Publicado en la revista FONTIBRE, nº 12-13, Agosto-Septiembre de 1957.
Si, como Julio G. De la Puente, hubiéramos tenido la dicha de husmear siquiera un poco en el rico archivo de la Villa (nacimos tarde, y sólo nos alcanzó la pena de ver la densa humareda del fuego criminal que le redujo a cenizas), podríamos, ahora, decir algo sobre la antigüedad de la feria de San Mateo, igual que de otras muchas cosas, con datos compulsados y concretos, y por ende, con mayor seguridad y conocimiento de causa.
Dejando a un lado lo que todos sabemos por tradición, si hemos de aportar alguna noticia nueva, no nos queda otro camino que cogernos de la mano del autor citado, quien, a principios de este siglo, escribía entre otras cosas:
"Esta feria, de ganado caballar y vacuno, que se celebra todos los años del 21 al 30 de Septiembre, es una de las más antiguas e importantes de España. Acuden a ella compradores de todas las provincias, y, con anterioridad a esa fecha, llaman la atención por los trajes de sus regiones, los valencianos, manchegos y aragoneses que, provistos de largas varas, recorren los pueblos de Campoo para comprar el ganado mejor".
Se olvidó Julio G. De la Puente, y es una lástima, de darnos la fecha de su fundación, o a lo menos, la medida aproximada de su antigüedad, pues debió tener a la mano documentos valiosos del archivo desaparecido que le facilitaban medios de hablar o escribir con más precisión, como lo hizo al referirse a los mercados de los lunes, de los que dice: "La costumbre de celebrarlos en Reinosa es muy antigua, pues ya en 1457, al respaldo de la carta del Rey Juan II, dada por haberla solicitado su caballerizo mayor Gómez Hoyos, para seguridad de las Casas-Torres que tenía en esta Merindad, se dice: "Fue publicada esta carta en este mercado de Reinosa, estando asaz gente en el dicho mercado público". Y, si en el siglo XV se celebraba el mercado público con cierta regularidad, ¿por qué no las ferias? Lo de celebrarse el mercado todos los lunes dice que es seguro, por lo menos, desde 1705. Y añade: "eran muy importantes, porque surtían de granos y otros géneros de necesidad en el país, no sólo a toda la jurisdicción sino también al valle de Cabuérniga, al de Cabezón, Puente de San Miguel, Toranzo e Iguña". Ya se comprende que, si el mercado es muy antiguo y necesario en la región por las razones que aduce, no sería la feria menos antigua y necesaria, teniendo en cuenta el predominio que siempre tuvo la ganadería sobre la agricultura en el valle de Campoo y en todos los que le circundan.
A propósito de la feria y a título de curiosidad, no estará mal que recordemos a nuestros lectores la época en que empezaron a cobrarse impuestos por la entrada de ganados en el ferial (o se aumentaron los que se venían cobrando, que esto no lo sé), y de qué manera reaccionaron los campurrianos por lo que ellos estimaron un abuso. Fue por las últimas décadas del siglo pasado. Descendientes, más o menos directos, de los pueblos cántabros que ocuparon nuestra región durante siglos y que, amantes como nadie de su independencia y de unas costumbres que aún perduran, no soportaron el yugo de los romanos que, para someterlos, hubieron de aniquilarlos; ni el de los godos, que no llegaron a pisar en el suelo de nuestros valles; ni el de los árabes que acostumbrados a trotar por las llanuras, no osaron adentrarse por la intrincada maraña de nuestros montes, los que aquel año bajaban a la feria desde los pueblos altos de Campoo, se encontraron a la entrada de la Villa con la desagradable sorpresa de unas mesas y unos empleados del Ayuntamiento detrás de ellas, encargados de cobrar el impuesto de entrada de ganados en el ferial. Los que llegaron los primeros, sin dinero contante los más de ellos, sin saber qué hacer ni atreverse a pasar, pararon en seco; los que iban llegando detrás de ellos, paraban también; y la carretera se fue taponando de ganado hasta más atrás de Nestares. Parecía aquello la corriente de un río impetuoso, sobre la que un farallón imponente se hubiera derrumbado de improviso. Hasta que llegó a oídos del
"Sordo de Proaño", D. Ángel de los Ríos, que venía detrás, y a galope tendido, adelantó a todos y, apartando las mesas de una patada y sin hacer caso de los empleados que se sentaban detrás de ellas, levantó el brazo y gritó a sus paisanos de Campoo de Suso:
"¡Campurrianos! Bajo mi entera responsabilidad ¡adelante!" Y la avalancha de ganados, en un momento, tomó por asalto los feriales. D. Ángel, claro está, fue llamado al Ayuntamiento, y el Alcalde de la Villa, con maneras delicadas y todo el respeto que
"El Sordo" le merecía, se atrevió a decirle:
- Mire usted, D. Ángel, que me veré obligado a denunciarle por desacato a la autoridad.
- Yo le denunciaré a usted por abuso de la misma –fue la única y rapidísima respuesta que obtuvo.
Y las cosas no pasaron a mayores. Los impuestos se implantaron y se cobraron, como se han cobrado siempre de entonces acá; pero quedó un fermento de disgusto en el ánimo de los campurrianos, que dio como resultado el que las ferias de Reinosa, la de Santiago y la de San Mateo, no se celebraran el año 1910. Como protesta por la subida de los impuestos municipales por entrada de los ganados en los feriales, se hizo propaganda, movida por no sé quien, en todos los ayuntamientos de la Merindad, se publicaron anuncios, y las ferias, con el adelanto de unas fechas y previo un sorteo entre Nestares, Requejo y Matamorosa, se celebraron en las eras del primero con resultados francamente desastrosos, porque a Nestares no acudieron los que habían de comprar y a Reinosa, en su día, no acudieron los ganaderos de la comarca.
Claro que, como todo lo que se funda en una quijotada, y más si esa quijotada va en contra de los propios intereses y ha de ser mantenida por muchos y por tiempo indefinido, aquel conato de rebeldía duró muy poco, y al año siguiente, las ferias se celebraron en Reinosa como se venían celebrando desde tiempo inmemorial.
Es indudable que esta feria habrá sufrido a lo largo de los tiempos los altibajos propios de toda institución humana, según que los años hayan sido de penuria o de prosperidad para el valle. Pero, también lo es que, con la sola excepción que sepamos del año de 1910, se viene celebrando ininterrumpidamente desde hace más de cinco siglos.
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