardío, tiempo este de finalización de la recolección de las tierras de labranza, por lo que parte de la unidad familiar po­día dedicar una pequeña tempo­rada, incluso fuera del hogar, para desplazarse a las brañas o puer­tos que los pastores y ganados ha­bían abandonado dejando libres sus cabañas, las cuales ocupaban.

Del vestir tradicional a la modista

Museo Etnográfico El Pajar

La mejora de las comunicaciones trajo la ropa moderna a Campoo
 
La Merindad de Campoo tuvo his­tóricamente una indumentaria tradicional muy equilibrada para las diferentes labores y épocas del año. La ropa solía ser heredada de padres a hijos y los desgastes y las reposiciones de prendas se realizaban en casa, principalmen­te con lana y lino.
 
La transformación de estos ma­teriales en fibra textil era un pro­ceso familiar de las largas noches de hila, y su transformación en lienzos y el abatanado de los pa­ños era contratado a los tejedores. Este sistema tradicional se fue ex­tinguiendo con la entrada del si­glo XX por la introducción de la nuevas tendencias en el vestir, con la llegada de telas, sedas y paños elaborados industrialmente en manufacturas que acercaban el producto a su consumidores hasta la puerta de su casa con un cos­te que empezaba a ser asequible para su economía.